19 febrero 2012
Tras recuperar el poder desaparecieron todas las voces críticas que se escucharon en el cónclave anterior
17º Congreso PP (2012) – Mariano Rajoy y Dolores Cospedal reelegidos presidente y Secretaria General del Partido Popular sin oposición
Hechos
El XVII Congreso del PP clausurado el 18.02.2012 reeligió a D. Mariano Rajoy como presidente con el 97,5% de los votos y a Dña. Dolores de Cospedal como Secretaria General de la formación.
Lecturas
El anterior congreso del PP fue en 2008.
El 18 de febrero de 2012 se cierra el XVII congreso del Partido Popular. Si el 16º congreso fue en el que el D. Mariano Rajoy Brey vio más cuestionado su liderazgo, el 17º Congreso fue un desfile ante sus partidarios tras su triunfo electoral por mayoría absoluta en las elecciones de noviembre de 2011.
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL
Presidente – D. Mariano Rajoy Brey
Presidente de Honor- D. José María Aznar López
Secretaria General- Dña. María Dolores de Cospedal García.
Vicesecretarios Generales- D. Javier Arenas Bocanegra, D. Carlos Floriano Corrales y D. Esteban González Pons.
Coordinadores- D. Juan Carlos Gasko Vera Pró y D. José María Beneyto Pérez.
Portavoces- D. Alfonso Alonso Aranegui (Congreso), D. José Manuel Barreiro Fernández (Senado) y D. Jaime Mayor Oreja (Parlamento Europeo)
Vocales electos- D. Miguel Arias Cañate, Dña. Fátima Bañez, Dña. Rita Barberá Nolla, D. Roberto Bermúdez de Castro, Dña. Ana Botella Serrano, D. Gerardo Camp, D. José Ciscar, D. Miguel Ángel Cortés Martín, D. Jorge Fernández Díez, Dña. Lucía Figar de Lacalle, Dña. Concepción Gamarra, D. José Manuel García Margallo, Dña. María José García Pelayo, D. Ignacio González González, D. Juan José Lucas Giménez, Dña. Teófila Martínez Saiz, D. Vicente Martínez Pujalte, Dña. Ana Mato Adrover, D. Francisco Millán Mon, D. Cristobal Montoro, Dña. Dolors Montserrat, D. Jorge Moragas Sánchez, Dña. Ángeles Muñoz, Dña. María Australia Navarro, D. José Ignacio Palacios, Dña. Ana Pastor Julián, Doña Pilar Rojo, D. Albero Ruiz Gallardón, Doña Soraya Sáenz de Santamaría, D. Antonio Sanz Cabello, Doña María Salom, Doña Cristina Tavío y D. Juan Ignacio Zoido Álvarez.
Vocales por designación- Dña. María Mar Blanco Garrido, D. Luis de Grandes Pascual, D. Federico Trillo-Figueroa Martínez-Conde y Dña. Rosa Valdeón Santiago.
Tesorero- D. José Manuel Romay Beccaría.
Secretarios Sectoriales: D. José María Lasalle Ruiz (Cultura), Iñaki Oyarzabal Miguel (Justicia, Derechos y Libertades), D. Gonzalo Robles Orozco (Participación Social)
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LA MINISTRA ANA MATO SALE DE LA EJECUTIVA
La gran ausente de la nueva ejecutiva del Partido Popular será la ministra de Sanidad, Dña. Ana Mato, que llevaba en el corazón de la dirección del PP desde 1999. Su gestión se ha visto empañada por la vinculación del que fue su marido por muchos años, D. Jesús Sepúlveda, en la trama Gürtel de corrupción, y las insinuaciones de que ella podría haberse beneficiado del dinero ilícito de este. Una implicación que no impidió que el Sr. Rajoy la nombrara ministra de Sanidad en 2011, pero que sí ha impedido que siga en la cúpula del PP.
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19 Febrero 2012
Congreso unánime
Mariano Rajoy fue reelegido ayer como presidente del Partido Popular en el 17º congreso de esta organización, desarrollado en un clima de unanimidades tras la enorme cuota de poder proporcionada por los triunfos electorales de 2011. Un partido que Rajoy reivindicó como capaz de “sostener la misma palabra en todos los rincones de España” y de ser “un modelo de conducta”, única alusión velada a los problemas de corrupción, para los cuales solo se ha arbitrado la medida de expedientar a los militantes que sean imputados por la justicia, aunque el expediente no se resolverá hasta que haya sentencia judicial. Del congreso salen mensajes de protección a la enseñanza en castellano —presentada como “equilibrio” entre este idioma y las lenguas cooficiales—, apoyo genérico a las reformas laboral y financiera, y un vago compromiso con la sanidad y la educación públicas.
Pero la unanimidad de fachada no oculta ciertos problemas de fondo. Rajoy es un dirigente hecho a sí mismo, victorioso sobre los que cuestionaron su liderazgo cuatro años atrás, y consolidado en un partido que ya cuenta con 838.710 afiliados, según sus cifras. Nadie tenía que pasarle la antorcha, y sin embargo el presidente de honor, José María Aznar, decidido a ser el más duro entre los duros, no perdió la ocasión de apremiar al líder actual, de azuzarle para que haga “patriotismo” con las reformas y de situar lo que fue su política antiterrorista —“todo el peso de la ley”— como línea roja. No obstante, los arbitrajes de Rajoy a la hora de formar la nueva dirección del partido han incluido hasta a cinco personas del PP vasco, de la línea de Antonio Basagoiti, que ayer enfatizó la necesaria “unidad” entre los demócratas. Estas alusiones se produjeron sin el menor debate congresual, como tampoco lo hubo respecto al intento fracasado de despegar la etiqueta de “cristiano” de las señas de identidad del PP, o de reconocer el matrimonio homosexual.
María Dolores de Cospedal seguirá siendo secretaria general, permitiéndole que lo haga compatible con la presidencia de Castilla-La Mancha. Pero tendrá un contrapeso en Javier Arenas, como vicesecretario de política local y autonómica, y presunto presidente de la Junta de Andalucía. El núcleo duro se completa con otros dos vicesecretarios, Carlos Floriano, ascendido, y Esteban González Pons, repescado tras no haber contado con él para el Gobierno. Alicia Sánchez-Camacho estará al frente del comité electoral nacional, remarcando así la importancia que el PP da al afianzamiento en Cataluña. A la organización madrileña se le hace un guiño salomónico: entran personas próximas a Esperanza Aguirre, pero también Manuel Cobo, que en su día arremetió contra aquella.
El congreso popular se celebra en Sevilla para exhibir músculo político al servicio de su candidato en Andalucía, Javier Arenas. Por lo demás, simplemente es el congreso de un partido político al borde de una hegemonía sin precedentes.
19 Febrero 2012
El PP al servicio del interés general
19 Febrero 2012
Rajoy, 'monarca' absoluto con la crisis como contrapeso
EL 97,56%% de los votos -frente al 84% de hace cuatro años- que logró Mariano Rajoy en su elección como presidente del PP habla con mucha elocuencia de cómo han cambiado las cosas en cuatro años. El XVII Congreso del PP pasará a la historia como el que entronizó a Mariano Rajoy como líder indiscutido y todopoderoso, por primera vez desde que en 2003 se hiciera cargo de la Presidencia del partido. Si en Valencia fue Aznar quien acaparó los flashes como una sombra amenazante, Rajoy apareció ayer sobre el escenario con empaque de líder y con la autoridad de haber llevado al PP más lejos que nadie, incluido su antecesor. Su discurso vibrante, sólido y rotundo fue muy distinto a los anteriores. Más seguro de sí mismo, incluso recordó lo que va de Valencia -«teníamos en las alforjas muchos sueños y pocas realidades»- a Sevilla: «nunca habíamos llegado tan lejos, ni tan alto, ni tan hondo». Si bien es verdad que subrayó la «humildad» como el principal componente de la «sabiduría», tampoco quiso «disimular los éxitos ni pedir perdón por ellos».
Ha sido una constante de los presidentes del Gobierno de la democracia. Parecía imposible detentar más poder en el PSOE que Felipe González, pero después fue el Aznar de la mayoría absoluta el líder más poderoso que había existido y más tarde se dijo lo mismo de Zapatero cuando revalidó el triunfo en 2008. Ahora hay que subir la apuesta en el caso de Rajoy. Si a la hora de hacer Gobierno fue él quien leyó personalmente la lista de los ministros, sin filtraciones, lo mismo sucedió con la Ejecutiva. Los elegidos se enteraron al mismo tiempo que los medios y que el resto de los españoles. El PP se ha adecuado a los tiempos y a la discreción de Rajoy. Más allá de las escaramuzas por los equilibrios internos -con Cospedal y Arenas como vencedores- el líder del PP ha integrado a todos los sectores, incluidos los que hace cuatro años no apostaban por él, como Ignacio González o Martínez Pujalte. Es creíble, por tanto, su afirmación de que en el partido no sobra nadie. Menos convincente resulta su apuesta formal porque el partido se fortalezca, ya que la actividad del PP bascula en torno al Gobierno de la Nación y ésa es una realidad que no cambia por el voluntarismo de los miembros de la dirección, a la que se ha incorporado como figura emergente Carlos Floriano.
En circunstancias normales, habría que advertir de las consecuencias que se derivan de un presidente con poder omnímodo dentro de su partido. Pero el verdadero contrapeso de esta situación es la realidad económica del país. Rajoy dijo que él no corre peligro de «envanecimiento» y tiene razón. No necesita un colaborador que se suba al carro triunfal recordándole que es mortal, como tenían los emperadores romanos. Las cifras económicas y la gravedad de la crisis se encargarán de refrescarle la memoria todos los días. Y hay que reconocer que en estas circunstancias es bastante tranquilizador que el Gobierno esté en manos de un partido unido y sin facciones. Como bien advirtió Rajoy, los españoles ya no esperan del PP «quejas, denuncias, sugerencias, ni promesas, esperan soluciones». Sacar a España de la crisis, este es el gran reto de Rajoy y por el que se le juzgará, no por el poder interno que haya logrado acumular.
El Análisis
El Congreso del PP de 2012 se celebraba con el partido gobernando con mayoría absoluta a nivel nacional y la mayoría de comunidades y ayuntamientos y con el PSOE hecho trizas. Por tanto podía ser un congreso de jolgorio. Pero algo empañaba la fiesta para los ‘populares’ y era el caso Gürtel. Desde el anterior congreso y este había surgido una red de corruptelas en torno a las empresas Gürtel en las que aparecían destacados dirigentes del PP, algunos de los cuales había estado muchos años en el ‘aparato aznarista’ como era el caso de D. Jesús Sepúlveda. Pero el apellido que más iba a estallar en la cara a los populares era D. Luis Bárcenas, que, en aquel momento ya había dimitido como senador, tesorero y hasta como militante, pero seguía cobrando un sueldo del partido. Aún habría que esperar un año para que el PP entendiera la magnitud que tenía el ‘caso Bárcenas’.
J. F. Lamata