9 abril 1994

Morihiro Hosokawa dimite como primer ministro de Japón

Hechos

El 8 de abril de 1994 dimitió el primer ministro de Japón.

Lecturas

Tsutomu Hata será el nuevo Primer ministro de Japón.

09 Abril 1994

Modelo japonés

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA PRIMERA experiencia de renovación política japonesa ha concluido en un fiasco. El primer ministro Morihiro Hosokawa, jefe de una coalición que había planteado su mandato como una cruzada de apertura económica y política, ha dimitido, arrastrado por una serie de circunstancias de las que la más visible es la acusación de irregularidades financieras producidas con anterioridad a su llegada al Gobierno. Es decir, por razones muy similares a algunos de los vicios que afirmaba querer erradicar.La dimisión se debe a que el Partido Liberal Demócrata (PLD), al que desplazó del poder en julio pasado tras 38 años ininterrumpidos, había pasado al contraataque negándose a consentir con su voto la aprobación del presupuesto antes de que Hosokawa diera cumplidas explicaciones sobre su pasada conducta.

El hecho viene a subrayar que el PLD se ha repuesto ya del trauma que supuso perder por una mayoría exigua, frente a una heterogénea oposición, las elecciones de julio. Hasta hace pocas semanas, el partido -del que procede el propio Hosokawa- parecía preferir una cura de reposo en la oposición, y en medio de grandes protestas de renovación interior y limpieza de fondos no había hecho la vida especialmente difícil al primer ministro, pese a que éste no contaba con una mayoría absoluta que le permitiera gobernar con manos libres.

El plan ha cambiado cuando el PLD ha comprobado la debilidad del primer ministro y la oportunidad de mostrar al electorado que quien se presentaba como el señor de la pureza tiene, al parecer, tantos esqueletos en el armario como el que más.

En la situación actual, la coalición de siete partidos que dirigía Hosokawa habrá de presentar a la Cámara a su nuevo candidato renovador. Entre los nombres que se barajan figura el del ministro de Exteriores, Tsutsomo Hutu, tan tránsfuga del PLD como el ex primer ministro e igual de dudosamente convincente como prototipo de hombre nuevo para el poder. Con la escasa conjunción de los siete partidos en el Gobierno -tres de nuevo cuño escindidos del partido madre, los socialistas y algunos grupos menores- y la recuperación de la agresividad por parte del PLD, no hay que descartar nuevas elecciones. La oposición puede mantener en cuarentena a cualquiera de los sucesores de Hosokawa forzándole a ir a las urnas si ése es su propósito.

Pero no solamente estamos hablando de un problema interno. En la dimisión de Hosokawa tiene mucho que ver probablemente la situación exterior, en la que las negociaciones con Estados Unidos para una mayor apertura del mercado japonés a los productos foráneos no marchan bien.

El ex primer ministro estuvo muy gallito en Washington cuando se negó a ceder a las presiones del presidente Clinton, pero de regreso a Tokio, hace unas semanas, trató apresuradamente de complacer al hermano mayor preparando un plan de liberalización de las relaciones económicas. Ese plan no ha complacido a Washington y la tensión entre las dos naciones no ha cesado de aumentar, complicada con la amenaza norteamericana de aplicación de sanciones comerciales. Hosokawa se encontraba, pues, entre dos frentes, sin poder complacer ni a unos ni a otros; cualquier liberalización parecía excesiva al complejo industrial japonés y muy poca a sus competidores extranjeros.

En esa tesitura, el primer ministro ha tirado la toalla. Todo ello muestra lo difícil que va a ser cualquier movimiento de renovación en un país tan hecho al corporativismo político y económico, igual de puertas para adentro que de puertas para afuera. Hosokawa es sólo la primera víctima.

30 Abril 1994

Gobierno en Japón

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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POR PRIMERA vez desde los años cincuenta, Japón tiene un Gobierno minoritario, encabezado por Tsutomu Hata, un político con una larga carrera que tiene el mérito singular de carecer de enemigos. ¿Por qué se ha visto obligado Hata a presentarse a las Cámaras con un Gobierno minoritario? Cuando Hosokawa rompió el año pasado la larga etapa de hegemonía del Partido Liberal-Democrático (PLD), se apoyo en una coalición heterogénea, con muchos renegados del PLD, pero que constituía una amplia mayoría parlamentaria con un apoyo popular que llegó a contar con la simpatía del 70% de los ciudadanos. Hosokawa cumplió algunas de las promesas que había hecho a los electores, como la reforma electoral, la presentación pública de excusas por los crímenes nipones en la II Guerra Mundial y el inicio de la desregulación económica.Sin embargo, cayó como consecuencia de desacuerdos entre sus partidarios y por un escándalo financiero, esa plaga eterna de la política japonesa. Al ser designado Hata para preparar el nuevo Gobierno, reagrupó a varios partidos de la coalición en un solo grupo parlamentario, con lo cual reducía el peso del Partido Socialista, que había sido en la. etapa de Hosokawa el más numeroso. La reacción socialista ha sido separarse de la coalición y negarse a entrar en el nuevo Gobierno, si bien ha votado a favor de Hata.

Por encima de todo ha prevalecido en esta actitud del partido socialista la voluntad de seguir cerrando la puerta a un eventual retorno del PLD. Se ha creado así una situación anómala: los conservadores son los más numerosos en el Parlamento, pero se mantiene en pie la opción fundamental que inició Hosokawa para cerrarles las puertas del poder. En esa situación, Hata no tenía más opción que formar un Gobierno minoritario. En la actualidad cuenta con unos 170 diputados -en una Cámara de 511 miembros-, mientras el PLD cuenta con 206, aunque esté debilitado por sus propias divisiones internas.

En cuanto a la composición del nuevo Gobierno, Hata ha recurrido principalmente a miembros de su propio partido, el de la Renovación, y a algunos ministros del Komeito (budista). Si bien la continuidad es la característica principal del nuevo Ejecutivo, se han producido en su seno algunos cambios significativos, como la entrada, en Exteriores, de Kakizawa, que acaba de abandonar el PLD con un grupo de diputados afines a sus ideas.

En teoría, esta salida del partido socialista de la coalición gobernante debería facilitar a Hata llevar a cabo sus proyectos, sobre todo en materia de política exterior. Él es partidario de una mayor contribución de Japón a las acciones de pacificación de la ONU, de un incremento de su fuerza militar y de una presión nipona más enérgica sobre Corea del Norte en el tema de la bomba atómica. Sin embargo, con un Gobierno minoritario será muy dificil que Hata pueda introducir un mayor dinamismo en la política exterior.

La perspectiva más probable es que el Gobierno Hata tenga que limitarse a la aprobación de los presupuestos, tarea urgente que, además, puede resultar bastante dificultosa. Pero cuestiones de primera importancia, como la presión de EE UU para que se modifiquen las relaciones comerciales entre ambos países, y en general la desregulación de la economía, escapan por su propia trascendencia a lo que puede acometer un Gobierno minoritario. Por ello el Gobierno Hata aparece como una solución provisional sin capacidad para afrontar proyectos estratégicos.