8 abril 1994

El mismo día en que estallaba el genocidio el diario ABC reproducía un artículo que arremetía contra los tutsis

Estalla el genocidio en Ruanda: oleadas de milicias hutus masacran a la minoría hutu tras el asesinato del dictador Juvenal Habyarimana

Hechos

  • El 6.4.1994 perdieron la vida en un atentado el presidente de Ruanda Juvenal Habyarimana (de etnia hutu) y también el de Burundi, Ciprien Ntaryamira. Tras el magnicidio estalló en  en Ruanda una oleada de asesinatos a miembros de la etnia tutsi.

Lecturas

ruanda_burundi El asesinato del dictador de Ruanda, Juvenal Habyarimana, y el de Burundi, Ciprien Ntaryamira  ambos de etnia hutu – lo que sería el origen del genocidio.

ASESINADA LA PRIMERA MINISTRA DE RUANDA (HUTU) POR DEFENDER A LOS TUTSIS

agathe El 7.04.1991 la primera ministra de Ruanda, Agathe Uwilingiyimana fue asesinada por radicales hutus junto a 11 cascos azules de la ONU acusada de ser una ‘bahutu’, es decir, una hutu que defendía a los tutsis.

El 23 de junio aterrizaron en el país soldados franceses apoyados por la ONU.

TRAS EL GENOCIDIO LOS TUTSIS RECUPERARON EL PODER EN EL PAÍS

tutsi_kagame El 18 de julio finalizó la guerra civil con el triunfo de la guerrilla tutsi, que puso fin al genocidio. El nuevo Gobierno pasaría a estar controlado por el líder de la guerrilla tutsi, Paul Kagame, aunque este no asumiría oficialmente la presidencia hasta el año 2000. Con aquello la minoría tutsi volvía a ocupar el poder como había hecho históricamente.

EL DESATINO DEL ABC QUE SUGIRIÓ UN ‘ALZAMIENTO CONTRA LOS TUTSIS’ EL MISMO DÍA EN QUE ESTOS ESTABAN SIENDO MASACRADOS

Aunque el trato a los principales acontecimientos internacionales a partir de esta época es prácticamente igual en todos los periódicos, me voy a detener en lo que se podría clasificarse como la “la madre de los desatinos” en lo referente a África. El día 8 de abril de 1994 al hacerse eco de que en Ruanda – país donde conviven dos etnias: la mayoritaria hutu y la minoritaria tutsi –  se estaba produciendo un genocidio, don Gerardo Gonzalo Calvo publica en ABC un artículo totalmente anti-tutsi, acusando a aquella etnia de ser “un pueblo orgulloso y displicense que no ha asimilado su derrota en Ruanda”, añade que los tutsis se sienten como los elegidos por Dios para dominar a los hutus a quienes consideran inferiores y termina diciendo. “Mientras el pueblo hutu no encuentre un Espartaco que los libere del yugo tutsi seguirá sufriendo”. Lo que no sabía el Sr. Gonzalo Calvo es que mientras escribía esas líneas miles de tutsis estaban siendo masacrados en base a argumentos similares a los que él escribía (a través de la RTLM). Eran los hutus radicales los se liaron a machetazos contra los tutsis en uno de los mayores genocidios de la historia de Africa (se habla de entre quinientos mil y ochocientos mil tutsis muertos). No seré yo el que niegue los crímenes del Frente Patriotico Tutsi, me limito a apuntar que el Sr. Gonzalo Calvo – que realiza una gran labor en “Mundo Negro” – tuvo un muy desafortunado desatino.

En años posteriores el ABC, al referirse a como informó de aquello justificó el desatino en que el artículo fue escrito antes del magnicidio. Algo que desmiente no sólo las fechas de la hemeroteca, sino simplemente con mirar el comienzo del polémico artículo en el que queda claro que fue escrito justo después.

08 Abril 1994

Tutsis contra hutus: La mayor limpieza étnica desde la II Guerra Mundial

Gerardo González Calvo

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El doble magnicidio de los presidentes de Ruanda y Burundi lleva la fatídica marca del radicalismo: los eran hutus e igualmente acusados contra la minoría tutsi que en Ruanda fue derrocada del poder en 1959 y en Burundi derrotada en las urnas en junio del pasado año. En este país, los tutsis no quisieron aceptar las reglas de la democracia, y así lo demostraron el 24 de octubre al asesinar en sus dependencias militares del Ejército al primer presidente burundés libremente elegido por el pueblo: Melchor Ndadaye.

En menos de seis meses Burundi ha perdido dos jefes de Estado y los dos hutus. No fue, desde luego, ninguna casualidad. Esta cadena desde el asesinato de Ndadaye ha producido, según algunas fuentes, medio millón de muertos y un millón de refugiados. Pero allí están las cámaras de televisión, centenares de corresponsales de Prensa y Radio, y en Burundi las matanzas no merecen ni una crónica. Esto – y lo que está sucediendo en Sudán – es una de las mayores vergüenzas de la Humanidad”. Y no le faltaba razón. Como tampoco le faltaba razón al Papa cuando el pasado 27 de marzo dijo durante el rezo del Angelus: “Os invito, una vez más y con inmenso dolor, a rezar por Burundi. La situación en ese país africano es realmente dramática. Se está produciendo una terrible matanza. Las víctimas son numerosas e incontables los saqueos y la violencia”.

La tragedia de Burundi no es nueva. En 1965, se desencadenó una matanza de hutus, que volvió a repetirse en 1972: en esta ocasión con más virulencia: fueron asesinadas más de 200.000 personas. En agosto de 1988 y diciembre de 1991 se repitieron nuevas matanzas. Según informe de Amnistía Internacional, entre 1965 y 1991 murieron asesinados más de medio millón de hutus.

Esta persecución sistemática de los hutus – 85% de la población de Burundi – a manos de los tuits – un exiguo 15 `pr ciento obedece a un proyecto maquiavélico, minuciosamente detallado en el llamado ‘Plan Simbananiye’, aparecido en el país poco después de las matanzas de 1972- En este siniestro plan, que lleva el nombre de su autor, se propone como ‘única solución democrática’ para el país la eliminación de tal número e hutus que Burundi se quede al final con un 50% de tutsis y otro 50% de hutus. Para conseguir este objetivo habría que eliminar nada menos que a cuatro millones de hutus. Es la más perversa limpieza étnica programada desde la II Guerra Mundial.

Los tutsis, un pueblo orgulloso y displicense no han asimilado la derrota sufrida en Ruanda en 1959 y, desde luego, no están dispuestos a que les ocurra lo mismo en Burundi, donde gobiernan con mano de hierro desde la independencia, en 1962. Controlan todos los puestos claves del Ejércitoy de la Administración y ponen infinidad de trabas para que los hutus puedan cursar estudios superiores y universitarios. Los tutsis, de origen hamita, se sienten – como los Boers de Sudáfrica – un pueblo elegido por Imana (Dios) para dominar a los bantúes burundeses – hutus y tuas – a quienes consideran una raza inferior. En Burundi ha existido siempre un racismo no sancionado por las leyes – este matiz es lo único que lo diferenciaba de Sudáfrica – pero quizá por eso más difícil de desmontar, a no ser por un alzamiento general.

Mientras el pueblo hutu, atemorizado y diezmado, no encuentra a un Espartaco que los libere del yugo tutsi, seguirá sufriendo vejaciones y matanzas. A no ser que el mundo civilizado – ¿? – y las organizaciones internacionales quieran abrir los ojos de una vez y atajar el mayor genocidio de estos momentos.

Gerardo González Calvo

19 Abril 1994

Ruanda, en el filo del machete

Alfonso Rojo

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Para las mujeres es todavía peor: primero las violan y después las descuartizan a machetazos. Trece días después de que dos misiles derribaran el avión del presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana, acabando con su vida, con la del presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, y con la de los otros siete altos funcionarios que iban a bordo, los soldados gubernamentales continúan su orgía de violencia tribal, asesinando a mansalva en Kigali y sus alrededores.

En el seto que separa los dos carriles de la calle que conduce del aeropuerto al hotel Amahoro, donde tienen su cuartel general las fuerzas de la ONU, hay un cadáver al que le falta la cabeza. Un poco más abajo, entre el hotel Meridien y el Mil Colinas, se pueden ver varios cuerpos, algunos de ellos semidevorados por los perros.

Dicen que los 40 kilómetros de carretera que conducen de la capital hasta Gitarama, donde se han atrincherado los 19 miembros del Gobierno interino, están salpicados de cadáveres. Los cuerpos permanecen esparcidos junto a los numerosos controles establecidos por las tropas gubernamentales y bandas de jóvenes hutus. Casi todos los muertos son de la etnia tutsi, que representan el 15% de la población y a los que se reconoce porque son más altos que los mayoritarios hutus, pero entre las víctimas también hay bastantes hutus.

Decenas de desgraciados, que han tenido la desventura de no lucir esa nariz chata y enorme que caracteriza a los bantúes o que manifestaron una pizca de piedad por un vecino tutsi cuando lo conducían al matadero, han terminado cortados en pedazos o reventados a palos. Lo mismo ocurre con los aterrorizados ciudadanos cuyos coches, relojes o equipajes despiertan la codicia de los desalmados.

RIESGO DE PESTE.- «Las cosas se han desbocado», declaró ayer el general Augustin Ndindilihanda, comandante en jefe de la Gendarmería Nacional. «A veces se ataca a familias y se las degüella para ver lo que tienen en los pucheros».

Ndindilihanda, quien en compañía del general Marcel Gatsinzi, jefe interino del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ruanda (FAR), celebró ayer una rueda de prensa con los únicos seis periodistas extranjeros que seguimos en Kigali, aseguró que hay miles de cadáveres sin enterrar y existe riesgo de peste.

A pesar de que la ONU logró el viernes sentar a representantes de las FAR y del Frente Patriótico de Ruanda (FPR) en la mesa de negociaciones y presionar a ambos bandos para que firmen un alto el fuego, la locura colectiva ha cogido ritmo y las masacres se reproducen por doquier.

«Ni nosotros ni el Ejército podemos dedicarnos a restaurar el orden, mientras no cese la ofensiva del FPR», insistió el general Ndindilihanda. «La situación es muy tensa en bastantes prefecturas y se agrava cuando llegan noticias de que se aproximan los rebeldes; en Ruhengheri, cuando los rebeldes comenzaron a avanzar por el Parque Nacional donde están los gorilas de montaña, muchos se refugiaron en el edificio de la Corte de Justicia y les tiraron granadas dentro: murieron más de un centenar». Le preguntamos de qué etnia eran los muertos y el general respondió en tono monocorde: «Tutsi», para añadir a continuación que también se están produciendo matanzas de hutus.

«Los rebeldes del Frente Patriótico prosiguen su avance, pero tengo la impresión de que carecen de logística suficiente para conquistar la ciudad», declaró ayer a EL MUNDO el coronel Luc Marchal, jefe de los paracomandos belgas acantonados en el aeropuerto de Kigali. «Los del FPR han logrado infiltrar dos batallones en la ciudad, por lo que ahora tienen 1.800 hombres, pero en su mayoría sólo disponen de armamento ligero y con eso no es bastante».

Desde el edificio de la terminal del aeropuerto, donde pasamos la primera noche rodeados de soldados bengalíes y paracaidistas belgas, se escuchaba nítidamente el estampido de los disparos y las explosiones. Más tarde, durante el recorrido por la ciudad, en la que se cruza de zona rebelde a gubernamental casi sin notarlo, los estampidos se intensificaron, para calmarse casi totalmente al mediodía, debido probablemente a la lluvia torrencial que se abatió sobre la capital.

Mientras los tutsis del FPR y los hutus del Ejército y la Guardia Presidencial intercambian morterazos en las colinas sobre las que se asienta Kigali, hordas de soldados y adolescentes embrutecidos por el licor se dedican a su pasatiempo favorito: masacrar civiles. Las ejecuciones suelen ir acompañadas de un cruel ritual.

A veces se permite a la gente suplicar por su vida durante un largo rato y, de repente, en medio de una lluvia de golpes e insultos, empiezan los machetazos o los tiros. En ocasiones, los condenados imploran que se les remate para dejar de sufrir o piden que se les ejecute a balazos y no con arma blanca.

OLOR A MUERTO.- La ciudad huele a muerto y el miedo se ha generalizado. Ahora ya no son sólo los tutsis los que huyen. Por los arcenes se ven continuamente penosas comitivas, en las que mujeres con enormes bultos sobre sus cabezas, huyen sin dirección alguna arrastrando docenas de niños tras ellas.

En el estadio de fútbol, protegidos por los «cascos azules», se agolpan más de 5.000 personas. En el hotel Mil Colinas hay decenas de familias tutsis temerosas de que en cualquier momento llegue la chusma a matarlos. En la sala «VIP» del aeropuerto se esconden desde hace más de una semana ocho personas.

La marcha de los «cascos azules» belgas, que hoy abandonarán definitivamente Kigali, puede empeorar más la situación. Las posibilidades de un acuerdo que ponga fin a la carnicería son muy escasas. Los rebeldes tutsis exigen el desmantelamiento de la Guardia Presidencial y la creación de patrullas mixtas entre sus hombres y los elementos «válidos» de las FAR. Demanda también la disolución del Gobierno interino y su sustitución por un Gobierno transicional de unidad nacional, en el que participen todos los partidos.

APOYO. Los «Hércules» se quedan

Los dos aviones Hércules C-130 del Ejército del Aire español han prorrogado sus misiones en el puente aéreo entre Kenia y Ruanda hastamisiones que finalice la evacuación de las fuerzas de la ONU en territorio ruandés. Según una nota del Ministerio de Defensa, el mando belga de la operación ha considerado oportuno asignar a los «Hércules» españoles una serie de misiones que prolongarán su estancia en esta operación. Hoy van a realizar dos rotaciones entre Kigali (Ruanda) y Nairobi.Un total de 107 españoles han sido evacuados de Ruanda desde el inicio de los enfrentamientos tribales en ese país, y otros cuatro han decidido finalmente quedarse, según dijeron ayer fuentes diplomáticas a la agencia de noticias Europa Press.

10 Abril 1994

Morir en Ruanda

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA ENÉSIMA guerra civil ha estallado en Ruanda, colonia que recibió la independencia de Bélgica, al igual que la vecina Burundi, en 1962. Una guerra civil intermitente, pero no menos cruenta, asuela Burundi desde el otoño pasado. Pero incluso para estas tierras periódicamente anegadas en sangre por las explosiones de los odios tribales entre los hutus, mayoritarios, y los tutsi, la carnicería actual parece superar a las anteriores. Observadores internacionales hablaban ayer de miles de muertos en apenas tres días de orgía de violencia. Entre las víctimas ya hay un número aún indeterminado de miembros de la colonia extranjera. Ésta cuenta con 135 españoles y está compuesta sobre todo por religiosos, miembros de organizaciones humanitarias y 2.500 cascos azules desplegados en el país precisamente para intentar evitar lo que ha ocurrido.Los gobiernos de Bélgica y Francia han reaccionado con premura ante el manifiesto e inminente riesgo que corren todos los extranjeros que aún permanecen en Ruanda-yhan logrado sobrevivir en los primeros días de esta pesadilla- Apoyados por fuerzas norteamericanas, ayer lograron evacuar hacia zonas de relativa calma a varios cientos de extranjeros. Se trata de una operación arriesgada, pero imprescindible. Poner a salvo a la comunidad extranjera que, en este país más que en ningún otro, se encuentra allí por deseo de ayudar a la población nativa, es la máxima prioridad. No hay soberanías a respetar cuando un Estado se halla en un caos de estas dimensiones. Una vez logrado esto, las Naciones Unidas deberán intentar imponer el respeto a un alto el fuego que hoy aún no existe pese a haber sido firmado por las facciones militares tribales.

La historia de Ruanda y Burundi, dos Estados con idéntica composición étnica, arroja cierta luz sobre los actuales acontecimientos y demuestra que gran parte de la responsabilidad de estas explosiones de odio y muerte recaen sobre la antigua potencia colonial, Bélgica.

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El pueblo tutsi, apenas un quinto de la población conjunta de los dos Estados, había constituido hasta la independencia la casta de los poseedores de la tierra y del poder político-militar, reduciendo a los hutus, ampliamente mayoritarios, a la condición de siervos casi feudales. El poder colonial se apoyó en esa capa social para controlar el país.- Los tutsis se convirtieron en intermediarios de los colonizadores, tenían acceso a las migajas de educación que Bruselas dispusiera para sus tutelados, encontraban siempre mejor ocasión para adoptar la religión de sus protectores, el catolicismo, y, en definitiva, esperaban prolongar su dominio una vez declarada la independencia.

Bélgica no inventó la animosidad histórica entre hutus y tutsis, pero sí trabajó complacientemente para que esa profunda herida siguiera abierta. Colonización y descolonización de África están repletas de errores y crímenes que sirven para explicar la tragedia del continente. Pero ahora lo más importante es poner fin a la matanza. Después habrá que buscar fórmulas de enmendar errores para evitar que se repita.

23 Junio 1994

Intervenir en Ruanda

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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FRANCIA HA tomado la iniciativa de enviar un contingente militar a Ruanda para poner fin a las matanzas, salvar vidas y evacuar a los refugiados que se mueren de hambre. Se trata, pues, según la tesis de París, de una misión exclusivamente humanitaria que obtuvo anoche el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, y en la cual los franceses esperan que participen otras naciones, europeas y africanas. En el debate del Consejo de Seguridad, los diversos países han dado una acogida favorable a la iniciativa del Gobierno de Balladur, respaldada por el presidente Mitterrand.Nadie se ha opuesto a ella, si bien tampoco ha habido ofrecimientos de tropas para acompañar a las francesas. En un clima de vergüenza por la impotencia de la ONU ante el genocidio que se registra en Ruanda, la iniciativa gala tiene que suscitar simpatía. Se trata de una operación de unos 2.000 soldados que debe realizarse de modo rápido, en un plazo limitado y en espera de los 5.500 cascos azules que la ONU ha decidido enviar.

A pesar de ese clima favorable, el proyecto de París ha suscitado ciertas dudas. ¿Por qué precisamente ahora, cuando las tropas del Frente Patriótico de Ruanda (en el que se encuadran los tutsis) han alcanzado ya la capital, ocupan dos tercios del país y están derrotando al Gobierno hutu? Es sabido que Francia ha dado su apoyo durante bastante tiempo a este Gobierno. Y algunas fuentes serias achacan a los franceses motivos que no son exclusivamente humanitarios: salvar a sus aliados ruandeses y recuperar documentos, o incluso agentes, que podrían demostrar ante el mundo ese apoyo galo a los hutus. Aunque los franceses insisten en su propósito de actuar militarmente sólo desde la frontera con Zaire, sin adentrarse en el interior, lo cierto es que su iniciativa ha levantado en África muchas protestas y puesto al rojo la sensibilidad anticolonialista.

El Frente Patriótico de Ruanda ha declarado reiteradamente que se opondrá por las armas a la presencia francesa. En cambio, el Gobierno hutu dice que la apoya. Posiciones encontradas que ponen en entredicho el carácter humanitario de la operación, que debería situarse por encima de los bandos de la guerra civil. Se están perfilando así unos rasgos semejantes a lo que ocurrió en Somalia, cuando las tropas de la ONU tuvieron que retirarse porque se veían involucradas en la guerra civil, y a la vez estaban cercadas por el odio de gran parte de la población. Por otra parte, la Organización para la Unidad Africana -que en su reciente sesión de Túnez ha propiciado un alto el fuego (no cumplido hasta ahora)- se ha pronunciado contra la intervención francesa.

El temor entre las fuerzas políticas africanas ante la amenaza de nuevas acciones europeas de tipo colonialista es natural. Ruanda fue de hecho una colonia belga (aunque disimulada por un mandato de la Sociedad de Naciones en 1923). Los belgas dicen con sentido común que ellos no ayudarán a los franceses con tropas. Pero el activismo militar francés en toda esa zona de África es frecuente, quizá por ser una región fronteriza entre la parte anglófona y la francófona. En todo caso, la actitud del frente tutsi demuestra que el plan francés carece de la preparación política indispensable para ser considerado como una operación exclusivamente humanitaria, merecedora del apoyo de la ONU.

Francia se esfuerza por convencer al Frente Patriótico de sus buenas intenciones, pero aún no lo ha logrado. Por otra parte, en relación con la OUA, el interés de los europeos es cooperar con ella y reforzar su protagonismo, en ningún caso tomar decisiones sin tener en cuenta sus criterios. Existen, así pues, razones serias para que la actitud española sea de cautela en esta cuestión, sin por ello dejar que se deteriore nuestra amistad con un país aliado y al que nos unen tantos lazos.