20 mayo 1998

Muere el director de cine Ricardo Franco al poco de ganar el Goya por su película ‘La Buena Estrella’

Hechos

El 20 de mayo 1998 falleció D. Ricardo Franco.

22 Mayo 1998

Un hombre con coraje y mala estrella

Carlos Boyero

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Érase un hombre bajito que frecuentemente se convertía en un gigante. Poseía en grado superlativo los atributos del héroe para enfrentarse a la amenazadora vida: coraje, determinación, valentía, espíritu de aventura asumiendo los riesgos que esto implica, seducción, tenacidad, imaginación, hipersensibilidad, cojones, arrogancia, generosidad. También bastantes y perdonables defectos, que le hacían inapelable y agradeciblemente humano.

Siempre buscó esos inapreciables y clandestinos tesoros que otorgan sentido a la vida y al cine. En su profesión no le gustaba obedecer consignas ni encargos ortodoxos, aunque lo hiciera ejemplarmente cuando no tenía más remedio, como en su más que digno arranque en el cine comercial (lo anterior que había dirigido pertenecía al underground, al posibilismo, al malditismo) con su muy cuidada y naturalista adaptación de La familia de Pascual Duarte.

Le gustaba ir por libre, hacer películas muy personales, meterse en líos de difícil salida. Sufrió variados naufragios, se derrumbó y resucitó, se ha despedido con un testamento muy hermoso, lacerante y complejo, llamado La buena estrella, una película que legitima a un cineasta, lo más emocionante y poderoso que rodó nunca.

Imagino que, al igual que yo, la mayoría de los espectadores de esa cruel, lírica y tierna historia del carnicero enamorado y honesto, la puta tuerta que no puede olvidar sus ancestros ni su viejo y destructivo amor aunque su vida haya girado hacia el anhelado bienestar y ese macarra biológico y vocacional, nacido para perder, soñador y destructivo, se sintieron conmovidos y fascinados con unas imágenes, personajes, diálogos y situaciones que olían a vida y a muerte, con anverso y reverso.

Yo aprecié los sentimientos, la atmósfera, la tristeza y el tono desgarrado de Los restos del naufragio, pero no logré conectar con el universo de la mayoría de su cine, incluida la minoritaria y mitificada Después de tantos años, nueva visita al desolado crepúsculo de la familia Panero.

Ricardo Franco me ofreció lo mejor de su talento y de su sensibilidad al final de su carrera, después de haber vivido o sobrevivido intensamente, con sabiduría y comprensión hacia las luces y las sombras que habitan en el ser humano.

Sospecho que la película que acababa de empezar a rodar iba a seguir por idéntico y poético camino. También quería pensar que Ricardo, a pesar de su torturante diabetes, a pesar de su progresiva, temible y siniestra ceguera, a pesar de los amenazadores by pass instalados en su castigado cuerpo, envejecería como el mejor vino.

Que cada vez sería mejor cineasta y mejor persona. La mala estrella se cebó con él y lo envió a la tumba. Ojalá que descanse eternamente escuchando a Dylan y leyendo a Stevenson, dos de sus amores irrenunciables. Ojalá que haya mujeres atractivas en el otro barrio. Seguro que se enrolla con ellas.