16 mayo 1998
Muere Frank Sinatra, el cantante norteamercano conocido como ‘La Voz’ que estuvo bajo la sombra de la Mafia
Hechos
Falleció el 15 de mayo de 1998.
16 Mayo 1998
Lluvia en mi corazón
Necesitaría un libro para describir las sensaciones que me han provocado tu voz y tu presencia a lo largo de mi compleja vida. No quiero ser necrófilo, ni adornar fatuamente mi lógico sufrimiento ante tu desaparición. La has palmado ahora, pero desde hace mucho tiempo tu vejez o tu enfermedad nos habían negado el regalo de un nuevo disco, un recital, una película. Cuentan de ti que tu existencia estuvo habitada parcialmente por el diablo, la corrupción, el gangsterismo, el trapicheo político, pero también que cuando entregabas tu amistad a alguien y no te traicionaban eras fiel hasta las últimas consecuencias y eso dice mucho para mis códigos sobre el comportamiento del ser humano. Dicen que podías ser arrogante, violento, vengativo e insoportable pero que nunca dejaste tirado en la cuneta a los perdedores que alguna vez compartieron tu vida. Hiciste la mejor definición de tu arte: «Yo no vendo voz. Vendo estilo». Qué puedo añadir a la lucidez con la que te analizabas.
Tenías clase, personalidad volcánica, capacidad para expresar con más belleza, emoción y lirismo que ningún otro cantante de este siglo todas las plenitudes y compulsiones del corazón, la atmósfera de las noches oscuras y de las noches luminosas, el amor y el desamor, la melancolía y la pérdida, el individualismo y el intimismo, la juerga y la resaca, la esperanza y la pena, el combate entre la magia y la prosaica realidad, la exaltación y el dolor. A tu incomparable manera, por supuesto, dándole a cada palabra la entonación exacta, haciendo que la música de la orquesta viviera en hermosa armonía con el ritmo, fuerza, nostalgia, pasión, dureza, ternura, humor y elegancia que marcaba tu voz, una voz que parecía estar de vuelta de todas las posibles vueltas con las que castiga y compensa la vida a aquellos que se atreven a exprimirla.
Era bueno escucharte por las mañanas en las que esperabas algo bueno del día, pero sobre todo en las noches de derrota y de ocaso. Eras bueno para la soledad y para el esplendor en la yerba, para el desengaño y la tristeza, para el enamoramiento y para los recuerdos que merecen ser recordados.
Cualquiera medianamente receptivo que te escuchara sabía que tu incomparable seducción también funcionaría en un teatro o en una sala oscura. Estuviste creíble, humano, conmovedor y magnífico interpretando a aquel soldado tierno, juguetón, transgresor y kamikaze en De aquí a la eternidad. Te merecías el homenaje póstumo que te hacía Montgomery Clift con aquel bello y desolado solo de trompeta. También comprendimos y amamos a tu yonqui acorralado y digno en El hombre del brazo de oro, y disfrutamos aquel día contigo en una lúdica Nueva York, y nos solidarizamos con tus cuernos y tu búsqueda de la turbia verdad en El detective, y compartimos la búsqueda de un refugio estable con ese escritor que huye de todo en Como un torrente. Seguirás vivo siempre para mi placer y mi sensibilidad, confortarás mi soledad, mi amargura, mi hambre de vida o mi rabiosa supervivencia mientras que existan aparatos que reproduzcan tu voz. Gracias por todo, Sinatra.