El 5 de diciembre de 2009 se hizo público el fallecimiento de D. Manuel de Prado Colón de Carvajal.
Muere el ex senador y diplomático Manuel de Prado Colón de Carvajal, el ex administrador de la Casa del Rey implicado en el ‘caso Javier de la Rosa’
El 6 de diciembre recibió sepelio en Sevilla D. Manuel Prado y Colón de Carvajal. Senador, diplomático, empresario y amigo personal y administrador privado de Juan Carlos I durante más de dos décadas, su vida no está exenta -como reza el lugar común-, de claroscuros. Murió la madrugada del sábado a los 78 años, rodeado de familiares y en su domicilio de la capital andaluza, tras varios años de lucha contra el cáncer. Era padre de cinco hijos, los tres primeros nacidos de su matrimonio con Dña. Paloma Eulate (uno de ellos, D. Borja Prado, actual presidente de Endesa) y los dos últimos de su enlace con Dña. Celia García Corona, con la que se casó hace 23 años.
Nacido en Quito en 1931, hijo de un diplomático chileno, su familia se trasladó a España cuando él tenía siete años. Licenciado en Derecho y Economía, su prolífica andadura en la esfera económica comenzó en los años 50, con su trabajo en la Bolsa de Madrid y en una empresa de maquinaria agrícola, para participar en años posteriores en la creación de empresas metalúrgicas como Olarra, Llodio y Tubacex. En los años 60 presidió o formó parte de consejos de administración de empresas como Ericson, la Societé Genérale de Banque en España, Intelsa y Ford España. Presidió Iberia entre 1976 y 1978, al tiempo que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). En el 78 fue nombrado presidente del Centro Iberoamericano de Cooperación, así como embajador de España en misión extraordinaria. También lideró la Comisión Nacional de los actos del V Centenario del Descubrimiento de América (1981-1982) y promovió la candidatura de Sevilla para la celebración de la Exposición Universal de 1992. Presidió asimismo la Fundación Cristóbal Colón y, de hecho, se le ha considerado descendiente del descubridor del nuevo continente.
Con el inicio de la democracia en España, durante la Legislatura de Constituyente (1977-1979), fue senador por designación real.
Y es que los múltiples cargos y distinciones se acumulan en la biografía de este aristócrata. Aunque su fecunda carrera empresarial incluye un periodo controvertido, envuelto en caso KIO. La Audiencia Nacional le condenó por un delito de apropiación indebida como destinatario en una cuenta de Suiza de un pago de 11,4 millones de euros procedentes del grupo Torras, del que el financiero Javier de la Rosa y cuyo primer accionista era la sociedad kuwaití de inversiones KIO. Se trataba de la llamada operación Warbase, la primera pieza que se juzgó de este affaire, en el que De la Rosa también resultó condenado. Prado llegó a ingresar en prisión en 2004, a los 72 años de edad, para cumplir dos de condena, pero por razones humanitarias se le concedió el segundo grado penitenciario dos meses después. Como responsable de Grand Tibidabo (fue vicepresidente entre 1990 y 1992), fue condenado por apropiación indebida a tres meses de prisión por la Audiencia Nacional, en el caso de la descapitalización de la compañía catalana. El Tribunal Supremo ya le había condenado a un año de prisión por apropiación indebida por un desvío de dinero del Grupo Torras.
El Sr. Prado siempre defendió su inocencia. La entrada en contacto con De la Rosa, a quien conoció a finales de los 80, devino en una amistad más que peligrosa a juzgar por los problemas posteriores. En diciembre de 1992, rompieron su relación empresarial. Prado presentó su dimisión y, pese a que la ruptura entre ambos se presentó públicamente como un acuerdo amistoso -motivado por la incompatibilidad entre la vicepresidencia de Prado en Grand Tibidabo y su desembarco en la presidencia de Partecsa-, De la Rosa interpretó su marcha como una traición.
Los amigos que pasaron el 5 de diciembre por el tanatorio sevillano destacaron la serenidad y la fe religiosa con la que afrontó su enfermedad. Son muchas las duras pruebas que Prado tuvo que afrontar en su vida. A los 18 años perdió el brazo izquierdo como consecuencia de un accidente de circulación, y él mismo tuvo que negociar con la banda terrorista ETA para lograr la liberación, de su hermano Diego, que estuvo secuestrado durante 73 días en 1983. Fue entonces cuando trasladó su residencia a la localidad suiza de Ponilly, cerca de Lausana, aunque vivió sus últimos años en Sevilla. Prado descartó entonces en público que hubiera utilizado los contactos e intermediarios (abogados) que habían sido habituales en otros casos de secuestros. Los nombres con los que negoció, aseguró, se los llevaría «a la tumba».
Siempre manifestó su lealtad al rey Juan Carlos. En uno de los episodios ásperos de su vida, fue tajante: «Para mí, la figura del Rey es lo más sagrado que existe en este país porque representa a mi patria, que es España».
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