Muere el sociólogo Amando de Miguel, popular tertuliano que fue consejero del PP en TVE y quien encabezó primer manifiesto contra la inmersión en Catalunya en 1981

ACABAN de fallecer María Teresa Campos y María Jiménez, referentes de la cultura popular. También nos ha dejado, con menos eco, el sociólogo Amando de Miguel, figura indomable del tardofranquismo y posterior azote del felipismo. Junto con otros maestros de su talla, propició que la Sociología despegara con mayor pulso y energía que la Ciencia Política, dependiente entonces de las mentes preclaras del constitucionalismo y la Teoría del Estado.

Amando de Miguel tomó notas en la cárcel de Barcelona y elaboró un diario en los meses que duró su arresto domiciliario en 1971. Elaboró el informe Foessa de 1970, censurado por la dictadura, e interpretó con precisión y sin carga ideológica el término «franquismo sociológico» para explicar la evolución y capacidad de adaptación de la sociedad española; su talante conservador y la consolidación de la clase media, fenómeno que propició la Transición. Su trayectoria y militancia antifranquista le permitió escribir sin remilgos sobre la dictadura, producto de la continuidad histórica. Lo explica en El final del franquismo. Testimonio personal.

No recuerdo cuándo supe de él: si por Antena 3 Radio, La Clave o por la lectura de La ambición del César. Un retrato político y humano de Felipe González. Lo escribió junto con otro prócer del periodismo: el cascarrabias bonachón José Luis Gutiérrez, que me enseñó eso de: «Oye, chaval, los editoriales, con cañón giratorio». Cuando leí La ambición del César supe lo que estudiaría. Desde entonces no ha variado mi visión sobre lo que ha de ser el análisis político. En primero de carrera pregunté a un profesor risueño y encantador, Paco Entrena, por qué los sociólogos eran de izquierdas. Me dijo: «Todos no, Amando, no». Concretó: «Porque quieren transformar la sociedad». La respuesta no me convenció. Amando era un innovador.

Luego leí La perversión del lenguaje. Extraje una lección primordial: los sinónimos no existen. Por eso me cuesta cerrar los artículos. Busco el adjetivo preciso. De Miguel era un purista de la lengua; impugnaba la extensión innecesaria de las palabras; de cada verbo, un sustantivo, pero de ese sustantivo no podía surgir otro verbo: influenciar, por ejemplo. Era un grafómano y un excelente divulgador. Se me escapan sus últimos años. Leí que tenía deudas y trataba de vender su biblioteca. No lo conocí aunque muchas veces me lo crucé. Gracias, profesor.