5 mayo 2025
Muere José Ángel de la Casa, histórico locutor de deportes de TVE siempre recordado por haber coleado el gol número 12 del España-Malta

Hechos
El 5 de mayo de 2025 fallece D. José Ángel de la Casa.


05 Mayo 2025
José Ángel de la Casa, aquel gallo en el gol de Señor…
Metódico, serio, conciso pero eficaz. Así describe Míchel el estilo de narración de José Ángel de la Casa, al que acompañó en sus transmisiones durante ocho años, y nadie podría decirlo mejor. Compañero alegre, jefe justo con los que tuvo a su mando y magnífico aficionado al atletismo y al fútbol. Le recordamos sobre todo como la voz de este deporte, porque por esa vía llegó sobre todo a nuestros hogares, pero también fue un especialista de pulcro conocimiento en atletismo, que nos contó en seis Juegos Olímpicos, tantos como Mundiales, aparte de otras muchas ocasiones. El periodista, que padecía párkinson, ha muerto este lunes a los 74 años.
Curioso y estudioso, se informaba con entrenadores y deportistas frecuentando su trato y compartía conocimientos con los compañeros. Coleccionaba sus grandes cuadernos de hojas cuadriculadas y espiral en los que, a página completa, colocaba los nombres de los jugadores con sus corrientes números según su disposición táctica, con las flechas correspondientes para los más móviles, y anotaciones sobre la marcha con las sustituciones, minutos del gol o precisiones identificativas del tipo de “calvo”, “rubio”, “gordo”, “bajo”, “botas rojas”, “medias caídas” o cosas así, de las que se ayudaba para la narración.
Vino de una escuela de narración sobria, que hoy chocaría, evolucionados como estamos a transmisiones de tono y nervio radiofónicos en la televisión. En origen se optó en este medio por un modo que más de subrayar que de narrar, puesto que el hecho se contemplaba en sí, más de explicar que de emocionar. Tiempos, costumbres y escuelas. Y temas para discusión, porque hay quien añora aquello. Solo una vez se apeó de aquella formalidad que le caracterizaba, cuando en el gol de Señor a Malta, que hacía la docena, la emoción compartida con todos los españoles le trepó por las cuerdas vocales y le coló un gallo en la “O” de Señor. Una feliz anomalía que vino a confirmar para toda la historia la importancia de aquel gol.
Hace tres años, Paco Grande tuvo la feliz idea de meter los perros en danza en RTVE para celebrar el cuarenta aniversario de aquello con un homenaje en Sevilla, escenario del partido, al equipo completo y al narrador, José Ángel. El párkinson, que le visitó antes de cumplir 50 años, le tenía ya arrumado en una silla de ruedas, casi incapaz de andar unos pocos pasos y con la ayuda de su hijo, pero lúcido todavía, y visiblemente feliz. Para todos, jugadores y colegas, fue una alegría ese encuentro, del que quedó memoria feliz con una foto de grupo en el césped del Villamarín. Luego regresó a su pueblo toledano, Los Cerralbos, donde le visitaban periódicamente los buenos amigos que hizo, entre los que Roberto Gómez quizá haya sido el mejor y el más preocupado por él. En su adiós deja una vida colmada, dos hijos periodistas y un recuerdo ejemplar para toda la profesión.


05 Mayo 2025
José Ángel de la Casa, la voz que huía de lo obvio
El fútbol es de los que lo juegan, de los que lo ven y también de los que lo cuentan. Y nadie lo narró como José Ángel de la Casa. En tiempos de gritos se echa de menos su pausa y su manera tranquila de contar. Un narrador académico y escrupuloso que pasó a la historia por un gallo en aquel gol de Señor, el duodécimo contra Malta que dio a España la clasificación para la Eurocopa 84.
«Lo marqué a medias con José Ángel de la Casa y con 20 millones de españoles que lo veían por televisión», recordaba Juan Señor en La Razón a finales de 2023, cuando se cumplían 40 años de aquella hazaña.
«Gracias, José Ángel. Mi entrenador fuera del fútbol en esa otra vida. Metódico, serio, conciso pero eficaz. Entre confidencias, viajes y vida en común pasaron ocho maravillosos años contigo en la universidad de tu manera de narrar y hacer televisión, donde me enseñaste», le ha despedido Míchel en las redes sociales. Un futbolista del que tantos partidos narró y que, probablemente, se convirtió en su mejor pareja televisiva. En el Mundial 94 se les unió José Luis Garci y antes, en el Mundial 90, fue Di Stefano el que estuvo a su lado.
De la Casa narró los Mundiales de fútbol desde 1982 a 2006, justo el último antes de que España fuera campeona del mundo. Un ERE que prejubiló a varias de las voces más conocidas de entonces lo sacó de la televisión pública, pero tampoco podría haber narrado el gol de Iniesta como hizo con el de Señor porque Televisión Española no tenía los derechos.
José Ángel de la Casa Tofiño, el «Tofo» para sus amigos, combinó las narraciones futbolísticas con la dirección de Deportes de RTVE y la presentación de programas como el «Estudio Estadio» original, el que ofrecía los resúmenes de la jornada sin más espectáculo que los goles.
De la Casa huía de lo obvio en sus narraciones, pero antes que el fútbol estuvo el atletismo, una de sus pasiones. Presentó el programa «Tiempo y Marca» en los primeros años 80 y en las narraciones su voz estaba arropada por la de Gregorio Parra, otro mito que desapareció de las pantallas con el maldito ERE.
Pero en el principio de todo, antes del periodismo, estuvo el césped. Fue futbolista en el Talavera, al que llegó desde su pueblo, Los Cerralbos, al que regresó después de su jubilación cuando el párkinson que ya lo atacaba en sus últimos años en TVE se había hecho más evidente.


06 Mayo 2025
El sobrio narrador que ya no se estila
Fallecido después de una lucha de más de 20 años contra el Parkinson, que fue minando su movilidad, el habla y su aspecto físico, José Ángel de la Casa (Los Cerralbos, Toledo, 1950), El Tofo para la profesión y los amigos, será recordado popularmente por el célebre gallo que su garganta emitió con el gol de Señor en el 12-1 contra Malta.
Un desajuste vocal especialmente llamativo en alguien asociado con la sobriedad y la mesura en sus narraciones. También con la neutralidad. Nada que ver con el histrionismo de los narradores de hoy y, a menudo, con la parcialidad exhibida sin pudor ni censura. Hoy llamarían «soso» a José Ángel. Pero era impecable. Y nunca confundió, como ocurre actualmente, la narración televisiva con la radiofónica, que llega a ser estomagante por innecesaria, por superflua.
José Ángel y Televisión Española llegaron a ser, en la narración futbolística, casi una misma cosa durante 30 años. Le gustaba el fútbol, por descontado, pero aún más el atletismo. En él unió en muchas ocasiones su voz a las de Gregorio Parra y Carlos Martín. Pero el fútbol le hizo famoso en España («contra el fútbol no se puede luchar»). Entre unos deportes y otros, cubrió, resumiendo a lo grande y por lo alto, seis Mundiales y seis Juegos Olímpicos. Fue la voz y el estilo que celebraron el oro de Fermín Cacho en los 1.500 de Barcelona, el gol de Mijatovic para la Séptima del Madrid, el de Koeman para la Primera del Barça, la apoteosis de Butragueño en Querétaro…
Su maestro en el fondo y la forma fue Juan Antonio Fernández Abajo. Sus discípulos, casi todos los demás; aquéllos, al menos, que gozaban de la esencia del deporte y no de su espuma.
José Ángel pudo ser futbolista. No como Míchel, con quien compartió narraciones televisivas, pero sí de buen nivel. Jugaba en el Talavera, en Tercera y pudo fichar por el Rayo. Pero una lesión de rodilla y su vocación lo inclinaron hacia el periodismo. Cursó los estudios en la Complutense e ingresó en Radio Nacional de España en 1974. En 1975 pasó a la sección de deportes, a Radiogaceta de los Deportes. En 1977 se trasladó a TVE. Hizo el programa Polideportivo hasta 1981. Luego Tiempo y Marca (1981-87) y, desde 1988 hasta 1990, Estudio Estadio, del que, en una segunda época, entre 1994 y 1996, fue director. No le faltaron ofertas de cadenas radiofónicas y televisivas. Pero se quedó en TVE, su casa. Por lealtad. Por fidelidad a sí mismo. Debutó con la Selección en 1979 y concluyó su periplo en 2007 con un España-Islandia, tras más de 300 partidos en su garganta.
Llegaría luego, en TVE y RNE, un desdichado ERE que mandó prematuramente a la calle a algunas de las voces y las personalidades más relevantes de la narración y la vocación multideportivas: Juan Manuel Gozalo, Santiago Peláez…
Premio Ondas en 1988, su lucha, denodada y llevada con coraje y dignidad, más allá del deporte, contra el Parkinson lo convirtió en un emblema de la resistencia humana a una enfermedad que, como la ELA, no tiene cura. Ayudó a visibilizarla y, de algún modo, a combatirla también psicológicamente. Sus hijos, Juanma y Javier, también periodistas deportivos, no han podido tener mejor maestro y ejemplo.


06 Mayo 2025
Un autógrafo que define una vida
Lo primero que aprendí de José Ángel de la Casa fue que los días de los partidos importantes, de las grandes finales, había que recogerse. Nada de buscar el mejor restaurante de la ciudad, por buena que fuera la dieta. Un paseo, una comida frugal, agua y descanso. El Tofo no lo hacía sólo para cuidar la voz. También, decía, para tener la mente fresca, la atención en plenitud, abierta, en el caso de quienes escribimos, a las metáforas con las que transmitir la pasión que todo relato deportivo necesita. José Ángel las admiraba, pero te lo decía con la serenidad y austeridad de la Mancha en carne y hueso. La misma con la que impregnaba sus retransmisiones en TVE, porque la televisión pública, insistía, necesitaba ese equilibrio. Sólo el gallo en el gol de Señor, en el 12-1 a Malta, lo alteró. No fue intencionado, pero fue musical, como el DO de todo un país.
José Ángel me enseñó más cosas. A tener la distancia justa con los grandes personajes del deporte, una distancia mágica, que se consigue con el respeto por el off the record, el conocimiento y la crítica fundamentada. A las ruedas de prensa se va estudiado. Como voz del deporte en tiempos del monopolio televisivo, podía haber tenido todas las camisetas, fotografías o autógrafos que hubiese querido, pero únicamente pidió uno en toda su vida profesional. Durante un vuelo, José Ángel se levantó, se dirigió a los asientos de delante y dijo: «Por favor, puede firmarme, es para mi madre». La mujer sonrió y correspondió. Era la Madre Teresa de Calcuta. La caridad y la austeridad personificadas en aquella mujer diminua hicieron que rompiera su norma.
Coincidía con el Tofo en algo que habríamos querido contar como periodistas: una medalla olímpica de José Luis González en 1.500 y una Copa de Europa de la Quinta del Buitre. Entonces, ganar un Mundial para España era más que una utopía. Por eso, al llegar al Soccer City para disputar la final, en 2010, una de las primeras personas en las que pensé fue en José Ángel. Una vida dedicada a la selección y no estaba para contar lo mejor. En algo me equivoqué. Estaba allí. Cuando tres horas después de la final entró en el autocar de prensa, fue como si la familia estuviera al completo. Se sentó a mi lado y, antes de hablar del partido, me contó que la entonces novia de Iniesta se había perdido y la había ayudado a encontrar el camino de los autocares. Después, hablamos de España. Primero la ayuda, después el fútbol, como buen compañero… compañero del alma, compañero.


06 Mayo 2025
Una voz de la casa
José Ángel de la Casa era uno más en la familia en ese salón ochentero repleto de estrecheces y de ilusiones. Él no conocía a la inmensa mayoría de los españoles que seguíamos su relato en los partidos de fútbol y en las grandes competiciones de atletismo que narraba en la tele de todos, pero para nosotros era uno más en el comedor. Se nos va y nadie supo exactamente de qué equipo era.
No se nos ha ido de repente. Ha sido poco a poco y sin hacer ruido, como sus narraciones, que se limitaban a contar lo que pasaba, sin entrar en opiniones o sin levantar la voz cuando la pelota o el atleta se situaban en lugares poco noticiosos. Ese triunfo de la naturalidad que se vio alterada por el recordado gol de Señor que ya todo el mundo conoce y que es patrimonio audiovisual de nuestro deporte.
Desde hace cuatro años comparto en Radio MARCA con su leal compañero Paco Grande una sección que rememora los momentos televisivos de los equipos españoles en Europa. Cuando escuchamos a José Ángel, nos miramos. Sabíamos que cada semana iba a ser un perpetuo homenaje al narrador de nuestros sueños.
Al acabar un partido le quitaba transcendencia a la derrota y no exageraba en la victoria. Supo mantener el tono en momentos muy difíciles como en la tragedia de Heysel, con cientos de muertos en el estadio a pocas horas del inicio de la final de la Copa de Europa del 85 de la que se cumplen este mes 40 años.
Nos puso los pelos de punta en su emotivo esprint final de Fermín Cacho que nos dio el oro en los 1.500 metros de Bar-Le homenajeamos en la radio junto a Paco Grande, Rivero, Iñaki Cano, Roberto Gómez, Juan Ignacio Gallardo, Quique Guasch, Vicente Azpirate… La voz irrepetible de un narrador sereno en la época de fútbol convulso. Se me hizo corto y también injusto. ¿Cuántos días de entretenimiento, de emoción, de nervios, de pasión, le debemos a José Ángel?
Nos quedamos con su recuerdo eterno de esa voz que durante tres décadas se sentó en nuestro salón a contar con naturalidad, lo que pasaba, fue una voz más de la Casa. Gracias por tanto, José Ángel.


05 Mayo 2025
JOSÉ ÁNGEL DE LA CASA, CONTADO POR LOS SUYOS: "NO HE CONOCIDO OTRO, Y MIRA QUE SOMOS UN MONTÓN, CON SU CONOCIMIENTO DEL JUEGO"
«Un día que yo estaba haciendo un resumen de un Real Madrid-Barça, que ya era domingo, yo estaba ahí, venga, venga, elaborando la pieza, buscando jugadas… y como a las seis de la tarde llegó a la cabina y me dijo ‘A ver, tú, Paco Grande, ¿cómo vas? Que este partido se jugó ayer, ¿qué estás haciendo, 55 días en Pekín?’ No, José Ángel, es que mira, no sé por dónde empezar… ‘¿Pues por dónde vas a empezar? Por el principio’. A partir de ahí dije, a tomar por culo, pues es verdad. Él iba a lo práctico siempre».
Hagamos caso a José Ángel de la Casa, porque los muchos que lo trataron le designan como uno de los más grandes, un referente, un maestro, un narrador único, un jefe particular, un amigo fiel… Empecemos por el principio que, en su caso, es un pueblo de Toledo, Los Cerralbos, algo muy alejado del mundo en el que se ganaría la vida.
«Él ha estado del Mundial del 82 hasta el 2006 retransmitiendo ininterrumpidamente, eso no lo ha conseguido nadie, un chaval que salió de un pueblo donde no había ni radio y se ha convertido en un referente mundial«. Lo explica Roberto Gómez, que le conoció en 1978 y desde muy pronto lo tuvo como uno de los grandes amigos de su vida.
La televisión, su medio, llegó cuando tuvo que llegar, pero antes de aquello José Ángel fue un buen futbolista, llegó a jugar en Tercera en el Talavera, y haber estado en el campo le dio una visión para siempre de lo que era aquel deporte que más tarde contaría durante décadas para millones de personas.
«Nos conocimos en los 70, él estaba en RNE y yo en AS, coincidíamos en ruedas de prensa y esas cosas, también porque los dos habíamos jugado al fútbol, él en Talavera y yo en el Ensidesa. Nos unía eso también«, remarca Toni Fidalgo que, como Roberto Gómez, también tuvo más de una década de viajes por el mundo y cercanía con José Ángel de la Casa.
Narrador de narradores
Haber jugado al fútbol le hizo destacar entre todos los narradores por su conocimiento. Los que estuvieron a su cargo, cuando le analizan, no tardan en resaltar esa cualidad. «Yo lo que más destaco de él es que era muy seguro, tremendamente seguro, yo le he visto equivocarse muy poco. Yo no he conocido otro, y mira que somos un montón, con un conocimiento del juego como el que él tenía«, señala Juan Carlos Rivero que es hoy la voz de España como lo fue durante tanto tiempo De la Casa.
Paco Grande, que con su Conexión Vintage ha podido analizarle en profundidad, recuerda de dónde bebió su manera de narrar: «Él recogió un estilo de mucha calidad, de gente como Juan Antonio Fernández Abajo, que era su gran referente, de hecho practicaban juntos en Prado del Rey. Juan Antonio le enseñaba los fundamentos, el lenguaje de la televisión».
Hoy las retransmisiones han cambiado, son más movidas, más radiofónicas, más gritonas y todo eso hace que De la Casa ya no empaste con el presente, pero él mismo fue un innovador en las formas cuando empezó a narrar, como recuerda Juan Carlos Rivero: «Él heredaba de las grandes voces, pero fue un poco más allá, yo creo que utilizó un lenguaje más sencillo, más llano, más directo y eso en ese momento era un avance, porque no engolaba la voz, no quería ser especialmente ceremonioso, era sencillo, natural y claro explicando las cosas, con ese estilo que entonces se hacía, porque hablaba mucho con los silencios, que ahora se habla muchísimo más y se le deja menos espacio al silencio».
«Yo no llegué a ver a las viejas glorias de la transmisión televisiva, quizá un poco a Matías Prats, pero desde entonces ha sido el mejor relator de la televisión, lo de ahora son personajes afectados que hacen radio más que televisión, siguen al balón continuamente, que no es necesario, no le tienes que contar al espectador lo que ve», cuenta Toni Fidalgo.
«Tenía muchísimo respeto a la audiencia, la gente decía que era soso, pero él tenía su estilo. Era capaz de anticipar las jugadas, de definir lo que pasaba en el partido. Ahora igual no tendría cabida, porque todo es sonido radiofónico, pero yo me quedo con su estilo, porque era capaz de enseñar las interioridades del partido, también porque hablaba mucho con futbolistas y sabía de fundamentos técnicos sin necesidad volverse loco«, relata Grande, que también recuerda que no se volvía loco buscando datos, cosa que es un mal bastante común en la mayoría de narradores.
«Todos, yo el primero, buscamos 800.000 datos y estamos obsesionados con decirlos, él no lo veía, decía que el dato hay que decirlo cuando hay que decirlo. Él se lo guardaba y cuando llegaba el momento… en eso era un maestro», cuenta.
Narrador de fútbol, por supuesto, ese deporte que como un agujero negro suele absorber todo lo que le pasa cerca, pero también de otros deportes, como el atletismo, que siempre fue una de sus grandes pasiones. «Le gustaba muchísimo, hacía esas transmisiones con su voz inconfundible. Él jugó al fútbol, pero le gustaba mucho el deporte, salir a correr cuando no lo hacía casi nadie, el atletismo era una de sus grandes pasiones y se desenvolvió como en el fútbol, haciendo pareja con Gregorio Parra», explica Rivero.
Contar el fútbol por todo el mundo
Ser narrador de TVE, todavía más en el tiempo de José Ángel de la Casa, significaba viajar mucho por un mundo que no es el de hoy en día. En esos aviones y en esos hoteles de países que resultaban mucho más exóticos de lo que son ahora, fraguó algunas de sus mayores amistades periodísticas.
Fidalgo, que después de su tiempo como periodista fue secretario general de la LFP, era uno de esos amigos. Juntos cubrieron mucho mundo, y recuerda especialmente un Mundial juvenil, el de 1985, en el que solo había tres periodistas españoles para la final. España perdió y ellos se perdieron también. «Como tenía que recoger todos los aparatos de la tele y todo eso perdimos el último autobús que ponía la organización. Salimos del Estadio Olímpico de Moscú y llovía, vimos una furgoneta y nos metimos para que nos llevasen al centro, pero nos largaron de allí. Había igual cuatro kilómetros hasta el hotel Rosiya, que ahora ya no existe. Total, que paramos un coche, un coche cualquiera, le abrimos la puerta. Le explicamos como pudimos dónde estaba el hotel y él nos llevó a la plaza Roja, que estaba cerca del hotel«, rememora.
«Era un tipo discreto, nunca levantaba la voz. Yo nunca le he visto enfadado. Bueno, enfadado sí, pero un enfado sin hablar, sin… No sé, fundamentalmente era muy sobrio, era un buen amigo de sus amigos», rememora.
También lo recuerda así Roberto Gómez: «Era mi hermano mayor, he crecido mucho con él, me ha enseñado televisión, periodismo, radio, pero sobre todo la manera de andar por la vida, no le gustaban las discusiones, las peleas, era muy aséptico, muy lineal, muy serio en todo y con unos hábitos de trabajo impresionantes»
Gómez, que ha visitado muchas veces a José Ángel en estos años de enfermedad, también viajó mucho con él por el mundo. La cuenta no a modo de anécdota, porque no se puede reducir un personaje así a un par de escenas, sino para mostrar el tipo de compañero que era.
«Nos hicimos los dos tres finales en un mismo año, el Atlético en la Recopa, la UEFA en Berlín, un Colonia-Real Madrid y al día siguiente era en Sevilla la final de la Copa de Europa entre el Steaua y el Barcelona. Tenía preparado un coche la policía municipal en el aeropuerto, porque llegábamos a las cinco. Yo le había hecho una pirula y me había dejado de hablar, seguíamos viajando pero no nos hablábamos, sin hablarnos y durmiendo juntos. Narramos el partido, estábamos en el hotel Los Lebreros, que era nuestra referencia en Sevilla, subimos a la habitación y me dijo ‘mira, puedo soportar 20 años sin hablar contigo, pero no soporto que a ti te guste dormir con la persiana subida, llevo una semana sin pegar ojo, arréglalo como sea«, recuerda el carismático reportero.
Gómez es capaz de trazar una lista de amigos muy considerable en la que el Tofo —un inciso aquí, el narrador que para el mundo entero era José Ángel de la Casa para sus amigos era el Tofo, y así lo recuerdan todos casi sin querer en la conversación, un apelativo que llegaba por su segundo apellido, Tofiño— era el amalgama, uno de los más capaces en juntar a los que quería.
El jefe de todos
Fue narrador, fue viajero y, por supuesto, también fue jefe. Durante muchos años, con las idas y venidas que siempre ha tenido el área de deportes de TVE, y cuando no lo era, como dice Juan Carlos Rivero, también parecía seguir siéndolo. Porque la autoridad no siempre está ligada al cargo, es otra cosa distinta.
«Era una persona muy especial, con un carácter fuerte, y los que hemos coincidido mucho con él tenemos muchas frases de las que él decía. Él fue mi primer jefe, en Estudio Estadio, y cuando yo me incorporé a TVE, en 1989, fue directamente en su programa. Fue jefe un montón de tiempo, pero también es ese tipo de personas que no tiene que decirte que es tu jefe, porque resulta evidente, por la manera de tratarte. A su manera era cariñoso y muy agradecido cuando le gustaba lo que hacías», explica el narrador.
No era el más dicharachero ni una de esas personas que siempre parece generar ruido más que hablar, ese agradecimiento para las cosas buenas era más con gestos que con palabras. «Él me adoptó en su entorno, fue quien me nombró editor de Estudio Estadio. Él te decía lo que tenías que hacer y no te decía más. Luego tú hacías la tarea y no te decía qué bien o qué mal… lo más que recuerdo, cuando vine de Nigeria, que es lo más grande, que yo he hecho, todo lo más que me dijo fue ‘No ha estado mal, Paco Grande», recuerda uno de sus pupilos.
Discreto, sencillo, humano
Entre sus cualidades como jefe había una capacidad para sacar adelante la tarea sin complicarse en exceso. «Él era un tipo de decisiones muy sencillas, ahora si hacemos una final de Copa nos reunimos un montón de veces, estudiamos todos, que si el personaje entra por aquí, el conductor hace tal… él era refractario de ese tipo de cosas, consideraba que éramos lo suficientemente capaces como para saber lo que se necesitaba en cada momento. Y luego salía todo más o menos bien», explica Rivero.
Recuerda de él otra cosa: la determinación. «Él era una persona muy firme, no dudaba mucho, decidía rápido y generalmente cuando te dabas cuenta de lo que había dicho pensabas ‘pues es verdad, era eso’, era un tío muy intuitivo en su manera de hacer», explica el narrador actual de la Selección.
El recuerdo de Paco Grande se parece: «Tú notabas si algo le satisfacía o no si lo repetías luego. Era una persona muy directa, muy práctica. Frío cuando tenía que tomar decisiones, aunque ese no era su carácter. Tenía una gran convicción y una gran capacidad informativa y deportiva. No era de muchas palabras, no te decía nada, pero controlaba todo, se daba cuenta de todo».
También le ha recordado así en Instagram uno de sus grandes amigos, Míchel, que antes de entrenador fue comentarista de cientos de partidos en TVE: «Metódico, serio, conciso pero eficaz, entre confidencias, viajes y vida en común pasaron ocho maravillosos años contigo».
Una de las características más importantes de un jefe, y uno de los dones que tenía De la Casa, era valorar y entender las capacidades de aquellos que tenía a su cargo. «Le tengo mucho cariño, como todos los que estamos aquí. Yo empecé a hacer el circuito de tenis porque me puso él, le estamos muy agradecidos los veteranos que coincidimos con él. Yo además coincidí casi diez años haciendo la Selección como equipo ENG y él era el narrador habitual», explica Rosana Romero, que es hoy la directora de deportes de la corporación y que ahora prepara algunos homenajes para el histórico periodista.
«En mi caso fue capaz de verme cualidades profesionales que yo no sabía que tenía, y me encargaba cosas como ir a comentar un Mundial de sincronizada a Melbourne, que yo le dije que no tenía ni idea y él me dijo ‘Pues tú vas, y comentas», explica Paco Grande.
Y un jefe nunca es un buen jefe si entre sus cualidades no está defender a su equipo cuando toca. En su momento le pasó con Roberto Gómez, que además de amigo fue compañero: «Yo sé que le he dado muchos dolores de cabeza, era un profesional honesto, siempre defendía a los compañeros. Yo recuerdo cuando pidieron mi cabeza en TVE, yo comía casi a diario con él y un día me dijo ‘Tengo que comentarte un par de cosas’. Me dijo que iba todos los días a Estudio Estadio, al territorial, y que hay que rotar. A la siguiente vez que me llamó me dijo ‘Me dicen que tienes que rotar’. Yo le pregunté, pero ¿por qué? ‘Hay algunos muy interesados en que rotes y que no vengas en algunos programas, pero les he dicho que a mí no me gustan las rotaciones, así que no te des por enterado«.
Gómez, muy querido por todos los compañeros que trataron con él, coge la palabra para intentar resumir la carrera de una de las personas que ha marcado la historia de la televisión en España. «La gente se queda con la anécdota del gol de Señor, pero hay que tener en cuenta que ha hecho ocho mundiales, diez Eurocopas, otros diez Juegos Olímpicos. Solo, que ahora lo retransmiten ocho o nueve televisiones. Eso no lo consigue nadie en la historia de televisión. Es un referente mundial, conocidísimo por todo el mundo, con una manera, con una marca, con un gran conocimiento del medio, con conocimiento de lo que es el deporte».
Prosigue el reportero. «Yo recuerdo un día que tuve el privilegio de estar con él y con Ramón Díez, que era el mejor realizador y se me caía la baba. Con una profesionalidad impresionante. En la historia de la televisión tiene un papel impresionante, de primer espada abriendo cartel. Era un gran profesional y un grandísimo jefe».
«Ahora que hay tanto master para cualquier cosita, que el que tiene 20 seguidores ya tiene un master, debería de haber un master de José Ángel de la Casa, por su manera de retransmitir y de entender el periodismo. España no ha tenido muchos como él. José Ángel tiene que tener una asignatura, una cátedra».


07 Mayo 2025
¡Gol de (un) Señor!
Educado, respetuoso, elegante, riguroso, solo se saltó sus propios códigos de caballero periodista, relator de cientos de partidos, una vez. Cuando un señor gritó el gol de Señor. Se va José Ángel de la Casa, nos queda la voz del fútbol televisado de 30 años, tres décadas de tantos partidos vistos y después soñados, de goles irrepetibles los sábados en el encuentro único de Liga, entre semana con las competiciones europeas, en las finales de Copa, y con el equipo de todos. Su voz acompañó a la selección de nuestras entretelas cuartofinalistas, la del “Insiste España”, la que va del Pequeño Maracaná de Belgrado en 1977 a las primeras polémicas de La Roja de Luis Aragonés, incluido su “Qué desgracia, señores” del gol a Arconada en nuestra única final de esos tiempos. Llevó el fútbol de las narraciones de otra época (Matías Prats, Miguel Ors, José Félix Pons…) a la modernidad por el camino de la tranquilidad y, sobre todo, de la imparcialidad, del sentido institucional que se presume en la televisión pública. Prueba de su categoría, y se dice poco, es que sabía tanto o más de atletismo, seis Juegos Olímpicos en directo llevan su sello, que de balompié.
El fútbol del pasado no es mejor, pero es el que llevaremos siempre encima, el tuyo y el mío. El de nuestra infancia y juventud. El fútbol del sentimiento. Aquel fútbol siempre será más romántico, que diría, con la palabra precisa, José Luis Garci, que dedicó su glorioso libro Football Days a su amigo José Ángel de la Casa (y a Míchel), con los que compartió la aventura del Mundial de EE UU en 1994. En sus crónicas, Garci nos acerca a Tofo, apodo de José Ángel, Tofiño de segundo apellido, y le retrata como buen futbolista en el Talavera, como compañero tranquilo de tertulia y terceros tiempos, y como el mejor instigador de esa vida de repuesto que es el fútbol, magdalena proustiana de varias generaciones. Aquellas narraciones, como aquel fútbol, también son las nuestras.
El gol de Señor que hizo la docena milagrosa a Malta, el de la celebración de Tardelli con Sandro Pertini brincando en España 82, los cuatro del ‘Buitre’ en Querétaro, el remate postrero de Alfonso a Yugoslavia, el zapatazo de Nayim al Arsenal, la falta de Koeman en Wembley, el tanto de Mijatovic para la Séptima… Esos goles históricos, recuerdos que nos acompañarán siempre, los marcó también con su voz eterna el maestro José Ángel de la Casa.