29 febrero 2004

También Martín Ferrand desde el diario ABC carga contra el programa rosa por la actitud del reportero García Temprano con la esposa de Álvarez Cascos

Pedro J. Ramírez dedica un editorial contra el programa ‘Aquí hay Tomate’ y pide el cierre de TELECINCO

Hechos

El 16.02.2004 el director de EL MUNDO dedicó el editorial de su periódico a criticar el programa ‘Aquí hay Tomate’ que se emitía en las tardes de TELECINCO.

Lecturas

En febrero de 2004, “Aquí hay tomate” realizó una serie de reportajes sobre la familia de Francisco Álvarez Cascos que incluía que uno de sus reporteros, Luis García Temprano, increpara con preguntas incómodas a la esposa de este político, María Porto, cuando esta intentaba hacer su trabajo en la galería Arco. Álvarez Cascos mandó muestras de la forma en la que “Aquí hay tomate” había tratado a su pareja y varios de ellos condenaron públicamente la forma el programa de Telecinco se había comportada:

Martín Ferrand: “Aquí hay tomate”, un programa con pretensiones de gracioso que llega a la agresión y el acoso de los personajes a quienes trata y aborda, como fue el caso, en el escenario cultural de Arco, del ágil reportero que, en un caso grave de manipulación informativa, impedía el trabajo de María Porto en el recinto de su galería de arte.

Pedro J. Ramírez Codina: Una cosa es tener que convivir con la atención informativa y otra padecer el degradante acoso […] alcanzó su paroxismo el pasado fin de semana en un programa de televisión elocuentemente titulado “Aquí hay tomate”. Durante horas un saltimbanqui zafio, maleducado y a todas luces ignorante de las más mínimas nociones sobre el arte contemporáneo persiguió, micrófono en ristre […] lo ocurrido no es sino la última expresión de la intolerable bazofia que a menudo emiten unas cadenas privadas que –no lo olvidemos– son privilegiadas concesionarias de lo que sigue siendo definido como un Servicio público […] ¿No es la campaña electoral el momento idóneo para que PP y PSOE se comprometan a no renovar en el futuro l licencia de quienes abusen de esa manera de una audiencia cautiva?.

En el caso del editorial de Pedro J. Ramírez Codina se llegaba a un punto más elevado que otras críticas, dado que estaba deslizando la idea de que el Gobierno de no renovera la licencia de Telecinco, a pesar de que esta, estaba vigente, al menos hasta el año 2010, cuando caducaba la renovación concedida por el Gobierno de Aznar en el año 2000. Unidad Editorial era titular de una licencia de televisión digital terrestre en abierto, Veo TV, concedida ese año que no había sido capaz de iniciar sus emisiones de manera regular por la dificultad para implantar la televisión digital terrestre en España, pero en 2004 aspiraba a que Veo TV lograra una licencia para emitir de manera analógica generalista al mismo nivel que Telecinco y Antena 3 TV.

Francisco Álvarez Cascos presentaría varias demandas a Telecinco por atentar contra su intimidad, no solo a “Aquí hay tomate”, sino también a “Crónicas Marcianas” o a “Día a Día”, algunas de las cuales acabarían en condenas contra aquella cadena de televisión.

16 Febrero 2004

EL TOMATE DE LA TELEBASURA

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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¿No es la campaña electoral el momento idóneo para que PP y PSOE se comprometan a no renovar en el futuro la licencia de quienes abusen de esa manera de una audiencia cautiva?

Cuando el ministro de Fomento acusó indiscriminadamente a la «mayoría» de los medios de comunicación de entrometerse en su vida privada, fuimos los primeros en subrayar la incoherencia de que lo hiciera durante una rueda de prensa en la que había comparecido acompañado de dos de sus hijos y de su nueva compañera, la galerista María Porto. Nuestra tesis de fondo era que si Alvarez-Cascos había dado notoriedad pública a sus sucesivas relaciones, incluida la famosa boda civil en Córdoba, no tenía más remedio que aceptar que los medios se ocuparan de sus nuevos avatares.

Pero una cosa es tener que convivir con la atención informativa y otra padecer el degradante acoso de palabra y obra que alcanzó su paroxismo el pasado fin de semana en un programa de televisión elocuentemente titulado Aquí hay tomate. Durante horas un saltimbanqui zafio, maleducado y a todas luces ignorante de las más mínimas nociones sobre el arte contemporáneo [Luis García Temprano] persiguió, micrófono en ristre, a la directora de la Galería Marlborough mientras ella trataba de hacer su trabajo en su stand de ARCO. En un patético remedo de lo que debe ser el reporterismo, incluso en el ámbito de la llamada prensa rosa, el saltimbanqui exhibía un lienzo con cuatro garabatos, molestando por igual a expositores y clientes, sin obtener de la señora Porto más que la callada por respuesta. A pesar de ello la cadena televisiva en cuestión emitió el reportaje, cuya máxima aportación concluyó siendo la sugerencia de que tal vez la batería del teléfono de la galerista la habría pagado ¡el Ministerio de Fomento!

Al margen de que si hubiera existido una correcta ponderación de los derechos y libertades en juego, este caso concreto debería haberse zanjado con la expulsión del saltimbanqui y su trouppe por parte del servicio de seguridad de ARCO, lo ocurrido no es sino la última expresión de la intolerable bazofia que a menudo emiten unas cadenas privadas que -no lo olvidemos- son privilegiadas concesionarias de lo que sigue siendo definido como un servicio público.

No todo es telebasura en la pantalla. La propia cadena a la que aludimos mantiene, por ejemplo, unos excelentes servicios informativos. Y TVE acaba de demostrar con su serie de documentales históricos que la calidad también puede tener audiencia. Es falaz por lo tanto que lo que el público demande sea ese tomate purulento tan toscamente enlatado. ¿No es la campaña electoral el momento idóneo para que PP y PSOE se comprometan a no renovar en el futuro la licencia de quienes abusen de esa manera de una audiencia cautiva? Está bien la idea de Rajoy de proteger especialmente a la infancia y no debe desdeñarse el compromiso de Zapatero de reformar las cadenas públicas, pero a uno y otro les falta por dar un paso más al respecto.

16 Febrero 2004

BASURA

Manuel Martín Ferrand

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Contra la televisión basura, el mayor de los males culturales de nuestros días, suelen aportarse razones de orden moral. Craso error que parte del olvido de que la moral del lobo le empuja a comerse las ovejas. El problema es más hondo porque arranca de un modelo audiovisual, perverso y limitado en su pluralidad, en el que se priman lo zafio y lo inane. Sin diferencias entre las televisiones públicas y privadas, en el caldo de la competencia desleal, se cuece un guiso que, tras anular la información, fomenta los más bajos instintos de las audiencias mayoritarias. Un triste juego que no es fruto de la casualidad, sino hijo de un diseño socialista perpetuado por el PP.
Aún en plena campaña electoral, Rodríguez Ibarra se ha solidarizado con Álvarez-Cascos por ser «víctima de los cotilleos y la indecencia» y supongo que no habrá sido ajeno al gesto la emisión, este pasado viernes, de «Aquí hay tomate», un programa con pretensiones de gracioso que llega a la agresión y el acoso de los personajes a quienes trata y aborda, como fue el caso, en el escenario cultural de Arco, del «ágil reportero»[Luis García Temprano]  que, en un caso grave de manipulación informativa, impedía el trabajo de María Porto en el recinto de su galería de arte. Cualquier parecido entre el periodismo y estos esperpentos que trufan las programaciones es mera coincidencia; algo que, por su gravedad y frecuencia, exige drásticas medidas de enmienda. Nada de censura, naturalmente: libertad, pluralismo y talento. ¿Tres imposibles?

El Análisis

¿PERRO NO COME CARNE DE PERRO?

JF Lamata

El director de EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez, que asegura defender al gremio periodístico incluso de aquellos medios con los que no esté de acuerdo, se saltaba a la torera ese principio y pide literalmente a PP y PSOE que se comprometan a ‘no renovar’ la licencia de TELECINCO (es decir, a cerrarla al estilo del comandante Hugo Chávez con RCTV). ¿Lo hacía por ética o porque Unidad Editorial –el grupo editorial de EL MUNDO – aspiraba tal vez a quedarse con esa señal para su cadena (EL MUNDO – TV)?

J. F. Lamata