10 octubre 1978

Críticas contra el periódico EL ALCÄZAR

Polémica intervención de Juan Luis Cebrián (EL PAÍS) en el Club del Siglo XXI: «La policía es ineficaz, porque en parte aún es franquista»

Hechos

El 10 de octubre de 1978 la prensa se hizo eco de la intervención de D. Juan Luis Cebrián.

Lecturas

La intervención del director El País Juan Luis Cebrián Echarri en el Club Siglo XXI con un discurso crítico hacia la dictadura franquista lleva al periódico El Alcázar dirigido por Antonio Izquierdo Ferigüela a publicar un editorial contra la persona del director de El País el día 10 de octubre – ‘Los Voraces’ – vinculando a Cebrián Echarri con la dictadura franquista.

10 Octubre 1978

Los Voraces

Antonio Izquierdo

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Hace unos días, y en el neoconverso Club Siglo XXI, pronunció un fervorín democrático-gubernamental el director de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián. Su tono homilético y mansamente adulador, pese a una apariencia adusta de esas que se suelen calificar de independientes, no excluyó el característico maniqueísmo obligatorio. Por supuesto, el panorama español actual le resulta mayormente sonriente, aunque con algunos reparos de poca monta, y a todo le vio solución a breve plazo. Y si existen reparos de mayor monta, y aquí entra en juego la otra cara del maniqueísmo, son consecuencia, naturalmente, de la dictadura y del franquismo, que tal como van las cosas y vista la postura de Juan Luis Cebrián, pueden servirle de argumentación hasta el siglo XXI, precisamente, y cuando menos; a pesar de que, a través de ellos, se le trasluzcan a Juan Luis Cebrián unas ínfulas dictatoriales de aquí te espero, aunque no resultan demasiado claras – al menos en parte – sus motivaciones. Porque su reconcomio con la Policía resulta ya patológico y, en este ocasión, la responsabilizó del terrorismo, que ya es culpar, si bien matizó maniqueamente la acusación con el diagnóstico sorprendente de que si la Policía es ineficaz es porque es, en buena medida, franquista.

Si el fervorín en cuestión no se merece mayores comentarios en cuanto a su valor específico, pues no superó el marco de la propaganda gubernamental subvencionante; hay que reconocer a Juan Luis Cebrián cierto valor personal al calificar de voraz la gestión administrativa del ‘antiguo régimen’ en tanto en cuanto es de sobra conocida la participación familiar y particular de conferenciante en esa voracidad. Hemos de confesar que tamaña valentía nos ha emocionado, y no nos duelen prendas al confesarlo. Hace falta un auténtico fervor democrático para atreverse a hacerlo, en un país y en una profesión en que, como suele decirse, todos nos conocemos, y son conocidos, sobre todo, los que están más a la vista en razón de unos cargos digitales, a los que no afectaban los éxitos y los fracasos para el mantenimiento en el machito, sino otras características que no hay por qué enumerar ni consignar. Porque, por supuesto, Juan Luis Cebrián no nació el 20 de noviembre de 1975, ni siquiera en lo que se refiere a su carrera pública, que ya llevaba bastante adelantada para ese momento.

Por eso, no dudamos en calificar de heróica, tras referirse a una economía ‘maltratada por el desorden y la voracidad de la dictadura’ – pero cuya reconstrucción propugna, tras los estragos de tres años de instauración democrática, en una apasionante paradoja que debió escapársele a su talante cartesiano – su actitud en relación con Radiotelevisión Española (RTVE) a la que calificó de baluarte del binomio Administración-Corrupción del régimen anterior y que, a juzgar pro sus palabras, sigue tal cual. Y decimos que nos parece heróica su denuncia, porque, precisamente, y en el antiguo régimen, el anduvo metido en el ajo corruptor, ocupando puestos de primera línea en tal organismo. Eso, por un lado. Por otro lado, resulta esa denuncia muy grave y muy alarmante para la actual situación política española. Porque tampoco hace falta redactar una nómina de los políticos de la situación que crearon, participaron, mandaron y organizaron ese baluarte del binomio Administración corrupción que se denuncia, políticos que no militan en el reducto inamovible de la nostalgia franquista que Juan Luis Cebrián considera a Alianza Popular, ni tampoco en otras posiciones que no calificó pero que conocemos de sobra el juicio que merecen al sesudo joven periodista. Políticos precisamente, e igual que el propio Juan Luis Cebrián, participan en el proceso democrático, según la teoría del fervorinero. Es como para alarmarse con la democracia que puede construir y que, según dicen, están construyendo.

Por lo demás, el objetivo de la conferencia era, simplemente, gubernamental, proponiendo elecciones generales inmediatas, no se sabe si con fines democráticos o con fines voraces, que esa cuestión no quedó clara.