8 marzo 1970

Luca de Tena considera que el artículo de TELE/EXPRES contra él tendría que ser estudiado como ejemplo de lo que no se debe hacer

Polémica periodística por la nueva Ley de Educación: Torcuato Luca de Tena, director de ABC, se posiciona contra la enseñanza gratuita

Hechos

En marzo de 1970 en distintos periódicos se publicaron artículos de opinión sobre la nueva Ley de Educación.

Lecturas

El rechazo en artículos del Director de ABC, D. Torcuato Luca de Tena Brunet, a la Ley de Educación, por considerar que el Estado no puede garantizar la ‘gratuidad’ de la enseñanza desata réplicas en Pueblo (D. Carlos Luis Álvarez Álvarez ‘Cándido’), Arriba (D. Jaime Campmany Díez de Revenga) y El Alcázar (D. Lucio del Álamo Urrutia) con criterio contrario al de ABC. Será Tele/eXpres a través de un artículo de D. Joan de Sagarra Devesa el que recurrirá a la descalificación de ABC al que define como ‘papelín reaccionario’. D. Torcuato Luca de Tena Brunet responderá Tele/eXpres en junio considerando que su texto es un ejemplo de lo que un periodista no debe escribir.

Esta ley de educación, iniciativa dle ministro Sr. Villar Palasí, estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, cursando la EGB, Educación General Básica, estructurada en dos etapas. Tras esta primera fase de ocho cursos el alumno accedía al BUP, Bachillerato Unificado Polivalente, o a la recién creada FP, Formación Profesional. Con esta ley se reformó todo el sistema educativo, desde la educación preescolar hasta la universitaria, adaptándolo a las necesidades de escolarización.

EL DIRECTOR DE ABC CUESTIONA LA ‘ENSEÑANZA GRATUITA’

El artículo que despertó la polémica fue el 94, que decía lo siguiente:

«La Educación General Básica, así como la Formación Profesional de primer grado, serán gratuitas en todos los Centros estatales y no estatales. Estos últimos serán subvencionados por el Estado en la misma cuantía que represente el coste de sostenimiento por alumno en la enseñanza de los Centros estatales, más la cuota de amortización e intereses de las inversiones requeridas».

El director del diario ABC, D. Torcuato Luca de Tena y Brunet, cuestionó esa medida de que el Estado sostuviera el sistema educativo, por considerar que en la práctica no sería una realidad y que se acabaría pidiendo a  los padres que abonaran aquel servicio: “Si cada  colegio percibe por alumno – tal como dice el proyecto – una cantidad igual al índice de coste que reflejen los centros estatales; si esta cantidad resulta insuficiente para mantener, repone o crear sus laboratorios de química, sus aparatos de Física experimental, sus instalaciones deportivas o sus bibliotecas de consulta’, ‘los colegios privados sólo tendrán una opción para evitar el descenso vertical en la eficacia de sus medios: solicitar de las familias de sus educandos unas cantidades complementarias que amorticen la diferencia entre lo que reciba del Estado y lo que realmente les cuesta la enseñanza; cantidades éstas que, no es difícil predecir, irán creciendo año tras año hasta dejar al garete, sin velo y sin viento, el famoso principio de ‘la obligatoriedad de la gratuidad’.

TORCUATO LUCA DE TENA  CONTRA JOAN DE SAGARRA: «EJEMPLO DE LO QUE NO SE DEBE ESCRIBIR»

Distintos periodistas como D. Jaime Campmany (en ARRIBA) o D. Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ (en PUEBLO) replicaron la visión del Sr. Luca de Tena y Brunet, pero esto no les replicó por considerar que fueron críticas con respeto. En cambio el Sr. Luca de Tena si publicó una réplica contra la crítica que le hizo el periodista D. Joan de Sagarra en el diario catalán TELE/XPRESS: «publicó un comentario que yo sugeriría fuera seleccionado en la Escuela de Periodismo como ejemplo de lo que un periodista, por aprecio a su reputación, no debe nunca escribir».

11 Marzo 1970

Descaradamente reaccionario

Joan de Sagarra

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Dicen los señores del periódico ABC que la obligatoriedad de la enseñanza no debe extenderse a la gratitud porque ello atentaría contra la libertad. Con esas palabras, los señores de ABC quieren ponernos en guardia frente al peligro de una posible estatificación o socialización de la enseñanza, peligro en el que incurriría con muchas probabilidades, la gratitud forzosa, obligatoria, de la enseñanza.

Tal vez lleven razón los señores de ABC, tal vez. Si el Estado regala la enseñanza, por lo menos hasta los catorce años, es probable que los hijos de los exalumnos de los jesuitas no disfruten de las indulgencias del premio, que lleva consigo la práctica del mes de mayo, del mes de María. Y es también probable que los hijos de los ex alumnos de los maristas no se zampen los bistecs que hoy se zampan y que ayer no se zampaban sus papás. Y es probable que los alumnos del Instituto Técnico Santa Eulalía, cuando tengan necesidad de ir a hacer pis, no puedan pedírselo a la señorita en el idioma materno. Y es probable que los matrimonios de licenciados progresistas lanzados a la aventura progresista, deliciosamente progresista, de crear escuelas progresistas para los hijos de sus amistades progresistas, no ganen los miles y miles de duros anuales que ganan con sus docentes tingladillos.

Teniendo en cuenta estos posibles peligros es evidente que la postura de los señores de ABC merece ser tomada en consideración, pues siempre son preferibles trescientos días de indulgencia, un bistec de ternera, un Tots son pops y un fajo de billeticos de mil que la cantinela de los reyes godos, o los mamotretos de don Guillermo, o la formación del Espíritu Nacional. Y como ese papelín les podrá parecer a algunos, y con razón, de un reaccionario subido, ruégole pues, muy encarecidamente, que le den la vuelta, una y mil vueltas, tantas como gusten y, serenamente, se pregunten si no sigue siendo descaradamente reaccionario el papelín y el tema, con socialización o sin ella, con bistec o sin él, con indulgencia o sin ella.

Joan de Sagarra.

11 Marzo 1970

Tenemos Dinero

Jaime Campmany

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Tenemos dinero, querido y admirado Torcuato Luca de Tena. La miseria es un fantasma lípido que nos contempla sólo desde el pasado. Nuestra renta per capita ha saltado la barrera de los países en subdesarrollo. La Bolsa de Madrid cerró el año 1969 con un índice medio de cotización por encima del ciento cuarenta y cinco por cien.  La de Barcelona alcanzó un alza aún más espectacular (Tenemos dinero para pagar al capital unos beneficios aproximados al cincuenta por ciento). La producción y el uso de automóviles en España se ha multiplicado por una cifra escalofriante. Y la de los televisores. Y la de los frigoríficos. Y la de todos los chismes  electrodomésticos (Tenemos dinero para irrumpir en la sociedad del bienestar). La serpentina litoral está poblada de rascacielos y de chalets. (Tenemos dinero para levantar colmenas humanas a la vera del mar y para pagar cantidades apabullantes por un lugar al sol en la Costa Brava, en Ibiza o en Torremolinos). El boom de la construcción hace reventar al o ancho, a lo largo y a lo alto, nuestras grandes ciudades. (Tenemos dinero para alimentar la especulación del suelo con cifras que se multiplican, en diez años, por cien,p or escientos, por ochocientos). Hace unas semanas se publicaron en los periódicos los millones de dólares que los españoles nos gastamos en importar whisky, hace unos días se publicó el número de los miles de nuevos teléfonos instalados en los últimos años; hace unas horas supimos los miles de millones de pesetas que los españoles quemamos en tabaco; todavía es fácil de recordar la cifra que pagaremos a Francia por unos aviones Mirage; todos los meses nos ilustran con el aumento en la producción de acero y de energía eléctrica. (Tenemos dinero para beber whisky casi a barra libre y para traer centrales nucleares; para abrir autopistas  y trasvasar las aguas de los ríos; para mantener en Madrid vacíos, unos miles de pisos de lujo; para duplicar en un tiempo de record las cuentas en las Cajas de Ahorro y los depósitos en los Bancos; para que sean cubiertos, en menos de dos horas, las emisiones de obligaciones de las grandes sociedades por valor de varios miles de millones).

¿Y no tenemos dinero para la enseñanza? No creo, querido y admirado Torcuato Luca de Tena, que ni tú ni yo podamos discutir la justicia del principio que considera la enseñanza como un bien que todos los ciudadanos deben recibir de manera obligada y gratuita y en igualdad de oportunidades. No podemos discutir eso ni como cristianos, ni como padres de la patria, ni como hijos amorosos de ella, ni como personas que quieren ejercitar su inteligencia, ni como hombres de nuestro tiempo. Parece que en tus argumentos alrededor de las venturas y desventuras de la ley de Educación partes de una premisa falsa: la de que en este país, aquí y ahora, los que pueden se pagan su propia enseñanza y los que no pueden reciben enseñanza gratuita del Estado. ¿Te has olvidado de las declaraciones de interés social, de las exenciones de impuestos, de las becas a los colegios privados, de los créditos para la construcción de colegios, de las ayudas para el pago de los profesores? ¿Te has olvidado de todos los beneficios que por mil y un conceptos ha recibido y recibe la enseñanza privada? Ya sabes que nuestro sistema fiscal, basado en los impuestos indirectos, pesa sobre la economía de los más, es decir, de los más débiles económicamente. Sería curioso, y triste, comprobar como son ahora lso pobres los que pagan parte de algunos lujos de los colegios de los ricos. A mí se me ocurrió defender la tesis de que el Estado no debía conceder subvenciones a la enseñanza privada, a la enseñanza de pago, mientras no hubiese logrado construir las escuelas suficientes para que ningún niño se quedase sin cartilla y sin padrenuestro. No discutía el principio, sino la prioridad de la obligación. Y se me vino encima el padre Lumbreras y otros ilustres sabios frailes, estudiosos del tema, y me combatieron con armas doctrinales de gran calibre, como la sagrada liberad de los padres a elegir la enseñanza para sus hijos, la obligación del Estado a asegurar esa libertad, las cifras que en países civilizados y occidentales se dedicaban al presupuesto de la enseñanza. Y hasta me dieron en la crisma de bautismo con el derecho natural.

¿Quedamos de acuerdo en que el ideal de justicia en dar enseñanza gratuita y obligatoria con igualdad de oportunidades para todos? Pues vamos a ver hasta dónde podemos llegar. Vamos a eso de la utopía. Porque si el llegar hasta un punto todavía moderno, como es la enseñanza básica, la enseñanza que se considera imprescindible para integrarse en la sociedad, cuesta un esfuerzo económico importante a un país que todavía es rico, esa será una razón más para realizar el esfuerzo. Porque creo que nadie se atreverá a negar, ya en los umbrales de los años 70, que la enseñanza es la inversión más rentable para un país. Más rentable que ninguna otra inversión, porque revierte (aparte de otras consideraciones sociales, doctrinales, ideológicas o espirituales) en todas y cada una de las fuentes riquezas del país.

La forma de ser justos en la distribución de la enseñanza es dar a todos las mismas oportunidades: a los que pueden pagar más y a los que pueden pagar menos. La selección debe residir exclusivamente en la capacidad, en la inteligencia y en la voluntad de cada uno. Esta carga lo debemos llevar entre todos. Y debemos encontrar la forma más justa de llevarla; debemos encontrar la medida para que los que más tengan, más den, y para que den menos los que tengan menos.

La mayor casi la única desventura de nuestra ley de Educación en esa paradoja de que a la hora de enfrentarnos con la gran conquista de la enseñanza gratuita, los que tienen más dinero sean los que digan que no tenemos dinero. Hace unos días hablaba yo con un ilustre banquero con uno de eso señores cuyo nombre se repite en los directorios financieros, y que me distingue con su rara y fina amistad.

– ¿A dónde van ustedes a parar con esa Ley de Educación? – me decía – ¡Están ustedes locos de remate! ¿Enseñanza gratuita para todos? ¡No tenemos dinero para eso!

Y yo, sonriente.

– No se preocupe. Tenemos dinero. Tenemos dinero para eso. Y algunos tienen dinero para eso y para muchísimo. Por ejemplo, usted.

Jaime Campmany

12 Marzo 1970

Financiamiento

Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

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Torcuato Luca de Tena en ABC y Jaime Campmany en ARRIBA, ambos muy queridos y respetados por mí, han trenzado una significativa distensión en torno al financiamiento del sistema educativo que propugnan los Ministerios de Educación y Ciencia. Luca de Tena dice que no tenemos dinero, y Campmany dice que sí lo tenemos. Pero esa no es la cuestión. El encuentro de Campmany y Luca de Tena lo veo yo cmo veía Delacroix el encuentro de Willington y Blutcher la noche de Waterloo: el de un señor vestido de azul con un señor vestido de purpura. Cierto que en el pensamiento de uno y otro, como en la pintura de Delacroix existen esencias más hondas. Para mí no hay duda de que en los razonamientos de ambos palpita la clave, aunque con signo distinto: el problema fiscal.

Yo estoy con Campmany, hay dinero. Pero asimismo estoy con Luca de Tena, porque, desde un punto de vista ténico, no lo hay. No es que Luca de Tena proponga en sus textos el´piticamente una reforma tributaria para que el dinero afluya con mayor abundancia al Estado y puedan así enjugarse los ochenta y un mil millones de pesetas que, por lo visto, representaría el coste financiero de la educación. Es que al no pensar el legislador en una reforma tributaria básica, de índole constitucional, como decía ayer, no hay realmente, dinero, es decir, no hay instrumentos legítimos para obtenerlo.

La regresividad genérica de nuestro sistema de impuestos no quedará anulado por los toques que, en el preámbulo del proyecto de la Ley de Educación se dan a aquel sistema. Sin contradecir una sola tilde o virguilla de los textos políticos que rigen al Estado, cabría actuar con mayor firmeza respecto a los gravámenes sucesorios, el sistema agrario y los monopolios económicos, por ejemplo. Dicho fríamente: la audacia del Ministerio de Educación puede sr limitada por el comprensible temor del Ministerio de Hacienda. A la política de educación que se propone, correspondería una política fiscal que ‘todavía’ no ha sido propuesta.

Jaime Campmany y Torcuato Luca de Tena pueden hablar acerca de si hay o no hay dinero hasta la consumación de los siglos. Eso, dicho con el mayor respeto para ambos, es como torear sin toro. Puro toreo de salón. El toro, estifino y de boca cerrada, es la reforma tributaria. Ellos, priores lod, patres conscripti, padres de la patria, en fin, lo saben mejor que yo.

Cándido.

02 Junio 1970

La Ventura de errar y el riesgo de acertar

Torcuato Luca de Tena

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El último tallo de este minúsculo haz de anécdotas corresponde a los artículos que publiqué en el mes de marzo último, señalando los riesgos y desaciertos que a mí juicio contenían los artículos que van del 94 al 96 del Proyecto de Ley de Educación que acaban de ser aprobados. Aquellos comentarios míos merecieron multitud de réplicas. Jaime Campmany, Lucio del Álamo, Santiago Loren y mi muy querido e inolvidado Carlos Luis Álvarez- entre otros – discreparon de mis temores y argumentos con la cortesía y el respeto a la opinión ajena que suelen ir unidos – tal es el caso de los citados – con altos niveles intelectuales y morales. No todas las reacciones escritas y publicadas fueron de la misma alcurnia, Joan de Sagarra en el TELE/EXPRESS de mi entrañable Barcelona, publicó un comentario que yo sugeriría fuera seleccionado en la Escuela de Periodismo como ejemplo de lo que un periodista, por aprecio a su reputación, no debe nunca escribir. Este notable comentario, que por dos veces denomina a ABC ‘ese papelín’ (lo cual viniendo de quien viene, nos ha privado de sueño desde entonces a toda la Redacción), que pone en solfa a la Formación del Espíritu Nacional (lo que habrá producido idénticos insomnios a don Torcuato Fernández Miranda, autor de un admirable libro de texto de esta asignatura que debieran leer en familia los padres junto con sus hijos); que ridiculiza la devoción mariana que nuestros colegios religiosos fomentan venturosamente en sus alumnos (devoción, cuyos consuelos no deseo le falten nunca a Joan de Sagarra), es toda una antología del mal gusto. Así, el párrafo que cito a continuación: ‘es probable (a partir de ahora) que los hijos de los alumnos de los jesuitas no disfruten de las indulgencias del premio que lleva consigo la práctica del mes de mayo, del mes de María. Es también probable que los hijos de los ex alumnos de los maristas no se zampen los bistecs que hoy se zampán y que ayer no se zampaban sus papás. Y es probable que los alumnos técnicos del Instituto Santa Eulalía, cuando tengan necesidad de hacer pis, no puedan pedírselo a la señorita en el idioma materno…’ Son palabras textuales. Confieso que al leerlas insertas en una polémica que versaba sobre Educación, no pude menos de considerar que eran, al menos, paradójicas…

Volvamos a nuestro tema. Lo que yo escribí para merecer tales exquisiteces fue esto:

“Si cada  colegio percibe por alumno – tal como dice el proyecto – una cantidad igual al índice de coste que reflejen los centros estatales; si esta cantidad resulta insuficiente para mantener, repone o crear sus laboratorios de química, sus aparatos de Física experimental, sus instalaciones deportivas o sus bibliotecas de consulta’, ‘los colegios privados sólo tendrán una opción para evitar el descenso vertical en la eficacia de sus medios: solicitar de las familias de sus educandos unas cantidades complementarias que amorticen la diferencia entre lo que reciba del Estado y lo que realmente les cuesta la enseñanza; cantidades éstas que, no es difícil predecir, irán creciendo año tras año hasta dejar al garete, sin velo y sin viento, el famoso principio de ‘la obligatoriedad de la gratuidad’. ¡Y sin objetivo la fantástica sangría que haya sufrido entretanto en holocausto de una utopía el erario nacional! ‘Todas las partidas- añadía también en aquel artículo – que según el Proyecto de Ley de educación vayan a ser invertidas en subvencionar gratuitamente unos centros privados ‘que no hay que inventar porque están ya inventados y cuya eficacia docente estaba probada por una experiencia de siglos’, ‘se hurtan a la gran obra de llevar la educación básica a las zonas rurales o urbanas, sobre todo a las rurales, hasta ahora ignoradas por el Estado, en lo que a la elevación cultural se refiere’. Estas medidas ‘imposibilitan la gran necesidad nacional de extender hasta donde hoy no llegan los beneficios de la enseñanza.

Es evidente, en el primer ejemplo, que yo no deseaba el fallecimiento de ‘sos hombres que iban a morir’. Es claro que preferiría la paz en Vietnam a la extensión del conflicto. Proclamo que no deseo el fracaso, sino el triunfo de la Ley de Educación y que nada me alegraría tanto como errar en este último diagnóstico del mismo modo que me hubiera gustado haber errado en los primeros. No obstante, considero que los artículos que socializan la enseñanza básica en los centros de educación privada antes han sido elaborados en los talleres del a buena fe que no en las oficinas del buen sentido. Pido a Dios la gracia de equivocarme.

Torcuato Luca de Tena

El Análisis

DISTINTOS OBJETIVOS

JF Lamata

A la hora de confiar en el erario pública para sostener la educación, parece lógico que los diarios ARRIBA y PUEBLO lo miraran con más simpatía (dado que ellos también eran periódicos sostenidos por el erario público), y desde el ABC o el YA torcieran más la boca, al ser periódicos privados sostenidos por sus propietarios. A esto además que los diarios del sector falangistoide tenían un mayor preocupación laboral más fuerte que la de los del sector liberaloide.

Pero diferente era el caso de D. Joan de Sagarra, que dejaba claro la antipatía que le despertaba el ABC, como se corroboraría aún más a los pocos meses al enfrentarse con Dña. Nativel Preciado, y califica al diario ABC como ‘Papelín’ desde una tribuna como TELE/EXPRESS que por aquellos momentos tenía un nivel de influencia y de lectores muy por debajo de las del diario de Prensa Española, de ahí que en su réplica el Sr. Luca de Tena ironize con que las críticas de TELE/XPRESS ‘han quitado el sueño a toda la redacción’. Se daba la circunstancia de que los propietarios de TELE/EXPRESS, la familia Godó, mantenían por aquellas fechas una gran amistad con la familia Luca de Tena, de hecho los ataques del Sr. Sagarra contra ABC se habían hecho sin consultar a los propietarios, lo que acabaría causando polémicas en torno a la columna del Sr. Sagarra.

J. F. Lamata