5 mayo 2016

Primarias EEUU 2016: Donald Trump se convierte por sorpresa en candidato del Partido Republicano movilizando a todo el establishment en favor de Hillary Clinton, candidata Demócrata

Hechos

El 5 de mayo de 2016, con la retirada de sus rivales, Donald Trump pasó a ser el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos de América.

Lecturas

17 Marzo 2016

Trump: rumbo de colisión

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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El discurso del resentimiento que pregona el precandidato republicano está llevando al enfrentamiento en la sociedad estadounidense

05 Mayo 2016

Candidato Trump

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La retirada de sus rivales deja al Partido Republicano a merced del populismo

El abandono del senador Ted Cruz y del gobernador John Kasich de la carrera por la nominación republicana para las elecciones presidenciales de noviembre deja libre el camino para que el millonario Donald Trump sea proclamado oficialmente candidato a la Casa Blanca en la convención de julio. Se abre un escenario real en el que un candidato populista, xenófobo, homófobo y machista encabezará una de las dos opciones para ocupar la presidencia de Estados Unidos durante los próximos cuatro años.

Desde que anunciara su participación en las primarias, Trump ha protagonizado situaciones y hecho declaraciones inaceptables para quien aspira a ostentar el cargo político electo más poderoso del mundo. En parte por ese comportamiento extravagante se minusvaloraron sus opciones de triunfo, a la espera de que las primarias acabaran mostrando el disgusto del elector conservador republicano hacia un candidato al que la propia dirección del partido rechazaba. No ha sido así. Su campaña se ha visto coronada por victorias en ámbitos diversos que demuestran un claro respaldo popular: si cualquier otro republicano que no fuera Trump hubiera sacado los mismos resultados, probablemente sus rivales se hubieran retirado hace tiempo.

El Partido Republicano, sin una estrategia clara ni candidatos convincentes, ha fracasado en sus intentos de bloquear la nominación. Primero, buscando sus derrotas en las sucesivas primarias; luego, forzando el proceso a favor de Cruz en Estados como Colorado; a continuación, agarrándose a la fantasía de una Convención abierta, a pesar del riesgo político —y de orden público— que esto supone…

Pero lo que el establishment conservador no ha entendido en todo este tiempo es que ha sido el mismo partido el que, durante años, ha sentado las bases para el paseo triunfal de Trump: ha tolerado —y simpatizado con— la existencia en su seno de un movimiento populista radical como el Tea Party, que ha minado sistemáticamente la confianza en la clase política; ha sometido al Congreso a una parálisis por motivos puramente tácticos; y ha llevado al límite su hostilidad contra la Casa Blanca por el hecho de estar en manos del partido rival, permitiendo incluso bulos que ponían en duda la legitimidad de Barack Obama para ser presidente.

Sean acertados o no los análisis en EE UU que pronostican que con el triunfo de la candidatura de Trump se asiste al suicidio de un partido con 160 años de historia —y hay ya reputados conservadores que hacen pública su intención de votar por Hilary Clinton en noviembre— lo cierto es que su consagración es la fase final de un proceso que comenzó cuando los republicanos todavía ocupaban por última vez la Casa Blanca, con George W. Bush.

Trump ha sabido combinar los reflejos antisistema de un partido que es parte fundamental del sistema con el profundo descontento causado entre la clase media por la crisis económica, todo aderezado con grandes dosis de escándalo y polémica. Para preocupación de lo que quede de sensato en el Partido Republicano, y sin duda para desasosiego del escenario global, Donald Trump ya no tiene en su campo rivales en la carrera hacia la Casa Blanca.

06 Mayo 2016

Trump, el candidato de la antipolítica

EL MUNDO (Director: David Jiménez)

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DONALD Trump será finalmente el candidato del Partido Republicano a la presidencia de EEUU tras la retirada de sus tres adversarios. El primero en abandonar la carrera presidencial fue Marco Rubio y esta semana han seguido su senda el gobernador de Ohio, John Kasich, y el senador de Texas, Ted Cruz. Trump, un millonario inmobiliario de 69 años, se ha quedado sólo para optar a la nominación en la próxima Convención Republicana que se celebrará en Cleveland.

Se especulaba hasta ahora con la posibilidad de que el núcleo dirigente del Partido Republicano optara por apoyar a un candidato alternativo en la Convención, pero esa posibilidad se ha vuelto imposible porque Trump ha obtenido tal nivel de apoyo en las primarias que hace incontestable su derecho a optar a la presidencia en el próximo mes de noviembre.

Nadie le consideraba en serio hace medio año, pero Trump ha ido ganando adeptos gracias a un discurso populista, xenófobo, machista e intolerante, adobado con un cierto sentido del humor y una simpleza que ha llegado a un sector del electorado. Trump cuenta con un amplio respaldo de la clase media conservadora, los llamados wasp (anglosajones blancos protestantes), que se han ido radicalizando por miedo a la inmigración y el ascenso de las minorías. Pero tiene escasas posibilidades de batir a la cuestionada Hillary Clinton, que será casi con toda seguridad la opción demócrata, porque Trump suscita un fuerte rechazo entre colectivos con mucho peso sociológico como los negros, los hispanos y las mujeres.

Cualquiera que haya seguido la campaña podría sentir bochorno al escuchar muchas de las afirmaciones de Trump, que ofrece soluciones muy simples a los problemas complejos, entre ellos, la economía. Es un hombre que carece de experiencia política, ajeno al conservadurismo tradicional, pero con un sólido dominio del lenguaje de la televisión.

El éxito de Trump sería impensable sin la labor que lleva haciendo desde hace muchos el Tea Party, que ha predicado la exaltación de los valores tradicionales de la cultura americana, ha hostigado al presidente Obama y ha hecho bandera del odio a la inmigración y las minorías, sembrando el terreno a personajes tan singulares como Trump.

El millonario neoyorquino representa el triunfo de la antipolítica que explota el miedo al paro, a la competencia asiática, al impacto del cambio tecnológico y la globalización. Trump propone un repliegue de América sobre sí misma y un fuerte proteccionismo comercial que impida la deslocalización de las fábricas.

Podemos entender mejor su éxito si lo conectamos con el ascenso del populismo en Europa, provocado por la pérdida de crédito de la clase dirigente y los efectos de la crisis. Trump no es un fenómeno aislado, nace de la frustración colectiva que existe en el mundo occidental y de la emergencia de líderes que dicen lo que una parte del electorado quiere escuchar. No es un político que une sino que fractura.

Trump ha sabido capitalizar el miedo y aprovecharse de la falta de liderazgo en el perímetro republicano, pero será difícil que pueda ser el presidente de EEUU, aunque sería un error minusvalorar la capacidad de reacción e improvisación de este peligroso demagogo.

06 Agosto 2016

El archivillano Trump

Juan Manuel de Prada

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Allá en la adolescencia, para guiar mis lecturas, tenía fichados a tres o cuatro críticos pelmazos, de contumaz querencia por el bodrio, que me servían de prescriptores a la inversa; y así, cada vez que denostaban una novela, yo me apresuraba a leerla, en la seguridad de que no me disgustaría. Este criterio de prescripción a la inversa lo sigo empleando todavía, y no sólo para guiar mis lecturas; así, por ejemplo, basta que un personaje sea vituperado por los archipámpanos del mundialismo, o por sus corifeos y mamporreros, para que lo mire con cierta benevolencia e interés.

Así me ha ocurrido con Donald Trump, vituperado por Obama, Hollande y Bergoglio. Un tipo que ha sido denigrado por este trío nom puede ser enteramente malo; y considerando, además, que los vituperios de estos archipámpanos son luego jaleados por toda la prensa sistémica, y comulgados con unción por las masas cretinizadas, hay que empezar a considerar seriamente que tal vez Trump sea un escollo para los designios del mundialismo. Resulta, además, muy aleccionador comprobar cómo la intoxicación mediática contra Trump propala chuminadas sin enjundia, en la seguridad de que las masas, de tan cretinizadas, se conformarán con cualquier piltrafilla para apartar su atención de las bestialidades perpetradas por la adversaria de Trump, la bruja Hilaria, hija predilecta del mundialismo. Así, por ejemplo, en los últimos días hemos sabido que las primarias del partido demócrata fueron amañadas para garantizar que Sanders resultase derrotado; y también que la bruja Hilaria formó parte de la dirección de una corporación industrial que ha hecho negocios en las guerras de Irak y Libia y todavía en la actualidad vende armas a las alimañas del Estado Islámico. Pero las masas cretinizadas no han prestado atención a estas pequeñeces, ocupadas en escandalizarse ante los desmanes del archivillano Trump propalados por la prensa sistémica.

¿Y cuáles son los desmanes perpetrados por el archivillano Trump? Pues, por ejemplo, afear a un matrimonio mahometano que utilice la muerte de un hijo militar para hacer proselitismo político; y recordar algo tan obvio como que las mujeres mahometanas están sometidas tiránicamente al marido. Además, el archivillano Trump ha solicitado con notoria irritación que desalojasen a un niño que con sus lloriqueos lo interrumpía constantemente. Y, en fin, nos han mostrado unas fotos de intención erótica que la señora del archivillano Trump se hizo, allá en la juventud; lo que, sobre todo, nos ha servido para comprobar que la señora Trump está cañón. Yo siempre he profesado mucha admiración a los tipos que se llevan al huerto a las señoras cañón (incluso cuando son más cañón que señoras), aunque sean millonarios. Pues también hay millonarios como Bill Clinton que se llevan al huerto unas brujas horrendas de las que nunca nos mostrarán fotos juveniles de intención erótica (puesto que su exhibición tendría efectos eméticos); y que luego, para resarcirse de las brujas, tienen que consolarse con becarias jamonas.

Resumiendo: durante la última semana hemos sabido que el archivillano Trump no necesita consolarse con becarias jamonas, porque tiene en casa jabugo; que considera que la religión mahometana oprime a las mujeres; y que se enfada cuando los niños llorones no le dejan hablar. Entretanto, la bruja Hilaria amaña las primarias de su partido y aliña guerras para que sus amiguetes abastezcan a las alimañas yihadistas. Con razón el archivillano Trump ha declarado, para escándalo de panolis, que las elecciones presidenciales de noviembre estarán tan amañadas como las primarias demócratas. El mundialismo no puede permitir que un tipo tan malvado entorpezca sus designios.