14 diciembre 1945

La joven Irma Greese, de 22 años de edad, había sido apodada como 'la rosa de Auschiwtz'

Proceso de Belsen: Los británicos mandan a la horca los responsables de aquel campo de concentración

Hechos

El 15.12.1945 la prensa internacional informó de que los once condenados en el proceso de Belsén en el cuartel general británico de Alemania habían sido ahorcados.

Lecturas

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José Kramer. Comandande de Belsen.

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Irma Greese. Se hizo especialmente popular por su juventud. Tenía 18 años cuando ejercía de celadora en el campamento y fue ahorcada con 22.

juana_bormann_belsen  Juana Bormann

elizabet volkenrat_belsen  Elizabeth Volkenrath

Para llevar a cabo las ejecuciones se llamó al primer verdugo británico, Albert Pierrepoint, que hubo de desplazarse a Alemania desde Londres.

El Análisis

Belsen: ¿Justicia o represión a los vencidos?

JF Lamata

El llamado Proceso de Belsen, celebrado en la zona de Alemania ocupada por el Reino Unido en 1945, no fue simplemente un juicio más contra los jerarcas del régimen nazi: fue una ventana escalofriante a la rutina de la crueldad sistemática en los campos de concentración y exterminio. A diferencia de Núremberg, donde se juzgaba la arquitectura política del crimen, en Belsen se juzgó a quienes estuvieron cara a cara con las víctimas: comandantes, médicos, guardianas. Al mando del campo estaba Josef Kramer, conocido como «la bestia de Belsen», y el médico Fritz Klein, que seleccionaba a quiénes vivirían o morirían. Junto a ellos se sentaron en el banquillo numerosas mujeres, lo que sorprendió a una sociedad que aún tendía a ver a las mujeres como ajenas a las atrocidades de guerra.

Pero la mayor estrella del juicio fue Irma Greese, de apenas 22 años, apodada por la prensa sensacionalista como «la rosa de Auschwitz». Su juventud, belleza gélida y su historial como guardiana en los campos de Auschwitz y Belsen captaron la atención pública más allá de su responsabilidad real, aunque su sadismo fue acreditado por múltiples testigos. El juicio dejó claro que el argumento de “sólo cumplíamos órdenes” no es escudo frente a la responsabilidad moral. Fueron colaboradores activos en un sistema genocida, y la venganza  aliada —encarnada en este caso por el verdugo Albert Pierrepoint— fue implacable.

Se perseguía una actitud de deshumanización contra las víctimas. Y la decisión de los vencedores de la segunda guerra mundial era ‘deshumanizar’ a todos los nazis. No eran seres humanos: eran monstruos (sus crímenes bien le podían hacer merecedor de ese título), pero esa estrategia perdía fuerza si se tenían en cuenta quienes eran sus ejecutores ¿podían los ingleses asegurar que no habían cometido en otras zonas del mundo, empezando por La India, no tan diferentes a las de los alemanes?

J. F. Lamata