12 mayo 1980
Arias Salgado dejó de estar al frente del partido para pasar a formar parte del Gobierno como ministro
Suárez nombra a Rafael Calvo Ortega nuevo Secretario General de la Unión de Centro Democrático (UCD) reemplazando a Rafael Arias-Salgado
Hechos
El Consejo Político de la Unión de Centro Democrático (UCD) eligió el 12.05.1980 a D. Rafael Calvo Ortega nuevo Secretario General de UCD por 107 votos a favor y 32 en blanco.
Lecturas
El 12 de mayo de 1980 el Consejo Político de la Unión de Centro Democrática (UCD) elige a D. Rafael Calvo Ortega nuevo secretario general del partido a propuesta del presidente, D. Adolfo Suárez González, por 107 votos a favor, 32 en blanco, una abstención y uno nulo.
El Sr. Calvo Ortega sustituye en el cargo a D. Rafael Arias Salgado Montalvo (que ocupaba el cargo desde la creación de UCD como partido y que fue ratificado en el I congreso de UCD) y que abandona sus puestos de responsabilidad en el partido para centrarse en sus puestos de Gobierno donde el Sr. Suárez González lo acaba de nombrar ministro de Presidencia.
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El Sr. Calvo Ortega será reelegido como secretario general de UCD en el II Congreso del partido y se mantendrá en el cargo hasta que se decida su sustitución en noviembre de 1981.
El Análisis
D. Rafael Arias Salgado me comentó en una ocasión que creía que la caída del Duque de Suárez de la presidencia se produjo cuando perdió sus tres grandes pilares: el General Gutiérrez Mellado en lo relativo a Ejército, el Sr. Abril Martorell en lo relativo a economía y él mismo en lo relativo al control del partido. Podría parecer ególatra que se incluyera así mismo como pilar. Pero los hechos son los hechos: el Sr. Calvo Ortega era un hombre 100% leal al Duque, pero mientras fue Secretario General no pudo contener la cadena de revueltas contra este. Durante el mandato del Sr. Arias Salgado la disciplina y el orden se mantuvieron.
El Sr. Calvo Ortega podría alegar en su defensa que las circunstancias del periodo 1980-1981 fue bastante más compleja que la del periodo 1978-1980, pero a cada uno lo suyo.
J. F. Lamata