1 junio 1986

"Votar a Izquierda Unida supone enterrar el comunismo", asegura el veterano político

Carrillo se presentará a las elecciones como candidato de ‘Unidad Comunistas’ centrando su campaña en atacar a Izquierda Unida

Hechos

El 1.06.1986 D. Santiago Carrillo inició su campaña electoral como líder de la Mesa de la Unidad de los Comunistas en las elecciones generales de 1986 en las que iba como candidato número 1 por Madrid.

26 Abril 1986

La unidad comunista ante las elecciones

Santiago Carrillo

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Tamames, Alonso Puerta, [Jaime] Miralles y otras personas, por muy respetables que sean, no tienen tras sí a la izquierda. Y es absurdo reincidir en el error infantil de considerar los noes al referéndum como un voto global de izquierda, ni en Andalucía ni en el resto de España. La integración de Enrique Líster no es un paso unitario, sino todo lo opuesto: acumular un obstáculo más en la vía de la unidad.

La anticipación de las elecciones legislativas, después de que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hubiesen insistido reiteradamente en que se agotaría la legislatura, es una estratagema electoralista de mal estilo, en opinión del ex secretario general del PCE. Sobre la unidad comunista, el autor del artículo señala que el regreso de Líster es un obstáculo, en lugar de un acierto.

La convocatoria anticipada de las elecciones a Cortes no ha cogido por sorpresa a nadie; sin embargo, después del ataque militar a Libia parecía que el Gobierno podía decidirse por octubre, ya que la implicación directa o indirecta de Europa -y por tanto, de España- en los acontecimientos derivados del hecho podía mover el mapa electoral. Por lo menos esto es lo que se hablaba en el Congreso durante la reunión conjunta de las comisiones de Exteriores y Defensa para tratar sobre las consecuencias de la operación Reagan.Puede suponerse que, o bien el Gobienro tuvo datos que no daban ninguna variación del voto, o bien que teme para este verano acontecimientos que aumenten la tensión internacional y puedan resultar más negativos en octubre.

En cualquier caso, no parece serio atribuir simplemente a razones de política nacional la anticipación, y sobre todo lo que resulta imperdonable es que el presidente y el vicepresidente del Gobierno hayan estado diciendo hasta el último minuto que los lógico es que las elecciones se celebren en octubre, para anunciar repentinamente, en el último momento, lo contrario. Se advierte en esa actitud una estratagema electoralista de mal estilo, sobre todo en un partido del que se dice que los sondeos le dan ya 220 diputados, una mayoría como para dormir sobre ella.

Si en 1982 el triunfo del PSOE estaba cantado, las condiciones en que vamos a las elecciones el 22 de junio no pueden serle más favorables. Coalición Popular, según reconoce todo el mundo, incluso en su seno, llegó a su techo hace cuatro años. Las diferencias entre las posiciones de Alzaga y las de Fraga en cuestiones importantes son conocidas. Hoy nadie daría un ochavo por la unidad de CP tras las elecciones. Y dentro de AP, las reservas hacia el liderazgo de Fraga crecen día por día.

El PSOE no está preocupado por ese lado. No sólo ha invadido el espacio político del centro, sino que también ha entrado a saco en la psicología del propio electorado fraguista, uno de cuyos rasgos es el deseo de estabilidad, de que no cambie nada. Con su gestión, Felipe da la imagen de estabilidad y continuidad que gusta a muchos de los votantes naturales de Fraga. Incluso cuando monta en el Azor o recibe a desayunar a El Cordobés y a Julio Iglesias, que eran visita del caudillo, transmite esa imagen. Así, Felipe es la continuidad del pasado, pero en mejor.

Por lo que toca al centro político, no cabe duda de que Suárez, no obstante su carisma personal, no ha conseguido aún hacer cuajar su partido, y Roca está muy limitado desde que pasa el Ebro. En tanto que en la izquierda la división comunista aleja del PSOE toda inquietud seria. En definitiva, Alfonso Guerra contempla su tarea desde el puesto de mando de la campaña electoral del PSOE poco menos que como un paseo militar.

¿Es posible todavía la unidad comunista? La posición del sector que tiene la propiedad legal de las siglas del PCE la hace muy improbable. La integración de Enrique Líster no es un paso unitario, sino todo lo opuesto: acumular un obstáculo más en la vía de la unidad. Las maniobras para romper los avances logrados entre el PCPE y la Mesa para la Unidad de los Comunistas van en la misma dirección.

En realidad, al proyecto político que está detrás de la llamada convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas. Porque de lo que se trata -y Tamames lo ha explicado claramente en recientes declaraciones- es de pasar del partido comunista a un partido progresista, sin referencias ideológicas. Hay quien entiende -con una impresión superficial y errónea- que lo que ha hecho el PCE en su último congreso, en el fondo, es eso y que aquí, dado el estado en que se encuentra el PCE, no es posible hacerlo de la misma forma, es decir, conservando la cáscara y cambiando el contenido. Aquí hay que cambiar también la cáscara.

Follisca política

Pero a ese objetivo no puede irse más que a base de los hechos consumados, sin desvelar el proyecto porque la. base comunista lo rechazaría. En consecuencia, como primera etapa: un grupo de diputados variopinto, que sólo pueda definirse como progresista o de izquierda. Segunda etapa: en torno a ese grupo, ir articulando una organización que al llegar a un determinado nivel termine apareciendo como un partido. Como el proceso no está suficientemente controlado, en Aragón se han adelantado comenzando por el final. Se han reunido varios grupos, entre ellos el PCE, el PCPE, la Federación Progresista, el MCE, LCR, PST y otros y han formado la Nueva Izquierda Aragonesa, que va a instalar sede y va a funcionar sobre un modelo asambleario con una comisión permanente.

Yo no sé si esta nueva formación política va a servir para quitar votos al PSOE en las elecciones; puede ser que sí o que no. Pero lo que salga de ahí será políticamente una follisca. Y en ese conglomerado quedará diluido el partido comunista. A mí no me extrañaría que en la derecha haya gente que piense que un plan que a la vez quite votos al PSOE en las elecciones y contribuya a la dilución del partido comunista supone matar dos pájaros de un tiro y vale la pena ampararlo.

En Europa, cuando se habla de la perspectiva de una izquierda europea unida, la gente se refiere fundamentalmente a la unidad de socialistas y comunistas, aunque no se excluya a otros sectores nuevos importantes. ¿Y en España? Es verdad que el Gobierno ha hecho una política liberal centrista. Sin embargo, sólo cerrando los ojos a la realidad sería posible negar que detrás del PSOE, con todos los reproches y reservas que se quiera, se sitúa todavía una gran parte de la izquierda española. Tamames, Alonso Puerta, Miralles y otras personas, por muy respetables que sean, no tienen tras sí a la izquierda. Y es absurdo reincidir en el error infantil de considerar los noes al referéndum como un voto global de izquierda, ni en Andalucía ni en el resto de España. O de estimar que las plataformas anti-OTAN pueden transformarse en plataformas electorales con un mínimo de coherencia.

Hay que reconocer que en las actuales circunstancias en España no existen condiciones para la unidad de la izquierda, si hablamos en serio de unidad de la izquierda. El proceso pasa por un cambio de política del PSOE que hoy no es posible, pero podría serlo a medio plazo.

Mas la condición para lograrlo sería la reunificación y reconstrucción del partido comunista; la presencia de un grupo comunista en el Parlamento que tirase del PSOE hacia la izquierda y que estimulase el crecimiento de las corrientes de izquieda en ese partido… Mientras que divididos, como parece que podemos ir a las elecciones, se corre el riesgo de que la presencia comunista sea aún más raquítica que en la legislatura que termina y que el PSOE sólo tenga a su izquierda manifestaciones y huelgas en la calle. Y simultáneamente a ese peligro, otro: que con los votos comunistas dados a la convergencia se elijan diputados fácilmente absorbibles por el PSOE, con lo que resultaría que ciertos comunistas han trabajado, como suele decirse, para el inglés.

En las últimas horas, la Mesa para la Unidad de los Comunistas sigue esforzándose por lograr un acuerdo entre los sectores en que está dividido el partido. La dirección del grupo que mantiene en su poder las siglas legales se opone. Si el- veto continúa, la Mesa para la Unidad de los Comunistas asegurará la presencia de una auténtica opción electoral comunista en todas las circunscripciones, confiando en que el elector tradicionalmente fiel al partido y muchos jóvenes se percaten de que los representantes auténticos del ideal comunista irán en nuestras candidaturas.

Santiago Carrillo

12 Mayo 1986

Los comunistas y la unidad de la izquierda

Enrique Lister

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Es poco probable que halláramos en la vida política española contemporánea un personaje tan contradictorio en su pensamiento y en su quehacer como Santiago Carrillo. Adalid de la unidad de los comunistas y, a la vez, principal responsable de su actual fraccionamiento; guardián del ideal comunista y heterodoxo a ultranza de sus principios ideológicos y teóricos; de palabra, defensor de los métodos democráticos de dirección de un partido y, al mismo tiempo, autoritario, despótico y absorbente; en suma, su trayectoria política, ascendente y descendente, es un continuo zigzag, una verdadera folliscaentre sus declaraciones y sus intenciones, en las que prevalecen siempre el personalismo, el protagonismo, su ego.Tal contradicción y personalismo de Carrillo aparecieron bien patentes de nuevo en las pasadas elecciones gallegas, impidiendo que hubiera una representación comunista en el Parlamento autónomo. Hoy, su Mesa, llamada de unidad comunista, no es una opción electoral realista, sino una operación dirigida, a restar votos a la alternativa de izquierda propugnada por el PCE, en favor, por tanto, de las candidaturas del partido socialista, o sea, una auténtica operación diversionista basada en el «yo o el diluvio».

No son ciertas las aseveraciones de Santiago Carrillo de que en «las actuales circunstancias no existen condiciones para la unidad de la izquierda», de que «a la convergencia o plataforma le estorba la unidad de los comunistas» y de que «la integración de Enrique Líster no es un paso unitario».

Contrariamente a las singulares opiniones de Carrillo, los resultados del referéndum del 12 de marzo, sobre la permanencia de España en la OTAN, han puesto de manifiesto, además de que una parte muy importante de la población es contraria a la permanencia de nuestro país en ese bloque militar, la existencia de una fuerza social y cultural muy considerable a la izquierda del partido socialista.

No puede cerrarse los ojos ante un hecho tan evidente de que la hegemonía de la izquierda, ganada por el PSOE en las últimas elecciones legislativas del 28-O, haya sido malbaratada por el Gobierno socialista, en sólo cuatro años, con su política neoliberal y derechista, tendente a salvaguardar los intereses de los poderes fácticos económicos y a sanear los negocios de éstos, en detrimento de los intereses de los trabajadores en general, y de que en el panorama político de nuestro país se haya perfilado una nueva izquierda, que comienza a vertebrarse en el audaz proyecto de la Izquierda Unida, que deberá forjarse en la fragua de las próximas elecciones autonómicas andaluzas y legislativas.

Por supuesto que la consolidación de esa nueva izquierda no excluye, sino, por el contrario, presupone la unidad de los comunistas como factor importantísimo aglutinador y organizativo. El PCE no se va a diluir en una convergencia o plataforma de la Izquierda Unida; va a fortalecerse y a consolidarse.

La acción mancomunada por articular una alternativa a la izquierda del partido socialista, que atraiga incluso a elementos radicales de éste partido, y por reunificar a los comunistas son dos partes de un mismo proceso de paz, libertad y progreso que no se excluyen, sino que se complementan.

Las dudas de Carrillo

El interrogante que se hace Carrillo sobre si es posible todavía la unidad comunista y la respuesta que se da diciendo que la actual dirección del PCE la hace improbable y que la reintegración de Enrique Líster añade un obstáculo más responden, en conjunto, a su concepción acerca de la propia unidad y del partido comunista como tal La unidad en base al ordeno y mando, la unidad monolítica impuesta por el jefe, por el líder carismático que sólo admite en torno suyo a hombres de paja, no concuerda en absoluto con la concepción sobre la unidad y el partido que sustenta la nueva dirección del PC.

La actual dirección del PCE se esfuerza en aplicar y desarrollar la unidad interna del partido, entendida en la diversidad de opiniones, en la confrontación de ideas y en la normalización de discrepancias, que no implican el reconocimiento de fracciones y salvaguardan los principios del centralismo democrático, o sea que el principio de la unidad del partido se funda y garantiza con la vida democrática interna, porque no puede existir un organismo verdaderamente democrático en el que no se manifieste junto con el principio de unidad otro no menos importante: la divergencia. Esta concepción de la unidad enriquece al partido.

Dicha concepción sobre la unidad comunista ha sido reconocida en el último congreso del PCUS, por boca de su secretario general, Mijail Gorbachov, quien ha declarado que la diversidad del movimiento comunista no es sinónimo de división; que la unidad nada tiene que ver con la uniformidad, la jerarquía, la injerencia de unos partidos en los asuntos de otros y el afán de un partido cualquiera al monopolio de la verdad, resumiendo esta idea en el sentido de que el movimiento comunista puede y debe ser fuerte por su solidaridad de clase y la igualdad de cooperación de todos los partidos en la lucha por objetivos comunes: la paz y el socialismo.

La reintegración del PCOE en el PCE se inserta en los cambios operados en este último partido con la asunción del nuevo equipo de dirección y con el clima hoy reinante en él. Aparte de diferencias y agravios mutuos, lo que disgusta a Carrillo no es sólo la vuelta a casa de Líster, sino el hecho incuestionable de que ya nadie puede considerarse excluido del PCE por motivos ideológicos. No es un secreto que en los estatutos del PCOE figuraba como principio ideológico el marxismo-leninismo, y en los del PCE, el marxismo revolucionario, y, sin embargo, ni a uno ni a otro se le ha pedido renunciar a nada. Lo que importa hoy es la problemática económica, social y cultural con que se encara a la hora presente España; la unidad de los comunistas; la unidad de acción de las centrales sindicales, de los movimientos cívicos por la paz, ecológicos, de la mujer y la juventud, etcétera. Después ya vendrá la discusión sobre las vías hacia el socialismo apropiadas a nuestro país. Todo ello muestra que, en las circunstancias actuales, la unidad de los comunistas sólo puede hacerse en el seno del PCE, que por tradición e historia, por su presente y futuro, reúne las condiciones más idóneas para alcanzar esa deseada meta.

02 Julio 1985

Carta

Manuel Vázquez Montalbán

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No lo toques más, hombre. Lo que Dios ha desunido no lo vas a unir tú, porque tu divinidad, que no pongo en duda, es de otra pasta y nada sobrenatural. No me los unas más, que los deshaces. Si quieres escribir cartas pidiendo la unidad, escribe, eso sí, escribe, y de paso les reclamas 20 duros para la Unicef o para fomentar la propagación de cocina coreana en la Alcarria. Pero es que cada vez que te sacas la unidad de la bragueta se echan a temblar hasta los hermanos siameses, porque ya se ven venir el bisturí en vivo, hombre, que nos conocemos, y aquí quien más quien menos es un maestro en el arte de decir lo que no se hace y de hacer lo que no se dice.Me recuerdas aquellas madres gordas, bigotudas y trágicas que preferían ver al hijo muerto antes que entre los brazos de una nuera delgada, afeitada y sensual. Ya sé, ya sé que eres de mal jubilar, de imposible jubilar, pero en otro tiempo dijiste esperar la jubilación para iluminarnos con el tesoro de tus experiencias vividas y remodelamos gracias a un periodismo teórico y crítico que echas y echamos en falta. Estos oficios, más algún viaje de vez en cuando a ver como prosperan las dinastías de Kim il Sung o de Ceaucescu y densas conversaciones con Felipe González sobre el azar y la necesidad como contra fuerzas que han impedido a ti ser Felipe González y a Felipe González ser Miguel Boyer, ofrecen un programa de tercera vicia nada despreciable, asegurado ya como tienes un lugar en la historia a partir, creo yo, del BUP.

Cuando masticas a tus adversarios ante las cámaras de TVE, esas cámaras que te quieren hoy más que ayer pero menos que mañana, cuando tiroteas a tus ex camaradas desde el Olimpo con disparos de fogueo unitario, hay quien comenta que serás genio y figura hasta la sepultura, pero también hay quien siente cierta vergüenza histórica y ajena, porque el sentido del ridículo es el primer sentido que nos abandona, y peor es perder el sentido del ridículo que la. protección de los desodorantes.

No les unas tanto, que los asfixias, y al fin y al cabo, ni los del PSOE te lo van agradecer, aunque de momento el espectáculo les entretenga.