22 julio 2003

Al hijo mayor de Sadam Hussein, Uday, se le atribuían varios asesinatos, así como escándalos sexuales

Soldados de Estados Unidos eliminan en Irak a los dos hijos de Sadam Hussein, Uday y Qusay tras horas de combate

Hechos

  • El 22.07.2003 el Gobierno de los Estados Unidos de América informó que había matado a Uday Hussein y Qusay Hussein, a los que acusaba de haber cometido crímenes por su participación en el Gobierno de su padre.

Lecturas

cartas_hijos_SadamLos norteamericanos calificó a los dos hijos de Sadam Hussein como ‘as de picas’ y ‘as de corazones’ en su organigrama del Gobierno de la dictadura de Irak. A Uday se le atribuían multitud de crímenes, incluyendo varios asesinatos como el de su guardaespaldas, Kamal Hanna Yayo, a quien mató con un bate de béisbol tras una una discusión. Otra de sus víctimas fue Watban Ibrahim, hijo del hermanastro de su padre.

23 Julio 2003

Dos Muertes Que Facilitan Pero No Resuelven El Futuro De Irak

El MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Sadam Husein sufrió ayer un durísimo golpe, tal vez peor que la humillante derrota sufrida hace tres meses. Sus dos hijos, Uday y Qusay, fueron acribillados por 200 soldados estadounidenses que rodearon la casa en la que estaban escondidos en Mosul.

Si alguna esperanza albergaba Sadam de que el baasismo pudiera volver a gobernar Irak algún lejano día, esa expectativa estaba basada sin duda en la supervivencia de sus dos hijos, especialmente de Qusay, el menor, que había asumido progresivamente importantes poderes como el control de los servicios secretos y del Ejército.

La muerte de los dos hijos de Sadam hará mucho más difícil continuar la resistencia contra el Ejército estadounidense puesto que al parecer estaban jugando un activo papel en su financiación y organización. Por tanto, supone un importante éxito para Bush que, tras haber fracasado en la captura de Bin Laden en Afganistán, no podía permitirse el lujo de mostrarse incapaz de detener al dictador y sus herederos.

Treinta y seis de los 55 personajes de la baraja de altos cargos y colaboradores de Sadam han sido ya capturados -vivos o muertos- por el Ejército estadounidense. Será cuestión de tiempo atrapar al resto y al propio Sadam si es que éste sigue todavía en Irak.

Pero sería un grave error creer que el encarcelamiento o la desaparición de la cúpula del régimen de Sadam traerá consigo la pacificación del país. El antiguo dictador era temido y odiado por una buena parte de la población, especialmente la mayoría chiíta que habita al sur de Bagdad. Su derrota fue vista con alivio por muchos iraquíes, incluyendo buena parte de los sunníes. Pero ahora esa gran mayoría que se alegró de la caída de Sadam se siente humillada por la presencia del Ejército estadounidense y desea su salida de Irak.

Los líderes religiosos chiíes, que representan al 60% de la población, están divididos sobre cómo debe ser gobernado el país en el futuro, pero todos ellos están absolutamente de acuerdo en repudiar la presencia de tropas extranjeras.

Por ello, lo importante sigue siendo que EEUU sea capaz de diseñar una transición ordenada que desemboque -lo más pronto posible- en unas elecciones democráticas y en un gobierno representativo.La muerte de Uday y Qusay no cambia los términos básicos del problema que tiene que resolver Bush, aunque sin duda va a debilitar los núcleos de resistencia que todavía combaten a los soldados estadounidenses.

Los dos herederos eran cómplices de los crímenes de su padre y sus manos estaban brutalmente manchadas de sangre. Su eliminación no va bastar para reparar el enorme daño que causaron a su país, pero sí disipa el fantasma del retorno del baasismo, encarnado por Sadam y sus dos descendientes. Los iraquíes pueden respirar hoy más tranquilos ante un futuro que será mejor sin la estirpe del siniestro dictador que masacró a su pueblo.

26 Julio 2003

Los hermanos Husein

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La incapacidad de las tropas estadounidenses para localizar a sus más encarnizados enemigos -sea Osama Bin Laden o Sadam Husein- ha sido aliviada en parte con la muerte de los dos hijos del déspota iraquí, sanguinarios como su padre y como él pilares del terror baazista. Los cadáveres de Uday y Qusay, reconstruidos facialmente, han sido exhibidos ante los periodistas en el aeropuerto de Bagdad. El suceso, acentuado por otra delación que permitió detener ayer en Tikrit a guardaespaldas muy próximos a Sadam, alimenta expectativas de que se aproxima el encuentro con la pieza más buscada de Irak. Está por verse, sin embargo, si la eliminación de los hermanos va a servir para aliviar los ataques contra las tropas ocupantes o si los seguidores del dictador derrocado mantendrán su moral de resistencia.

La versión oficial del alto mando asegura que los soldados que cercaron la casa de Mosul donde se refugiaban los hijos de Sadam exigieron primero su rendición. La respuesta armada desde el interior, según esta versión, desató el devastador asalto estadounidense que acabó con sus vidas. El desenlace alivia a un Bush que encara la reelección con una marcada tendencia bajista en las encuestas, y le permitirá modelar el debate sobre Irak en términos más favorables que los actuales. Fortalecerá también la moral de las tropas estadounidenses en el país árabe y alejará los temores de muchos iraquíes, todavía no convencidos de que el régimen haya sido derrocado definitivamente.

Pero tiene algunos inconvenientes. Uno de ellos es si EE UU será capaz de convencer a los iraquíes, una sociedad instalada en la sospecha y la teoría de la conspiración occidental, acerca de su versión de los acontecimientos; otro, haberles privado de los propios testimonios de Uday y Qusay sobre los crímenes que protagonizaron. Nunca ha sido fácil, y ahí están los ejemplos recientes de la antigua Yugoslavia, llevar ante la justicia a déspotas y genocidas en activo. En este sentido, cualquier esfuerzo hecho por la 101 División para capturar vivos a los hijos de Sadam habría merecido la pena.

EE UU ha eliminado o apresado ya a casi todos los protagonistas de su famosa baraja, sobre algunos de los cuales, y en contra de los principios que proclama, mantiene un inadmisible silencio, se trate de su paradero o de las condiciones de su detención. Pero ni la misma captura o aniquilación de Sadam, que creen husmear ya los generales sobre el terreno, será suficiente para pacificar Irak si Washington no apremia con el plan anunciado por Bush para acelerar la devolución a los iraquíes de las decisiones sobre sus propios asuntos. Hacerlo con legitimidad y eficacia exigirá inevitablemente mucha mayor presencia y protagonismo de la ONU.

26 Julio 2003

Los dos muertos

Javier Ortiz

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Sostiene el Pentágono que ha hecho públicas las fotos de los cadáveres de los dos hijos de Sadam Husein «para convencer a los iraquíes».

Pero no ha pasado las fotografías sólo a aquellas televisiones y periódicos a los que tiene acceso la población iraquí. Ni siquiera a los de los países a los que podría llegar -en fin, no descartemos que algo así pueda suceder- la maligna influencia retroactiva del derrocado régimen de Sadam Husein.

Los medios que han difundido las instantáneas tampoco se han limitado a incluirlas en sus ediciones especiales para el mundo árabe. No: las han sacado urbi et orbi y en sus espacios más destacados.

Observo que medios europeos que nadie ve ni lee en Irak han reproducido las dos fotografías con mimo rayano en la delectación. Las he visto incluso en algunas portadas a cuatro columnas y a todo color. ¿Para convencer tal vez también a los miopes?

Oh, por Dios: dejémonos de hipocresías. ¿De qué convencimiento nos hablan? ¿Cómo pueden ofrecer esas dos fotos a modo de identificación irrefutable los mismos que nos han hablado hasta el aburrimiento de los infinitos sosias que tenía Husein padre? ¿Cómo podríamos saber que no se han buscado los cadáveres de dos señores parecidos a los hijos de Sadam?

Valiente tontería: saben de sobra que ya nadie, y menos la Justicia, admite fotos como pruebas. Es facilísimo trucarlas. Y menos cuando provienen de personajes que han demostrado hasta el hartazgo su amor por la mentira. Que presenten análisis del ADN y otros certificados expedidos por autoridades médicas independientes.¿Los tienen? Dicen que sí. ¡Perfecto! Entonces las fotos sobran.

No. Las macabras, las vomitivas, las crudelísimas fotografías con las que nos revolvieron las tripas ayer a la hora del desayuno los más diversos medios de los cinco continentes no fueron publicadas para demostrar lo que ninguna foto podría demostrar, sino para reconducir el subconsciente de una opinión pública que no para de leer noticias sobre lo rematadamente mal que les está yendo a las fuerzas de ocupación estadounidense en Irak.

Las han exhibido como testimonio del cumplimiento de una venganza.Como trofeo de una cacería.

Recordemos que estamos refiriéndonos a las mismas autoridades y los mismos medios que creyeron ético y prudente mostrar ni una sola imagen de una sola víctima de los atentados del 11-S.Ahora se regodean restregándonos por las narices el fruto de su propia carnicería.

Dijeron entonces que dejar ver aquellas imágenes resultaría desmoralizador para su opinión pública. Busco la cruz de la cara: supongo que estas imágenes las muestran porque les atribuyen un efecto benéfico y exaltante para su causa.

27 Julio 2003

VIVIÓ POCO, SE DIVIRTIÓ MUCHO

Crónica

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En la baraja diseñada por el Pentágono para que sus soldados se familiarizaran con los iraquíes más buscados a Uday Husein, 39 años, el mayor de los seis hijos de Sadam, le tocó el as de corazones.Bastante apropiado para un tipo que, con sus más de 1,80 metros de estatura y su obsesión por los afeites, alardeaba de no acostarse tres veces con la misma mujer. Cinco veces por semana hacía reunir a una veintena de jovencitas en el Club Náutico de Bagdad, a orillas del río Tigris, para al cabo de unas copas, elegir a una o dos, pasar la noche en su compañía y hacerlas marchar con un regalito de más de 100 euros bajo el brazo.

Así era, al menos, cuando las cosas funcionaban por las buenas.Cuando alguna muchacha mostraban alguna reticencia, enviaba a un par de sus secuaces para que la obligaran a subir a alguno de su centenar de coches y la condujeran a la fuerza hasta su lecho. Decir una palabra significaría la muerte para ella y para su familia. En un reciente artículo publicado en la revista Time se llegaba a afirmar que en cierta ocasión lo hizo con una novia en plena celebración de boda. El novio se suicidó esa misma noche.

Ése era Uday, el playboy sádico; para algunos, el hombre más odiado de Irak incluido su padre. Frente al carácter implacable y frío de su hermano Qusay, él era irascible, antojadizo, ostentoso, excesivo. Sadam lo comprendió pronto y lo apartó del centro del poder con cargos menores como la presidencia del comité olímpico iraquí, la dirección de la cadena de televisión Al Shabab TV (TV Juventud) o la jefatura de las anárquicas milicias de los fedayin.

Tal vez por eso Uday, al que las tropas norteamericanas aseguran haber matado el pasado martes junto a su hermano Qusay, se refugiara en la vida licenciosa en la que le muestran estas fotografías.Tomadas secretamente en una de las numerosas fiestas que organizaba, reflejan al vividor que fue, incluso tras el atentado que sufrió en 1996 y que le dejó intensos dolores en el costado y en la pierna izquierda.

Gastaba enormes sumas de dinero en ropas italianas, cuanto más extravagantes mejor, en zapatos y en coches, lo mismo deportivos que exclusivos Rolls Royce. Y además de un lujoso nido de amor en Bagdad, tenía un palacio, a las afueras de la capital, Al-Abit, por cuya finca de pinos y eucaliptos correteaban pavos reales y gacelas.

Dicen que en ese palacio estaba también la habitación roja, la particular cámara de los horrores en la que hacía torturar a base de golpes en las plantas de los pies principalmente a quien se le iba antojando. Atletas que no habían cumplido con las expectativas o cualquiera de los casi 70 miembros de su séquito que le hubiera hecho un desaire, por ejemplo. Mucha gente en Bagdad duerme ahora más tranquila.