21 octubre 1995

Entre los candidatos para reemplazarle se plantea el socialista Javier Solana Madariaga

Un caso de corrupción derriba a Willy Claes como Secretario General de la OTAN tras apenas unos meses en el cargo

Hechos

El 20 de octubre de 1995 dimitió el Secretario General de la OTAN, Willy Claes.

07 Octubre 1995

Lento adiós a Claes

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL SECRETARIO general de la OTAN, Willy Claes, está desde ayer mucho más cerca de un juicio por corrupción, falsedad de documentos y fraude y mucho más lejos de poder concluir su mandato como máximo responsable político de la Alianza Atlántica. El fiscal geñeral del Tribunal de Casación de Bélgica pidió ayer al Parlamento el procesamiento de Claes por su implicación en el caso de corrupción en la compra de helicópteros Agusta.A Claes, la nada feliz noticia le ha llegado durante su estancia en Washington presidiendo una reunión de ministros de Defensa de la OTAN. Tendrá que volver apresuradamente a Bruselas, donde la comisión especial del Parlamento decidirá definitivamente sóbre su procesamiento. Son las paradojas que desde hace meses se dan en el caso Claes. Mientras el secretario general de la OTAN parece pretender que el escándalo no afecta para nada a sus funciones al frente de la organización militar occidental, el cerco sobre él se va cerrando en su país. El derecho a la presunción de inocencia se mantiene, sin duda, pero un líder que maneja los hilos de la única alianza militar operativa del mundo y que es responsable de la seguridad de todos sus miembros no puede estar bajo sospecha. Eso era cierto antes de que la fiscalía diera este paso. A más tardar el martes, de no ser plenamente exonerado de toda sospecha, cuestión harto improbable, la OTAN debería reunirse para buscarle sustituto.

21 Octubre 1995

La dimisión de Claes

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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WILLY CLAES, de nacionalidad belga, sufrió ayer la indignidad de ser el primer secretario general en la historia de la OTAN en verse obligado a dimitir. Es ésta la primera gran caída de un alto funcionario intemacional por uno de los numerosos asuntos de corrupción que en los últimos años afectan a las más altas esferas de la política europea.Alto dirigente del Partido Socialista Flamenco, el secretario general deja el cargo al decidir el Parlamento belga su procesamiento bajo la acusación de haber consentido la percepción y desvío a su partido de comisiones por la compra de helicópteros a la firma italiana Agusta y la modernización de aparatos de caza por cuenta de la empresa aeronáutica francesa Dassault, cuando era ministro de Economía en 1988 y 1989. El desenlace demuestra que algo está cambiando en la percepción, conocimiento y persecución de unos delitos con una larga tradición de relativa impunidad.

El abandono de Claes se produce en momentos cruciales para una futura definición de la Alianza Atlántica: poco después de que los aviones de la OTAN, bien es verdad que con más que un empujón por parte de Estados Unidos, hubieran bombardeado las posiciones serbobosnias en la antigua Yugoslavia y contribuido con ello decisivamente al próximo comienzo de negociaciones de paz entre las partes.

Claes se había mostrado, en su año de mandato, como un secretario general ducho en la administración y enérgico en la formulación de alternativas, aunque nuevamente haya sido el apoyo de Washington el que le ha hecho gran parte del camino. Su sustitución no tiene por que convertirse, por ello, en un problema. político, puesto que su sucesor tenderá a inscribirse en un continuismo suficientemente marcado ya por lo que constituye la operación militar de mayor envergadura -en los Balcanes- desde la creación de la OTAN, en 1949.

En cualquier caso, es positivo que en este mundo possoviético los gobernantes no tengan respecto de la justicia prerrogativas superiores a los ciudadanos del común; que la clase política sepa que el tiempo del privilegio y la laxitud en perseguir sus extravíos ha tocado a su fin, y que, en este sentido, por delicada y responsable que sea la posición que ocupe -la de Claes, al frente de la administración de la Alianza, lo es sin duda-, no por ello resulte inexpugnable.

La OTAN encontrará, sin duda, un sustituto adecuado, y aunque la organización lamente, legítimamente, la pérdida de quien apuntaba como un secretario general más que notable y Bélgica se quede, verosímilmente, sin su político internacional de mayor estatura, todo parece indicar que tanto la OTAN como la efectividad de la justicia saldrán ganando con la dimisión.

24 Diciembre 1998

Limpiando Bélgica

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA CARRERA política del político belga y ex secretario general de la OTAN Willy Claes tocó ayer a su fin. El Tribunal Supremo de su país le ha condenado por corrupción, junto con otros dos ex ministros, después de tres meses y medio de lo que se ha venido en llamar el proceso del siglo. Claes, un socialista flamenco que estuvo durante un año al frente de la Alianza Atlántica —hasta su dimisión en octubre de 1995—, recibió siendo ministro de Economía sobornos de las firmas francesa Dassault e italiana Agusta, que se aseguraron así dos sustanciosos contratos militares en 1988 y 1989. Las empresas aeronáuticas pagaron en total alrededor de cinco millones de dólares, que fueron a parar a las arcas socialistas, pero también a algunos bolsillos privados.

La sentencia viene a recordar a los belgas, que acuden a las urnas en junio próximo, el peso del amiguismo y de la corrupción en la vida política de este pequeño país de 10 millones de habitantes, institucionalmente el más débil de Europa occidental. Tras casi treinta años de reformas constitucionales, Bélgica ha pasado de ser un Estado unitario a otro federal con tres regiones. Flamencos, al norte, y valones, al sur, progresivamente distanciados, reclaman regularmente más poderes a un Gobierno que asegura ya poco más que la justicia, la defensa y la seguridad social. La condena de Claes se produce meses después de que el país se viera conmocionado por la rocambolesca fuga de Marc Dutroux, el enemigo público número uno, que puso de manifiesto escandalosas anomalías en los aparatos judicial y de seguridad y suscitó un clamor generalizado en favor del saneamiento político.

El largo juicio ha tocado la médula de los socialistas belgas, los principales implicados, que, junto con los cristianodemócratas, han sido durante décadas el granero de todos los Gobiernos. Estos dos partidos tradicionales se están esforzando por convencer a los ciudadanos de que han barrido bien debajo de sus alfombras en los casi diez años transcurridos desde el caso Agusta-Dassault. Pero en un país tan necesitado de cambios como sobrado de escándalos, es más que probable, tras la sentencia de ayer, que los electores castiguen dentro de seis meses a las formaciones que vienen controlando la vida política desde hace 50 años. Podría, ser entonces la hora de los muy conservadores liberales. Pero también la que aguardan los nacionalistas flamencos de extrema derecha.