17 julio 1978

Un nuevo Golpe de Estado en Bolivia convierte en dictador al General Juan Pereda Asbún impidiendo un proceso electoral organizado por su antecesor, el también dictador Hugo Bánzer

Hechos

En julio de 1978 se produjo un Golpe de Estado en Bolivia.

16 Julio 1978

Urnas rotas en Bolivia

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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EN ESTE verano de elecciones generales en Hispa noamérica, las celebradas en Colombia y Perú han sido criticadas por el elevado abstencionismo, la negativa del voto a la población analfabeta o a las dificultades que encontrarán débiles Gobiernos democráticos. salidos de las urnas por pequeñas diferencias de votos. ante los problemas generalizados del paro y de la inflación. En las elecciones bolivianas las críticas han llegdo mucho más lejos. Todos estos países citados con las urnas registraron, además. violencias de diversa magnitud que pusieron en peligro la posibilidad de la consulta electoral. Per o por imperfectos y. poco representativos que fuesen los resultados en Colombia y Perú no pueden dejar de considerarsecomo un progreso que supone el afianzamiento en la Práctica democrática. en el caso colombiano. o el abandono de la dictadura por parte de Perú. Al contrario de lo que ocurriera el pasado domingo en Bolivia -otra gran elección junto con la de Ecuador. que tiene lugar hoy mismo-. en Colombia y Perú la poca expresividad de la respuesta electoral no llego a falsearla; Bolivia, sin embargo. se halla en un momento delicado de evidencias de fraude que ponen en tela de juicio el triunfo del general Pereda. Juan Pereda Asbun. delfín del presidente-general Banzer. no sorprendió a nadie cuando se atribuyó el triunfo. Tampoco pueden haber sorprendido oran cosa las denuncias lanzadas antes. en y después de la consulta electoral y, que son moneda corriente -porque moneda corriente es el fraude mismo- en el país desde siempre. Pese a que el presidente Banzer asegurara meses atrás que las elecciones serían completamente libres y limpias. ya por entonces empezaban a lloverle los cargos de favoritismo en relación con Pereda, que sería su persona interpuesta para seguir ejerciendo influencia en el Gobierno. No sólo se hablo) de favoritismo. sino también de presiones sobre los campesinos y de alteraciones graves en el censo electoral. El general Pereda afirmó que la victoria resultaría tan holgada que sería superfluo cualquier manipulación. No ha sido así. El candidato presidencial parece estar sometido a la fatalidad de un fraude tan total y descarado que por su evidencia fuese insoportable para las formaciones de la oposición y para los observadores internacionales.

Difícil salida tiene el laberinto de las mutuas acusaciones que se acompañan por una radicalización creciente de la protesta. La celebración de elecciones en Bolivia tuvo que vencer las. resistencias de¡ general Banzer y fueron impulsadas tanto por la actitud de los demás jefes militares como por las presiones del Banco Mundial, es decir, de los Estados Unidos, que tiene proyectado un plan de inversiones que no se llevaría a cabo sino mediando unos comicios democráticos. Aguados éstos por la actitud abusiva de Banzer y Pereda -quien por cualquier medio trata de evitar la necesaria designación por el Parlamento caso de obtener un pequeño porcentaje de ventaja en la victoria-, Bolivia se encuentra de nuevo al comienzo de un camino en el que la oposición puede encontrar de alaún modo la unidad que le faltó para competir por los votos. Después de siete años de dictadura, que también lo fueron de salarlos congelados y de aumentos de precios, la alarmante inflación conduce a una situación social extremadamente delicada que sólo podría ser abordada con visos de viabilidad por un Gobierno legítimo normalmente salido de las urnas.

25 Julio 1978

... y se renueva en Bolivia

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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EN BOLIVIA la dictadura trata de perpetuarse por encima de todos los obstáculos y aunque tenga que soportar la vergüenza internacional. Lo sucedido en el país desde la celebración de las elecciones generales, las primeras en siete años, rebasa las cotas permisibles de decencia política y de oportunidad histórica. Nadie se hacía muchas ilusiones sobre la calidad de los comicios en una nación veterana en golpes militares y en enjuagues con las urnas. Sin embargo, la esperanza de un tránsito pacífico hacia la democracia, por muy formal que ésta fuese, alimentado por las masas trabajadoras y por buena parte de la burguesía, recomendado -cuando no forzado- por el Banco Mundial y por Estados Unidos, parece haberse dejado para un quimérico mañana por la actitud del general Juan Pereda Asbun.Este general, delfín del presidente-dictador Hugo Banzer, posiblemente no habría necesitado una excesiva manipulación en los votos para alzarse con la nominación presidencial. Tanto Banzer como él daban por segura, en meses pasados, la certeza de la victoria y los amplios márgenes que en ésta lograrían. Pero si las altas instancias judiciales han decidido la nulidad de las elecciones ello quiere decir que el fraude ha sido evidente, descarado y total. Casi podría haberse adoptado la actitud, un tanto cínica, de recomendar a los autores del «pucherazo» discreción en la invención de votos y prudencia en la manipulación de los electores. Pero Banzer y Pereda no han sido capaces de prudencia o discreción, aunque también es posible que no estuviese en sus manos el utilizarlas porque el descontento del pueblo boliviano fuese ya tan grande que la posibilidad de sustituir su voluntad se mostrase difícil, pese al control total de los resortes administrativos del país. En este orden de cosas, es posible que en Bolivia la fatalidad histórica empujase al fraude electoral.

Sea como fuere, el general Pereda parece preferir la injusticia al desorden. De este modo se completa el circulo de dictadura, fraude electoral y nueva dictadura, para acabar todo ello en una pretendida defensa del orden frente al caos y la violencia y mediante palabras en las que pocas gentes ya creen y que tienen mínima aceptación en la escena internacional.

Aún es pronto para saber si la dictadura boliviana se consolidará en la persona del general Pereda o si se pro cederá a una nueva consulta electoral, obviamente la mejor solución y posiblemente la única viable. El proceso electoral ha creado una cierta ansiedad en el pueblo boliviano. La traición a esas expectativas y la desilusión despertada no hacen prever la fácil aceptación de una nueva etapa de poder autoritario. Siete años de dicttadura del general Banzer no autorizan a creer que en el país sea igualmente fácil la continuación de un estadio político que ha demostrado ante todos su avidez de poder y su corrupción. Las razones encubiertas de la dictadura boliviana han salido bruscamente a la luz, exhibiendo el juego turbio de unos personajes que sólo a sí mismos sirven.