30 abril 2015

David Jiménez dice que viene a España 'para regenerar el periodismo'

Unidad Editorial destituye a Casimiro García-Abadillo Prieto como director del diario EL MUNDO y lo reemplaza por David Jiménez García

Hechos

El 30.04.2015 desde medios digitales se informó de la decisión del Consejo de Administración de Unidad Editorial de relevar a D. Casimiro García Abadillo

Lecturas

El Consejo de Administración de Unidad Editorial presidido por D. Antonio Fernández-Galiano Campos decide el 30 de abril la sustitución de D. Casimiro García-Abadillo Prieto como Director de El Mundo al finalizar el contrato por un año en la Dirección que se había suscrito en el momento de su nombramiento como director en 2014.

La posibilidad de renovar a García-Abadillo como Director se había dificultado por el hecho de que no dejaba de ser el candidato propuesto por D. Pedro José Ramírez Codina, que había acabado enfrentado hostilmente con la empresa, sus propietarios y hasta con su sucesor con el que mantuvo una agria polémica.

A petición del accionista (RCS Mediagroup) de designar a un Director desvinculado con la etapa anterior el Consejo de Administración designa a D. David Jiménez García. García-Abadillo Prieto ha permanecido 14 meses en el cargo. Su cambio se produce de manera simultánea al de D. Ferruccio de Bortoli por D. Luciano Fontana en Corriere della Sera, justificando la decisión del relevo de los dos periódicos propiedad de RCS Mediagroup, en un ‘cambio generacional’. D. David Jiménez, con una larga trayectoria como corresponsal, pero sin experiencia en una redacción, llega con el deseo de instalar un ‘cambio’ en el periodismo español.

La nueva composición de la redacción se presentará el 30 de junio con tres Directores Adjuntos, D. Agustín Pery Riera, D. Iñaki Gil y D. Pedro García Cuartango. Con Dña. Virginia Pérez Alonso como Adjunta a la dirección y con D. Javier Gómez como Subdirector. D. Casimiro García-Abadillo Prieto negociará continuar como columnista de El Mundo hasta la extinción de su contrato como colaborador del periódico, el 31 de mayo de 2016.

Antes de la marcha del Sr. García-Abadillo se producirá el despido fulminante de D. David Jiménez como Director por un resultado adverso al que el Consejo esperaba. 

EL RESPONSABLE DE LA DECISIÓN

titular_galiano Como presidente del Consejo de Administración de Unidad Editorial, D. Antonio Fernández Galiano fue el principal responsable de la destitución del Sr. García-Abadillo tras apenas un año en el cargo. Destitución que argumenta en un ‘relevo generacional’ ordenado por los accionistas mayoritarios del medio, la compañía italiana RCS MediaGroup.

DAVID JIMÉNE DICE QUE VIENE A ‘REGENERAR EL PERIODISMO’ Y SE DESVINCULA DE LA ÚLTIMA PORTADA DE GARCÍA-ABADILLO

Ante las críticas una portada de EL MUNDO contra Podemos, D. David Jiménez, sorprendió apresurándose a publicar en Facebook que él no tenía nada que ver con aquella portada, en una actitud poco habitual en la que un ex director, que ya formaba parte de la plantilla, se desvinculaba de una portada de su antecesor. Además el Sr. Jiménez aseguraba que el periodismo español ‘necesitaba una regeneración’ y que «él iba a intentarlo».

SUPRIMIDO EL CARGO DE VICEDIRECTOR

 Junto a la salida de D. Casimiro García-Abadillo como Director, se une la decisión de suprimir el cargo de ‘Vicedirectores’ que hasta ese momento ocupaban as de D. Rafael Moyano y D. Iñaki Gil. como Vicedirectores. En su lugar habrá tres Directores Adjuntos: D. Agustín Pery (Información), D. Iñaki Gil (Suplementos) y D. Pedro G. Cuartango (Opinión).

NUEVOS SUBDIRECTORES ‘PROGRES’

javiergomezmund D. Javier Gómez, conocido por su papel de presentador en la cadena progresista LA SEXTA, será el nuevo Subdirector de EL MUNDO en lo que parece ser un ‘giro a la izquierda’ y también estará al frente de un nuevo suplemento dominical de carácter progresista que Unidad Editorial va a sacar con el nombre de PAPEL.

 Dña. Virginia Pérez Alonso, hasta ahora Vicedirectora del gratuito progresista 20 MINUTOS de D. Arsenio Escolar será la otra subdirectora quedando al frente de la edición digital, elmundo.es.

 

03 Mayo 2015

EL MUNDO me dio la vida, pero hay vida después de la muerte

Casimiro García Abadillo

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Los que esperaban que el periódico iba a ser más dócil con el poder tras la salida de Pedro J. Ramírez se equivocaron.

Dirigir EL MUNDO es una de las mejores cosas que me han sucedido. En este periódico, compuesto por un magnífico grupo de profesionales, se respira libertad. Sería difícil relatar la historia reciente de España sin mencionar a este irredento periódico, iconoclasta y empeñado siempre en contar la verdad a sus lectores. Quince meses maravillosos quedan atrás, pero el barco, con un nuevo capitán sigue adelante ¿Las razones del relevo? Aparentemente, al menos, he sido víctima de la digitalización. Haré todo lo posible para que David Jiménez tenga éxito y para que el gran buque del que toma el timón no zozobre ni se deje engatusar por cantos de sirena

Han sido 15 meses trepidantes, como lo ha sido la vida política española. Hemos vivido la abdicación de un Rey, la caída de Rubalcaba, la ascensión de Podemos, la irrupción casi como una esperanza de Ciudadanos, un referéndum farsa en Cataluña y, sobre todo, la sensación de que un modelo, el que parió la Transición, bendita Transición, se agota. No sólo es el fin del bipartidismo, es algo mucho más profundo: el ¡basta ya! a una manera de hacer política que concebía el poder como la ocupación de las instituciones, que no dejaba margen a la disidencia y que orillaba a los ciudadanos entre elección y elección.

Hay una demanda generalizada, intensa, que se palpa en la calle, de más democracia, mayor participación en los asuntos públicos, más honestidad en los representantes de los ciudadanos que, como siempre ha sucedido, viene desde abajo y abanderan los jóvenes. Una generación que ha vuelto a la política de la mano de la necesidad, de la falta de futuro y de las redes sociales, de internet.

Cuando me hice cargo de la dirección de EL MUNDO, a finales de enero de 2014, me marqué una hoja de ruta (y decidí llamar así a mi artículo dominical) como un compromiso conmigo mismo, con la redacción y, sobre todo, con los lectores.

Es bueno marcarse un camino, para no perderse y saber, pasado un tiempo, qué tramo se ha recorrido y cuánto nos queda para llegar a la meta.

El pasado jueves, cuando comuniqué a la redacción del periódico que iba a dejar de ser director, hice un repaso del decálogo que me propuse como objetivo en mi primera Hoja de Ruta. Pues bien, puedo decir, con satisfacción, que he mantenido el rumbo a pesar de las dificultades. Del cumplimiento del primero de estos 10 mandamientos es de lo que me siento más orgulloso: «Situar la información siempre por encima de los intereses de grupos políticos y económicos».

Los que esperaban que el periódico iba a ser más dócil con el poder tras la salida de Pedro J. Ramírez se equivocaron. Y ésa, creo yo, es la principal función de un director de periódico: saber mantener la independencia incluso ante las más fuertes presiones.

Más allá del debate sobre el soporte de papel o el digital (ya dije en aquella primera Hoja de Ruta que el papel será en un próximo futuro «minoritario y destinado a públicos específicos»), lo esencial, aquí y ahora, es la relevancia de los PERIÓDICOS para un sistema democrático y, más aún, en un momento de cambio de ciclo como el que estamos viviendo, en el que las tentaciones de recortar la libertad de información están a la orden del día, como prueba el debate que pretendió abrir el ministro de Justicia, Rafael Catalá, al proponer multar a los medios que publiquen filtraciones de sumarios declarados secretos, lo que implicaría, en un país como el nuestro, en el que una buena parte de los políticos están sometidos a procesos por corrupción, privar a los ciudadanos de su derecho a la información (establecido en el artículo 20 de la Constitución) justamente en asuntos esenciales que afectan a la limpieza de la vida pública.

Los grandes medios atravesamos por una situación difícil. Las fuertes caídas de publicidad y difusión han dejado tiritando la libertad de prensa. No es causal que haya sido el periódico que más decididamente ha luchado contra la corrupción el que ha sufrido dos destituciones de sus directores en menos de año y medio.

Dirigir un periódico es tan difícil como estimulante. Requiere tener muy buenas fuentes de información, mantener una posición editorial clara sobre los grandes debates del país y manejar los hilos de un equipo humano muy profesional y de gran personalidad.

He tenido el enorme privilegio de trabajar con algunos de los mejores periodistas de España. He tendido un grupo directivo a mi lado que lo ha dado todo por EL MUNDO. Por ello, a pesar de que éste no sea el momento más feliz de mi vida, me siento reconfortado. Sí y mil veces sí, he de decirles a todos que ha valido la pena.

Cuando les hablaba el jueves a los miembros de la redacción veía sus caras expectantes: «¿Qué más nos puede pasar?», parecían estar diciendo. Victoria, Lucía, Mari Ángeles, Marisa, Carmen, Amelia, Rafa, Juan, Agustín, Iñaki, Fernando, Vicente, Joaquín, Pablo, Manolo, Carlos, Esteban… No quiero olvidarme de nadie, porque estaban todos.

A los lectores y a los redactores de EL MUNDO quiero decirles que nos queda mucho camino por recorrer. Quiero y os pido que confiéis en David, el nuevo capitán de esta nave maravillosa que ha surcado por los mares más bravíos y siempre ha salido airosa.

El viernes en mi despacho le dije a David que bastaba con contagiarse del ambiente de la redacción para compensar los sinsabores que seguramente le aguardan. Pero teniendo una tripulación así no hay que temer las galernas.

Tenemos por delante unos meses que van a cambiar España. Las elecciones municipales y autonómicas, los comicios catalanes y las generales del mes de noviembre van a configurar un nuevo mapa político que requerirá de pactos y que nos abocará seguramente a una reforma constitucional. En 2015 comienza, se quiera o no, la segunda transición y vivirla como periodista es algo que yo, desde luego, no me voy a perder por nada del mundo.

He recibido en estos días cientos de mensajes y cartas de mucha gente importante, de muchos periodistas y también, claro, de muchos amigos. Os doy a todos las gracias por vuestras muestras de solidaridad y apoyo.

Me gustaría haber sido tan buen director como algunos decís, pero sí os aseguro que he hecho todo lo posible por preservar la esencia de este maravilloso periódico, su espíritu indómito.

Algunos elucubran con las causas de fondo de mi destitución. Maniobras políticas, etcétera. Los hechos son como son. Y, según se me ha explicado, lo que se buscaba era un «perfil digital», así que puedo decir que la épica de mi muerte está en haber pretendido la subsistencia del papel.

Como me decía uno de los sms, «hay vida después de la muerte». Morir sería dejar de escribir y eso no pasará mientras me quede un soplo de vida. Hasta pronto.

Casimiro García Abadillo

20 Mayo 2015

Alfonso Rojo sacude a la trolera Trujillo, por hacer de altavoz de la manipulación de Escolar sobre David Jiménez

Periodista Digital

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"¿Dónde coño has leído en el twitter de David Jiménez? Habrás leído a Perico el de los palotes..."

En la tertulia de ‘El Cascabel’ de 13TV del 19 de mayo de 2015, presentada por el periodista Antonio Jiménez, se analizaba las  relaciones entre la banda terrorista ETA y Podemos, a partir de la portada del diario ‘El Mundo’ del martes 19 de mayo de 2015 : ‘Los presos de ETA quieren a Podemos en el Gobierno’.

El plantel de tertulianos estaba compuesto por Alfonso Rojo, María Antonia Trujillo, José Manuel Yáñez, Carlos Cuesta, Graciano Palomo y Bieito Rubido. Como invitado especial, el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.

La que fuera ministra de Vivienda en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, María Antonia Trujillo, aseguraba que en las redes sociales el flamante director de El Mundo, David Jiménez, se había desmarcado de la información publicada por el periodista especializado en Interior, Fernando Lázaro:

El nuevo director de El Mundo, hoy tras cincuenta mil tuits, ha tenido que decir que en esa portada no ha participado él, ni cree en ella ni lo hubiera hecho igual. No se ha incorporado a su puesto.

El director de Periodista Digital, Alfonso Rojo, comprobó que en el twitter de David Jiménez no había ninguna declaración sobre este tema:

Alfonso Rojo: ¿Dónde lo has leído?

María Antonia Trujillo: 
En Twitter

Alfonso Rojo:
 ¿En el Twitter de él? No lo puede haber leído porque no está. ¿Dónde lo has leído María Antonia?

María Antonia 
Trujillo: Él lo ha dicho en su propio tuit que no se ha incorporado todavía.

Alfonso Rojo: Él tiene hoy una sola entrada que dice: «hoy graduación y adiós a un gran año en Harvard». Lo ha puesto a las once de la mañana y la última que tiene puesta es del 17 de mayo en la que dice: «la última carta de Hitler».

¿Dónde coño has leído en el twitter de David Jiménez? No se puede uno inventar las cosas…Que tú has sido ministra de España…No hay director…¡Aunque lo pensase no lo diría y no lo ha escrito! No se puede uno inventar las cosas así. Habrás leído a Perico el de los palotes. No se puede hacer eso, me parece una indignidad.

María Antonia Trujillo: No te puede parecer eso porque voy  demostrar que lo he leído.

Alfonso Rojo: Tú lo has leído en el tebeo.

María Antonia Trujillo: No, en un periódico de información que se llama diario Público donde hoy ha sido ‘tremending topic’ (sic) y aparecen todos los tuits relacionados con esto.

Alfonso Rojo: No sabes ni lo que has visto.

Con la falta de rigor a la que ya nos acostumbrados, Trujillo se lanza de cabeza a manipular cometiendo errores de bulto como decir que «David Jiménez lo ha puesto en Twitter» y que «ha sido Tremending Topic».

No puede mentirse con tanto desparpajo en una sola frase: ni ha habido tuit de David Jiménez sobre ese tema ni es admisible que una exministra de España llegue a confundir la sección del diario Público llamada Tremending Topic –que recopila los mejores tuits del día– con ‘Trending Topic’.

Pero la imaginación novelesca de la tertuliana Trujillo es inagotable. «Lo he visto en la cuenta de David Jiménez».

Una simple mirada a la cuenta del director de El Mundo que le hubiera llevado apenas unos segundos le hubiera permitido comprobar que el último tuit de éste era del 8 de mayo de 2015, más de una semana anterior a la publicación de la portada con la información de Fernando Lázaro que tanto le indignó.

 

Y solo encontramos un tuit en referencia a su nombramiento:

El mismo David Jiménez ha respondido vía correo electrónico a PD sobre este tema:

«Casi es mejor no decir nada, pero mi nota en Facebook no tiene nada que ver con la información de Fernando Lázaro sobre ETA y Podemos, ni pone en cuestión esa exclusiva de ‘El Mundo’, sino contra los que no se enteran de que no he empezado todavía como director y llevan días dando el coñazo»

31 Mayo 2015

Periodismo, nada más

David Jiménez

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El día que llegué a EL MUNDO tras ser nombrado su nuevo director tuve problemas para que me dejaran entrar. Había olvidado mi DNI y los guardias de seguridad no me ponían cara, tras años trabajando lejos de la redacción, desde Kabul, Pekín o Ulan Bator. Pensé en pavonearme cual político –»no sabe usted con quién está hablando»– y jurar que efectivamente era el nuevo director, pero habrían llamado a los servicios sociales. Al contarle la anécdota a mis compañeros, una vez superados los obstáculos de acceso, les dije lo bueno que sería que en adelante los guardias de seguridad me pararan cada día en la entrada para preguntarme quién soy. Y sobre todo, a qué vengo.

La respuesta que voy dando por ahí es que regreso a la redacción donde empezó todo para mí con la idea de hacer periodismo, nada más. Pero me está costando encontrar alguien que me crea. «Hay demasiados intereses y no te van a dejar», me dicen.

Tan pobres expectativas serían de agradecer –es mejor ir al último estreno sin albergar demasiadas– si no reflejaran el profundo desencanto que una parte de la sociedad siente hacia la prensa. Que los periodistas seamos los últimos en reconocerlo puede explicarse por las contradicciones de nuestro oficio: nos pasamos el día criticando lo que hacen los demás, sean políticos o cocineros, pero nos cuesta enormemente hacerlo con nuestro propio trabajo. Señalamos con el dedo a los culpables de la decadencia que ha vivido este país, sin preguntarnos si tenemos alguna responsabilidad en lo ocurrido. Pedimos a partidos e instituciones regeneración, sin plantearnos si deberíamos aplicarnos la medicina que tanto recetamos a los demás.

Las causas de nuestra pérdida de credibilidad pueden encontrarse en las hemerotecas. O, mejor dicho: en lo que no se puede encontrar en ellas. Durante tres décadas, los medios de comunicación ofrecimos inmunidad informativa a la Monarquía, perjudicando en el camino a la institución que queríamos defender al enviar a sus miembros de moral más endeble la señal de que siempre miraríamos a otro lado. En otras ocasiones, pusimos nuestros intereses por encima de los de nuestros lectores, quizás nunca con tanto descaro como en los años de las conocidas como guerras mediáticas. Era cuestión de tiempo que nos durmiéramos en la garita de ese sistema que habíamos prometido vigilar y que lo hiciéramos en el peor de los momentos, en vísperas de la mayor crisis económica de la Democracia. ¿Cuánto dinero habrían ahorrado los contribuyentes si hubiéramos investigado a las cajas de ahorro y sometido a sus directivos a las preguntas pertinentes, antes de que fuera demasiado tarde?

Mientras los herederos de la Transición convertían el país en una inmensa agencia de colocación para sus afines, las instituciones se gangrenaban y los partidos políticos que debían defender el Estado de Derecho se aprovechaban de él, en ese viaje hacia la irresponsabilidad colectiva, cuya factura terminó siendo pagada por los de siempre, los que trabajamos en prensa pudimos hacerlo mejor. Admitirlo no emborrona lo mucho que se hizo bien ni resta méritos a periódicos que, como EL MUNDO, han mostrado desde su nacimiento un gran coraje periodístico y determinación en la defensa de la democracia y la libertad, con mis predecesores, Pedro J. Ramírez y Casimiro García-Abadillo, al frente.

Pero, de la misma forma que una parte cada vez más importante de la sociedad reclama una nueva forma de hacer política o negocios, el momento es propicio para que también el periodismo español renueve su compromiso, en mi caso con los lectores de EL MUNDO.

Cuando hagamos una pregunta incómoda a un político, la haremos en su nombre; cuando denunciemos la corrupción o los abusos del poder, lo haremos en su nombre; cuando pidamos medidas de regeneración –no nos cansaremos de hacerlo–, lo haremos en su nombre; y cuando nos equivoquemos, será porque, también en su nombre, busquemos la verdad. Sin militancias ni sectarismos. Defendiendo principios y no partidos. Sin intenciones políticas propias ni de terceros. Con independencia y sin resentimiento, no sólo porque España ya acumula suficiente de esto último, sino porque Kapuscinski tenía razón cuando decía que nuestra labor no consiste en pisar las cucarachas –no somos jueces ni policías–, sino «en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse».

David Jiménez