4 febrero 1992

Visita oficial a España de Li Peng el primer ministro de la China comunista que ejecutó la matanza de Tiananmen siguiendo órdenes de Deng Xiaoping

Hechos

Fue noticia el 4 de febrero de 1992.

04 Febrero 1992

Ni olvido ni perdón

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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EL JEFE del Gobierno chino, Li Peng, llega hoy a España, tras visitar Italia, Suiza, Estados Unidos y Portugal. Esta gira forma parte de la política de normalización de las relaciones que los Gobiernos occidentales -incluida España- han aplicado en el último año, tras las tímidas medidas que habían tomado en 1989 para expresar su condena de la matanza de Tiananmen. Política basada en el interés y en la idea de que el intercambio económico presionará en favor de la democracia.De ninguna manera la visita de Li Peng puede convertirse en un borrón y cuenta nueva que olvide los atentados a los derechos humanos en aquel país, y mucho menos en un momento en que se debate sobre el derecho de injerencia en estos casos. En todas las capitales que ha visitado, el primer ministro chino se ha encontrado con manifestaciones de pueblos y Gobiernos que ni olvidan ni perdonan la matanza de Tiananmen. De ningún modo el Gobierno de Felipe González debe ser más tímido en esta cuestión.

¿Sería más eficaz para defender a los demócratas chinos una política de aislamiento de Pekín? No es muy probable: Li Peng ha separado radicalmente reforma económica, que él necesita, impulsa e incluso le desborda, y la reforma política que él ha anulado y reprimido. Pero ¿seguirán así las cosas durante mucho tiempo? Si China depende cada vez mas para vivir de su creciente comercio exterior, la extensión de los intercambios e inversiones exteriores tiene repercusiones que desbordan lo económico. Aprovechar esta situación sin hacer dejación de los principios puede ser útil tanto para los intereses españoles como para la causa de la democracia en el mundo: puede ser útil. Depende de cómo se haga. Como mínimo hay que hablar claro y alto. Hay que hacerlo durante la visita, de forma que ésta no pueda asimilarse a un apoyo a la dictadura, e instrumentar los mecanismos para presionar luego permanentemente.