10 diciembre 1998
El 'Califa' continuará siendo Coordinador General de Izquierda Unida
15º Congreso del PCE – Julio Anguita González abandona el cargo de Secretario General del partido, le reemplaza Francisco Frutos
Hechos
El XV Congreso del PCE celebrado en 1998 eligió a D. Francisco Frutos nuevo Secretario General del partido.
Lecturas
El 5 de diciembre de 1998 se celebra el XV Congreso del Partido Comunista de España (PCE). El anterior congreso, el XIV congreso del PCE, celebrado en 1995.
En él D. Julio Anguita González opta por abandonar la secretaría general del partido al hasta ahora ‘número 2’ del partido D. Francisco Frutos Gras.
D. Julio Anguita González sigue siendo líder coordinador general de Izquierda Unida.
El siguiente congreso del PCE se celebrará en marzo 2002.
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SIGUE SIENDO LÍDER DE IZQUIERDA UNIDA.
D. Julio Anguita, aunque haya dejado el mando del PCE, sigue siendo el líder de Izquierda Unida como su coordinador general y como su candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales del año 2000. Pero no llegará a ser candidato en estos comicios, dado que a finales de 1999 sufrirá un nuevo ataque al corazón que le forzará a renunciar a este puesto.
06 Diciembre 1998
El Partido
Sentado en una de las pacientísimas butacas del Aeropuerto de Barajas, busco información en los periódicos sobre el Partido Comunista de España. Tarea complicada, porque no hay muchas noticias y porque una verdadera multitud de pedigüeños reclama mi solidaridad y me suplica dinero para los enfermos de riñón, para la lucha contra el sida, para las víctimas de los crueles huracanes tercermundistas. En una aldea global marcada únicamente por los intereses económicos, cuando no existe otra internacional que la del dinero, la política cede su lugar a las caridades y nos obliga a jugar el papel de los nuevos beatos, fieles que no van a la iglesia, pero que dan su limosna ante la pantalla de un televisor o en el Aeropuerto de Barajas, que suele conceder la eternidad antes de subirnos al cielo.¿Qué puede hacer un partido comunista en una época donde las limosnas privadas sustituyen a los compromisos y los sueños públicos? Me lo pregunto con melancolía, por la política y por el Partido, por la izquierda española en general y por el envenenado carácter de mis sueños, que no se consuelan con la caridad. A mis sueños le gustan más las leyes, las decisiones públicas, precisamente desde que me acerqué al Partido Comunista de España en la última oleada de oposición a la dictadura.
En mi butaca del Aeropuerto de Barajas, me da tiempo a leer, casi 500 páginas, una interesantísima biografía política de Pasqual Maragall, titulada La Gota malaya, que acaban de publicar Luis Mauri y Lluís Uría. Cuentan muy oportunamente algunas anécdotas, como la larga conversación que Rubert de Ventós y Maragall mantuvieron con José Luis Aranguren para acercarlo al FLP. El profesor de ética, después de escucharlos con atención, respondió en estos términos: «Sois muy simpáticos y animosos, tenéis ideales y voluntad, pero los comunistas son los únicos que están haciendo una oposición seria al franquismo…». Cada cual cuenta la historia según la vivió; en otros países y en otras épocas, la historia del comunismo se salda en matanzas, burocracia, horror político, fortuna de bribones, pero en los últimos años del franquismo el Partido Comunista de España era un referente imprescindible de libertad, el lugar más amplio para los rojos, los antiguos y los nuevos rojos. ¿Qué ha pasado después? ¿A qué se debe su acelerada decadencia política? Se suele hablar del dogmatismo de sus líderes y de la falta de democracia interna. No me parece un argumento serio, porque los dos partidos que hoy gobiernan el país son incluso más dogmáticos y sufren el rigor fratricida de sus organizaciones. Las luchas más sangrientas no se dan en las batallas electorales entre distintas opciones, sino en la configuración de cada una de las listas. La enfermedad burocrática de los partidos, que denunció Althusser hace ya tantos años, afecta por igual al PSOE y al PP. ¿O no? ¿Y el poder de los líderes carismáticos?
Es mejor que atendamos a otras razones. El comunismo ha sido el último sueño en la carrera política del proyecto moderno, entendido como ilusión de construir la felicidad pública. Las contradicciones sangrientas entre la libertad, la igualdad y la fraternidad son el testimonio de una derrota que desborda los límites del Partido Comunista. Es difícil creer en una sociedad justa que no se funde en la libertad, pero también es absurdo defender una libertad que no se base en la igualdad de oportunidades. En la Europa de los millonarios, la libertad se identifica cada vez más con el privilegio egoísta de los poderosos. El comunismo es un invento occidental que tiene un futuro imposible en un mundo que se ha olvidado de los pobres como problema político. ¿Sabe alguien cuántos españoles viven en el umbral de la miseria? Si somos incapaces de asumir como reto público la defensa de los miserables españoles, ¿cómo vamos a preocuparnos por los millones de hambrientos que nos miran sin voz más allá de las alambradas del bienestar? Los africanos no votan en la geografía política que decide sus vidas. La debilidad del comunismo es inseparable de la inexistencia ideológica de los muertos de hambre. ¿Existen los pobres en nuestras vidas políticas? Son ya un asunto de caridad, y el que se preocupa por ellos públicamente es considerado un loco, un profeta. Es verdad que hay mucho loco suelto, pero también hay mucha gente interesada en definir como locura el deseo justo y razonable de volar.
Luís García Montero
06 Diciembre 1998
Herencia Delicada
“Ha sido un honor ser vuestro secretario general”. Fueron las últimas palabras de Julio Anguita como líder del PCE, la concesión que se permitió tras una trayectoria caracterizada por la rigidez de la caña que por la flexibilidad del junco. A partir de ese momento, el califa rojo dejó su sillón al camarada-delfín Francisco Frutos, que se apresta a coger el timón de un barco con preocupantes muestras de óxido. Anguita, como él aclarar, nunca ha renunciado al comunismo, aún en su época de mayor declinación, bajo las piedras del muro de Berlín. Es, sin duda, uno de los políticos que es capaz de lo mejor – la coherencia – y lo peor – el aislamiento de la realidad – . Ejerció de látigo desde la izquierda contra los excesos de los gobiernos socialistas, incluso consintió en respaldar iniciativas del PP porque entendía que eran beneficiosas para España. Pero luego, el mismo Anguita veía como su coalición se ponía en manos de los proetarras para servir e bastón a un proyecto disgregador como el de Estella. Para Anguita, pues, no hay grises, todo son blancos o negros. Republicano respetuoso con la Monarquía, comunista respetuoso con la democracia, ha utilizado un tono tan didáctico que parecía pensado para próximos siglos, más que para la contingencia política de estos años. Se va con honor y honra, peor torpedeado por submarinos y su nave desorientada. Una pepeleta para sus herederos.
07 Diciembre 1998
La nueva tarea para Anguita: más IU y menos PCE
La imagen de un Julio Anguita emocionado, conteniendo las lágrimas y saludando a los militantes desde la tribuna será probablemente el único recuerdo duradero del XV Congreso del PCE, que concluirá hoy.
Anguita presentó su renuncia el pasado sábado ante cientos de delegados del partido al cargo de secretario general, que ha venido desempeñando desde 1988. Ha sido un etapa de casi once años en los que el PCE ha ido eclipsándose progresivamente en la vida política española mientras crecía y se hacía mayor de edad IU.
Anguita seguirá como líder político de la coalición, pero ya no ocupará ninguna responsabilidad en el histórico PCE, que ayer incluyó en su programa político la República como forma de Estado, la reforma de la Constitución y la adopción de un modelo federal simétrico para todas las comunidades.
El PCE sigue siendo el núcleo duro de IU, por lo que no deja de tener su importancia la adopción de estas tesis de orientación radical. Pero nadie se engaña ya: el PCE es un socio leal y disciplinado en el seno de la coalición, cuyos horizontes son mucho más amplios que los de la formación de la hoz y el martillo. El propio Francisco Frutos, nuevo secretario general, declaraba que el PCE servirá de cantera para IU, centrando su estrategia en la captación de las nuevas generaciones que no conocieron a Franco.
¿Tiene sentido hoy la existencia de una organización que reivindica la herencia ideológica e histórica del comunismo? En términos puramente políticos y electorales, parece que no. Pero se comprende que, por razones sentimentales, los militantes del viejo comunismo se aferren a mantener unas siglas que simbolizan el sacrifio y el heroísmo de miles de personas que entregaron la vida por la causa.
Es evidente, sin embargo, que la línea programática de este Congreso no puede ni debe determinar la estrategia política de IU, que tiene más de un millón de votantes que ni son comunistas, ni lo han sido nunca.
Si algún pecado ha cometido Anguita ha sido actuar de forma demasiado condescendiente con la vieja guardia del PCE, que ha lastrado el mensaje de renovación que pretendía transmitir el líder de IU. En este sentido, Anguita ha perdido -y sigue perdiendo- la gran ocasión de rentabilizar políticamente los abusos y la corrupción del felipismo, cuyas prácticas no han sido erradicadas aún del PSOE. Es la hora de intentar capitalizar en votos la trayectoria de una izquierda honesta, que ha antepuesto generosamente sus principios al cálculo electoral.
Al coordinador de la coalición le espera ahora una ardua tarea: hacer más IU y menos PCE. Lo que significa conectar con los sectores más dinámicos de la sociedad y adoptar un discurso en consonancia con los tiempos.
08 Diciembre 1998
Se va, pero se queda
YA NO estamos en los tiempos en que, según cuenta Solzhenitsin, las ovaciones que rubricaban el discurso del secretario general del distrito duraban cerca de un cuarto de hora porque nadie se atrevía a ser el primero en dejar de aplaudir. Abrumado ante la ovación, Anguita hacía gestos pidiendo que cesaran las palmas, pero no lo consiguió antes de que transcurrieran tres largos minutos. Así correspondía el XV Congreso del Partido Comunista de España (PCE) al discurso de despedida de quien durante una década ha sido su secretario general. Anguita, que juró que nunca sería secretario general pocas horas antes de aceptar el cargo, ha cumplido. Dijo que se iría, y se ha ido. Hay que reconocerle el mérito, porque nunca faltan nobles pretextos para desdecirse. Este mismo fin de semana, Aznar ha matizado su promesa de no estar más de dos legislaturas en La Moncloa diciendo que eso no significa renunciar a volver pasado un plazo. Anguita se va, pero no muy lejos. Seguirá siendo el coordinador de Izquierda Unida, la plataforma electoral y de intervención política del PCE. Y en el partido le sucede quien ya era su lugarteniente, Francisco Frutos. Pero hay cierto valor en su retirada: porque es voluntaria, pero también porque durante estos años ha actuado en IU más como jefe del partido que como coordinador de la plataforma; y porque ya se sabe que las bicefalias pueden dar dolor de cabeza.A juzgar por los discursos del nuevo secretario, no hay que esperar grandes cambios. Por ejemplo, no se ve voluntad de cerrar las heridas abiertas en el anterior congreso en las relaciones con Comisiones Obreras. Frutos llamó a los afiliados a dar la batalla -«democráticamente»- por cambiar la línea y desbancar a la dirección actual del sindicato hermano. Una de las resoluciones aprobadas acusa a los sindicatos de haber firmado pactos destinados a «legitimar a los poderes económicos, políticos e institucionales». Aunque tal vez algunos socialistas estén de acuerdo en que los sindicatos han tratado mejor al Gobierno de la derecha que a los de la izquierda, liquidar el asunto de la negociación por el empleo con ese juicio sumarísimo es de una superficialidad y demagogia insuperables. Mejor dicho, sólo superable por insinuaciones como la deslizada por el nuevo secretario general al preguntar en su primer discurso como tal si el PP «aceptaría una victoria de la izquierda transformadora sin sacar los tanques a la calle». Lo dijo tras una referencia a Italia en los años de la guerra fría. Sin embargo, hay lecciones más recientes de la experiencia de los comunistas italianos, que hoy gobiernan en Italia tras haber renunciado, un año antes de la caída del muro, a unas siglas inevitablemente unidas a una teoría y una práctica no democráticas. El dogmatismo de Anguita ha impedido al PCE desempeñar aquí un papel comparable, como pareció posible tras la derrota electoral de un PSOE muy desmoralizado. Frutos prefiere el ejemplo francés, y ayer ofreció a los socialistas un pacto político como el que precedió a la victoria de Jospin. No quedó claro, sin embargo, cuál sería la naturaleza de ese pacto ni si supone una renuncia a la teoría de las dos orillas, incluyendo la pretensión de que sean los socialistas quienes acepten el programa correcto.
De las propuestas programáticas, la más desconcertante es la relativa a la cuestión autonómica. Tras constatar que el actual modelo ha dado lugar a un sistema «más desigual, injusto y desequilibrado», el XV Congreso propone reformar la Constitución para incluir en ella el derecho de autodeterminación; pero no sólo de las nacionalidades históricas, sino de todas las comunidades: una auténtica ultrasolución, excelente para generalizar la confusión.
El Análisis
Teóricamente D. Julio Anguita dejaba el liderazgo del PCE voluntariamente. Teóricamente seguiría siendo el Coordinador General de Izquierda Unida y teóricamente sería el candidato de IU a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 2000.
Pero la experiencia de D. Gerardo Iglesias fue que, al dejar el poder en el PCE, no tardó en perder su posición en IU. La duda por tanto era, una vez había dejado de mandar en el núcleo del PCE… ¿Podría el Sr. Anguita seguir ejerciendo el liderazgo en IU? Los hechos hablaron por sí solos.
J. F. Lamata