22 enero 1996

Euforia electoral ante el inminente triunfo del PP en las elecciones generales

12º Congreso del PP (1996) – Aznar López y Álvarez Cascos reelegidos Presidente y Secretario General por el 99% de los votos

Hechos

Entre el 19 y el 21 de enero de 1996 se celebró el XII Congeso del PP que reeligió a D. José María Aznar a Presidente y a D. Francisco Álvarez Cascos a Secretario General.

Lecturas

El 20 de enero de 1996 se celebra el XII Congreso del Partido Popular presidido por D. Rodolfo Martín Villa en un ambiente de euforia ante las buenas encuestas para el partido de cara a las elecciones de marzo.

En el congreso se escoge la siguiente Ejecutiva:

Presidente Fundador – D. Manuel Fraga Iribarne.

Presidente – D. José María Aznar López.

Secretario General D. Francisco Álvarez Cascos.

Vicesecretarios: D. Rodrigo Rato Figaredo, D. Mariano Rajoy Brey y D. Jaime Mayor Oreja.

Tesorero – D. Álvaro Lapuerta Quintero.

Gerente – D. Luis Bárcenas Gutiérrez.

Secretarios de Área – D. Jesús Sepúlveda, D- Carlos Aragonés, D. Miguel Ángel Rodríguez Bajón, D. Juan Carlos Vera, D. Guillermo Gortázar, D. José María Michavila Núñez y D. José María Robles.

Comité Electoral – D. José Manuel Romay.

Comité de Conflictos y Disciplina – D. Félix Pastor Ridruejo.

Vocales: D. Ángel Acebes Paniagua, Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma, D. José Luis Álvarez Álvarez, D. José María Álvarez del Manzano López del Hierro, D. Javier Arenas Bocanegra, Dña. Rita Barberá Nolla, Dña. Solead Becerril Bustamante, D. José Miguel Bravo de Laguna Bermúdez, D. Gabriel Cisneros Laborda, D. Xosé Cuiña Crespo, D. Enrique Fernández Miranda, D. Joan Huguet Rotger, D. Rodolfo Martín Villa, Doña. Teófila Martínez Saiz, D. Abel Matutes Juan, Dña. Mercedes de la Merced, Dña. Loyola de Palacio del Valle Lersundi, D. Luis Ramallo García, Dña. Luisa Fernanda Rudi, D. Javier Rupérez Rubio, Dña. Isabel Tocino Biscarolasaga, D. José María Trías de Bes, D. Federico Trillo Figueroa Martínez-Conde, D. Alejo Vidal-Quadras Roca, Dña. Celia Villalobos Talero.

Vocales Natos:

  • Presidentes Autonómicos – D. Juan José Lucas Giménez (Castilla y León), D. Cristobal Soler Cladera (Baleares), D. Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez (Madrid), D. Ramón Luis Valcárcel Siso (Murcia), D. Pedro Sanz (La Rioja), D. Eduardo Zaplana Hernández-Soro (Comunidad Valenciana), D. Sergio Marqués Fernández (Asturias), D. Santiago Lanzuela Marina (Aragón) y D. José Joaquín Martínez Sieso (Cantabria).
  • Comisario Europeo – D. Marcelino Oreja Aguirre.
  • Presidente de Nuevas Generaciones – D. Pedro Calvo.

Vocales por designación directa del presidente – D. Juan Carlos Aparicio Pérez, Dña. Ana Mato, D. Miguel Ángel Cortés, D. José Mguel Orti Bordás y D. Gabino Puche Rodríguez-Acosta.

ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO LEDO

 D. Alejandro Muñoz-Alonso Ledo, que en 1993 entró en la ejecutiva del PP se ha quedado fuera

22 Enero 1996

Congreso del triunfo

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Nadie puede negarle al Partido Popular su derecho al triunfalismo ejercitado a plenitud durante el congreso que concluyó ayer en Madrid. Difícilmente un partido en la oposición puede mecerse en mejores augurios que el liderado por Jose María Aznar a pocas semanas de unas elecciones. Tiene enfrente a un Gobierno que ha sufrido un inmenso desgaste por escándalos, errores políticos de gravedad y el inherente al propio ejercicio del poder durante casi trece años; y a un partido socialista que vuelve a mostrar todo su potencial de conflicto interno. Después de su larga travesía por el desierto, parece natural que la derecha española desborde de entusiasmo ahora que finalmente se ve organizada en un partido ordenado, sin los endémicos conflictos internos que la han aquejado en este país y dispuesta a asumir el poder.Los méritos de Jose María Aznar, incuestionado líder de este proceso, son innegables. Ha extirpado de forma implacable ciertos hábitos a su partido, y su talento organizador o disciplinatorio está fuera de dudas. Tal como demostró el congreso concluido ayer, estas virtudes compensan con creces a sus seguidores y militantes por la falta de proyección personal de Aznar y su facilidad para generar desconfianza en sectores amplios, pero evidentemente cada vez menores, de la sociedad española.

El congreso, con un himno de título tan significativo como Por fin, ha sido algo así como la consagración de la segunda fase de esa transformación de una derecha que, tras dos décadas de democracia, considera definitivamente redimido su pecado original de haberse identificado durante tanto tiempo en España con la dictadura. La conquista del centro político y la plena credibilidad demócratica eran sus asignaturas pendientes, y los delegados reunidos en Madrid salieron ayer del congreso con vencidos de que estos objetivos ya han sido alcanzados y de que la victoria en las urnas es ya tan sólo cuestiónde confirmar el 3 de marzo un veredicto ya emitido por la sociedad española.

El ejércicio de liquidar toda estridencia ha sido disciplinadamente cumplido por los participantes. Si al redactor de la ponencia política capital, Jaime Mayor Oreja, no le habrá costado demasiado cumplir con este requisito y exponer unos conceptos casi intercambiables con los manejados por el PSOE en varias elecciones, otros líderes populares, como Álvarez Cascos, han tenido con seguridad. más dificultades paracentrarse. Y alguno, como Federico Trillo, con su vocación inquisitorial intacta, no lo ha conseguido y se ha mantenido en, la línea de criminalizar al oponente político principal, algo que ha granjeado a su partido considerables dividendos políticos en los últimos dos años.

Aznar parece querer dejar atrás esa etapa, y en su discurso de clausura dé ayer era manifiesta su intención de elevarse por encima de luchas que -convencido del triunfo- ya considera concluidas, para centrar su mensaje en propuestas de gobierno. Despegue económico, europeísmo difuso y defensa del Estado del bienestar, reforma fiscal en profundidad, ofertas de negociación a las partes sociales con un recién estrenado -y posiblemente hiperbólico- entusiasmo por el sindicato de Comisiones Obreras, posturas de firmeza ante el terrorismo, la vaga pero atractiva promesa de modernización y una oferta jacobina de honradez de todos a la fuerza son los pilares sobre los que descansa su oferta a los españoles.

Un congreso de partido celebrado en medio de semejante euforia preelectoral y en el que era necesario subrayar ante, todo la unidad tras su, candidato a la presidencia del Gobierno no es el mejor escenario para un debate político en profundidad. Y desde luego no ha habido tal debate. Ha sido un congreso de unanimidades. Pero la campaña destapará sin duda alg unas de las contradicciones que se advierten en el programa electoral del PP y que serán explotadas por sus opositores.

Y en cualquier caso, todo el entusiasmo desplegado no evita que haya que esperar aún unas semanas para comprobar si Por fin, como dice el himno, se cumplen todos los deseos de esta nueva derecha tan segura de sí misma. Aznar rechaza toda hipótesis que no sea su victoria por mayoría suficiente. Es una apuesta política como otra cualquiera, con riesgos. Durante tres días hemos asistido a la escenificación anticipada de una victoria electoral que aún necesita la confirmación del 3 de marzo.

22 Enero 1996

Un partido de centro sin nadie a su derecha

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Aznar tomó ayer prestada una cita clásica del maoísmo -«el gran salto adelante»- para definir un proyecto político que ha dejado de ser un mero programa teórico para convertirse en alternativa de poder. La travesía del desierto, iniciada hace seis años, tocará a su fin el próximo 3 de marzo si el PP es capaz de materializar en las urnas la notable ventaja de la que ahora goza en los sondeos de opinión.

En un clima de euforia apenas contenida, Aznar clausuró el XII Congreso del PP con un discurso inequívocamente centrista, con continuas referencias a la necesidad de recuperar el consenso social entre los españoles y un rechazo expreso del «sectarismo» que han practicado los socialistas.

Especialmente significativa fue la referencia a Antonio Gutiérrez, secretario de CCOO, que escuchó, entre fuertes aplausos, el compromiso de Aznar de entablar un diálogo con los sindicatos para lograr un gran pacto de empleo. La propia presencia del líder de CCOO -como la de Aznar en el reciente congreso de la central- demuestra la voluntad de ambas organizaciones de mantener unas relaciones fluidas en el marco del respeto a sus profundas diferencias ideológicas.

No tuvo la intervención de ayer novedades relevantes, pero sí quedó patente el esfuerzo de Aznar para desmarcarse de la derecha tradicional, dejando implícito el mensaje de que el PP, si gana las elecciones, no gobernará para los poderes fácticos sino que hará una política mucho más cercana al legado de Suárez y UCD.

¿Será capaz Aznar de cumplir sus promesas? Tiene importantes bazas en su contra y también a su favor. En contra tiene la tradición derechista del partido, refundado por su actual presidente pero nacido para preservar la herencia franquista. El PP aglutina hoy en sus filas a militantes que simpatizan con la socialdemocracia y a otros que añoran una derecha autoritaria. De ahí quizás su limitada capacidad de proyección hacia el mundo intelectual y de la cultura, puesta ayer de relieve tanto por las ausencias como, sobre todo, por algunas presencias en las filas de invitados.

A diferencia de Francia, Italia o Austria, en España no existe ningún partido de extrema derecha con un mínimo de implantación. Esta ausencia ha desplazado hacia al PP a un sector marcadamente conservador, que puede volverse contra Aznar si éste persiste en un ideario centrista.

Por primera vez desde la transición, un partido se dispone a gobernar ocupando a la vez el espacio electoral del centro y la derecha. UCD tenía a AP a un lado y al PSOE y al PCE, en el otro. Los socialistas han gobernado con el PP a la derecha y con IU, a la izquierda. El PP va a ocupar un gran espectro, sólo limitado por PSOE e IU en el flanco izquierdo, reforzados probablemente por los sindicatos.

Este enorme espacio que ahora cubre el partido de Aznar es el que le puede reportar la victoria en las próximas elecciones, pero a la vez constituye el germen de una futura e hipotética fractura que el propio líder del PP puede provocar si, como es de desear, su acción de gobierno se decanta hacia el centro, desoyendo los cantos de sirena de la derecha fáctica.

Para evitar este riesgo, Aznar ha tenido la habilidad de ir rodeándose en la dirección del partido de un equipo homogéneo y cualificado, que constituiría el «núcleo duro» de un futuro Gabinete. Tras el Congreso, Rato se perfila claramente como el responsable de la política económica, Mayor Oreja parece destinado al Ministerio de Interior, Rajoy ocuparía la cartera de Administraciones Públicas, mientras que Cascos, Matutes, Trillo y Arenas estarían también llamados a puestos de relieve. Se trata de un grupo de dirigentes cohesionado y leal, con más experiencia de la que tenían los socialistas al llegar al poder.

Con o sin «el turbo» del ingeniero Alvarez Cascos, el PP sale catapultado de este XII Congreso, concebido ad maiorem gloriam de Aznar, que se ha mostrado como un político de consenso, preocupado en lanzar mensajes positivos. El «trabajo sucio» lo han hecho el propio Alvarez Cascos y Trillo, cuyas intervenciones se centraron en la corrupción y la denuncia de los abusos del felipismo. Trillo apuntó incluso a los orígenes de la fortuna personal de González, pidiéndole explicaciones sobre su chalé, las cuentas de Sarasola en Panamá y los fondos reservados cobrados por su secretaria, Pilar Navarro.

Aznar aprovechó la ocasión para hacer un llamamiento a los nacionalismos moderados, con alusiones a la corresponsabilidad fiscal y a una nueva definición del marco de competencias. Un gesto escasamente apreciado por CiU y el PNV, que siguen desconfiando del PP. Pujol habló ayer de «involución autonómica» si los populares ganan las elecciones, lo que pone de relieve que la relación con ambas formaciones nacionalistas es la gran asignatura pendiente del PP, que en este capítulo tiene mucho que aprender del talante de UCD.

Aznar se refirió también al Tratado de Maastricht, subrayando que España cumplirá con los criterios de convergencia en la fecha prevista. Un compromiso que difícilmente va a poder satisfacer el nuevo Gobierno que salga de las urnas, que tendrá apenas año y medio para proceder a un recorte brutal del gasto público si quiere reducir el déficit al 3% del PIB, como exige Maastricht.

No ha habido sobre este tema -ni sobre otros- el más mínimo debate político o ideológico en este Congreso, concebido para presentar al PP y a Aznar como una alternativa moderada frente a los excesos del felipismo. El eslogan -«gana el centro»- y la imaginería del acto han contribuido a realzar este mensaje que va ser el leit motiv de la campaña popular frente al discurso del miedo que barajan sin recato los dirigentes del PSOE.

Es, sin duda, la baza del centrismo el principal arma electoral de Aznar y el gran compromiso que asume ante todos los ciudadanos, sean o no votantes de su partido. El presidente del PP ha arrojado los dados. Merece un buen resultado.

El Análisis

¡OA, OA, OA, AZNAR A LA MONCLOA!

JF Lamata

El enero de 1996 ya era un hecho que el Partido Popular iba a ganar las elecciones de marzo. En aquel mismo mes se conocía el procesamiento del diputado del PSOE, D. José Barrionuevo, en el caso GAL, uno de los escándalos que asediaban al todavía partido en el Gobierno. Todos asumían que D. José María Aznar sería el nuevo presidente, por lo que el XII Congreso del PP era un congreso triunfalista. Quizá demasiado triunfalista, porque el resultado electoral sería bastante más ajustado de lo esperado, hasta el punto que el director del diario EL MUNDO, D. Pedro J. Ramírez, asesor del Sr. Aznar en aquella campaña, lo bautizó como la ‘Amarga Victoria’.

El Sr. Aznar seguiría contando en su ejecutiva con figuras que años más tarde darían mucho que hablar, como era el caso de D. Jesús Sepúlveda.

J. F. Lamata