10 octubre 2000

Tras la votación el consejo quedó integrado por 32 de la lista de Llamazares y 30 de la de Frutos, la ausencia de uno de los del asturiano causó que fuera elegido coordinador por tan sólo un voto de diferencia

6ª Asamblea de IU – Gaspar Llamazares nuevo Coordinador General derrotando por la mínima a Francisco Frutos

Hechos

Votación de las listas para el Consejo Político Federal de IU:

  • Lista de D. Gaspar Llamazares – 345 votos (el 42,59%)
  • Lista de D. Francisco Frutos –  319 (el 39,38%)
  • Lista de Dña. Ángeles Maestro – 146 (el 18,02%)

Lecturas

El 29 de octubre de 2000 finaliza la VI Asamblea de Izquierda Unida en la que se eligen el nuevo Consejo Político Federal de la formación en el que se sustituirá a D. Julio Anguita González, que ocupa el cargo desde 1990, y que inició su retirada política en diciembre de 1999 por su estado de salud.

Cuatro dirigentes aspiraron al cargo de coordinador general: el secretario general del PCE D. Francisco Frutos Gras y candidato a la presidencia por IU en las pasadas elecciones, el líder de IU en Asturias D. Gaspar Llamazares, la líder de Corriente Roja Dña. Ángeles Maestro y D. Luis Carlos Rejón. Los intentos de una lista de consenso sólo consiguieron que el Sr. Rejón retirara su candidatura en favor del Sr. Llamazares, que también es apoyado por el anterior coordinador D. Julio Anguita González.

El resultado de la votación para el Consejo da el siguiente resultado:

  • Lista de D. Gaspar Llamazares Trigo – 345 votos – 32 miembros
  • Lista de D. Francisco Frutos Gras – 319 votos – 30 miembros.
  • Lista de Dña. Ángeles Maestro Martín – 147 votos – 13 miembros.

Cuendo el Consejo Político Federal votó para la elección del nuevo coordinador general el resultado fue extremadamente ajustado dado uno de los miembros del consejo, Dña. Dolors Pérez, de la candidatura del Sr. Llamazares, no pudo estar presente, por lo que la votación dio el siguiente resultado:

  • Gaspar Llamazares Trigo – 31 votos.
  • Francisco Frutos Gras – 30 votos.
  • Dña. Ángeles Maestro Martín – 13 votos.

Estos resultados convierten a D. Gaspar Llamazares nuevo coordinador general de Izquierda Unida. El Sr. Frutos Gras seguirá siendo secretario general del PCE.

La siguiente Asamblea será VII Asamblea de diciembre de 2003.



ROSA AGUILAR PRESIDIÓ LA ASAMBLEA

Rosa_Aguilar_2000 Dña. Rosa Aguilar, alcaldesa de Córdoba, la única capital de provincia gobernada por Izquierda Unida, fue la encargada de presidir la Asamblea.

SALUDO A LOS DERROTADOS

Maestro_Frutos En un gesto de unidad, lo primero que hizo el Sr. Llamazares tras ser proclamado nuevo líder de Izquierda Unida, se apresuró en saludar a D. Francisco Frutos y a Dña. Ángeles Maestro.

27 Octubre 2000

Una nueva etapa

Gaspar Llamazares

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Es necesario que el equipo de dirección se renueve de una manera integradora. Sin cambios significativos no lograremos modificar la cultura de la organización.

En la frontera del siglo XXI, la izquierda se encuentra en un momento histórico especial marcado por cambios profundos. Nuestras sociedades han modificado buena parte de las categorías sociales y políticas con las que hemos explicado tradicionalmente el siglo XX. La izquierda que se reclama transformadora tiene que partir del mundo real, pues su voluntad de cambio opera sobre una sociedad y una ciudadanía que también son reales. De ahí que la izquierda esté obligada a entender ese presente que escapa a viejas explicaciones y recetas, y que cuestiona la validez de las formas de otra época.

Es importante extraer conclusiones de los severos desafíos que afrontamos. En nuestras propuestas resulta indispensable mostrar que hay alternativas para cada medida presentada como única, que los caminos que nos ofrecen los poderes hoy dominantes no son inocentes. Los vencedores de esta sociedad pretenden moralizar su propuesta de que «el ganador se lo lleva todo», queriendo que la mayoría de la sociedad -los trabajadores y trabajadoras, los jóvenes, nuestros mayores, los profesionales y autónomos- se repartan las migajas que caen del banquete en épocas de bonanza o que corran con los desperfectos cuando la coyuntura cambie su rumbo.

Aspiramos a que IU sea la expresión política de una sociedad civil crítica, densa, plural y compleja y que su ideario y programa estén anclados en una importante movilización social, cultural y política. Queremos que IU sea, junto a otros y otras, protagonista de ese espacio. Nuestro proyecto debe intentar articular lo político y social, y ofrecer un espacio de encuentro y de compromiso a las diferentes tradiciones de la densa cultura proveniente del movimiento obrero; a las expresiones políticas que, en diferentes momentos, han optado por la propuesta alternativa y transformadora; a los nuevos movimientos sociales; a las nuevas expresiones de resistencia frente a la globalización; a las izquierdas nacionalistas; en fin, al denso y complejo tejido social que hoy participa de la necesidad de un proyecto comprometido con los intereses y necesidades de los de abajo. Este es uno de los ejes de nuestra opción: recuperar el protagonismo de la acción transformadora, recuperar el compromiso político y la actividad de los ciudadanos, sumar experiencias para enriquecer un proyecto colectivo.

Es urgente un cambio en Izquierda Unida. Tenemos una responsabilidad con nosotros mismos, con el esfuerzo de los que nos han pasado el testigo de las luchas de ayer y, cómo no, con las generaciones venideras. Una fuerza política que pretende cambiar la sociedad, y que quiere abanderar la transformación social, debe demostrar que ella misma es capaz de cambiar y transformarse. Una fuerza política que reclama a la sociedad el coraje de la renovación debe tener el coraje de renovarse a sí misma. De lo contrario, seguirá persiguiéndonos uno de los principales problemas que hemos padecido y que se ha concretado con especial crudeza en las dos últimas citas electorales: la pérdida de credibilidad política.

Debemos fijar nuestro interés no sólo en lo que ya hay sino en lo que necesitamos que haya. Y para ello son necesarias la iniciativa política, la vinculación a lo social, una cultura política y organizativa más atrevida y participativa, y una dirección colegiada. En estas cuestiones, IU no ha sabido construir un consenso que le permita caminar con paso decidido hacia el futuro.

Construir la Izquierda Unida que necesitamos debe fundarse en una voluntad claramente alternativa y positiva. Debemos fijar nuestro interés no sólo en lo que ya hay sino en lo que necesitamos que haya. Y para ello son necesarios la iniciativa política, la vinculación a lo social, una cultura política y organizativa más atrevida y participativa, una dirección colegiada. En estas cuestiones, IU no ha sabido construir un consenso que le permita caminar con paso decidido hacia el futuro.

Reconstruir nuestra relación con lo social exigirá mayores dosis de flexibilidad, de inteligencia, de voluntad sincera de sumar lo diverso. Y para ello debemos recrear e integrar, en primer lugar, la pluralidad política y federal que hoy tenemos. Una federalidad que es respetuosa con la diversidad, que trabaja para un proyecto común, y que considera su pluralidad un desafío para ser mejores. Unidad y diversidad, libertad y proyecto conjunto son dos elementos que deben dejar de estar enfrentados.

Son muchos los nudos que deshacer en la perspectiva de construir la izquierda alternativa que necesitamos. Uno de ellos, quizá el fundamental, es el de la participación, el de acercarse a las nuevas inquietudes y preocupaciones de las gentes, a sus nuevos estilos y formas de compromiso, y convertir la participación en IU en un proyecto personal esperanzador y enriquecedor.

El principal activo de una fuerza política crítica son sus militantes, votantes y simpatizantes. Son, junto a otros, los mimbres con los que hemos de tejer la red de la transformación. Debe ser uno de los principales objetivos de IU convertir su práctica en una constante escuela de ciudadanía abierta, plural, crítica y valiente. Un proyecto donde quepan todos los modos y estilos, todos los tiempos, todas las experiencias y todas las expectativas que apuesten por la posibilidad y la realidad de un mundo más justo y solidario.

Esto significa compromisos claros para incrementar y dotar de contenidos los derechos de afiliados y afiliadas; significa también comprometerse con que las decisiones esenciales para el futuro de la organización serán tomadas con el concurso de la militancia; significa, en fin, una participación directa y real en la elección de los cargos públicos y orgánicos, así como fórmulas eficientes de colaboración en el desempeño de los mismos. Izquierda Unida debe mantener el esfuerzo de dignificación de la política que siempre han tenido sus cargos, concejales y diputados.

A la dirección de IU le corresponde otorgar el impulso inicial del futuro proyecto. Para ello, debe fortalecer el carácter alternativo de IU. Alternativo porque queremos otra sociedad; y alternativo porque se atreve a nuevas fórmulas, nuevas miradas, nuevas opciones. Y todo ello alumbrado por lo mejor de nuestras tradiciones, desde la estatura que nos hizo, a ojos de millones de personas, dignos de respeto y admiración.

Es necesario que el equipo de dirección se renueve de una manera integradora. Sin cambios significativos no lograremos modificar la cultura de la organización. Hacen falta nuevos mimbres con los que tejer la red de la izquierda. Y también hace falta la experiencia de quienes conocen la realidad política y social de nuestro país. Es decir, se debe contar con todas aquellas personas que, con la mayor dignidad y convicción, han representado la entrega y el compromiso con la transformación social. Ninguna fuerza política puede ni debe renunciar a la experiencia de sus antiguos dirigentes, aunque eso no signifique que deban seguir llevando el peso de la representación de la formación.

La dirección de IU debe incorporar la pluralidad existente y la que pueda incorporarse en el futuro, el componente federal, el equilibrio de géneros y de generaciones, las reivindicaciones cotidianas de la calle y la lucha parlamentaria. Y debe ser capaz de transmitir a la sociedad el mensaje de que el cambio que nos reclama lo entendemos. Para ello debemos también recuperar la bondad del diálogo en cada rincón de nuestra sociedad, empezando por nosotros mismos. Nada mejor para conseguir este objetivo que normalizar el debate en el interior de IU, aceptar la diversidad y la pluralidad como un fenómeno natural y enviar mensajes claros a la sociedad sobre nuestro futuro: IU será más fuerte después de la próxima Asamblea Federal.

Gaspar Llamazares

27 Octubre 2000

Es necesaria, hagámosla útil

Francisco Frutos

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Izquierda Unida debe acabar asimismo con una política errática, sin rumbo preciso, en asuntos básicos como el Estado, el federalismo, el terrorismo y la paz. El federalismo solidario exige tener una misma política para la lucha por la paz y contra el terrorismo, o en relación con la OTAN o la construcción europea.

Una organización como Izquierda Unida, que pugna contra un bi partidismo asfixiante, debe tener claridad y coherencia en su actuación. No es suficiente tener textos políticos y amplísimos programas; es necesario, además, conocer la realidad en que se actúa políticamente, saber entrar en las contradicciones de la política para fortalecer la presencia propia, diferenciar los niveles en que se realiza el debate político y hacer entendible su propuesta.

Esto no ha sido siempre así. De la misma manera que el infierno está empedrado de buenas intenciones, los avatares de Izquierda Unida en el último periodo están sembrados de programas sin concreción política. Nos hemos creído que tener propuestas genéricamente justas era suficiente sin ver, por ejemplo, que hasta que se llegue a la supresión de las ETT -empresas de trabajo temporal- es imprescindible organizar la más amplia acción social e institucional posible para que los trabajadores y las trabajadoras que en ellas son explotados por encima de la media y sufren el doble de accidentes laborales que el resto sepan que Izquierda Unida defiende sus derechos laborales básicos, además de luchar por la supresión de empresas que degradan aún más el mercado laboral. De la misma manera podríamos hablar de la Ley de 35 horas, en la cual las gentes de Izquierda Unida han hecho una gran labor. Luchar por ella exige tener más en cuenta a los que trabajan más de 40, 45 o 50 horas y ven la reivindicación de las 35 horas como algo lejano.

Izquierda Unida debe acabar asimismo con una política errática, sin rumbo preciso, en asuntos básicos como el Estado, el federalismo, el terrorismo y la paz. El federalismo solidario no es que cada uno organice su vida en la federación pertinente (Comunidad Autónoma) como mejor le plazca, sino que haya leyes básicas federales para todas las partes: una misma caja de la seguridad social, unas mismas pensiones, unas mismas leyes laborales, una misma posibilidad de disponer del agua necesaria desde la austeridad en su uso, y el ahorro y la solidaridad para un desarrollo sostenible de todo el territorio, con las características económicas, sociales y culturales de cada parte del mismo. El federalismo solidario exige tener una misma política para la lucha por la paz y contra el terrorismo, o en relación con la OTAN o la construcción europea.

Este conocimiento de la realidad y las iniciativas que día a día se defienden deben venir acompañadas por dos cuestiones esenciales: gobernar con las federaciones, no contra ellas, ni subordinados a un concepto de coordinación que rompa el sentido federal; y formar un equipo de dirección colectivo, que actúe lo más colegiadamente posible, por el nivel de acuerdo y por las responsabilidades compartidas. Es el momento de no perder el equilibrio para analizar y la capacidad para decidir, teniendo propuestas claras frente a las políticas del PP, que ya son menos triunfalistas. Defender el programa político electoral de Izquierda Unida, tanto socialmente como institucionalmente, convergiendo con todas las movilizaciones sindicales y humanistas en favor de derechos básicos y contra la contrarreforma de la ley de derechos de los inmigrantes. Promover un giro a la izquierda desde un amplio frente social y forzar al PSOE a adoptar políticas más a la izquierda o a quedar preso de sus contradicciones.

La línea política y programática y la identidad de Izquierda Unida no se defienden desde la ética o el programa, sino desde la propuesta política y desde la demostración de la utilidad de IU. No radicalizando verbalmente el lenguaje, sino dando elementos para que la gente se comprometa, animando a los indecisos a trabajar juntos, dándoles esperanzas y perspectivas; no escepticismo.

La izquierda que confía en sus fuerzas y no tiene complejos nunca debe despreciar la capacidad de comprensión de la gente, sino estimularla.

Resumiendo lo anterior, podemos decir que si las ideas no se convierten en conocimientos, convicciones y compromisos populares, son un fardo muerto. Y creo que en Izquierda Unida arrastramos desde hace demasiado tiempo algunos fardos muertos.

Izquierda Unida debe estar en la lucha de cada día para mejorar la vida de la gente, de acuerdo con la gente. La de los trabajadores y las trabajadoras asalariados, la de los estudiantes sin futuro que no tienen un millón y medio para un master, la de los licenciados que no pueden trabajar en su profesión, la de los jóvenes y mayores de las ETT -para que no les exploten el doble-, la de las mujeres discriminadas y golpeadas. Es el momento de estar plenamente en la vida social para mejorar todo lo posible. Pero es también el momento de no perder de vista que las personas debemos ejercer como tales: en el respeto mutuo, en la convivencia, en el sentir humanista y solidario, en el desarrollo de una conciencia libre, crítica y sensible a los sufrimientos de tantas personas en casa y en el mundo.

En definitiva, Izquierda Unida lucha, pide el apoyo de mucha gente y llama a la afiliación, no sólo para defender reivindicaciones necesarias -en el trabajo, el estudio, la educación, el medio ambiente, la igualdad entre hombre y mujer-, sino también para que nuestra acción contribuya a hacer del ser humano un ser que piensa en libertad y con sentido solidario hacia sus semejantes. Algo muy alejado de la realidad actual. A pesar de su actual situación de crisis, Izquierda Unida tiene voluntad y hombres y mujeres para avanzar, fortalecerse y relanzarse a la conquista de su espacio social. Yo contribuiré a ello defendiendo hasta el último segundo un acuerdo político y organizativo que evite enfrentamientos innecesarios.

Francisco Frutos

30 Octubre 2000

Oportunidad para IU

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Gaspar Llamazares será el sustituto de Julio Anguita al frente de Izquierda Unida. Como en el caso de los socialistas, el encargado de la renovación generacional ha sido elegido por un margen mínimo. El nuevo coordinador general había dicho que el cambio era inevitable, cualquiera que fuera el vencedor. No lo tendrá fácil, pero tampoco lo habría tenido Frutos. Y es así porque la crisis organizativa es consecuencia de la política; de la dificultad para encontrar un referente que sustituya a las desgastadas banderas del comunismo una vez que la doctrina ha sido refutada en la práctica. Anguita se despide tras 12 años de liderazgo en los que consiguió sacar al viejo PCE de la depresión, pero fracasó en su intento de convertir a IU en una fuerza determinante de la política española.En IU se ha manifestado una doble paradoja. La formación que más hablaba de programa, por oposición al pragmatismo que denunciaba en sus rivales, fallaba precisamente por lo anacrónico de su oferta programática. Y el partido de las ideas, los principios y el programa, por oposición al personalismo de los demás, sólo ha discutido en esta sexta asamblea de personas: de quién, y no de qué.

La definición del qué hacer de la izquierda de la izquierda está pendiente por lo menos desde la sustitución de Carrillo. Ya entonces pugnaban dos respuestas a la crisis. La reafirmación, frente al centrismo de los socialistas, de las señas de identidad tradicionales de la izquierda, o la reconversión en una coordinadora de movimientos sociales y sectores radicales. Anguita pareció apostar por esta segunda vía, pero luego viró hacia una reafirmación de la ortodoxia marxista, justo en el momento en que ésta se derrumbaba por doquier.

De todas formas, la apuesta previa por el formato de coalición y el cambio de nombre sirvieron para diluir la desprestigiada imagen del comunismo. La transformación permitió a IU convertirse, entre 1989 y 1993, en receptor de los votos perdidos por el PSOE por su izquierda. Pero la esperanza de un sorpasso (sustituir a los socialistas como principal formación de la izquierda) no se verificó. La mentalidad algo simple de Anguita fue incapaz de imaginar una idea intermedia entre la de la sumisión a la socialdemocracia y la identificación de ésta con la derecha. El resultado fue la teoría de las dos orillas, que sirvió para desgastar a los socialistas en beneficio del PP y para que, a la siguiente oportunidad electoral, IU perdiera a la mitad de sus votantes.

En vísperas de la asamblea, Anguita dijo que si bien ha cometido errores, también ha tenido grandes aciertos. Entre otros, el rechazo a la entrada en el euro y la actitud ante la guerra de Yugoslavia, en la que se alineó cerca de Milosevic. Con aciertos tan estruendosos no necesita fracasos. Llamazares tendrá ahora ocasión de superar dos vicios que IU heredó de los viejos partidos comunistas, y de los que Anguita fue exponente cualificado: la deliberada ignorancia de los hechos cuando éstos no confirman la teoría (o los prejuicios) del coordinador general y la negativa a analizar las causas de los fracasos. En la asamblea de IU de Andalucía, hace dos semanas, culpó a la prensa del retroceso electoral.

La apuesta del PSOE de Rodríguez Zapatero por dar prioridad a la reconquista del centro abre una oportunidad para IU. Pero las dificultades de Llamazares para ocuparlo no son escasas. Ha construido su alternativa por agregación de sectores muy heterogéneos, y de ahí la parquedad de sus pronunciamientos políticos durante los debates: no podía arriesgarse a perder ningún apoyo porque, como se ha comprobado, los necesitaba todos. En su primer discurso como coordinador general dijo ayer que los resultados transmiten un doble mensaje: la renovación y la integración; un cambio sin vencedores ni vencidos. El riesgo obvio es que se quede sin la seguridad de las señas tradicionales, que pasarían al PCE, cuyo secretario general sigue siendo Frutos, sin establecer unas nuevas que permitan una identificación clara al electorado. Por ejemplo, en relación con los nacionalismos.

13 Marzo 2000

IU: El final del camino

Jaime González

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A estas horas, el cuerpo roto de IU yace malherido y el comunismo – o lo que queda – agoniza y se agita en convulsiones. En su caída, Izquierda Unida ha perdido 13 de los 21 escaños que tenía, un batacazo que dejará secuelas de por vida en la cada vez más consumida coalición. Francisco Frutos, el piloto que tomó los mandos cuanto el avión perdía altura, comprueba en sus carnes doloridas la intensidad del porrazo: IU se ha dejado en el descenso la mitad del porcentaje de votos que logró Anguita en 1996, un descomunal fracaso que pone en peligro la propia existencia de la formación. Buena parte de su electorado, aquel que no sucumbió jamás a los guiños del PSOE ni pasó por el ‘aro trampa’ del voto útil, se ha sentido traicionado por el pseudo pacto con Almunia y se ha quedado en casa antes que prestarse al juego sin reglas que trataron de imponerle a toda prisa. La desbandada de votantes obligará a IU a un largo período de convalecencia. La gravedad de las lesiones recomienda un cambio radical de estrategia y una redefinición sustancial de objetivos. El camino elegido terminó en un precipicio y, al borde del abismo, gira en redondo o es devorada por sus también doloridos amigos de Ferraz. Hace once años cayó el muro y, en castigo, el comunismo quedó sepultado bajo los cascotes de su propia intolerancia ideológica.

Ahora, el PCE convertido en reliquia histórica, pesa como una losa sobre los hombros maltrechos de IU, la coalición tapadera que le sirvió de escondite hasta anoche y que, en su menguante existir, se hunde ahora por el volumen del muerto que soporta.

30 Octubre 2000

El más difícil todavía que IU

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Cuando, hace ahora 100 días, José Luis Rodríguez Zapatero le ganó la Secretaría General del PSOE a José Bono por nueve votos se consideró que la estrechez de su victoria era difícilmente superable. Claro que no contábamos con la capacidad de otra fuerza política, IU, para deparar emociones fuertes. Ayer, Gaspar Llamazares mejoró el récord de Zapatero: venció a Frutos por un sólo voto. Más aún, al no haber sido elegido directamente por los delegados de la VI Asamblea, sino en segundo grado por el Consejo Político Federal surgido de ella, Llamazares -31 votos- se alzó con la victoria en un órgano en el que ni siquiera tiene la mayoría, gracias a que los 13 ortodoxos de Angeles Maestro la votaron a ella y no a Frutos, que logró 30 votos. O sea, el flamante nuevo coordinador general puede presumir de haber ganado, en términos políticos, por menos de un voto. El más difícil todavía.

Por paradójico que pueda parecer, el fenecido y jamás consumado pacto de investidura de Frutos con el PSOE fue lo que dio la victoria al líder renovador. Es evidente que los guardianes de las esencias comunistas partidarios de Maestro -quien ayer llamó a la lucha en la calle contra el FMI y los explotadores capitalistas- están más cerca del secretario general del PCE que de Llamazares. Pero discrepan de Frutos en que éste sigue defendiendo un acuerdo con el PSOE y por eso no le votaron.

El descriptible entusiasmo con el que Llamazares acogió su elección está más que justificado. A partir de ahora, tendrá que rendir cuentas ante un órgano de dirección en el que no tiene la mayoría y deberá integrar a los perdedores en la Presidencia de IU, a diferencia de Zapatero, que pudo hacer la Ejecutiva a su imagen y semejanza. Por si esto fuera poco, el partido mayoritario de la coalición, el PCE, está liderado por quien perdió contra él por un voto. Trabajar en semejantes circunstancias se parece mucho a los siete trabajos de Hércules.

Dicho esto, Gaspar Llamazares representa la última oportunidad no sólo para la renovación de IU, sino para su propia supervivencia. Condiciones tiene para liderarla y, probablemente, es el único capaz de conquistar el espacio electoral de izquierdas que el PSOE está cediendo a base de disputar el centro al PP. Porque, que nadie se engañe, mucho peor hubiera sido que el ganador por un voto hubiera sido Frutos. El líder del PCE -cuyas intervenciones en la Asamblea tuvieron un tono desabrido y prepotente- ha tensado ya la cuerda suficientemente, primero diciendo que no quería ser coordinador general y después luchando a brazo partido para lograrlo. Ahora debe resignarse, renunciar a poner palos en la rueda de la bicicleta y ponerse a disposición del nuevo coordinador general. Lo contrario sería suicida.

El Análisis

GASPI DERROTA AL PCE

JF Lamata

D. Gaspar Llamazares era, al presentarse como candidato a Coordinador General de Izquierda Unida en el VI Asamblea, militante del PCE, pero no era ‘el candidato del PCE’, el núcleo del Partido Comunista estaba con el otro aspirante, su Secretario General, D. Francisco Frutos. El político asturiano jugó bien sus cartas, sabiendo que el Sr. Frutos arrastraba la derrota de IU en las elecciones generales de ese año y se aprovechó que su rival tardara demasiado tiempo en decidir si se presentaba o no como candidato a la dirección de IU. Consiguió el apoyo del Sr. Anguita, que se había sido defenestrado del liderazgo por el núcleo del PCE que él mismo había liderado durante años. Y consiguió también el apoyo del tercer candidato en discordia, D. Luis Carlos Rejón.

Pero lo que terminó de dar la victoria al Sr. Llamazares fue la presentación de una tercera candidatura, Dña. Ángeles Maestro, del sector más ultra-izquierdista de IU, la ‘Corriente Roja’. El grupo de delegados votara a la Sra. Maestro, en lugar de al Sr. Frutos, permitía al Sr. Llamazares hacerse con el liderazgo, aunque fuera de forma ajustadísima. Por una vez el núcleo del PCE no dominaría Izquierda Unida.

J. F. Lamata