19 octubre 1933

El Gobierno nazi apuesta por llegar a pactos bilaterales con países concretos más que por acuerdos globales por un organismo internacional al que no da reconocimiento

Alemania abandona la Sociedad de Naciones apenas nueve meses después de la llegada de Adolf Hitler al poder

Hechos

El 19.10.1933 el ministro de Exteriores de Alemania Konstantin von Neurath comunicó la salida de su país de la Sociedad de Naciones.

El Análisis

Alemania abandona la Sociedad de Naciones: el acta de defunción del idealismo de posguerra

JF Lamata

La retirada de Alemania de la Sociedad de Naciones en octubre de 1933, apenas nueve meses después del ascenso de Adolf Hitler al poder, ha sido un golpe simbólico y político de gran magnitud. Más allá de ser un gesto unilateral del nuevo régimen nazi, es la constatación del fracaso de aquel organismo que, tras la Gran Guerra, se había erigido como garante de la paz y el diálogo internacional. La Sociedad de Naciones nació con la esperanza de un nuevo orden mundial, uno basado en el derecho, la cooperación y la renuncia a la violencia. Diez años después, ese sueño se desmorona frente a los hechos.

Para Hitler, la retirada es también un acto de propaganda: una forma de rechazar públicamente el “sistema de Versalles”, que considera humillante para Alemania. Alega que su país no goza de igualdad de condiciones frente a otras potencias y que se le niega el derecho a rearmarse como los demás. En realidad, lo que busca el régimen nazi es despejar el camino para acelerar su rearme y expansión sin fiscalización exterior. La Sociedad de Naciones, debilitada por la ausencia de Estados Unidos y desgastada por su propia falta de herramientas coercitivas, ha sido incapaz de hacer valer sus principios ante potencias decididas a romper las reglas. No tardarán en seguir el mismo camino Italia y Japón, y con ello quedará claro que las potencias con ambiciones imperiales no se sienten atadas por la legalidad internacional.

Lo que ocurrió en Ginebra no es solo una retirada; es un síntoma. Un síntoma de que el idealismo que surgió tras la Primera Guerra Mundial no ha sobrevivido a la realidad de los nacionalismos, del revanchismo y de la debilidad institucional. La Sociedad de Naciones, nacida para impedir otra guerra mundial, asiste impotente a la preparación de la próxima. El tiempo le está dando la razón, no a quienes buscaron la paz, sino a quienes creían que solo las armas escriben la historia.

J. F. Lamata