6 julio 1933
Provisionalmente las funciones de ministro de justicia serán asumidas por Casares Quiroga
Álvaro de Albornoz abandona el ministerio de Justicia al ser elegido presidente del Tribunal de Garantías

Hechos
El 15.07.1933 D. Álvaro de Albornoz dimitió como ministro de Justicia al ser elegido presidente del Tribunal de Garantías.
Lecturas
El 14 de julio de 1933 D. Álvaro de Albornoz abandona el cargo de ministro de Justicia, puesto en el que es reemplazado por D. Santiago Casares Quiroga.
El Sr. Albornoz, líder del Partido Republicano Radical Socialista, era ministro de Justicia en el Gobierno Azaña desde diciembre de 1931 y acababa de ser ratificado en el puesto tras la crisis de Gobierno de junio de 1933.
La votación para la presidencia del Tribunal de Garantías dio el siguiente resultado:
- Álvaro de Albornoz – 204 votos.
- José Ortega y Gasset – 80 votos.
- Adolfo Posada – 1 votos.
- Robero Castrovido – 1 voto.
- Ángel Ossorio y Gallardo – 3 votos.
- Joaquín Pérez Madrigal – 1 voto.
- En blanco – 14 votos.
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Para vocales del Tribunal de Garantías resultaron elegidos D. Laureano Sánchez Gallego (PSOE) con 178 votos y D. Gerardo Abad Conde con 88 votos.
El Análisis
El nombramiento de Don Álvaro de Albornoz como presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales marca un hito simbólico en la evolución del republicanismo español y, al mismo tiempo, una despedida significativa del Gobierno de Azaña, donde venía ocupando la cartera de Justicia con solvencia e integridad. Su paso al máximo órgano constitucional, encargado de velar por el equilibrio entre las regiones y el Estado, así como por la protección de los derechos fundamentales, es también una apuesta por blindar legalmente los valores fundacionales de la Segunda República, en un momento en que estos empiezan a ser cuestionados desde diversas trincheras ideológicas.
Albornoz representa bien el espíritu del Partido Radical Socialista, una de las fuerzas más comprometidas con la construcción de una República de Izquierdas desde sus orígenes (había tres patas en el banco de la izquierda en la República, la pata republicano-burguesa de Azaña, la pata marxista de los socialistas y la pata radical-socialista. Firmante del Pacto de San Sebastián, junto a socialistas marxistas como Prieto y Largo Caballero, republicanos de izquierda como Azaña, radicales como Lerroux y exmonárquicos conversos como Alcalá Zamora y Maura, el radical-socialismo ha sido la voz de una izquierda laica, progresista, pero también legalista. Sin la vehemencia de los socialistas ni la ambigüedad de los radicales de Lerroux, el partido de Albornoz y Marcelino Domingo ha actuado como una bisagra leal al proyecto reformista de Azaña. No es casual, por tanto, que su destino natural parezca ser la fusión con Acción Republicana en la nueva formación de Izquierda Republicana, de la que emergerá un republicanismo más homogéneo pero también más claramente escorado a la izquierda.
J. F. Lamata