12 junio 1933

Ni Besteiro, ni Prieto, ni Marcelino Domingo pudieron formar Gobierno. El Partido Radical defiende un Gobierno sin el PSOE, mientras que Unamuno defiende que se convoquen elecciones legislativas

Crisis de Gobierno en la II República, Azaña dimite pero continúa como presidente tras fracasar tres intentos de reemplazo

Hechos

  • El 8.06.1933 D. Manuel Azaña dimitió como presidente del Gobierno de la II República. Fueron designados para reemplazarle los Sres. Besteiro, Prieto y Domingo, pero ninguno logró formar Gobierno. El 13.06.1933 el Sr. Azaña volvió a ser designado presidente del Gobierno.

Lecturas

El 8 de junio de 1933 el Jefe de Gobierno, D. Manuel Azaña Díaz, solicita al Jefe de Estado, D. Niceto Alcalá Zamora modificar la composición de su gobierno, tras su derrota en las elecciones municipales. El Sr. Alcalá Zamora le anuncia que en ese caso abrirá una ronda de consultas con los otros grupos parlamentarios, ante esa decisión el Sr. Azaña Díaz opta por presentar su dimisión como presidente. El Sr. Azaña es Jefe de Gobierno en España desde octubre de 1931, cuando aún era el ‘Gobierno provisional de la II República’ y fue ratificado en diciembre de ese año iniciando el ‘bienio azañista’ con el Sr. Alcalá Zamora como Jefe de Estado.

El 9 de junio de 1933 el Jefe de Estado designa a D. Julián Besteiro Fernández, del PSOE, presidente de Las Cortes, la presidencia del Gobierno. El día 10 de junio de 1933 el Sr. Besteiro Fernández renunció. Tras él el Sr. Alcalá Zamora designó a D. Indalecio Prieto Tuero, también del PSOE, nuevo presidente del Gobierno, este rechaza el encargo. El día 11 de junio de 1933 el Jefe de Estado le propone el cargo a D. Marcelino Domingo Sanjuán, del Partido Radical Socialista, que también rechaza el cargo. Ante esta situación el día 12 de junio de 1933 D. Niceto Alcalá Zamora vuelve a designar a D. Manuel Azaña Díaz como jefe de Gobierno de España.

CRONOLOGÍA DE LA CRISIS:

besteiro_prieto_domingo D. Julián Besteiro, D. Indalecio Prieto y D. Marcelino Domingo

8.06.1933 – El presidente del Gobierno, Sr. Azaña (Acción Republicana), propone al Sr. Alcalá Zamora hacer cambios en su Gobierno. El Sr. Alcalá Zamora determina abrir un periodo de consultas, ante lo cual el Sr. Azaña, estimándolo como una negación de confianza, presenta su dimisión.

10.06.1933 – El Sr. Alcalá Zamora designa a D. Julián Besteiro (PSOE) nuevo Presidente del Gobierno, pero este fracasa en su intento de formar Gobierno por falta de apoyos.

11.06.1933 – El Sr. Alcalá Zamora designa a D. Indalecio Prieto (PSOE) nuevo Presidente del Gobierno, pero este también fracasa en su intento de formar Gobierno.

12.06.1933 – El Sr. Alcalá Zamora designa a D. Marcelino Domingo (Partido Radical-Socialista) nuevo Presidente del Gobierno, pero también esta fracasa en formar Gobierno.

13.06.1933 – El Sr. Alcalá Zamora vuelve a designar a D. Manuel Azaña nuevo Presidente del Gobierno y este sí consigue constituir un Gabinete formado por ministros de Acción Republicana, PSOE, Partido Radical-Socialista y Esquerra Republicana de Catalunya.

NUEVO GOBIERNO (Junio 1933)

  • El Gobierno queda formado de la siguiente manera.
    • Presidente de la II República – D. Niceto Alcalá Zamora
    • Presidente del Gobierno- D. Manuel Azaña Díaz (Acción Republicana)
    • Estado – D. Fernando de los Ríos Urruti (PSOE)
    • Gobernación – D. Santiago Casares Quiroga (ORGA)
    • Hacienda – D. Agustín Viñuales (Acción Republicana)
    • Justicia – D. Álvaro de Albornoz Liminiana (Partido Radical Socialista) (abandona el Gobierno en julio al ser nombrado presidente del Tribunal de Garantías)
    • Marina- D. Lluis Companys Jover (ERC)
    • Obras Públicas – D. Indalecio Prieto (PSOE)
    • Agricultura- Marcelino Domingo Sanjuán (Partido Radical Socialista)
    • Trabajo – D. Francisco Largo Caballero (PSOE)
    • Indústria- D. José Franchy Roca (Partido Republicano Federal)
    • Instrucción Pública – D. Francisco Barnés (Partido Radical Socialista)
    • Comunicaciones – D. Diego Martínez Barrio (Partido Radical)

Este gobierno durará hasta septiembre de 1933, cuando se ponga fin definitivo al bienio azañista. Las elecciones municipales han demostrado que un electorado desiolusionado ahora apuesta por la derecha que representan la CEDA y el Partido Radical.

13 Junio 1933

Solución inesperada

LA LIBERTAD (Director: Joaquín Aznar)

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En nuestra creencia que el Poder moderador no ha podido llegar hasta el fin del camino que había de recorrer para solucionar convenientemente la crisis. Es la tercera jornada ha quedado detenido en un accidente del terreno, y ante el riesgo que suponía seguir avanzando ha preferido retroceder al punto de partida. La solución Azaña, por lo inesperada, ha producido verdadero asombro y ha desconcertado a la opinión pública. No hemos de ocultar estos efectos poco satisfactorios. Las gentes desorientadas, sin explicar lo ocurrido se preguntan si valía la pnea de haber tramitado una crisis por espacio de cinco días para constituir un Gobierno igual al dimisionario, con alguna de las representaciones que ya figuraban en aquel un poco ampliada – un radical socialista más – un pequeño cambio de carteras y la entrada de un federal. Tanto se parece el Ministerio de ahora al Gabinete anterior, que en él tiene a su cargo el S.r Azaña como antes, la Presidencia y el departamento de Guerra: dos ministros socialistas – los Sres. Prieto y Largo Caballero – siguen con las carteras de Obras Públicas y Trabajo, respectivamente; los señores Albornoz y Domingo desempeñan los mismos cargos: ministro de Justicia el uno y de Agricultura el otro, y el Sr. Casares Quiroga continúa en Gobernación… Hay alguna modificación: a Estado va el ministro socialista Sr. De los Rïos; a Instrucción pública don Francisco Barnés – el puesto que ganan los radicales socialistas – a Hacienda, el Sr. Viñuales de Acción Republicana, y a Marina, el Sr. Companys, de la Esquerra. Como única novedad el federal Sr. Franchy Roca desempeñará la cartera de industria y Comercio, creada ahora por desdoblamiento del ministerio de Agricultura. Casi las mismas personas de antes algún nombre nuevo y las represnetaciones de los grupos palramnetarios ampliadas modestamnete con los federales – 13 votos mal contados, porque, por lo menos, habrá que restar el del Sr. Pi y el del Sr. Ayuso – La significación izquierdista del Gabinete Azaña, ya bien acusada con los socialistas y los radicales socialistas no necesitaba del refuerzo de los federales. Y la mayoría gubernamental de la Cámara no precisaba de esos pocos votos que ahora se le suman. Pudo, pues prescindirse de la crisis, ya que las pequeñísimas ventajas obtenidas no compensan los perjuicios ocasionados por cinco días de inquietudes, zozobras o inactividad ministerial.

Todo aparece obscuro, embrollado inexplicable en la solución de esta crisis cuya trayectoria se ha visto súbitamente truncada. Algo inesperado ha influido, sin duda, en la voluntad del presidente del a República y ha precipitado, forzándola, la solución. Una solución que carece de claridad, que no se nos ofrece todo lo diáfana que quisiéramos que el país deseara. Porque ni se sabe la actitud en que están los radicales ante el nuevo Gobierno, tan parecido al que hizo descargar la tormenta de la obstrucción, ni se conoce de una manera precisa a lo que se compromete el Sr. Azaña con los federales. Asegurase que éstos han condicionado su colaboración en el Gobierno a que no se aplique la ley de Defensa de la República, a la libertad de todos los presos gubernativos, a que los socialistas levanten el veto a los partidos republicanos, cualquiera que sea su significación… y hasta se habla del propósito de una amplia amnistía… Pero, como decimos antes, todo obscuro, embrolladlo, impreciso, falto de una declaración explícita y clara.

No. No puede satisfacernos la solución de la crisis. Pecaríamos de insinceros si ocultásemos nuestro pensamiento. Tampoco creemos que pueda satisfacer al país. De nada serviría nuestro constante contacto con la opinión pública si hoy le supusiéramos satisfecho al verse otra vez ante el Gabinete Azaña. Nada beneficioso esperamos de los gobernantes ya conocidos: pero aguardamos con interés la declaración ministerial para ver aclarada la situación parlamentaria del Ministerio que acaba de formarse y para apreciar las ventajas que reporta a la libertad, a la democracia y a la justicia la colaboración del partido federal.

Repetimos sin embargo que no nos satisface, que no puede satisfacernos la solución de la crisis; pero cuando pensamos que acaso ha sido impuesta por circunstancias difíciles, posiblemente graves, nos explicamos el cambio de actitud que se supone en los radicales y, la colaboración de los federales.

Y sostenemos, por la gravedad que pudimos ocultar las sombras que envuelven el insospechado final de esta crisis, que cualquier actitud política que no sea de acatamiento y respeto a la resolución presidencial contribuirte al barullo y al descrédito del régimen y pudiera tener para éste fatales consecuencias.

Por eso nosotros la acatamos y la respetamos, poniendo sobre toda consideración de orden político y sobre toda apreciación personal a la República y a su representante el jefe del Estado.

13 Junio 1933

Editorial

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Injusto, pasional y temerario el voto de abril, no por eso dejaba de ser el voto de la nación. Imponía el recogimiento y la paciencia a los vencidos en aquella triste jornada. Sólo les cabía esperar sin ánimo de lucha, los frutos de la experiencia y contrición que diese, a fecha muy alejada, el ensayo de un régimen extraño a las condiciones históricas y a los sentimientos más profundos del país. Hoy, desde las cimas de la República, se declara temible y arrollador el auge que las derechas han ganado sin esfuerzo y casi sin propósito. La perspectiva de una convocatoria electoral empavorece a los adictos más audaces, a los más interesados y resueltos en la defensa. Se habla y se escribe en las consultas áulicas del peligro de la República, y hay quien pone en seis meses el plazo de salvación, creyendo posibles todavía, aunque apremiantes y de apuro las rectificaciones. ¿Cómo se ha hecho el milagro de esta mudanza, increíble por lo súbita y sin igual en las evoluciones de los pueblos? El artífice que ha podido tanto es el Sr. Azaña, con la coalición que acaudilla el Sr. Azaña desde diciembre de 1931. Si el Sr. Azaña se hubiera propuesto ser un estadista – el estadista genial que proclamaron las serviles adulaciones de su Prensa – si hubiera discurrido su política para el bien público guiándose por objetivos nacionales, ahora, en vista de la situación que condenan tan acerbamente muchos hombres del régimen y el sufragio del país donde se le consulta tendríamos que atribuirle incapacidad y fracaso. Nada de eso. El Sr. Azaña con plenitud de poder y de recursos, con la dirección exclusiva e imperiosa del Gobierno, con la sumisión incondicional de los partidos colaboradores, ha realizado y conseguido todo lo que se proponía, tal como se lo proponía. No hay en su obra nada que sea descuido, imprevisión, indeliberación, sometimiento a dificultades. Todo responde a su vocación, a su idiosincrasia y a su cálculo. No es que se haya propuesto poner en peligro a la República, es que no le ha preocupado ninguna consecuencia de su política ni producir el vasto frente de enemigos que la maldicen. Una plataforma, una significación terrorista, un séquito de asalto, propicio a la acción violenta, es lo que debe a su política. Y esa política – el dolor del patriotismo unitario de España, el dolor de veinte millones de católicos, la trituración del Ejército, la persecución ilegal y cruel de los enemigos, de los desafectos y de los sospechosos, el agravio de clases e intereses – la política del Sr. Azaña y de la coalición que le sigue, es la que ha prevalecido en la crisis que debía eliminarla.

Crisis extraparlamentaria dijeron con retintín algunos periódicos del corro a verla desviarse del sencillo plan con que la presentó el Gobierno dimisionario para resolverla él solo a su gusto. Extraparlamentaria fue en el primer momento; pero la Presidencia de la República se la entregó en seguida al Parlamento, y el trámite prolijo de las consultas parlamentarias ha evidenciado que es el Parlamento el que está en crisis, y que no puede ser el Parlamento quien lo resuelva. Se han perdido los días en un espectáculo penoso para conseguir una situación parlamentaria más viable, y el efecto ha sido contraproducente, mayor el encono de las discordias anteriores, y acentuadas y más visibles las disidencias que se habían iniciado en los dos principales grupos de la mayoría. El Gobierno es, en realidad, el mismo que se encontró sin la confianza del jefe del Estado para reorganizarse a su antojo. Los concursos que lo han modificado no responden a los motivos que sugirieron la denegación de confianza. Hay aquí algo confuso y desagradable, que es la nota de más interés y gravedad en la crisis. Y como en el antiguo régimen, ahora, en la primera actuación del poder moderador de la República, se han deslizado reticencias y críticas inspiradas en el despecho y en la pasión con vociferaciones lamentables; y el discurso del Sr. Prieto narrando y subrayando coram populo sus conversaciones con el presidente de la República, también es cosa chocante y de nuevo estilo.

No hay quien se explique el curso y el desenlace de una crisis tan laboriosa que lo deja todo peor que estaba.

13 Junio 1933

La inhibición de las derechas

AHORA (Director: Luis Montiel)

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La crisis que acaba de ser resuelta se ha desarrollado ante la expectación creciente del país. El interés suscitado por las diversas fases de las consultas y resoluciones presidenciales indica claramente que la opinión  está despierta y vigila serena y gravemente el curso de los destinos nacionales. Es digno de ser anotado el hecho, en el cual se revela una nueva conciencia ciudadana, muy distante, por fortuna, de aquella frívola curiosidad con que las gentes solían presenciar en otro tiempo el espectáculo de los cambios de Gobierno.

Cinco días ha durado el proceso de la crisis. El Jefe del Estado no ha escaseado su esfuerzo en el afán de obtener una solución política que pudiera dar satisfacción al más amplio sector posible del país. Quizá pesaba en el ánimo del Presidente de la República el anhelo sentido por una gran masa de opinión que desearía ver orientada la obra de Gobierno por derroteros de mayor templanza. No se podrá decir que el Sr. Alcalá Zamora ha mostrado el menor asomo de apatía en el empeño. No ha sido posible, sin embargo, cambiar de manera ostensible el rumbo de la política. La composición de las actuales Cortes, en las cuales, como es sabido predominan los grupos de significación acentuadamente izquierdista, constituye un tope infranqueable, contra el cual viene a estrellarse cualquier intento de rectificación hacia la derecha. El nuevo Gobierno formado por el Sr. Azaña apenas difiere del que hubo de antecederle. La ampliación de la mayoría, que el Presidente de la República hubiera deseado extender hasta abarcar el sector del centro con la incorporación de los radicales a la coalición gobernante, no ha logrado otra adicción de apoyos sino el que le han brindado los federales, cuya matiz izquierdista es harto notorio. Esa ha sido la solución de la crisis. Los múltiples intentos realizados por el Sr. Alcalá Zamora evidencian que no ha sido posible caminar en otra dirección.

Existe en España un área dilatada donde el descontento producido por los radicalismos del Gobierno y de las actuales Cortes se manifiesta más ostendible de día a día. Nadie podrá desconocer el volumen considerable de la opinión adversa a la tendencia izquierdista que viene prevaleciendo. El país, en su inmensa mayoría, prefería unos gobernantes de significación moderada. Pero conviene precisar los términos en que está planteada la cuestión. Esa corriente, cada día más caudalosa, la opinión conservadora se halla dispersa y permanece en su mayor parte en una actitud de inhibición, de desvío y aun de hostilidad franca respecto del régimen. A la hora presente no hay otra fuerza de derechas auténticamente republicana, sino la que acaudilla don Miguel Maura. Grupo animoso, cuya creciente pujanza quedó de manifiesto en las pasadas elecciones municipales donde alcanzaron un triunfo resonante los candidatos del Partido Conservador Republicano. Todos los indicios permiten suponer que el grupo conservador habrá de acrecentar su arraigo rápidamente. Más, por el momento, la actitud irresoluta de los elementos de derechas respecto al nuevo régimen y el designio combativo de otras fuerzas afines, que de sus ataques más o menos encubiertos a la República hacen bandera de proselitismo, vienen a frustrar todo intento de fundamental rectificación en la dirección de la política nacional. La perspectiva, por muy doloroso que resulte consignarlo, es ésta: El Jefe del Estado, en funciones de Poder moderador, no halla expedito el camino para la disolución de las Cortes ante el riesgo de que no exista dentro del ámbito republicano una fuerza conservadora que pueda servir de contrapeso a los radicalismos de izquierda. La República no cambiará de rumbo en tanto no se incorporen lealmente al régimen las fuerzas de derecha que fuera de él actúan.

No desconfiamos de ver reaccionar a esos elementos algún día en el sentido que aconsejan altas razones de patriotismo y poderosos motivos de propia conveniencia. De desear es que esa reacción no llegue demasiado tarde.

13 Junio 1933

Después de la crisis

LA ÉPOCA (Director: Alfredo Escobar, marqués de Valdeiglesias)

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¿Después de la crisis? Si; eso hemos escrito; esa es la realidad aparente; y sin embargo, la crisis no se ha resuelto. Estamos en plena crisis, porque  o esta era un puro entretenimiento o era la necesidad de un cambio de política de agresión en política de conciliación; y de esto sí que no se ha hecho absolutamente nada.

El Gobierno continúa casi con los mismos componentes. Que salga el señor Giral de Marina no nos parece que simplique nada; que el Sr. Zulueta, verso suelto en las agrupaciones políticas, cese también en el Ministerio, no  tiene tampoco significación. El catalanismo, antes representada por el Sr. Carner, pasa a estarlo por el Sr. Companys, los federales, pese a tanta condicional como ponían para su colaboraciones, ceden a su jefe, el Sr. Franchy Roca; la misión de aplciar la ley de Congregaciones en materia de enseñanza, la toma sobre si el Sr. Barnés no menos sectario que el Sr. De los Ríos

Se nos dijo que el Sr. Azaña había querido desdoblar el ministerio de Agricultura, Industria y Comercio; que el Jefe del Estado, ante eso, abrió consultas: la mayoría de los consultados opinó contra la política total y guardó silencio respecto a ese detalle de desdoblamiento del Ministerio… La política sigue igual y el Ministerio se ha desdoblado para que continúe aplicando la reforma agraria el propio Sr. Domingo, fracasada, en ella, y rija la Industria y Comercio un magistrado. En Marina reemplaza a un farmacéntico un abogado; en Instrucción Pública, a un catedrático de Universidad uno de Instituto… ¿Para qué la crisis?

Confesamos que es un jeroglífico que no acertamos. El mismo Parlamento, el mismo Golderun, la misma política. Si eso era lo conveniente, ¿para que cinco jornadas de crisis? Si no lo era, ¿para qué la solución?

Para nosotros la crisis está en pie. Lo habría estado con distinto Gobierno si el Parlamento era el mismo. Lo está mucho más con un Gobierno igual.

Y, sin embargo, estamos contentos. Hay que redoblar la propaganda, con la vista en algo, que es tanto como decir la vista en Dios y en España. La voluntad, hermanada al bien, triunfa siempre. Y esa es la nuestra.

13 Junio 1933

Todo, pues, seguirá lo mismo que antes

LA NACIÓN (Director: Manuel Delgado Barreto)

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Nuestro querido colega ABC, en un admirable artículo dice hoy ‘No hay quien se explique el curso y el desenlace’ de una crisis tan laboriosa que lo deja todo peor que estaba’.

Nosotros, sin embargo, y a pesar de la lógica con que llega el colega a esa conclusión tajante, nos lo explicamos.

El Jefe del Estado determinó una crisis y llamó a consulta a todas las representaciones republicanas del Parlamento y a los republicanos de destacada significación intelectual.

Cuantos se hallaban fuera de la comunidad gobernante dijeron que había que cambiar de política, y por consiguiente, de personas. Para eso – claro se ha visto – se provocó la crisis.

Pero… no se ha modificado nada. Y es natural que al fin así ocurriera. Ayer dijimos que la crisis iba en deriva hacia ‘lo posible’. Y del naufragio se libra precisamente en esa barquichuela. Ni ayer, ni hoy podíamos sospechar otra cosa sino la que ha sucedido. Porque nunca, ni antes ni ahora, creímos ni creemos en los procedimientos en boga. De suerte, en resumen, que lo acontecido es lo mejor. Se está haciendo una experiencia y conviene que el país se entere y se sature bien de lo que ella representa.

El Sr. Presidente de la República estuvo cinco días procurando una solución que no tuviese el pie forzado de D. Manuel Azaña. Hasta tal punto es ello cierto que cuando el Sr. Prieto le propuso volver a la misma persona que simbolizaba y simboliza la máxima responsabilidad en el desastre, el Jefe del Estado rechazó, y así se hizo  público, la sugerencia. Lo que ha pasado luego – y vea el ABC que es lógica la deducción – es que ninguno de los requeridos, ni el mismo Lerroux, pechó con el afán generoso de salvar las dificultades presentes.

De la crisis, pues, y de su solución – ¡aparente solución! – se deducen dos enseñanzas.

Primera. Que no hay hombres ni programas para recoger y encauzar las realidades nacionales.

Segunda. Que cuando se advierte el peligro de perder los beneficios del mando hay un sector – el socialista – que grita, coacciona y amenaza incluso con salir de la legalidad.

Se trata, pues, de un sistema y de un estilo más que nuevo insospechado. Nosotros no lo juzgamos; simplemente, lo exponemos.

Los agricultores expoliados pueden perder la fe en una justicia inmediata; los pueblos en mansa anarquía, víctimas del caciquismo de las Casas del Pueblo, ya saben que todo, por ahora seguirá lo mismo; los heridos en sus intereses y los agraviados en su dignidad atenúen la confianza en reparaciones que merecen; los católicos dispóngase a sufrir la persecución y la humillación en marcha.

Si alguna vez, que no sabemos cuándo ni cómo, se intentase la rectificación de esa política ruinosa, que hunde moral y económicamente a España, surgirán de nuevo los coaccionadores del marxismo.

Aquí, pues, se explica todo. Y nuestra fe, ardiente y viva, se polariza sólo, una vez más, en el pueblo español. En el pueblo español, que se cansará de sufrir; en el pueblo español, que volverá por el honor de sus tradiciones de paz, de religión y de trabajo; en el pueblo español que salió de torturas peores y que se encontrará así mismo desde que quiera. España sólo necesita eso: querer. Querer con resuelta y heroica decisión. Pero para que quiera es necesario que antes sufra lo que jamás imaginó que pudiera sufrir.

Bienvenida, pues, la continuación del Gobierno Azaña, bajo el cual han de expiarse muchas culpas, se ha de aprender no poco, y se han de templar las voluntades para que un día todas juntas, dentro de la justicia y de la ley, salven a España.

El Análisis

Hijo Pródigo Azaña

JF Lamata

La política española parece tener más giros y vueltas que una telenovela. El 8 de junio de 1933, el jefe de Gobierno, Manuel Azaña, decidió que ya era hora de hacer algunos cambios en su gabinete tras la derrota en las elecciones municipales. El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, le respondió que abriría consultas con otros grupos parlamentarios. Azaña, sintiendo el golpe, optó por dimitir. Pero aquí no acaba el drama. Entre el 9 y el 12 de junio, Alcalá Zamora intentó sin éxito designar a otros tres candidatos – Besteiro, Prieto y Domingo – para formar un nuevo Gobierno. Al final, en un giro digno de cualquier saga política, el 12 de junio, Azaña fue llamado de nuevo al poder. ¡El hijo pródigo había vuelto!

El editorial de Juan Ignacio Luca de Tena en el ABC no podría ser más crítico. Luca de Tena argumenta que Azaña, a quien tacha de «injusto, pasional y temerario», no ha hecho más que agravar la situación con su política divisiva y su falta de visión estadista. Según el ABC, Azaña no ha tenido reparos en «triturar al Ejército» y en provocar una «persecución ilegal y cruel de los enemigos». Y, para colmo, después de días de consultas y discusiones parlamentarias, nos encontramos de nuevo con el mismo Gobierno, el cual se había encontrado inicialmente sin la confianza del jefe del Estado. La opinión de Luca de Tena es clara: esta crisis no ha resuelto nada, solo ha dejado todo peor que antes.

En este clima de ilusión, incertidumbre y escepticismo, el ‘bienio azañista’ sigue adelante, pero no sin su buena dosis de polémica y controversia. Y como si de una obra de teatro se tratara, la política española promete seguir ofreciendo espectáculo y sorpresas para todos los espectadores.

J. F. Lamata