12 septiembre 1933

Los ministros salientes encabezados por Largo Caballero se niegan a asistir a las toma de posesión de sus sucesores por no considerarles legítimos

Caída definitiva del Gobierno Azaña, el líder del Partido Radical, Alejandro Lerroux, nuevo Presidente del Gobierno de la II República

Hechos

El 9 de septiembre de 1933 se formó un nuevo Gobierno de la II República presidido por D. Alejandro Lerroux con ministros del Partido Radical, Agrupación al Servicio de la República, Partido Radical-Socialista, ERC y ORGA.

Lecturas

El 8 de septiembre de 1933 D. Manuel Azaña Díaz presenta su dimisión ante la falta de apoyo de Las Cortes y ante la negativa de D. Niceto Alcalá Zamora de respaldar a su Gobierno. El Sr. Azaña era Jefe de Gobierno en España desde octubre de 1931, cuando aún era el ‘Gobierno provisional de la II República’ y fue ratificado en diciembre de 1931 iniciando el ‘bienio azañista’ con el Sr. Alcalá Zamora como Jefe de Estado. Ya el pasado junio presentó una primera dimisión ante el crecimiento de la derecha en las elecciones municipales, pero entonces pudo sobrevivir, ahora la retirada de confianza del Sr. Alcalá Zamora ha supuesto el fin de su ‘bienio azañista’.

El 12 de septiembre de 1933 el Jefe de Estado de la II República, D. Niceto Alcalá Zamora, nombra a D. Alejandro Lerroux García, líder del Partido Radical, nuevo presidente del consejo de ministros, poniendo fin al mandato de D. Manuel Azaña Díaz (Acción Republicana), en lo que supone el fin del ‘bienio azañista’ y el inicio de la etapa que sus enemigos identifican como ‘bienio negro’.

  • Presidente de la República- D. Niceto Alcalá Zamora
  • Presidente del Gobierno- D. Alejandro Lerroux (Partido Radical)
  • Estado – D. Claudio Sánchez Albornoz Menduiña (Acción Republicana)
  • Gobernación- D. Diego Martínez Barrio (Partido Radical)
  • Hacienda- D. Antonio Lara Zárate (Partido Radical)
  • Justicia- D. Juan Botella Asensi (Izquierda Radical-Socialista)
  • Guerra – D. Juan José Rocha García (Partido Radical)
  • Marina- D. Vicente Iranzo Enguita (Agrupación al Servicio de la República)
  • Obras Públicas- D. Rafael Guerra del Río (Partido Radical)
  • Agricultura- D. Ramón Feced Gresa (Partido Radical-Socialista)
  • Industria- D. Laureano Gómez Paratcha (Partido Radical-Socialista)
  • Trabajo- D. Ricardo Samper Ibáñez (Partido Radical)
  • Instrucción Pública – D. Domingo Barnés Salinas (Partido Radical-Socialista).
  • Comunicaciones- D. Miquel Santalo Parvorell (ERC)

Este primer gobierno será breve, durará apenas un mes, hasta octubre. Aún Las Cortes tienen una composición de mañoría marxista y azañista, lo que influirá a que a la caída del Gobierno y la disolución de Las Cortes.

LOS EX MINISTROS LARGO CABALLERO, DOMINGO Y CASARES SE NEGARON A ASISTIR A LAS TOMAS DE POSESIÓN DE SUS SUCESORES POR NO CONSIDERARLES LEGÍTIMOS

francisco_largo_caballero D. Francisco Largo Caballero

Los ex ministros de izquierda se negaron a asistir a las tomas de posesión de sus sucesores. El diario EL SOL – que tras la salida como director de don Manuel Aznar y la llegada del Sr. Montiel había evolucionado del azañismo al lerrouxismo – crítica el mal perder del gobierno saliente con un artículo titulado “Los ministros dimitidos, sin elegancia en la derrota”. Relatando el rencor de los ex ministros, los radicalsocialisas, don Marcelino Domingo y Sr. Barnés, el de la ORGA, señor Casares Quiroga y sobretodo don Francisco Largo Cabellero.

El señor Largo Caballero [presidente del PSOE] anunció que no daría posesión al nuevo ministro de Trabajo “Que se la tome él si quiere”. Agregó que si se formaba un Gobierno homogéneo que no represente a las Cortes, sería lo mismo que lo hubiera constituido “once gitanos” (…) Nos repugna recoger estos detalles interiores, estas conversaciones íntimas. Pero en ellas es donde mejor se percibe la calidad de los espíritus. Cuando se cae hay que evitar revolcarse. (EL SOL, 12-9-1933)

09 Septiembre 1933

Editorial

ABC (Director: Juan Ignacio Luca de Tena)

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Lo dicho: no quería irse el Gobierno; pensaba seguir hasta cansarse o hasta que se hundiera un terremoto. Apoyado en una mísera votación, fue anteayer a Palacio, no a exponer la gravedad de la situación política ni a confesar los peligros que la permanencia del Gobierno suscita, ni a ofrecer facilidades para conjurarlos; no fue a dimitir sino a dolerse del quebranto de su autoridad y a pedirle al presidente de la República un remiendo de la autoridad quebrantada mediante una solemne revalidación de poderes. Consta esto en la nota que ayer facilitó el Sr. Azaña y es un dato interesantísimo para explicar la crisis y para contrastar la tendencia o propósito de la nota. Que al sentir quebrantada su autoridad el Gobierno solicite una reiteración del voto de la mayoría responsable y solidaria en la gestión que ha producido el quebranto, se comprende; pero pedir que el poder neutral y arbitral de la Presidencia se asocie a la responsabilidad de una política en que no puede intervenir y asuma el quebranto, ya no es regular ni admisible. Así ha surgido inevitablemente la crisis de que huía el Gobierno, y así, por la inevitable e irreparable denegación de confianza, se ha imposibilitado en absoluto la reparación del Gobierno Azaña, sea cual fuere el rumbo de la crisis. La actitud y las confesiones con que el Gobierno se presentó anteayer al jefe del Estado explican igualmente las tres formidables preguntas del presidente, las que el Gobierno ha dejado sin respuesta categórica. El quebranto de que se duele el Gobierno, aunque lo estime inmerecido, ¿no alcanza también a la mayoría? Y puesto que es una interpretación de las manifestaciones electorales lo que no puede resistir el Gobierno sin que la presidencia de la República se le asocie en el quebranto recomendándole la autoridad, eran imprescindibles también las otras preguntas. La coalición electoral que el Sr. Azaña considera indispensable, ¿puede ser con la continuación de este Gobierno? ¿Cómo afrontaría este Gobierno las elecciones municipales?

Ahí está el verdadero motivo de la crisis y el que juega poderosamente alrededor de las soluciones: la derrota electoral que ha destrozado al Gobierno, la perspectiva de más graves derrotas, el miedo a la viva reacción con que se pronuncia el país en todas las ocasiones que se le ofrecen, votando al os derechistas o donde no encuentra derechistas a los radicales y escogiendo los nombres que más pueden herir y mortificar a los caudillos de la situación. El Sr. Lerroux dice que, si no cambia el rumbo de la política, se van a perder las elecciones municipales, las elecciones generales y la República. El Sr. Azaña quería que ahora le ayudaran a salir de los peligros que él ha creado los elementos que él arrojó del Poder prestándose con su cuenta y razón al predominio socialista. Se trata de conjurar la protesta creciente del país; peor ¿con qué posibilidades y con que sinceridad? Se ha intentado restablecer la primera coalición republicana; la proponen los que se confabularon para romperla en su provecho. Se habla también de una concentración en que se junten casi todos los culpables de la política que ha provocado la protesta nacional. ¿Van a deshacer lo que han hecho?

Esperamos la solución del a crisis para juzgarla. Pero, sea lo que fuere, no traerá las rectificaciones eficaces ni modificará sensiblemente la situación.

12 Septiembre 1933

Juicio de la crisis

EL SOL (Director: Fernando Vela)

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No sabemos con seguridad la composición del nuevo Gobierno. Para decir toda la verdad, tampoco estamos muy seguro de que hoy se componga y forme. Entrarán en él, según parece, con los radicales y otros elementos hasta ahora de oposición, representantes de los partidos republicanos que apoyaban al Gobierno dimitido. Solamente le quedan fuera los socialistas. Acaso hubiera sido conveniente a la salud de la República dar al país la impresión rotunda de una ruptura absoluta y tajante con todo lo anterior; la que, si quería mantenerse, debió haber dado la Monarquía en fechas decisivas.

Si el proceso de la crisis hubiera seguido la trayectoria marcada si como parecía los partidos republicanos hubiesen prestado su concurso para construir un Gobierno de concentración republicana sería superfluo todo comentario. No habría más que normalidad en el desarrollo y en la solución definitiva de este problema político. ¿No podían descontarse que, tras el resultado de las consultas, casi todas conformes – principalmente las más desinteresadas – en que debía constituirse una concentración republicana parlamentaria, el encargo presidencial fuese a parar el Sr. Lerroux, jefe de la minoría republicana más numerosa y que los demás partidos republicanos le ofrecerían su concurso? No había cosa más natural y corriente. Nadie suponía que el Sr. Lerroux pudiese encontrar obstáculos en los partidos republicanos. Tenía que imponerse, sobre todas las conversaciones de los partidos, el amor al régimen.

No fue así, sin embargo. Los grupos de la antigua mayoría recordaron demasiado la crisis de junio e intentaron repetir aquella confabulación que impidió el libre juego de la potestad residencial. Manejados por los ministros dimisionarios, rompieron el fuego en la mañana del domingo. Dio el paso la primera minoría radical socialista con el pretexto de que el Sr. Lerroux no había invitado a los socialistas. El radicalsocialismo del Sr. Domingo se morirá de pena el día que el socialismo le saque un sastre el chaleco estrecho. Se pasa la vida mirando lo que le pasa al socialismo, sin preocuparse de su propia personalidad y antes de que se le invitara a él ya prorrumpía en lamentos porque no se había invitado al socialismo. Cuando fue consultado por el Presidente de la República, el del Comité del partido había aconsejado una concentración en que necesariamente había de figurar el Partido Radical, estimando sólo conveniente la participación socialista. Sin embargo, en su acuerdo ha preferido lo conveniente a lo necesario, ha puesto por encima de la colaboración radical, la colaboración socialista. El acuerdo contradecía en absoluto el informe dado al Presidente la República. Hay aquí una deslealtad evidente hacia el jefe del Estado. Por otra parte, si este había encargado la formación de un Gobierno republicano sin socialistas, ¿a qué esa repulsa al Sr. Lerroux por haber prescindido de una colaboración que los propios radicalsocialistas estimaban sólo conveniente?

La minoría de Acción Republicana fue más cauta. Alegó una sencilla incorrección de forma. En el pretexto se ve la mano del Sr. Azaña. Así ha podido retirarlo con una sencillez asombrosa. Por eso mismo, la alegación resultaba fútil, pueril, para que pudiera constiuir una razón de peso en un momento grave de la República.

Pero la repetición de la maniobra realizada en junio no tuvo buen éxito en septiembre. Por dos razones: primera, por eso, porque era una repetición y ya no cogía desprevenido a nadie; segunda, tan sencilla como la primera, porque los inhábiles estrategas han permanecido en el Poder otros tres meses, llevando el estrago a sus últimos extremos, provocando tal reacción que han perdido los residuos de su fuerza y justificando incluso una fulminante disolución de las Cortes como medida heroica para salvar la República. Sin duda, por temerla como a ninguna otra cosa, depusieron ayer tarde su actitud. La minoría de Acción Republicana, con la sencillez antedicha; la radical socialista no sabemos como, puesto que la invitación al socialismo no ha sido hecha todavía.

¿Qué han conseguido si al fin entran en el Gobierno? Nada más que interpolar una perturbación en el proceso de una crisis que hubiera podido ser normal y tranquila: apagar en el país la satisfacción que el cambio de Gobierno hubiera podido producir para suscitarle, en cambio, la presunción de que no han terminado sus inquietudes al advertir que no se acepta de buena gana, sinceramente la decisión presidencial: en suma, arrojar sobre el nuevo Gobierno la mancha de un pecado de origen y comenzar a desacreditarlo en el mismo instante de su nacimiento. Tal es la demencia de esa política que daña cuanto doca sin beneficiarse ella por eso. Aquí hicimos la advertencia desde que comenzó a hablarse de crisis. Por desgracia los hechos la han confirmado inmediatamente. A la amplitud de visión que exigía la gravedad de la hora se ha respondido con una mezquindad de ánimo que hubiera podido llevar a un Gobierno homogéneo radical – que no nos satisfaría de ningún modo – y que ha llevado a un Gobierno mal atado unido tan solo por el interés común de que nadie se encuentre solo en el Poder y sometido en su política a condiciones rigurosas y contradictorias – como con el programa radicalsocialista opuesto a buena parte de la política social del anterior Gobierno, y el de Acción Republicana, que propugna su continuación integra- que impedirán la rectificación amplia deseada por el país y necesaria a la salud del régimen.

13 Septiembre 1933

Las realidades nacionales

LA ÉPOCA (Director: Alfredo Escobar)

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Ya tenemos un nuevo Gobierno, no el que hubiera deseado la inmensa mayoría de la opinión nacional; pero, al menos, en un Gobierno en el que hemos oído decir al ministro de la Gobernación que él no es un ministro de partido, sino de todos los españoles, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, siempre que se obre dentro de la ley. Lenguaje que nos parece extraordinario, porque llevamos dos años largos sin oírlo, y que es, sin duda, nuncio de convivencias jurídicas, de las que habíamos permanecido alejados en un bienio regido por el Sr. Azaña, para satisfacción de odios y rencores. Ya esto sería bastante para subrayar día tras día, como españoles, como seres humanos y como hombres de razón y de derecho, la alegría por la caída del anterior Gabinete.

El Gobierno del Sr. Lerroux tiene ante sí una misión enorme. La herencia no puede ser más fatal, y es necesario proclamarlo para que se sepa como los anteriores gobernantes, que tuvieron en su mano resortes dictatoriales del Poder y los usaron sin escrúpulo ni medida, han dejado el país.

Encuentra el Sr. Lerroux un ministerio de Justicia en el que el Sr. Albornoz dejó recuerdos tan poco gratos que los primeros recursos llegados al Tribunal de Garantías son precisamente contra las medidas de aquel, no obstante ser su presidente. Un ministerio de la Guerra en el que se pasó la trituradora sobre el personal, pero no se tuvo cuidado de edificar ni reconstruir nada que respondiese a una mayor eficiencia del organismo armado, en el que no puede haber nadie, consciente de sí mismo, que no vea en él la representación tangible de la patria. Un ministerio de Mairna en el que nadie se ha ocupado de política de construcciones navales, de comunicaciones marítimas, ni de crédito marítimo. Un ministerio de la Gobernación sin política sanitaria. Un ministerio de Hacienda con un presupuesto que confeccionar y 800 millones de pesetas de déficit probable para ser en juzgado. Un ministerio de Obras Públicas con el máximo desconcierto y las máximas fantasías. Un Ministerio de Industria y Comercio en el que no se ha hecho nada, sin duda por no saber por dónde empezar. Y un Ministerio de Trabajo con una interpretación sectaria de las leyes sociales, de las que no se ha hecho un exponente de la justicia social, sino un privilegio de clase.

Todo eso encuentra el nuevo Gobierno con una economía arruinada, una recaudación entera, una indisciplina social endémica, un desbarajuste imponente, unas predicaciones de dictadura desde el Poder, que no son más que explosiones de demagogia y unos caídos que no se resignan a ver escapado de sus manos el mando que creyeron era vitalicio, y con el que se prometían forjar la satisfacción de sus pasiones aun cuando acarrearán la muerte de España.

La tarea no es fácil para los gobernantes de hoy. Nosotros nos permitimos darles un consejo: dada la composición del Gobierno y la continuación del Parlamento, lo principal no es hacer leyes nuevas, sino introducir conductas nuevas. Unas semanas de buen reposo de ir poniendo las cosas en orden, y de imponer el principio de autoridad, no serían semanas perdidas.

13 Septiembre 1933

El nuevo Gobierno

LA LIBERTAD (Director: Joaquín Aznar)

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Son estas líneas de saludo al nuevo Gobierno y de felicitación al Sr. Lerroux por haber tenido el acierto de formarlo con una certera visión del momento político y un amplio espíritu republicano, dando entrada en el ministerio a destacados representantes de los grupos izquierdistas del Parlamento, con la sola excepción de los federales, quienes si bien no diguran por razones especiales en la composición del Gabinete, participarán desde puestos relevantes en la vida ministerial.

No es el momento de los aplausos que discretamente debemos reservar para premiar con largueza a los gobernantes que aciertan en su gestión. Pero sí es la hora de los buenos deseos, y los nuestros muy cordiales acompañan a los ministros que ayer tomaron posesión de sus cargos, animados de los mejores deseos de servir los ideales de la República y los intereses de España. A los nuevos consejeros que han de inyectar un reactivo en las agotadas Cortes para prolongar la vida de estas lo más posible, les abre la opinión pública un crédito de esperanzas y simpatías del que no habrán de abusar si no quieren perder la confianza hoy depositada en ellos.

Aunque sólo fuera por habernos librado, al sustituirlos de unos gobernantes funestos para la República, deberíamos gratitud a los nuevos ministros. Pero esto no basta. Nosotros queremos estarlos agradecidos por sus obras por sus aciertos, por su gestión por sus actos justicieros, democráticos, auténticamente republicanos, y por sus afortunados esfuerzos en ordenar, en todos   sus aspectos la desordenada vida española.

Figuran en el nuevo Gobierno un represente de Acción Republicana, otro del grupo parlamentario de independientes, otro de la Esquerra otro de la ORGA, dos radicales socialistas, cinco radicales y un representante del auténtico extremismo izquierdista republicano, no del sectarismo: el Sr. Botella Asensi, que tan resonantes éxitos ha alcanzado en sus brillantes intervenciones parlamentarias. En la composición del Ministerio queda bien establecido el equilibrio entre las fuerzas de la izquierda republicana de las Cortes. Pero sí no lo estuviera, bastaría a mantenerlo la gran autoridad del jefe del nuevo Gobierno, D. Alejandro Lerroux, el más alto prestigio político de la República española.

Los Sres. Sánchez Albornoz, intelectual de nota: Iranzo, Santaló y Gómez Paratcha, los tres últimos jefes de minorías parlamentarias con nombres que tienen nuestro respeto. A D. Domingo Barnés y al Sr. Feced, radicales socialistas, se les reconoce una positiva competencia en las materias que corresponden a los ministerios de Instrucción pública y Agricultura, que son los departamentos que, respectivamente, han de regentar. Entre los cinco radicales, de excelente historia republicana y probado valer personal. Sres. Rocha, Lara Samper, Guerra del Río y Martínez Barrio destaca éste, en Gobernación, figura prestigiosa, de un gran relieve político y parlamentario.

Para todos ellos nuestro saludo cordial y nuestros mejores votos de que el acierto les acompaña.

Y para usted, Sr. Lerroux – perdón si le apeamos el tratamiento que corresponde a su alta jerarquía; pero nos dirigimos a un verdadero demócrata – un amplio crédito de confianza. Amplio en cantidad, no en duración. El país, esperanzado, deposita en usted su fe, pero ni puede ni quiere esperar más. Reclama con urgencia la implantación de la política nacional que usted le ha prometido. Ansía saber lo que es vivir en una República. Sueña con ejercer sus derechos constitucionales. Confía en que España sea muy pronto, bajo el paternal gobierno de usted, hombre que no sabe de rencores y que por haber sufrido la injusticia abomina de lela, una auténtica Democracia.