20 julio 1946

El dictador de Bolivia, Gualberto Villarroel es derrocado y ahorcado

Hechos

El 20 de julio de 1946 el presidente de Bolivia fue depuesto.

Lecturas

El general Gualberto Villarroel, dictador de Bolivia, ha sido depuesto como presidente e inmediatamente asesinado en la ciudad de La Paz, como consecuencia de una insurrección popular.

Los insurrectos tomaron por la fuerza los edificios de la Municipalidad, la Dirección de Tránsito, el Panóptico, y finalmente el Palacio Quemado, sede del gobierno. Villarroel y los pocos colaboradores que aún le acompañaban fueron colgados en las farolas de la Plaza Municipal.

En dos años y medio de gobierno Villarroel tuvo que afrontar dos levantamientos. El más reciente fue el del 13 de junio, en la base aérea de El Alto. Era previsible que el entierro de las víctimas se convirtiera en una manifestación contra el Gobierno.

La ofensiva contra Villarroel parece haber nacido en sectores de la clase media, a partir de una huelga de empleados de banca seguida de otra de maestros. Fueron finalmente los estudiantes los que se convirtieron en eje de la subversión, bajo el liderazgo del liberal Ormaechea Zalles.

Se sucedieron luego los asaltos a comisarías, mercados, emisoras de radio, barricadas y manifestaciones. Los ministros decidieron renunciar y se constituyó un gobierno íntegramente militar. Pero los propios militares, en su mayoría, se encontraban dispuestos a abandonarle.

La imagen del ex presidente Villarroel ahorcado no fue difundida, suerte que no tuvo el político izquierdista y periodista Roberto Hinojosa (aliado  de Villarroel) cuyo ahorcamiento ese mismo día fue pública y cuya imagen se convirtió en la foto del derrocamiento de Villarroel.

23 Julio 1946

El movimiento revolucionario triunfa en Bolivia

ABC (Director: Ramón Pastor)

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Desde hace 26 años, desde que el último presidente de la era liberal, José Gutiérrez Guerra, fue derribado por un pronunciamiento, un solo presidente boliviano terminó su periodo: el sucesor de este, Bautista Saavedra. Bolivia es el país menos tranquilo de América, debido quizá a la circunstancia de que carece de litoral y de que la parte más habitada está situada a una altura excesiva, a cerca de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Ya su primer presidente el mariscal Sucre – en honor del cual la capital histórica de la República abandonó su nombre indígena Chuquisaca – tuvo que huir al cabo de pocos meses después de haber sido herido. Asesinato o destierro eran siempre el destino de los jefes de Estado. Pero hablando sólo de la Historia de nuestros días, registraremos los siguientes acontecimientos: el sucesor de Saavedra, Hernán Siles, fue derribado; Daniel Salamanca, Tejada Sorzano, David Toro, corrieron la misma suerte; el teniente coronel Germán Busch, que había sustituido al coronel Toro, se suicidó en agosto de 1939; la presidencia del general Quintanilla fue interina y el sucesor de este, general Enrique Peñaranda, uno de los caudillos de la guerra del Chaco contra el Paraguay, fue derribado por Villarroel. Ahora es éste quien perece en la lucha contra los sublevados.

Cuando Villarroel subió al Poder mediante un pronunciamiento, los norteamericanos le acusaron de estar en relación con Buenos Aires y el Eje. Durante varios meses, Washington se negó a reconocer su Gobierno, pero luego Villarroel dio seguridades y prometió celebrar elecciones libres. Estas le proporcionaron mayoría absoluta. No se sabe, sin embargo, conociendo las costumbres políticas bolivianas hasta qué punto armonizaba el resultado del sufragio con la realidad y la voluntad auténtica de la nación, o, por lo menos, con la voluntad de aquella pequeña parte de la población que cuenta, en medio de la mísera masa indígena. Villarroel hizo lo posible para conseguir la benevolencia de los Estados Unidos, y con el fin de demostrar que nada tenía que ver con los regímenes totalitarios, rompió sus relaciones con España. Poco le ha servido, sin embargo el gesto: fue abandonado por parte de las fuerzas armadas y ha aumentado la lista de aquellos presidentes bolivianos, que han perecido de muerte violenta.

23 Julio 1946

Trágico golpe de Estado en Bolivia

LA VANGUARDIA (Director: Luis de Galinsoga)

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Simón Bolivar sentía, según parece, una especial predilección por la República andina que, en su honor precisamente, se dio el nombre de Bolivia. De la misma manera que, en honor de su primer presidente, el general Sucre, su primitiva capital tomó este nombre. Para Bolivia, pues, redactó personalmente, el Libertador, una Constitución que recibió el nombre de Código Boliviano y que se fundaba en los principios políticos rectores de su pensamiento. Dicha Constitución, por lo tanto, trataba de legalizar el cesarismo democrático, fórmula que parece ser indispensable a la mayor parte de los pueblos de la América meridional. Y ello hasta tal punto que, según los más certeros historiadores modernos, los antiguos pueblos indios, cuyos Estados fueron destruidos por la conquista española, no se gobernaban por Monarquías hereditarias, sino por dictaduras muy duras ejercidas vitaliciamente, salvo las consiguientes interrupciones violentas, por un solo hombre. Bolivar, pues, estableció, en la Constitución de la República de Bolivar, un sistema tricameral – Tribunos, Senado y Censores, árbitros entre los otros dos organismos y guardianes de la Constitución – cuyos miembros se designaban por un complicado procedimiento de elección indirecta; y , para el ejercicio del Poder ejecutivo, pensó en un presidente vitalicio, el cual designaría a su vez un vicepresidente que sería su sucesor, y así sucesivamente. Este carácter vitalicio del presidente y la designación por el mismo de su sucesor, constituían la parte más substancial del pensamiento de Bolivar. Para ocupar el primer eslabón de la que imaginaba interrumpida cadena, el Libertado designó al general Sucre.

Pero bien pronto los bolivianos rechazaron el Código boliviano y se dieron una Constitución de tipo más democrático. La que está vigente actualmente es del 25 de septiembre de 1880 con las modificaciones introducidas en 1931. En ella se establece que el presidente de la República, lo mismo que el vicepresidente, es elegido por sufragio universal por cuatro años. Esta supuesta organización política ha sido incumplida constantemente. La historia de Bolivia es un fatigoso cúmulo de golpes de Estado, unos tras otros incesantemente, en el cual los coroneles o generales han ido substituyendo a otros sin dejar jamás que el período de mando constitucional se haya cumplido por entero. Baste considerar que en los últimos once años ha habido seis presidentes, cuando constitucionalmente no debieron haber sido más que tres; y todos ellos acabaron su mandato de manera violenta.

Bolivia, además, ha sido un país muy desgraciado en su política exterior. Pueblo interior, instalado en la alta meseta de los Andes, perdió sus provincias marítimas, Tacna y Arica, en la guerra con el Perú y Chile. Posteriormente, buscando una salida, trató de hacer suyo el Chaco Boreal, disputado con Paraguay, región baja y ocupada por la selva virgen, en contraste con la parte alta de la República, el cual hubiera permitido a los bolivianos salir al río Paraguay y, de allí, al Río de la Plata, comunicando así con el Atlántico. La guerra fue desgraciada y Bolivia volvió a quedar encerrada en su alta meseta andina.

El subsuelo boliviano es inmensamente rico: aluminio, cobre, cine, plomo, estaño son sus principales existencias. Lo dominan poderosos intereses extranjeros, o nacionales estrechamente relacionados con el extranjero, y todo ello contribuye a matizar muy intensamente la política del país. Los intelectuales universitarios son los elementos más activos de esta siendo la masa predominante el elemento indio, muy numeroso allí. El comandante Gualberto Villarroel se había instaurado en el Poder por un golpe de Estado, en el cual fue derribado el anterior presidente, Peñaranda (20 de diciembre de 1944). Los Estados Unidos se negaron a reconocerle, lo mismo que los restantes países americanos, excepto la Argentina. Para lograr tal reconocimiento tan necesario especialmente para un país como Bolivia que depende en tal gran parte del capital extranjero para la explotación de sus riquezas, Villarroel adoptó medidas de carácter antialemán y democrático. Entre estas últimas contóse la ruptura de relaciones con el Gobierno español. Finalmente, la celebración de unas elecciones generales, que dieron el triunfo a los candidatos del Gobierno, en 1945, legítimando el golpe de Estado de diciembre anterior, determinaron el reconocimiento norteamericano  el de los demás países.

En cuanto al origen de la actual revolución, no es posible determinar con exactitud desde aquí y por el momento cuál sea su carácter. Sin embargo puede afirmarse, sin temor a error, que se trata simplemente de un movimiento debido en parte a la versatilidad política de la intelectualidad universitaria y de la oficialidad bolivianas, y a los personalismos que tanta importancia tienen en los movimientos de este carácter de la América del Sur. Sin embargo, el hecho de que se hayan formulado protestas, por parte de los revolucionarios, contra la presencia de elementos nacionalistas en el Gobierno de Villarroel, hará sin duda que se atribuya al movimiento, de acuerdo con la tónica del momento presente, además, un carácter ‘democrático’ y el régimen caído será tildado de ‘fascista’. Sin embargo, en suma, es lo mismo uno que otro, en orden a las ideas generales y a las grandes líneas de la política. Lo único diferente ha sido, esta vez, el carácter trágico que ha tenido el final de Villarroel, en contraposición al carácter incruento de los golpes de Estado anteriores.