14 julio 1934

Juan March vende el periódico, los nuevos propietarios anuncian un alineamiento del medio con la izquierda republicana

Cambio accionarial en LA LIBERTAD: Salen Juan March y Joaquín Aznar y el periódico se ‘izquierdiza’ con Antonio Hermosilla

Hechos

El 14.07.1934 el diario LA LIBERTAD anunció la salida de su director D. Joaquín Aznar, que sería reemplazado por el Sr. Hermosilla

Lecturas

Joaquín Aznar es reemplazado en la dirección por Antonio Hermosilla que ejercerá de ‘director-propietario’. Son nombrados nuevos directores Víctor de la Serna Espina y Antonio de Lezama González del Campillo. Ricardo Hernández de Pozo es ratificado como Redactor Jefe.

En octubre de 1934 D. Joaquín Aznar pasaría a ser jefe de Prensa del Gabinete de Presidencia del Consejo de ministros, cuando la presidencia estaba ocupado por D. Alejandro Lerroux.

 El 6 de noviembre del mismo año se constituye su nueva empresa editora: Prensa Republicana Independiente, S.A. Como diario republicano de izquierdas. D. Antonio Hermosilla continuará como director-gerente, y D. Antonio de Lezama y D. Eduardo Haro como subdirectores.

14 Julio 1934

Los órganos de publicidad se deben exclusivamente a la opinión general del país

Antonio Hermosilla

Leer
Por eso la Gerencia de LA LIBERTAD se funde hoy con la dirección.

En todos los países democráticos del mundo ha ido desapareciendo automáticamente el politiqueo periodístico; es decir, que los grandes periódicos y aun los modestos han perdido aquella condición de instrumento caciquil que tenían hace años y que servían de escala para que personajes o personajillos lograsen una cartera o hicieran francamente la política de un partido o de un grupo político, importándoles un bledo los intereses generales del país y sus problemas más hondos y trascendentales.

Un periódico era órgano – que así se llama al trazar el periodismo sobre el pentagrama obligado y partidista – de don Fulano o don Perengano y, a lo sumo, de su cortejo caciquil, y de los Comités provincianos. Su intervención en la vida pública, creando opinión de oralina por la fuerza de su falsa dialéctica, no podía ser más dañina al interés público. El político periodista era sencillamente un escalatorres, que se empinaba sobre los hombros de su máquina rotativa y hacía de las bobinas de papel escabel de sus ambiciones personales y pedesal de la estatua viva de su fatuidad fanfarrona y egoísta.

Y al llegar a este punto queremos señalar una distinción muy importante. El político periodista es el antípoda del periodista político. Aquel es un encadenado a la disciplina del partido; es un esclavo del poderío y la autoridad de su jefe; es un escribiente al dictado, que en tanto maneja la pluma con la mano diestra, sigueindo el compás y el ritmo de la batuta del jefe político, tiene en extensión su mano izquierda en especira del pago de esa moneda que se llama alto cargo, y que no es sino una recompensa que satisface al contribuyente.

Los periódicos no pueden ni deben tener más dueño y señor que la opinión pública, que no es tal cuando la falacia del periodista la crea o la viste a su antojo, sino esa otra que constituye la única soberanía de los pueblos y que es imperativa por dictados de su corazón y de su pensamiento. Esa opinión entonces es certera por su hegemonía simbólica, y es generosa porque lleva en sus alas el espíritu romántico y quijotesco de la raza.

La Prensa, la gran Prensa no puede ser órgano de nadie, sino reflejo de esa opinión nacional, crisol en que se funden todos los anhelos justos, retorta en donde se mezclan todas las inquietudes legítimas, fuente en que vierten todas las aguas puras de la conciencia colectiva.

El periodismo no puede ni debe ser palanqueta que fuerce voluntades ni fuerza los destinos del país, sino palanca que con el solo punto de apoyo de la opinión levante en vilo la patria para honrarla y fortalecerla.

Ningún periódico puede estar sometido a la dirección partidista ni de sectarismo político.

Por eso desde hoy el gerente asume también la dirección de LA LIBERTAD, y fiel a estos principios expuestos y obediente a los mandatos de su conciencia y a su responsabilidad como patriota, y por eso, solamente por eso, se da públicamente de baja en el Partido Republicano Radical, en el que militó hasta ahora, y recaba su independencia política, esa independencia que reclama a gritos la gran masa de opinión del país que un día y otro se ve obligada a caminar abatida y desilusionada por el nuevo paso de las Termópilas, bajo las espadas de las legiones de la izquierda, de las de la derecha y de las del centro.

A partir de este momento, LA LIBERTAD no será lerrouxista, ni albista, ni ningún «ista» conocido ni por conocer; será republicana; será eminentemente, entusiásticamente española, y será independiente en absoluto para poder defender en todo momento contra los políticos y politicastros a la gran masa de opinión pública que desde hoy es su único y exclusivo inspirador.

Hemos de vencer o morir: pero siempre haciendo honor a nuestro título: LIBERTAD. Esta augusta palabra no es un vocablo vano.