11 octubre 1923
Uno de los asesinos permanece huido en la URSS
Condenados a muerte los asesinos de Eduardo Dato, Pedro Mateu y Luis Nicolau, aunque la pena será conmutada y sólo cumplirán 9 años en la cárcel
Hechos
El 11.10.1923 se hizo público el resultado del Consejo de Guerra por el asesinato de D. Eduardo Dato.
Lecturas
D. Pedro Mateu.
D. Luis Nicolau.
D. Ramón Casanellas.
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El 11 de octubre de 1923 se ha dictado sentencia en la causa contra los asesinos del Sr. Dato, presidente del Consejo de ministros asesinado en 1921.
D. Pedro Mateu y D. Luis Nicolau, dos de los 3 autores materiales del crimen, son condenados a pena de muerte y a la accesoria de inhabilitación absoluta perpetua en caso de indulto, así como a un año y 4 meses de prisión correccional por lesiones, privación de derechos y una multa de 1.000 pesetas. El resto de los acusados han sido absueltos, salvo D. Ramón Casanellas, que se encuentra huido de España – en la Unión Soviética [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas], morirá en 1933.
El Análisis
El trágico asesinato de Eduardo Dato Iradier, presidente del Consejo de Ministros, en 1921, dejó una profunda marca en la historia de España. El reciente fallo del Consejo de Guerra, que condena a dos de los tres autores materiales, revela el destino dispar de estos individuos, cuyas vidas reflejan las tensiones y las contradicciones de nuestro tiempo.
Pedro Mateu y Luis Nicolau, condenados a la pena de muerte en 1923, fueron posteriormente amnistiados al proclamarse la Segunda República en 1931, habiendo cumplido apenas nueve años de prisión. La vida de estos dos hombres tomó rumbos muy distintos tras su liberación. Nicolau, quien quedó preso del bando franquista durante la Guerra Civil, fue ejecutado, un final violento que refleja la inestabilidad y la venganza que caracterizaron ese periodo. Mateu, en cambio, logró escapar y encontró refugio en Francia, donde vivió el resto de su vida en relativa tranquilidad. En una entrevista publicada en 1967 por el diario Pueblo, Mateu se vanaglorió de su participación en el asesinato de Dato, una declaración que provoca repulsión y subraya la impunidad con la que vivió.
El tercer asesino, Ramón Casanellas, huyó a la Unión Soviética y vivió hasta 1933, cuando tras volver a España, encontró su final en un accidente. Su fuga y retorno ilustran otra faceta de la repercusión internacional del crimen y la influencia de las ideologías radicales de la época.
Estos destinos divergentes no solo destacan las contradicciones inherentes en la justicia de aquellos años, sino también la incapacidad del sistema para imponer una justicia duradera y equitativa. La amnistía de los asesinos, seguida por el destino trágico de uno y la vida tranquila del otro, refleja un país dividido y un sistema judicial fluctuante bajo la presión de cambios políticos drásticos. La historia de los asesinos de Eduardo Dato es un recordatorio sombrío de las consecuencias de la violencia política y la necesidad de una justicia que sirva a la verdad y a la reconciliación, más allá de las ideologías y los vaivenes del poder.
J. F. Lamata