14 abril 1980

El presidente de EFE, la APM y la FAPE propone que por ley se establezca que sólo pueda acceder el periodismo aquel que tenga el carné que otorguen las Asociaciones de la Prensa a aquellos que tengan estudios

Conflicto por el Carné de Prensa que propone Anson (FAPE): Guerra con DIARIO16 y CAMBIO16, los medios de Juan Tomás de Salas

Hechos

  • El 14.04.1980 el periódico LA HOJA DEL LUNES que publicaba la Asociación de la Prensa que presidía D. Luis María Anson publicó un artículo sobre el editor del diario DIARIO16 y la revista CAMBIO16, D. Juan Tomás de Salas.

14 Abril 1980

Salas recoge velas

LA HOJA DEL LUNES (Director: Álvaro López Alonso)

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El empresario Juan Tomás de Salas se oponía sañudamente en un reciente comentario a que hubiera ley de información y concluía ‘De esta sólo nos salva UGT’. Dócilmente la UGT ha recibido las enseñanzas de Salas y en su último congreso aprobó lo contrario: que haya no sólo ley, sino cuanto antes, estatuto de la profesión periodística y además que se promulguen una ley de la empresa periodística.

El patinazo del Sr. Salas pasará a la pequeña historia del periodismo. Ha sido de época. Trasquilamiento mayor no se recuerda de nadie que fuera a por lana. Como Salas es hombre lozano y despierto, ante la actitud de UGT, ante  los comentarios y artículos que le zurran sin piedad en toda España, ha recogido velas con radiante apresuramiento. Ya no dice que no al carné, ya no dice que no a la ley de Información, ya no dice que no a la facultad de ciencias de la Información. El señor Salas se guarda en su nuevo editorial todas las velas que tenía desplegadas al viento.

Ahora lo que dice es que se forme un comité paritario entre asociaciones profesionales, sindicales y patronales para conceder el carné; que los licenciados en Ciencias de la Información tengan ventajas sobre los no titulados y que la ley de información sea breve.

Vaya, es un buen principio para dialogar. Si el Sr. Salas continúa recogiendo velas a la misma velocidad como lo ha hecho de una semana a otra, el acuerdo será fácil, sin duda.

La Hoja del Lunes

15 Abril 1980

Salas contesta

Juan Tomás de Salas

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No he recogido velas ni pienso hacerlo porque estoy seguro de que mi buen amigo y zar Anson al final comprenderá que la razón debe prevalecer sobre el gremialismo destacado de la profesión periodística.

Ni el ínclito De la Cierva puede salvar el naufragio al carnet estatal de periodista. Meliá vacila, es verdad. A mi me dice una cosa y Anson le arranca la contraria. La CEOE también titubea, sus periodistas encarnetados defienden el carnet, y sus dirigentes mandan telex diciendo que de carnet nada de nada.

¿Y la UGT? Que se defienda ella. Yo sólo digo que, a pesar de las presiones de Anson, el congreso de UGT aprobó una ponencia que garantiza la libertad de acceso al periodismo, sin encarnetamiento de por vida ni monopolio de elegidos.

Luego están los 50 magníficos. Profesionales – con carnet y sin él – como la copa de un pino, acaban de declarar públicamente su tajante rechazo al plan carnetario de Anson. Son lso mejores, no tienen cadáveres azules en sus armarios, no falsean la realidad, nunca han pedido limosna, son la sal y pimienta de la prensa grande española de estos años.

Y queda Anson, y quedan sus muchachos antiguos. Muchos de ellos, a su decir, sólo lograron salir de la abyección yla miseria moral gracias al orden fascista. Y lo agradecen. Y piden a gritos el carnet de Mussolini. Sin Franco, al parecer, cobraban de toreros, financieros, políticos y artistas. Con Franco y su carnet, al parecer, dejaron de cobrar limosnas. ¿Qué quieren que haga yo? De todo ese mundo abyecto no sé nada, ni quiero saberlo. Un periodista es, a mi entender, algo bastante más grande que un limosnero protegido del pecado por un carnet. Mucho más grande.

Al final prevalecerá la razón y la razón hoy y aquí pasa por una comisión paritaria de empresarios, asociaciones y sindicatos de prensa que den el carnet a quien lo trabaje, y no a los ciclistas ni a los obispos como en los tiempos de Franco.  Salas 15 de abril

Anson, la paz es posible y la racionalidad debe prevalecer. La guerra, claro, también es posible, aunque quizá no sirva para mucho.

02 Octubre 1980

Anson again

José Luis Gutiérrez

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Anson ataca de nuevo. En una esquizofrénica jugada a tres bandas, el presidente de EFE, de la Asociación de la Prensa de Madrid, de la Federación de Asociaciones de Prensa de Epsaña, consejero de bancos, periódicos, ultramarinos y demás colectivos, pretende firmar un acuerdo con Comisiones Obreras y UGT que, de estar vigente hace algunos meses, yo no podría estar trabajando en este periódico, porque las vacantes habrían de cubrirse con la correspondiente bolsa de trabajo.

En el seno del PSOE y de la propia UGT reina la explicable irritación porque consideran intolerable primar a Anson con la etiqueta UGT. De modo que para solventar la situación, Felipe González y Nicolás Redondo serán hoy convenientemente informados.

20 Abril 1980

El carné

Xavier Domingo

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El señor Ansón, don Luis María, quiere ejercer sobre un montón de profesionales de este país usurpadas potestades, prohibiéndoles ejercer un oficio en el que algunos trabajamos desde hace muchos años: yo, en concreto, desde hace veinticinco años.

Es un oficio en el que me han empleado entidades como la agencia France Presse (durante quince años), el semanario parisién L´Express, drante un año, y otros medios, como CAMBIO16, desde hace cinco años.

He colaborado, además, en un sinfín de periódicos y revistas de Europa y Latinoamérica.

En este oficio lo he hecho todo: reportajes, deporte, política y hasta economía (en un diario del prestigio de Les Echos), y, sobre todo, esa base indispensable en la profesión que son varios años de desk, de ‘mesa’, que un ‘agenciero’ aunque sea novato, como Anson, debe de admitir que son la única universalidad válida del periodista.

Tengo en mi hoja de servicios una participación activa en el famoso scoop de la AFP cuando el asalto palestino a la casa de Israel en los Juegos de Munich, y en mi haber personal un scoop mundial con veinticuatro horas de antelación sobre las agencias norteamericanas AP y UPI y sobre la británica Reuter en el anuncio de la suspensión de los Juegos Panamericanos de Sao Paulo por una epidemia de meningitis, en 1972.

De este oficio me sé todos los trucos y toda la técnica. Me la enseñaron periodistas con muchos años en el oficio y en las entidades más acreditadas. Guardo un reconocimiento muy grande a periodistas como Jean Huteau, que después de haber sido corresponsal de Le Monde en Buenos Aires, fue jefe de puesto de la AFP en La Habana, jefe del desk Amsud de la misma agencia en la que ahora es director de Información.

He visto trabajar y he compartido horas duras y alegres con flor y la nata de los reporteros europeos y norteamericanos. He trabajado con lo mejor de Latinoamérica, empezando pr los argentinos.

Todo esto, el señor Anson, pretende borrarlo de un plumazo burocrático.

Que conste. Me parece muy bien que los periodistas pasen por una Universidad y posean un título, aunque no comprendo muy bien eso de Ciencias de la Información. Me huele mal. Consideraría más útil un título de Historia o de Economía, o de Sociología, o de Ciencias Políticas. Son ésos los títulos que se aprecian por ahí. Son los que dan peso y seriedad a periódicos como Le Monde, o el Times, o el Herald Tribune o los grandes rotativos y semanarios de estos países y de otros como Italia o Alemania.

A lo largo de mi carrera periodística he tenido muy buenos compañeros y amigos que han dejado su vida en el trabajo informativo. En Vietnam, por ejemplo. Ninguno de ellos tenía carné estatal. Tenían el carné acreditativo de su periódico, avalado por una asociación libre de periodistas, como es el caso francés o simplemente por su periódico, en el caso de la prensa sajona, alemana o italiana.

Ignoro cuáles son las motivaciones del señor Anson. Sé que su proyecto gusta a los comunistas y, por supuesto, a la extrema derecha. Es lógico. El PSOE no se pronuncia.

Lo que no entiendo y me escandaliza son las dudas de UCD y que un Senillosa o un Areilza se callen, cuando deberían actuar en campeones de un liberalismo conservador, pero acérrimo partidario de la libertad de prensa, a la cual el carné estatal asesta el más duro y taimado de los golpes.

Cuando se implantó lo del carné de prensa en España yo tenía dieciocho años. Rellené la solicitud de ingreso en la Escuela y fue desechada. Por hijo del rojo. Hice mi oficio en el extranjero, y dicen que no del todo mal.

Aún es tiempo de reconsiderar todo este asunto sin pasión y racionalmente.

Entretanto, todo lo que puedo decir del señor Luis María Anson es que, al contrario de su hermano Rafael, no pone mucho cuidado en eso de la comida, contrario de su hermano Rafael, no pone mucho cuidado en eso de la comida. Sus cenas en la agencia EFE son un auténtico desastre. ¿Por qué no se cuida mejor y nos deja en paz a los periodistas? En todo caso, si me deja sin trabajo, no tendrá mesa en el restaurante que tendré que abrir. ¡Reservado el derecho de admisión!

20 Abril 1980

Anson Dos

Juan Tomás de Salas

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Después del varapalo de la semana pasada al Sr. Anson, conviene ahora reflexionar un poco sobre la situación de la prensa en España y trata de buscar soluciones adecuadas a los problemas planteados. Los puntos fundamentales a tener en cuenta en este tema son los siguientes:

1 – El monopolio de las redacciones para los detentadores del carnet estatal de periodistas es incompatible con la democracia. En las redacciones deben poder ingresar todos los ciudadanos con méritos y vocación suficiente para ello. Si se quiere mitificar el carnet y poner coto a los fantasmagóricos miedos fascistoides de que las empresas den el alta en la profesión a todos los idiotas y parientes del país, la única solución adecuada sería la constitución, según el modelo francés, de un ‘comité de carnet’ representativo del sector.

El comité del carnet tendría carácter paritario, es decir, la mitad de sus miembros representarían a las organizaciones patronales de prensa y la otra mitad a las organizaciones profesionales y sindicales de los periodistas. El comité podría así impedir el encarnetamiento de los parientes idiotas del editor y de los afiliados rojetes de los partidos. El temor ibérico a la desnaturalización del mítico carnet estaría injustificado así.

El comité paritario podría fijar reglas bien sencillas, sigiendo otra vez el endemoniado modelo francés, de modo que los licenciados en las facultades de Ciencias de la Información recibieran su carnet profesional a los seis meses de trabajo en la prensa, mientras que los demás ciudadanos que ingresaran a las redacciones necesitarían demostrar un plazo de dedicación más largo – dos o tres años – a su profesión.

Esta fórmula es razonable, respeta los derechos adquiridos sin vulnerar el derecho de todo ciudadano a expresarse libremente y no necesita ley alguna para ponerse en práctica mañana misma. Las asociaciones patronales profesionales y sindicales del sector pueden autorregularse así sin más problemas.

2 – Cuantas menos leyes se dicten, mejor. En este país gremialista hasta los tuétanos, cada gremio y cada corporación quiere garantizarse a través de una ley el monopolio de su sector. El franquismo fue precisamente eso, el intento prometido y nunca acabad de generalizar el privilegio a todos los grupos de ciudadanos que tuvieran bastante fuerza para colocarse por encima de la libertad y de la igualdad de los demás. Lo que no puede la democracia es heredar la esencia misma del franquismo. Salvo excepciones que deben contarse con los dedos de una mano – médicos, ingenieros, arquitectos y muy pocos más – todas las demás profesiones y modos de vivir deben estar abiertos al general de los ciudadanos. De la misma manera, el monopolio debe ser la excepción y la libertad la regla. Menos leyes y más autonomía de la sociedad.

3 – El Parlamento, es decir la voz legislativa del Estado, debe intervenir lo menos posible en la reglamentación de la marcha de la sociedad. Lo mismo, y con creces, hay que predicar del ejecutivo. Las fuerzas sociales y los ciudadanos deben pactar las reglas del juego en toda aquella infinidad de terrenos donde no sea imprescindible la intervención coercitiva y reglamentista del Estado. Si la Constitución han previsto una nueva ley de prensa, cuanto más corta, cuanto menos diga y cuanto más tarde se promulgue, mejor. En vez de hacer nuevas leyes, lo que habría que hacer es deshacer las antiguas.

Nota del Editor: La enfermedad del ministro Joaquín Garrigues es na de las peores y más tristes noticias de la vida política española actual. Aquí se necesita imaginación, coraje, sentido del humor y honestidad profunda. Y cando más se necesita, Joaqín Garrigues enferma otra vez.