1 junio 1977

Dentro de un serial de Cerecedo burlándose de todas las figuras de la derecha con símiles taurinos

Cuco Cerecedo (DIARIO16) se burla de los hermanos Anson (directores de EFE y RTVE) llamándoles ‘subalternos ambiciosos’

Hechos

El 1.06.1977 el periódico DIARIO16 publicó un artículo firmado por D. Francisco González Cerecedo sobre los hermanos Anson.

Lecturas

El 1 de junio de 1977 D. Francisco González Cerecedo publica un artículo de burla contra el presidente de la Agencia Efe, D. Luis María Anson Oliart y contra el director general de RTVE, D. Rafael Ansón Oliart, a los que califica como ‘los subalternos ambiciosos’ en un texto que también tiene referencias despectivas hacia D. Emilio Romero Gómez.

     D. Rafael Ansón y D. Luis María Anson (hermanos, pese a acentuar su apellido de manera diferente) son Director General de RTVE y Presidente de la Agencia EFE, respectivamente, nombrados ambos por el Gobierno Suárez.

El objetivo preferido de D. Francisco González Cerecedo fueron los miembros de Alianza Popular incluido su jefe, D. Manuel Fraga.

01 Junio 1977

Los subalternos ambiciosos

Francisco Cerecedo

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Tras los peones cortos de facultades y los mosos abnegados vienen los subalternos ambiciosos que aguardan la oportunidad de sustituir al maestro, mientras que, al mismo tiempo aprenden la asignatura. El caso más preocupante es el de Emilio Romero, ‘Gallito del Suplicatorio’, que no aspira a llegar a matador, quizá consciente de que las antiguas cogidas de los años cuarenta le han restado agilidad, sino que la mayor ambición de Romero, ahora ne paro es ser subalterno. El sábado pasado con un duro ataque en EL PAÍS a ‘El Posturas’ de la Moncloa hacia saber al resto del escalafón taurino que se hallaba, como siempre, en situación de contratable.

Un mozo ambicioso, aunque escaso valor, es Pío Cabanillas, Gitanillo de Orense, que ha sabido intervenir inteligentemente las ganaderías acumuladas de la fiesta en su espléndido pazo pontevedrés de Mosteiro. Excelentísimo puntillero de la cuadrilla de Adolfo Suárez es también Rodolfo Martín Villa ‘Machaquito de Euskadi’, que no cesa ultimamente de recoger toda clase de trofeos procedentes de los toros bravos vascos.

Para finalizar esta rápida e incompleta relación de los subalternos más distinguidos durante la pasada Feria de San Isidro, no sería correcto subestimar la infatigable aportación al espectáculo de los tres hermanos Ansón, representantes de una variante de la fiesta nacional injustamente menospreciada por algunos sectores puristas de la afición, los Bomberos-Toreros, cortos de estatura, grandes de espíritu, quienes con sus inigualables ocurrencias hacen siempre las delicias de pequeños y mayores. Los tres cultivan gags de mucho efecto. Luis María, el mayor, gustaba de asustar al público en la placita del ABC pidiendo cada mañana más guardias desde la portada. Quizá porque no confiara demasiado en la compresión del os espectadores para su peculiar manera de entender la fiesta y temiera que le arrojaran hortalizas a su impoluto ruedo. También solía impresionar mucho Luis María a los niños en la arena con su famoso pase del ‘Vietnam cruficificado’ y cuando se ponía a remedar el estilo literario de un diestro rival, también monárquico, Santiago Carrillo, ‘Currito de la Zarzuela’ en la correpsondencia con su cuadrilla.

El mediano de los Anson, Rafael, ha perfeccionado, con acierto, el antiguo ‘gag del Telediario’ que continúa provocando la hilaridad del público como si fuera nuevo. Es célebre también en la calle de la Victoria por su muletear a media altura, obsequioso y reverencial, con el ganado más poderoso. Francisco Ansón, el menos de los bomberos-toreros, posee una biografía taurina menos conocida que sus hermanos, pero ya apunta las especiales condiciones para la lidia que adornan a la familia. Por méritos propios, ha conseguido ingresar en la banda del empaste de Radio Televisión Española, donde, al mismo tiempo, trabaja en la puesta a punto de dos gags nuevos: el ‘gag del nepote’, todavía insuficiente desarrollado, pero que ya ha comenzado a despertar las primeras sonrisas entre quienes lo conocen y el ‘gag de la censura’, en el que trabaja esforzadamente para que, aunque se rían las almas de los espectadores no vayan al infierno. Tal es la deuda imperecedera que los aficionados de todas las edades y la fiesta en general, tiene con los hasta ahora subestimados ‘Bomberos Toreros’. Nos guste o no, hay que reconocerlo. San Isidro ha terminado, pero el día 15 de Junio, Día Nacional de la Caridad, se inicia la Feria del Año. Se ruega al público que no deje de aplaudir a los toreros.

El Análisis

Los hermanos Ansón, poder mediático y sátira en la Transición

JF Lamata

En la campaña de las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, uno de los poderes más determinantes no se encontraba en las urnas, ni siquiera en los mítines, sino en el terreno mediático. El Gobierno de Adolfo Suárez, consciente de la fragilidad de su recién constituida UCD, desplegó toda su influencia en los medios de comunicación. En ese esfuerzo resultaron piezas clave los hermanos Ansón. Rafael, al frente de RTVE, y Luis María, en la presidencia de la Agencia EFE, manejaban dos resortes esenciales: la televisión pública y el suministro de teletipos a la prensa de toda España. Nunca antes, ni quizá después, un apellido tuvo tanto peso simultáneo en la construcción del discurso mediático nacional.

Ese poder, sin embargo, no pasó desapercibido para los periodistas más irreverentes. El 1 de junio de 1977, en Diario 16, Cuco Cerecedo —pluma mordaz, demoledora y con gusto por la ironía— publicó un artículo titulado “Los subalternos ambiciosos”, donde ridiculizaba a las figuras emergentes del entorno de Suárez, entre ellos los hermanos Ansón. Con un lenguaje taurino, festivo y corrosivo, los presentó como “bomberos toreros”, caricaturizando su papel en la política y en la prensa como personajes histriónicos más dedicados a los “gags” que al rigor. Luis María aparecía obsesionado con pedir guardias y dramatizar la actualidad con el estilo de “Vietnam crucificado”; Rafael, como maestro del “gag del Telediario”, acomodaticio con el poder; y Francisco, el menor, como aprendiz en la sombra de RTVE, ocupado en perfeccionar el “gag del nepotismo”.

Las acusaciones de Cerecedo iban más allá de la burla personal: ponían en tela de juicio la imparcialidad de los grandes medios en un proceso electoral que debía legitimar el nacimiento de la democracia. Si el Gobierno disponía de RTVE y EFE en manos de fieles colaboradores, la igualdad de condiciones para todos los partidos quedaba cuestionada. Era, en cierto modo, la denuncia de que la partida estaba marcada desde su inicio.

El artículo no tuvo respuesta. Ni Luis María ni Rafael Ansón consideraron oportuno rebajarse a polemizar con un periodista de un diario entonces pequeño, como Diario 16. Y, sin embargo, esa pieza de sátira, corrosiva y atrevida, tuvo el mérito de poner negro sobre blanco lo que muchos en la oposición murmuraban: que el Gobierno de Suárez no solo era árbitro del juego político, sino también jugador con ventaja en el terreno mediático.

Con el paso del tiempo, la influencia de los Ansón se ha interpretado de modos distintos. Algunos subrayan su profesionalidad y su talento periodístico; otros los ven como símbolos del maridaje entre política y medios que marcó los inicios de la Transición. Pero en aquel junio de 1977, mientras España se disponía a votar en libertad por primera vez en cuatro décadas, un artículo satírico recordó que la sátira es, también, un contrapeso del poder.

J. F. Lamata