21 abril 1981

Tarradellas asegura que Jordi Pujol le prohibió gritar '¡Visca Espanya!' el día de su despedida como Presidente de la Generalitat en funciones y que ha hecho partidismo con su política lingüista

Demoledora crítica de Josep Tarradellas contra la gestión de Jordi Pujol como Presidente de la Generalitat de Catalunya

Hechos

  • En abril de 1981 la prensa hizo público la existencia de una carta de D. Josep Tarradellas a D. Jordi Pujol reprochándole su gestión al frente de la Generalitat de Catalunya. EL PERIÓDICO de Catalunya la publicaría íntegra.

Lecturas

LA CARTA DE TARRADELLAS A JORDI PUJOL:

Mi querido amigo:

Al día siguiente de nuestra conversación del 25 de marzo quería escribirle, porque al despedirnos tuve la impresión de que tal vez las opiniones que me había tomado la libertad de expresarle no habían quedado demasiado claras. Por otra parte y dado el tema que tratamos me parecía que en mis palabras había puesto una vehemencia innecesaria, y entre una cosa y otra podía dar lugar a confusiones.

Si no le escribí enseguida fue porque creía que no me podía permitir hablarle nuevamente de los problemas del país, toda vez que existía el peligro de que pudiera interpretar mi insistencia como si mi estado de espíritu fue la consecuencia de una posición política o personal. En fin, pensándolo una y otra vez he llegado a la conclusión siguiente. Siendo como es usted castellano viejo y al mismo tiempo un ciutadá de Catalunya comprendería el porqué de mi decisión y también me disculparía. Y por esa razón le escribo yo.

El final del buen entendimiento

Para empezar, sepa que al día siguiente de haber tomado posesión el nuevo Presidente de la Generalitat, es decir, el 9 de mayo del año pasado, manifesté que se había roto una etapa que había comenzado con esplendor, confianza e ilusión el 24 de octubre de 1977 y que tenía el presentimiento de que iba a iniciar otra que nos conduciría a la ruptura de lo vínculos de comprensión, buen entendimiento y acuerdos constantes que durante mi mandato habían existido entre Catalunya y el Gobierno de España. Todo nos llevaría a una situación que nos haría recordar otros tiempos muy tristes y desgraciados para nuestro país. En primer lugar, porque todo me hacía prever que las inmejorables y afectuosas relaciones que existían con la autoridades civiles y militares del Estado en Cataluña que tanto y tanto me costó conseguir, de ahora en adelante se irían deteriorando y acabarían por ser tirantes, y comportarían situaciones muy difiles para la aplicación del Estatuto.

Despues, y teniendo presente las campañas políticas y excesivamente partidistas que había llevado a cabo el Partido que iba a gobernar [Convergencia i Unió] constituyendo un Consejo Ejecutivo monocolor y representado por su secretario general desde la presidencia de la Generalitat, era inevitable la ruptura de la unidad de nuestro pueblo. Esta unidad se produjo desde el primer día que llegué y se mantuvo hasta el último momento de mi mandato.

La actitud que adoptan actualmente todos aquellos que conviven con nosotros y que han venido de otros pueblos de España y sus Casas regionales en Catalunya, frente a la Generalitat y a los que la representan es lo bastante conocida para que sea innecesario cualquier comentario. El hecho es que desgraciadamente, se ha pasado de una situación llena de mutua confianza, de fraternidad y sin resentimientos ni complejos a la de ahora, que algunas veces de franco desinterés por Catalunya y otras de oposición, cuando antes ocurría todo lo contrario.

La toma de posesión de Pujol

¿Por qué estos presentimientos míos? Pues simplemente por muchas raoznes, que debido a las circunstancias que vivimos creo que ahora no es el momento más oportuno dar a conocer. Pero hay una que hoy es preciso recordar. Ya sabe que por encargo del presidente Suárez, fui Delegado del Gobierno para dar posesión de la presidencia de la Generalitat de Catalunya al señor Jordi Pujol. Días antes, le indiqué que me parecía normal que en este acto acabara mi parlamento con las palabras tradicionales de siempre, es decir, gritando vivas a Catalunya y a España. Esta propuesta me parecía lógica, pero con gran sorpresa por mi parte no fue aceptada por usted.

Por esta razón me encontraba en una situación más que delicada, peligrosa y por tanto, tenía el deber de evitarla. Ya sabía que él solamente quería tener presente a Catalunya, pero para mi esto era inaceptable: eran ambos pueblos los que debían ir unidos en sus anhelos comunes. Si lo hacía yo solo dada la situación en que me hallaba, representaría el plantear públicamente una división que acarrearía discusiones de resultados más que lamentables. Entonces, y ante esta situación tan enojosa, decidí no tener presente lo que hasta entonces habla hecho en todos los actos oficiales. Hoy, al pensar en ello con calma, creo que no podía hacer otra cosa si quería evitar un escándalo de consecuencias imprevisibles.

Tema de la lengua

Por ejemplo, es necesario tener el coraje de decirlo, los problemas de la lengua y de la escuela, es la actual Generalitat quien en gran parte los ha provocado, por falta de sentido de responsabilidad y por una alocada política ante el Gobierno que podía pensarse que no sería aceptada, no sólo por su planteamiento inaceptable, sino porque ni ayer, ni hoy, ni nunca gobierne quien gobierne, el Estado no aceptará nuestros derechos como nosotros quisiéramos, si nuestro pueblo no los reclama unánimemente.

No conseguiremos nuestros propósitos con orgullo ni con frivolidad. A mi entender, muchas de las manifestaciones que se han hecho y disposiciones que se han tomado se habían de pactar antes de tomarlas o meditarlas mejor, pero no actuar como se ha hecho ahora, con suficiencia y pensando que solamente nosotros teníamos razón. Así mismo, era preciso evitar cualquier comentario ofensivo contra aquellos a quienes obligaban determinadas disposiciones, teniendo en cuenta lo que podían representar.

Si lo hubiéramos hecho así, nada o casi nada de lo que ha pasado habría sucedido, ya que la cuestión de la lengua se ha convertido en un problema político y partidista, acompañado de posiciones que estamos pagando muy duramente.

Carta a Barrera

Sepa que en esta correspondencia trataba por encima del tema de Catalunya, por dos razones: primera, porque todo lo que yo habría podido decirle de lo que ha pasado durante estos últimos diez meses y sus resultados, estoy seguro de que S. M. el Rey ya lo sabía o ya lo presentía después, porque sí tenía que hablar de Catalunya me tenía que dirigir también al Presidente de nuestro Parlamento, señor Heribert Barrera [Secretario General de ERC]. Esto lo hice el 23 del pasado mes en una larga carta en la que le hacía constar mi disconformidad con la política sectaria, discriminadora y carente de todo sentido de responsabilidad por parte de la Generalidad.

También le hacía constar mi más enérgica protesta ante la política de provocación que Catalunya inició el mismo día de la toma de posesión del presidente Pujol y que todavía continúa, debido por una parte a la política de intimidación engañosa que se hace desde la Generalitat y por otra, abusando de la buena fe de los que hay que reconocer que están tendenciosamente informados.

He aquí, pues, que con las comunicaciones dirigidas a S. M. el Rey Juan Carlos I, al muy honorable presidente Barrera y a usted mismo con esta carta, me siento en cierto modo liberado de un estado de espíritu que se estaba convirtiendo en algo casi morboso y que me tenía más que preocupado. Esto no significa que deje de estar atento a todo lo que pasa, pero el hecho de que haya manifestado con claridad total mis reflexiones e inquietudes, debo decirle sinceramente que ha aliviado mi conciencia ante mis responsabilidades pasadas y presentes.

Confío que su amistad me expulsará de esta larga carta, pero como le decía al principio después de pensarlo mucho, he creído que usted era la persona a quien podía hablar de ciertos aspectos de nuestra vida ciudadana, porque conozco su objetividad, patriotismo y alto sentido de responsabilidad, y por lo tanto, merece toda mi confianza. Al mismo tiempo, esto seguro de que en todo lo que acabo de manifestarle no hallará absolutamente ninguna intención política ni pensamiento partidista que como puede suponer, está muy lejos de mi intención.

El papel de los partidos

Permítame que antes de terminar esta carta y en otro orden de cosas le manifieste que estoy alarmado ante el pensamiento y la posición de los partidos políticos, los cuales dan a menudo la sensación de no recordar lo que sucedió el mes de febrero pasado [intento de Golpe de Estado del 23-F] y actúan exactamente como si ante nosotros no tuviésemos problemas angustiosos que no podemos resolver. Sin una actuación de S. M. el Rey, que ha ganado una gran autoridad moral por sus actuaciones en lo que va de año, fruto también de saber escuchar y razonar de una manera cartesiana y de una voluntad de hierro para cumplir con sus deberes, no desaparecerán las graves preocupaciones que tenemos.

España, unos dicen que bosteza y otros que está dormida. Todo es posible, pero me parece que en el país existe todavía suficiente savia nueva para despertarlo, sacudirlo y darle nobles ambiciones. Se trata simplemente de no pensar en todo cuando enturbia nuestra voluntad

En cuanto a Catalunya, creo que es urgente que se recupere la unidad que se rompió en mayo de 1980, y que se olvide todo lo que ahora nos separa, porque nuestro país es demasiado pequeño para que desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para que quepamos todos.

Con la amistad de siempre, le saluda afectuosamente.

Josep Tarradellas