30 abril 2004

Los siete asesinos murieron llevándose por delante la vida de un geo, Torronteras

El comando asesino del 11-M se vuela en un piso de Leganés

Hechos

El 3.04.2004 estalló un piso en Leganés, en el que murieron Jamal Ahmidan, Serhane Ben Abdelmajid, Addennabi Kounjaa, Asri Rianuar, Mohamed Oulad, Rachid Oulad y Allekema Lamari.

Lecturas


UN COMANDO DE SIETE TERRORISTAS MUERTOS

El comando ‘suicidado’ en Leganés, era presumiblemente el responsable de la masacre del 11-M que segó la vida a 192 personas.

  • Serhane Ben Abdelmajid ‘El Tunecino’
  • Jamal Ahmidan ‘El Chino’
  • Allekema Lamari
  • Addennabi Kounjaa ‘Abdallah’
  • Asri RiAnuar
  • Mohamed Oulad Akcha
  • Rachid Oulad Akcha

Ahmidan: «Voy a morir matando, con sangre»

Antes de suicidarse, Jamal Ahmidan llamó a su familia para informarle de lo que iba a hacer: «Por fin me voy a reunir con Dios, voy a estar junto a Alá. Pero no voy a ir solo, voy a morir matando, con sangre…»

05 Abril 2004

Un desafío supremo

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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En un lapso de tres semanas, Madrid y su entorno han sido epicentro de una masacre en trenes de cercanías, la voladura fallida de un AVE y la batalla ocurrida el sábado en Leganés, acontecimientos cuya gravedad y características superan probablemente muchos de los escenarios catastrofistas juzgados verosímiles por los ciudadanos. La consecuencia de esta sucesión de violencia inaudita ha sido un despliegue de fuerzas de seguridad, incluyendo al Ejército, nunca visto en tiempos de paz. Y todo este inmenso daño humano ha sido causado por unas opacas tramas de iluminados sanguinarios con medios muy reducidos, unos pocos kilos de explosivos robados en una mina.

El terrorismo de ETA es relativamente predecible y se halla en claro retroceso. Sus claves y movimientos pueden ser interpretados por las fuerzas de seguridad, y de ahí los golpes cada vez más contundentes que sufren los pistoleros etarras, como el que ha permitido este fin de semana descabezar parcialmente a la banda e incautarse de un gran arsenal. Frente a este fanatismo doméstico y unidimensional, la insania yihadista se mueve en coordenadas mucho más difusas, facilitadas en el caso español por nuestra condición de frontera sur de Europa.

El terrorismo islamista no tiene causas en el sentido tradicional, sino pretextos, y su guerra tiene alcance y pretensiones globales. La complejidad de la madeja y el hecho de que sus servidores esgriman códigos de valores ajenos a la cultura occidental le hace menos visible y previsible que otros fundamentalismos sangrientos. El nihilismo asesino que ejemplifica Al Qaeda busca instalar en las sociedades occidentales, complejas y vulnerables, un sentimiento de angustia permanente.

Los fanáticos islamistas carecen de objetivos realistas, pero juegan con la ventaja de su perfil amorfo, su dispersión y la oscuridad de sus redes financieras. El hecho decisivo de que la inmolación forme parte de sus procedimientos, como se ha confirmado en Leganés, les otorga un plus de peligrosidad insuperable.

Entre las previsiones del Gobierno saliente y el entrante -cuyos responsables coincidieron ayer en Alcalá de Henares para rendir homenaje al geo fallecido- nunca figuró la posibilidad de que el relevo hubiera de hacerse en medio de esta brutal incorporación de España al circuito del terrorismo islamista. Los acontecimientos recientes, si cupiese alguna duda, demuestran la necesidad inexcusable de hacer de la lucha contra el terrorismo, desarrollada estas semanas con eficacia ejemplar por las fuerzas de seguridad, prioridad absoluta del nuevo Gobierno y motivo del mayor consenso político posible.

Los argumentos sirven igualmente para una Unión Europea que el mes próximo tendrá 25 miembros y unas fronteras mucho más permeables. Lo que está en juego excede con mucho el concepto de seguridad individual. Lo amenazado es el sistema de convivencia de que Occidente se ha dotado después de muchos siglos de dolorosos tanteos. La nueva UE debe superar diferencias nacionales, reticencias culturales y desconfianzas políticas para afrontar la mayor amenaza a sus cimientos democráticos, puesto que el ciego terror yihadista pone de relieve la inanidad de los límites entre lo nacional y lo internacional. Su tenebroso milenarismo nos hace a todos pasajeros del mismo barco.

07 Abril 2004

GEO: ""Nos llaman héroes (...) y somos tontos por ir donde fuimos"

Cadena SER (Director Informativos: Daniel Anido)

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Algunos de los agentes de operaciones especiales que participaron en el asalto del piso de Leganés el pasado sábado cuestionan la forma en la que se ordenó el asalto al inmueble. Este es el testimonio íntegro recogido por la Cadena SER.

«LOS GEO NO DECIDIERON ENTRAR»

«Los jefes del GEO no decidieron entrar. Los jefes del GEO propusieron otras alternativas. Había que esperar y alguien decidió que entrásemos. No se podía dilatar. ¿Quién es ese «alguien»? ¿Quién, sin ser el profesional del grupo especial de operaciones, nos mandó allí?» (en referencia al subdirector general operativo de la Policía Nacional) .

«Nosotros sabemos que el subdirector general operativo, de cuyo mandato es bajo el que estamos directamente el Grupo Especial de Operaciones, fue el que dio la orden al jefe del dispositivo de realizar el asalto. Pedimos responsabilidades. Nos gustaría (…) que se investigara y que se tomaran responsabilidades por dejadez de sus funciones que han realizado ese jefe o el que fuera de cara a no dejar realizar su trabajo al jefe de operaciones como se deja realizar al TEDAX o a todos los compañeros profesionales. Gente que no es su trabajo no puede tomar decisiones sobre la vida de compañeros o sobre intervenciones peligrosas que no sólo nuestra vida, principalmente, es la vida de civiles y de gente normal y corriente para la que trabajamos que con muchas interferencias de ese tipo pueden salir perjudicadas, como hemos visto».

«NOS LLAMAN HÉROES (…) Y SOMOS TONTOS»

«Tenía la opinión de uno de los jefes de que se debía traer un traductor y había que esperar, que había que cansarles… Estaban atrincherados, nos estaban esperando y tenían explosivos. Fue una locura… Y nos llaman héroes. No somos héroes, somos… Se podría decir que hasta tontos. Por ir adonde fuimos»

«Nuestros jefes pidieron tiempo, tiempo para hablar con ellos, un negociador, un traductor. En otros países, no hace mucho tiempo (en Inglaterra) se tuvo a un individuo, durante una semana, encerrado en su casa porque se sabía que estaba armado. Hay que esperar, hay que esperar, hay que esperar… Cansarles, utilizar el gas y cualquiera otra cosa hasta que se entreguen o que hagan lo que tengan que hacer pero sin estar nadie alrededor. Y esa es una de las posibles formas que hay, cercar toda la zona. Es un trabajo que llevaría mucho tiempo. El ejemplo lo tenemos es que al día siguiente, o a los dos días, en Alicante se tardó en solucionar un secuestro doce horas y era un individuo, un yonqui, un delincuente común que probablemente nadie sabía que no tenía ni la granada ni arma. ¿Por qué en este caso se tarda doce horas y no se puede dilatar más el sábado sabiendo que eran terroristas islámicos y que tienen explosivos?»

«DONDE HAY PATRÓN NO MANDA MARINERO»

«Nos llamaron sobre las seis… Seis y media de la tarde. Cuando ya se había producido el altercado entre la policía o los compañeros de información y los miembros del grupo terrorista».

«Una vez que nos dan la orden, lo único que planteamos entre nosotros son las diferentes formas de poder entrar a ese domicilio. Nos dan la orden y nosotros realizamos nuestro trabajo y fuimos a hacerlo lo mejor que podíamos y se barajaron un par de opciones. Se optó por esa, que parecía contra cualquier atracador o delincuencia organizada o los mismos terroristas de ETA. Era una opción perfectamente válida. No era la mejor, como ya he dicho, lo mejor en un caso de estos es tiempo, tiempo, sitiarlos y esperar. Se optó por eso y nada… Donde hay patrón no manda marinero».

«OYES GRITAR EN ÁRABE Y DICES: HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO»

«Cuando estábamos en la escalera y les escuchábamos hablar muchos pensábamos que era el último momento de nuestra vida… Cuando les escuchas gritar en árabe dices: hasta aquí hemos llegado».

«Comentan los especialistas que hay frases que son las que suelen realizar cuando se inmolan, pero no te quedas (con ellas)…, lo único con lo que te quedas es el terror que te recorre todo el cuerpo cuando los escuchas hablar y realizan disparos. Nosotros no llegamos a realizar disparos. Solamente lanzamos gas para hacerles salir, ellos nos respondían con disparos. No fuimos a hacer lo que, a lo mejor, en otros países se esta haciendo. Se les escuchaba hablar y dijeron un par de palabras que sí pudimos entender como «entrad vosotros» y al final algo de «el mensajero». Fue cuando estalló todo».

«NOS ESTABAN ESPERANDO»

«Dentro de nuestra intervención hay una persona que es la que habla, les comunica que somos la policía, que salgan con las manos en alto, que no les va a ocurrir nada. Y le contestan a él, no porque mantengan una conversación con él, porque es el único que habla de nosotros. Y al decir «salir que es la policía» comentan «entrar vosotros». Estaban esperando a que avanzásemos para acabar con todos nosotros. Querían que empezásemos a entrar en el piso, y esperaron pensando que ya habíamos entrado. Yo creo que fue suerte, a lo mejor esperan un poco más y no estábamos… »

«No se llegó a entrar nunca al piso porque la escalera quedó totalmente llena de escombros, el piso no tenía tabiques, se fue todo, no había nada. Lo único que hicimos fue sacar a los compañeros, y salir de allí y empezar a contarnos para ver cuánta gente faltaba, porque entre tanta cantidad de escombros no sabíamos si alguno había quedado enterrado y en el piso, viendo como lo teníamos todo alrededor. En el piso no podía haber nadie, era imposible, porque tampoco había paredes no había nada. Nosotros no llegamos a entrar al piso nunca».

«Yo creo que nos salvó la vida nuestro chaleco antibalas y nuestro casco, que pararon la onda expansiva, los cascotes que nos pudieron venir encima… Llevamos chaleco antibalas, casco antibalas y llevamos pistola o subfusil o escopeta, cualquier tipo de armamento que se requiera en ese momento».

«NADIE SE PREOCUPÓ POR NOSOTROS»

«El domingo, después de ver tanto poder allí, el presidente saliente, el presidente entrante, ministros, diferentes autoridades, mandos policiales… lo raro es que después de todo eso, ese día nadie habló con nosotros. Nadie se acercó a mantener una conversación para preguntarnos cómo nos encontrábamos. Ni los que estuvimos allí, que sufrimos el atentado y perdimos a un compañero, ni los demás, que no estuvieron pero perdieron un compañero y se imaginaban lo que, lo que estábamos sufriendo los 13 que habíamos quedado vivos. Nadie se acercó, nadie se preocupó, y hasta hoy día (martes) no hemos tenido ninguna conversación con ningún psicólogo, y es debido a que alguien se lo pidió a la ministra de Sanidad. Pero me parece que de motu propio no había salido porque desde el sábado por la noche al martes no hemos tenido ninguna conversación».

«Pido a la sociedad, a los políticos, a los jueces, que entiendan la forma de trabajar que tenemos para realizar nuestro trabajo con este tipo de terrorismo. Es un tipo de terrorismo que no aprecia su vida, que lo que quiere es morir. Este terrorismo solamente hay una forma de trabajarlo, solamente hay una forma, y viendo los diferentes países de nuestro entorno se sabe cuál es esa forma. Estamos acostumbrados a que nuestro trabajo se realiza de una forma o nuestra actuación con otro terrorismo se hace de una forma muy específica; esto es totalmente diferente. No estamos acostumbrados, la primera vez que ocurre en España, pero la mente tiene que estar abierta y tenemos que ser rápidos discurriendo la forma de actuar contra gente que no aprecia su vida».

«Nosotros, para cada una de las intervenciones para las que somos requeridos, tenemos un protocolo de actuación, el que entrenamos día a día durante todo el año y para el que estamos preparados. Siempre pueden salir incidencias, pero gracias al entrenamiento que tenemos, suelen salir las cosas, gracias a Dios, bien, que este caso no fue. Lo que pedimos es que se respete nuestro entrenamiento diario, que se respete nuestro protocolo de actuación, que nos dejen aplicarlo, que los especialistas en estos temas somos nosotros. Nuestros jefes, con el buen criterio que tienen, y con el trabajo diario… pues que las cosas se resuelven de esa manera. Que nos lo dejen aplicar, y que no a última hora, como muchas veces pasa, que por presiones políticas o por cosas que son ajenas a nosotros y a nuestro trabajo diario, a nuestro sacrificio y al sacrificio de nuestras familias, no se nos deje trabajar como sabemos y como debemos, y luego salgan las cosas mal y lo paguen los compañeros con la vida».

«Somos dos compañeros que no quiero que quede que vamos en representación de la unidad. Creemos que representamos el sentimiento de la mayoría de los compañeros, creemos, pero no representamos a toda la unidad. Yo pido perdón si alguno de mis compañeros no comparte la actitud que hemos tomado, les pido perdón. Creo que lo hago, o que estoy actuando de la mejor forma posible. Solamente les pido perdón si alguien no está de acuerdo de la forma que lo hemos hecho. Creemos que representamos el malestar y el sentimiento de todos nuestros compañeros, lo creemos pero no representamos a toda la unidad».

SOBRE BAGDAD

«No se hizo caso a la solicitud de toda la unidad de enviar más gente, más refuerzos, de hacer un estudio previo, de tomarse las cosas más en serio, un estudio previo de la gente a mandar, que se mande en un primer momento un grupo numeroso para después, una vez comprobada la situación, pues aunque tengan que volver a casa, vuelven. Un estudio previo, tanto de medios humanos como de medios materiales para enviar al lugar, y no pasara lo que pasó, que estuvieron cuatro personas durante varios meses trabajando 16 horas diarias, jugándose la vida día a día, minuto a minuto por la mala gestión de… pues de un diplomático en el lugar, porque la situación del país era complicada, hoy día es peor todavía, aunque hoy día se ha duplicado el destacamento allí de la unidad, pues hay carencias aún de seguridad y entonces no está establecido un protocolo adecuado. Entonces se sigue premiando la forma de pensar del diplomático y no está establecido que la unidad o el responsable destacado en Irak sea la que establezca las salidas del diplomático y las medidas de seguridad a tomar. Hasta que no se tomen estas cosas en serio, se pone en riesgo más aún la vida si cabe de las personas que están ahí trabajando».

10 Mayo 2004

Jamal Ahmidan era traficante de hachís y estuvo preso en Marruecos

Antonio Rubio

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Los explosivos y detonadores que vio el marroquí Rafá Zouhier estaban en casa de Jamal Ahmidan, El Chino, que era un importante traficante de hachís.

El Chino distribuía su mercancía en la Comunidad de Madrid con la ayuda de una serie de compatriotas marroquíes. Ese negocio posibilitó que Jamal tuviera unos ingresos muy elevados y que se comprara una casa y un chalé en Madrid.

Se da la circunstancia de que El Chino tuvo serios problemas en su país de origen, Marruecos, donde llegó a estar en prisión durante unos dos años.

El motivo del encarcelamiento de Ahmidan se debió a que fue acusado de una negligencia que provocó la muerte de una persona. Finalmente, El Chino llegó a un acuerdo millonario con la familia del difunto y fueron retirados los cargos, lo que posibilitó que regresara a España.

Cuando El Chino llegó a España, hace más de dos años, traía consigo unos 120 millones de pesetas, y tuvo el detalle de comprar varios vehículos y regalarlos a la gente que trabajaba con él traficando con hachís.

Jamal Ahmidan también fue una de las personas que llegó a un acuerdo final con el ex minero Suárez Trashorras cuando éste intercambió droga por explosivos.

Según las investigaciones policiales, El Chino fue la persona que, con un pasaporte falso, alquiló el chalé de Morata de Tajuña donde se prepararon las mochilas bomba utilizadas en los trenes de la muerte.

Jamal Ahmidan, que se inmoló el 3 de abril en un piso de Leganés, era el lugarteniente de Serhane ben Abdelmaji, El Tunecino.

El juez de la Audiencia nacional Juan del Olmo considera, según consta en el sumario, que El Tunecino fue el coordinador de todos los atentados del 11-M.

El Chino y su familia eran dueños de varios establecimientos de venta de ropa en el barrio de Lavapiés. Jamal Ahmidan tenía dos hermanos y estaba casado con una española.

16 Febrero 2005

Un suicida de Leganés a sus hijos: «Seguid a los 'muyahidin'; eso es lo que espero»

María Peral

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Abdennabi Kounjaa, uno de los suicidas de Leganés, escribió una carta de despedida a sus familiares en la que instaba a su mujer a «no emigrar a los países infieles, donde no se sabe la ubicación del bien» y pedía a sus hijos «seguid a los hermanos muyahidin y quizá seréis unos de ellos, ya que eso es lo que espero de vosotros».

El escrito del marroquí fue hallado entre los efectos personales que entregó a la policía el responsable de una empresa madrileña de construcción en la que trabajaba Saed El Harrak, encarcelado desde el 10 de mayo de 2004 como presunto partícipe en los atentados del 11 de Marzo.

La misiva, tres cuartillas cuadriculadas escritas a mano y traducidas al castellano por la Unidad Centra de Información Exterior, se recogen en el auto hecho público ayer por el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo por el que se levanta el secreto sobre diversos informes técnicos, periciales y de la Policía Científica en los que se analizan los cientos de pruebas materiales recogidos en los distintos escenarios en los que se planearon o ejecutaron los atentados de Madrid.

Las cuartillas, que estaban dentro de un sobre blanco, tenían las huellas dactilares de Kounjaa e iban firmadas por el alias que utilizaba, Abdullah. La firma fue sometida a una prueba pericial, que concluyó que fue estampada por Kounjaa.

«Tu marido ha vivido anhelando este trabajo. Gracias a Dios que me guió en este camino y te digo que ya no te hace falta venir a España. No te apenes de mí», escribió Kounjaa a su esposa.

«Quiero que sepas con seguridad que yo no dejé a mis hijos por capricho mío sino por una decisión de Dios, todo poderoso», afirma Kounjaa en una misiva a su esposa. También tiene palabras para sus suegros, a los que les llega a decir que ha «dejado esta vida por que no es valiosa» y que está «contento con este camino».

A sus hijos, en otra cuartilla, les decía que «vuestro padre tenía moral y pensaba mucho en la Yihad […]. Os pido que tengáis fe en Dios y que sigáis a los hermanos muyahidin en todo el mundo».

«La religión ha venido con la sangre y con los cuerpos troceados», añadía. «No soporto vivir en esta vida como una persona débil y humillada bajo la mirada de los infieles y tiranos».

En la tercera y última cuartilla, como despedida a «mis hermanos», escribió: «Si mi destino escrito por Dios es que vaya a la cárcel, como dijo el chej Iben Taimiyeh, si mis enemigos me encarcelan será mi retiro y si me liberan será turismo y si me matan será el martirio. Os pido que eduquéis bien a vuestros hijos y que les enseñéis la lectura del Corán y la Sunna del profeta con el deseo de que se conviertan en sabios y muyahidin».

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Carta de despedida

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En concreto, el auto indica que las cartas, tres cuartillas cuadriculadas escritas en árabe y traducidas al castellano por la Unidad Central de Información Exterior, constituyen un «testamento o cartas de despedida de Kounjaa, dirigidas a su esposa e hijos, «con referencias a la Yihad, el martirio por el camino de Dios, a los infieles, a los muyahidin, a la muerte, a Occidente, etcétera».

Además les pide que «si honráis a vuestra hija y a sus hijos no la dejéis que emigre a los países infieles donde no se sabe la ubicación del bien».

El auto indica que las hojas fueron halladas dentro de un sobre blanco localizado en el bolsillo lateral de una bolsa de deportes.Los escritos fueron encontrados entre las pertenencias atribuidas al marroquí Saed El Harrak, detenido por su presunta relación con los terroristas.

25 Abril 2005

'El Chino', pieza clave en el 11-M

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Siete testigos han identificado ante el juez la voz de Jamal Ahmidan El Chino en el vídeo de los suicidas recuperado entre los escombros de la vivienda de Leganés. El vídeo muestra a tres integristas musulmanes enmascarados, con armas y explosivos. El personaje del centro lee una amenazante proclama en árabe. No cabe albergar dudas de que ese personaje es El Chino y no Lamari, como habían creído el CNI y las Fuerzas de Seguridad. Y ello porque la voz ha sido identificada por un hermano y tres familiares directos.La revelación es sorprendente porque, hasta ahora, se había creído que El Chino era un mero traficante de droga, que se había prestado a conseguir los explosivos utilizados por el comando. Pero nuevos testimonios le presentan ahora como un fanático altamente ideologizado, con fotografías de Bin Laden y contactos con grupos islamistas en Marruecos. Según todo ello, El Chino pudo jugar un papel mucho más importante de lo que se había creído en la preparación del 11-M. El dato de que actuara como portavoz en el vídeo demuestra que no era un simple peón de Lamari o de El Tunecino, considerados los dos jefes del comando. El traficante marroquí Lofti declaró que, durante su estancia en prisión antes del 11-M, El Chino mantenía contactos con militantes de Al Qaeda. Si hubiera sido capturado vivo, El Chino podría haber aclarado muchas incógnitas del 11-M. Pero los contactos que mantuvo ofrecen un nuevo filón para intentar responder a las muchas preguntas que todavía no tienen respuesta.

05 Diciembre 2006

El piso de Leganés estaba controlado

Antonio Rubio

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Cómo, cuándo y de qué manera llega la Policía el día 3 de abril de 2004 hasta el piso de Leganés, donde se había refugiado el comando terrorista que atentó contra los trenes de la muerte el 11-M, sigue siendo una incógnita. Han pasado más de dos años y medio y todo sigue confuso. Abdelkader Farssaoui, según su nueva declaración, deja en entredicho la información del comisario Mariano Rayón, jefe de la UCIE, la del juez Del Olmo y la de la fiscal Olga Sánchez.

Todos ellos, comisario, juez y fiscal, sitúan la localización del piso de los terroristas después de las 15.00 horas del 3 de abril, y Cartagena centra el tema a las 7.00 horas de ese mismo día. Farssaoui, que se encontraba viviendo en Almería, relata los hechos de aquella jornada de la siguiente manera: «El día 3 de abril, a las 7.00, me vino a buscar un coche oficial para que los acompañe a Madrid, ya que es urgente. Nos reunimos en el parque Juan Carlos I, con algunos ya conocidos de la UCIE y a otros no les conocía (uno me lo presentan como comisario para que le cuente lo que sé relacionado con el grupo del 11-M)».

Abdelkader aprovecha el momento para criticar el comportamiento que tuvo la UCIE cuando él informó sobre la última cena de El Tunecino. La respuesta de sus controladores fue rápida y directa: «Me pedían que yo me olvidase del pasado». Cartagena prosigue su relato: «El supuesto comisario se levantó para realizar una llamada, y le oí decir: Como este moro hable de esa manera la hemos cagado. (No sé si se refiere a mí o a otra persona)».

Todos esos hechos están ocurriendo antes de las 15.00 horas del 3 de abril de 2004, cuando el comisario Rayón dice que supo que los terroristas estaban en un piso en Leganés. Cartagena detalla, aún más, aquel encuentro en medio del parque Juan Carlos I de Madrid: «Al final de la reunión me pidieron que vaya a visitar al grupo [se refiere a El Tunecino, Allekema Lamari, Jamal Ahmidan y el resto del comando] a un piso de Leganés, ya que están reunidos y así saber el número de personas que hay y si hay alguien nuevo que no conocía de reuniones anteriores».

Farssaoui, a pesar de las presiones policiales, se lo piensa. La última vez que vio a El Tunecino y al resto del grupo fue en junio de 2003, y además desapareció sin despedirse de sus compañeros: «Yo no quise, puesto que ya no sé nada de ellos y no quiero que sospechen nada de mí, ya que nunca acudí a las reuniones sin previo aviso o sin una invitación anterior. Y menos ir a un piso que no conocía y ellos se iban a preguntar cómo había llegado hasta allí».

El confidente policial está en medio de una situación realmente complicada. Si no va, tendrá problemas con sus controladores, y si acepta la invitación policial, sabe que posiblemente no vuelva a Almería vivo. Definitivamente, Abdelkader dice no y recibe la siguiente orden: «Me mandaron a comer y, no recuerdo un día o dos más tarde, quedamos en un punto de Madrid, y me sorprenden dos agentes en plena calle, dándome el alto, esposándome y leyendo mis derechos».

Tras varias horas retenidos, Abdelkader sale en libertad, pero bajo la amenaza de que «no hablase con nadie y de que en el caso de detención por otro servicio que no hable hasta que estén ellos presentes».

Mientras, la situación en Leganés sube muchos enteros y los terroristas se suicidan a las 21.00 horas de aquel fatídico 3 de abril de 2004.

El imam de la mezquita de Villaverde termina su denuncia con una reflexión: «Después de ver las imágenes del piso de Leganés, empecé a vivir con mucho miedo, ya que me imaginado [sic] muerto en dicho piso dejando detrás mía mi familia y mis hijos». Y plantea una pregunta a los agentes de la UCIE: «No había manera de olvidarme de pensar en el pequé [sic] querían realmente que me vaya a ese piso aquel día».

Hay que recordar que un día antes, el 2 de abril de 2004, el CNI trajo a Madrid, desde Valencia, a Sabag Safwan, confidente de los servicios de Inteligencia y hombre encargado de controlar a Allekema Lamari, el supuesto jefe militar del comando que atentó en el 11-M.

12 Febrero 2007

El testamento fantasma de Kounjaa

Fernando Múgica

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Es uno de los 19 procesados por el 11-M. Sobre Saed el Harrak pesan gravísimos cargos. La prueba más importante en su contra es una carta manuscrita atribuida a Abdenabi Kounjaa y calificada como su testamento. La versión oficial sostiene que fue encontrada en la bolsa con su ropa que dejó en una caseta de la obra en la que trabajaba como encofrador, en Leganés. Ni el dueño de la empresa que entregó la bolsa a la Policía tras registrarla, ni los agentes que la recibieron, ni los expertos de la Policía Científica que la examinaron en la comisaría de Leganés supieron nada de la carta hasta que fue encontrada en la central de la Comisaría Científica de Canillas dos semanas después de que la bolsa con las pertenencias de Saed el Harrak hubiera sido enviada allí. Éste ha comentado a EL MUNDO que prefiere esperar al juicio para que salgan, a la vez, todas las contradicciones de este caso.

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El responsable de una empresa de encofrados llevó voluntariamente una bolsa con ropa de Saed el Harrak a la comisaría de Leganés, después de que se anunciara que éste había sido detenido, en mayo de 2004, como implicado en los atentados del 11-M.

La bolsa la revisó primero él, luego los policías que atendieron su llamada y más tarde los policías de la Científica de la comisaría. Encontraron un CD, 26 cintas magnetofónicas y bastante ropa. En la bolsa no había ninguna carta. Así lo certifican el escrito con la relación de objetos que tuvo que firmar el empresario, el listado confeccionado por la Policía Científica de Leganés y el oficio con una nueva relación que envió el comisario de Leganés junto con los objetos encontrados a la Comisaría Central de la Policía Científica, en Canillas.

Fue precisamente en esta última comisaría donde encontraron, en la bolsa de ropa de Saed el Harrak, un sobre con una carta manuscrita en árabe, atribuida más tarde a Abdenabi Kounjaa -uno de los presuntos suicidas de Leganés- y calificada como su testamento.

Es interesante recordar que precisamente en la Central de Canillas es donde se certificó el hallazgo en el interior de la furgoneta Kangoo, encontrada el 11-M en Alcalá, de numerosas ropas, cintas, detonadores y restos de explosivo, a pesar de que los primeros policías que llegaron hasta este vehículo contaron a EL MUNDO que la furgoneta estaba prácticamente vacía.

La carta manuscrita de Kounjaa en la bolsa de Harrak es la prueba más importante para involucrar a éste en el 11-M. Es uno de los 29 procesados por los atentados.

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EN LIBERTAD POR UN ERROR JUDICIAL

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La situación de Harrak es bastante peculiar. A pesar de las graves acusaciones que pesan contra él, se encuentra en libertad. La juez Teresa Palacios tuvo que ponerlo en la calle en mayo de 2006, dado que había cumplido dos años en prisión preventiva y que ni el juez Juan del Olmo ni la fiscal Olga Sánchez habían pedido la prórroga de su prisión.

Vive en Parla con su mujer y sus dos hijos en un piso de su propiedad. Se le ha retirado el pasaporte. Tiene obligación de presentarse dos veces al día en la comisaría, no puede salir de la Comunidad de Madrid y está fuertemente vigilado por un amplio dispositivo policial.

Pero vayamos a los detalles de la peripecia de la carta atribuida a Kounjaa, la que primero no estaba y luego sí en la bolsa de ropa de Harrak.

El 6 de mayo de 2004, prácticamente dos meses después de los atentados del 11-M, el marroquí Saed el Harrak, de 32 años, fue detenido. Para él fue un hecho inesperado. No había intentado huir porque no se le pasó por la cabeza que fueran a relacionarlo con la masacre.

Llevaba ya bastantes años en España. Era un simple trabajador por cuenta ajena y se había integrado sin dificultad.

Por supuesto, no había dejado de ser musulmán y acudía asiduamente a la mezquita de Parla, localidad cercana a Madrid donde se había instalado definitivamente. Había llegado a nuestro país en el año 1996. Trabajó en el camping de su suegro, a cuatro kilómetros de Toledo. Después se trasladó a Mocejón, donde vivió aproximadamente un año. No le hacía ascos al trabajo.

Compaginaba las labores en el camping con faenas agrícolas. Ejerció de jardinero en la Veguilla del río Tajo. Fue a finales de 1997 cuando se marchó a buscar fortuna a Parla, donde vivió en varios domicilios, hasta que consiguió comprar un pisito barato en la calle Macarena, su actual residencia.

Por las preguntas que le hizo la Policía en el interrogatorio, comprendió que querían relacionarlo con algunos de los nombres que más habían sonado como autores materiales del 11-M. Le apretaron las clavijas para que dijera por qué su número de teléfono aparecía en el listado de llamadas de varios de ellos. También querían saber por qué encontraron su número de móvil, apuntado en un papel, en el piso de Leganés donde murieron varios de los implicados.

Las respuestas fueron las de un hombre normal. No tenía una coartada elaborada. Se limitó a decir que su número de teléfono siempre había sido el mismo desde hacía cuatro años; que, de vez en cuando, prestaba su móvil a marroquíes que se lo pedían ocasionalmente; que no era un fanático religioso, pero que le gustaba ir un par de veces a la mezquita, en los días en que no trabajaba; que no conocía a ninguno de los presuntos terroristas con los que estaban pretendiendo relacionarle.

Después de ver fotografías, admitió que al que decían que era Abdenabi Kounjaa él lo conocía como Abdallah. Sí, a éste sí que le había prestado el teléfono y es posible que tuviera su número anotado en algún papel.

Los investigadores se dieron cuenta de que no hablaba con ansiedad ni tenía necesidad de llenar los huecos. Cuando le preguntaron si llamó en la tarde del 7 de marzo, a tal o cual persona -dos meses antes del interrogatorio-, se limitó a contestar algo razonable. No tenía ni idea de si esa tarde de hacía 60 días había llamado a alguien o no.

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MALTRATO EN COMISARÍA

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Saed es un hombre serio, corpulento, que ha tenido que luchar mucho para salir adelante. No le intimidaron los gestos poco corteses de los muchachos más duros de la Unidad de Información.

Así que el 10 de mayo de 2004, cuando habló con el juez por primera vez, después de cuatro días de interrogatorios policiales, no tuvo ningún problema en decir con claridad que la Policía le había «golpeado en la mejilla izquierda y el oído», que por eso tenía hinchado el lateral izquierdo del cuello, que le dolía la articulación de la mandíbula y que había recibido también varias patadas en el costado izquierdo y en el estómago. También le habían golpeado «en el pecho con los puños y le habían propinado patadas en las nalgas y las piernas». Pormenorizó que había contado lo de los golpes, en la tarde del día anterior, al médico forense y que, con posterioridad, tras irse el doctor volvieron a pegarle.

El juez le preguntó por qué en su domicilio la Policía se encontró documentación de un vehículo que había pertenecido a la cuñada de Kounjaa. Nuevamente dio una contestación simple y contundente. Después de ver un papel en Parla, con el anuncio de la venta de un coche barato, llamó y se lo compró a una mujer por el equivalente a 120.000 pesetas. Nunca funcionó bien. Lo tuvo ocho meses hasta que sus averías le obligaron a dejarlo aparcado, primero en una calle de Torrejón de Velasco y más tarde -durante un mes- en un garaje de Vargas. Finalmente, pudo venderlo en el mes de abril de 2004.

El vehículo, un Ford Escort 1.6 matrícula M-3384-KT, fue adquirido a finales de 1999 por la cuñada de Abdenabi Kounjaa, Horia Amar Abdeselam, a su anterior propietario, Alfredo del Río Ibáñez. Pero, curiosamente, meses después -el 12 de agosto de 2000-, tras el cambio de titularidad, se denunció el robo de las placas, un robo que tras los atentados seguía vigente.

En resumen, Saed compró un coche y lo usó con las mismas placas cuyo robo había sido denunciado. Ni el terrorista más tonto de la Tierra haría algo parecido a no ser que estuviese ajeno a los hechos.

En el piso de Leganés que quedó destruido en la tarde del 3 abril de 2004 apenas había documentación. Se encontró, sin embargo, el contrato de compraventa de ese vehículo, fechado en abril de 2000, formado por su antiguo propietario, Alfredo del Río, y la cuñada de Kounjaa. Un documento de hacía cuatro años aparecía entre los restos de la explosión de un piso en el que teóricamente un grupo variopinto de terroristas acababa de refugiarse de forma provisional. Es evidente que alguien quiso poner el foco en ese vehículo que llevaría tarde o temprano a Saed el Harrak.

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EL PUEBLO DE LA MOCHILA DEL AVE

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El nombre de Mocejón, la localidad donde Saed el Harrak había vivido desde 1996, aparecía involucrado en el 11-M. La pregunta del juez era lógica. ¿Por qué apareció precisamente en Mocejón, una localidad que él conocía muy bien, el 2 de abril de 2004, la mochila con explosivos cerca de las vías del AVE? Saed lo ignoraba. Él nunca se había acercado a las vías del AVE cuando vivía en Mocejón. Trabajaba en el tomate y otras faenas agrícolas cerca del río, entre Villamiel y Bargas.

La Guardia Civil, que fue quien investigó el asunto de esa mochila, pidió inútilmente, durante meses, que le enviaran el ADN de Saed el Harrak para poder compararlo con los que ellos habían encontrado.

Ninguno de los minuciosos registros de pisos y vehículos relacionados con Saed el Harrak aportó nada consistente a la investigación. Todo quedó en tráfico de llamadas desde móviles y el uso de un vehículo que, en su día, fue propiedad de un pariente de uno de los terroristas.

El cartucho de fusil, con las siglas W-Wsuper 7mm. Rem Mg, encontrado en su casa, no sirvió de mucho. Se dijo que munición parecida se había hallado en poder de ETA en una investigación sobre la preparación de un atentado contra el Rey.

Los análisis no lo relacionaron con ningún delito anterior, ni con la munición hallada en Morata de Tajuña o Leganés. Ese cartucho nunca había estado en la recámara de un arma, según los peritos.

Mucho más tarde se certificó que una huella hallada en una bolsa de plástico depositada en la guantera de un vehículo presuntamente usado por Jamal Ahmidan era de un dedo de Saed el Harrak. La huella -una vez más- no estaba en el vehículo, sino en una bolsa de plástico dentro del mismo. Pero la acusación estrella contra Saed viene de la colaboración ciudadana.

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UN EMPRESARIO ASUSTADO

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El Harrak había trabajado como ayudante de encofrador, en varias obras, para la empresa madrileña Encofrados Román. Concretamente, desde el 15 de octubre de 2003 hasta el 5 de mayo de 2004. El día 6 de mayo fue detenido por la Policía. El responsable de la empresa, Félix Román Hidalgo, se asustó cuando se supo, el día 10, que Saed había sido detenido. Se dio cuenta de que en la caseta del vestuario de la obra Polígono las Lagunas, de Leganés, y en una bolsa de deporte, Saed se había dejado objetos personales. Lo revisó junto a otros compañeros y comprobaron que allí había una bolsa de plástico con 26 cintas de casete, algunas con anotaciones en árabe, un CD y ropa: dos cazadoras vaqueras, un pantalón vaquero, un mono de trabajo, una camisa negra, un niqui gris, una camisa de cuadros, una camiseta blanca, una camisa azul y una sudadera gris.

Félix Román llamó a la Policía para advertirles de su hallazgo. Ya en la comisaría de Leganés ratificó su declaración. Se revisaron con él los objetos encontrados en la bolsa y le hicieron firmar una declaración en la que se corroboraba la lista de los objetos encontrados.

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EL LISTADO COMPLETO

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La bolsa y los objetos fueron entregados al grupo de Policía Científica de Leganés, quien examinó de nuevo lo encontrado e hizo una lista más precisa de lo aportado por el empresario. El comisario de Leganés, José Luis Domínguez Alonso, envió el 11 de mayo de 2004 a la Comisaría General de Policía Científica todos los efectos encontrados con un listado firmado por él en el que se lee: «26 cintas de casete sin su caja, algunas con caracteres árabes. Camisa vaquera marca Levi’s de color azul. Cazadora vaquera de color negro con forro interior, de marca Caster. Mono de color gris con rayas blancas en los brazos y con las letras Codesport SA, en la espalda. Pantalón vaquero de color azul, marca Street 7, manchado de barro, y cinturón negro. Camisa de color negro de marca Springfield. Camisa de cuadros azul y amarillo. Polo gris con cuello blanco marca Dihnos. Camiseta de color azul sin marca. Sudadera de color gris sin marca».

Los efectos y la relación llegan a Canillas el 12 de mayo y se consigna con el número de registro 6220. Un mes y medio más tarde se extiende el informe sobre lo recibido en las dependencias de la sección de Actuaciones Especiales de la Comisaría General de la Policía Científica. De nuevo se hace una relación de los objetos entregados por Félix Román en la comisaría de Leganés y, además de los ya citados, se añade una coletilla sorprendente: «Revisados los efectos recibidos, en un bolsillo lateral de la bolsa de deportes se encontró un sobre blanco, de pequeño tamaño, conteniendo en su interior tres cuartillas cuadriculadas, con escritura manuscrita en idioma árabe. Dicho sobre y las cuartillas no figuran en la relación de efectos remitidos por la Comisaría de Leganés. Al ser encontrados en esta Sección de Actuaciones Especiales de la Comisaría General de Policía Científica se da cuenta al Juzgado Central de Instrucción nº 6 con fecha 27 de mayo de 2004».

En Canillas -para algunos la Comisaría de las apariciones del 11-M- se produce un nuevo milagro. Hallan un sobre con lo que luego se daría en llamar «El testamento de Abdenabi Kounjaa», la carta de despedida para su familia antes del suicidio. ¿Cómo pudo llegar a la bolsa de Saed el Harrak? ¿Cómo es posible que una cosa tan importante y que podía involucrarle en el 11-M la mantuviera Saed el Harrak con sus pertenencias a la vista de todos y cuando había pasado un mes largo desde la voladura de Leganés y dos meses desde los atentados? ¿Por qué Saed no había hecho llegar esa carta íntima a la familia de Kounjaa? ¿Por qué una carta manuscrita en árabe está firmada por Kounjaa -como destacó en su día Libertad Digital- en caracteres latinos?

Pero, sobre todo, ¿por qué no la encontraron en la bolsa ni el empresario que halló esas pertenencias, ni los policías que la revisaron cuando se entregó en la comisaría de Leganés, ni los agentes de Policía Científica de la Comisaría de Leganés? ¿Pretenden decirnos que estos policías, acreditados profesionales, sin duda, ni siquiera fueron capaces de revisar lo que contenía una simple bolsa de deporte, dentro de una investigación tan importante como la del 11-M?

Lo más curioso es que los de la Científica de la Central de Canillas, a partir de que añaden la carta de Kounjaa a la lista de las pertenencias de Saed el Harrak, ya lo dan como enviado por Leganés en todos los escritos siguientes. Incluso en la foto pericial de los objetos encontrados que se incluye en el informe 176-IT-04, se ve un cartel en el que se lee en letras de imprenta: «Efectos pertenecientes a Saed el Harrak remitidos por la Comisaría de Leganés». Y en la parte inferior izquierda, en primer plano, se puede ver la carta manuscrita y el sobre.

El pie de foto que acompaña a la imagen, tal como consta en el sumario, no deja lugar a la interpretación: «Ilustración número dos: Positiva fotográfica, en la que se muestran los efectos remitidos por la Comisaría de Policía de Leganés, Madrid, y donde se observa, en la parte inferior de la fotografía, una de las hojas cuadriculadas y el sobre donde se encontraban».

Es falso, ya que en ningún lugar consta que ni el sobre ni la carta fueran remitidos desde Leganés.

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CARA A CARA CON SAED

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A lo largo de un pasillo oscuro se alinean varias puertas de falsa madera. No hay rótulos ni letras que puedan identificar el domicilio de Saed. Una joven con acento del Este de Europa nos ayuda a encontrarlo. «Si busca usted al moro, creo que es ese portal».

Nos abre la puerta una niña de muy corta edad. Sonríe ante el visitante inesperado sin dar ninguna sensación de temor. Un hermano aún más pequeño sale también al rellano. Al cabo de unos minutos, una joven muy tapada con ropas musulmanas nos dice en un castellano imperfecto que su marido no está en casa pero que nos puede escribir el número de teléfono de su móvil.

Llamamos y la voz grave de Saed el Harrak suena a través del aparato. «Prefiero que no nos veamos en mi casa. Baje usted a la calle y le encontraré».

El asfalto no ha llegado a esta calle de Parla. Los coches apenas pueden circular por un tramo donde los vecinos se afanan por sortear los charcos y el barro. Hay varios policías jóvenes de paisano en las esquinas. Se nota a la legua su condición. Comienzan a hablar por sus móviles para dar cuenta de mi presencia.

Saed el Harrak, un hombre alto y fuerte, se acerca flanqueado por otros dos agentes. Uno de ellos se me acerca para advertirme: «¿Sabe usted con quién va a hablar?». Le digo que Saed es un personaje conocido y se apartan para dejarnos solos.

Saed me lo suelta a bocajarro mientras damos una vuelta a la manzana seguidos por los policías.

«¿Cuánto está dispuesto a pagar EL MUNDO para que yo les cuente cosas?». Le comento la verdad, que yo no he pagado nunca por hacer una entrevista.

Y entonces él pierde todo el interés. Apenas si me permite algo de tiempo para formularle un par de preguntas. «¿Por qué los policías de Leganés no encontraron en su bolsa ninguna carta de Kounjaa y luego apareció en Canillas?».

Está claro que él también debe de saber que nos están grabando porque sonríe antes de decirme: «¿No lo ve usted algo muy raro? Ahora no quiero hablar. No deseo que pueda perjudicarme. Todas estas cosas se verán en el juicio».

08 Marzo 2007

Viuda de Jamal Ahmidan: "Jamal me dijo desde Leganés que era mejor morir, que no se entregaría"

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Rosa, esposa de Jamal Ahmidan El Chino, jefe del comando que perpetró los atentados del 11-M, asegura en una entrevista concedida a EL PAÍS que su marido la llamó desde el piso de Leganés momentos antes de suicidarse. «Me dijo que era mejor morirse, que no se iba a entregar, que era mejor morir. De fondo se oía mucho cántico y mucho rezo. Conmigo habló poco, cuando estaba hablando con su madre, estalló…».

La primera entrevista que concede Rosa, española, no imputada por los atentados y testigo protegida en el juicio, permite reconstruir la peripecia de uno de los terroristas clave del 11-M. «El jefe y el que montó todo era Serhane [El Tunecino]. Jamal estaba de operativo, pero estoy segura de que él no quiso ensuciarse las manos y dejó que fueran otros los que pusieran las bombas. Yo a los únicos que conocía era a los hermanos Oulah, El Rachid y El Mohamed [también suicidados en Leganés]. Si ellos han muerto ahí ha sido por seguir a Jamal, porque eran sus recaderos».

La mujer recuerda una llamada de su marido a las doce de la mañana del 11 de marzo, que le dijo que se iba a Francia. «Le dije: ‘¿Cómo has desaparecido así?; cualquiera puede pensar que has sido tú’. Me respondió: ‘¿Cómo?’. Se quedó de piedra, impactado. Colgó el teléfono».

10 Abril 2007

El hermano de Kounjaa afirma que éste siempre firmaba en árabe

EL MUNDO

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Abdelkader Kounjaa -el hermano de uno de los suicidas de Leganés que declaró ayer como testigo en el juicio- señaló, al ser preguntado por la carta que se encontró en la bolsa de Saed el Harrak con la firma de su hermano, que éste usaba siempre una firma en árabe y no una con caracteres latinos, como la que apareció en la misiva que fue encontrada por agentes del complejo de Canillas, después de que la Policía Científica la hubiera analizado y no hubiera encontrado nada dentro.

Esta carta venía a ser una especie de testamento de Abdenabi Kounjaa Abdallah, uno de los terroristas que se suicidó en Leganés. En la misiva se despedía de su familia y animaba a sus hijos a participar en la yihad.

Abdelkader también declaró ayer que su hermano se puso en contacto con él el día 3 de abril, momentos antes de la explosión del piso de Leganés donde se encontraba, y le comentó que «iba a ver a Dios».

12 Abril 2007

Cuando la viuda osa desmentir a 'El País'

Víctor de la Serna Arenillas

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El pasado 8 de marzo, el gran periódico ‘El País’ -el mismo que acaba de dedicar un ímprobo esfuerzo a demostrar que quienes indagamos más allá de la versión oficial del 11-M no somos periodistas sino turbios y mendaces propagandistas de causas siniestras- publicaba una entrevista exclusiva con la viuda de El Chino. Bajo la firma de su reportero Pablo Ordaz, empezaba así: «Se llama Rosa, tiene 29 años y lleva tres viuda y en silencio. La tarde del sábado 3 de abril de 2004, su pareja de toda la vida, un marroquí de 34 años llamado Jamal Ahmidan, le telefoneó dos veces seguidas desde un piso de Leganés. La primera vez, Rosa sólo escuchó sus sollozos mezclados con rezos y cánticos. La segunda, ella le pidió que se entregara y él le contestó: ‘Si me entrego os arruino la vida a ti y al niño. Perdóname. Sólo te pido una cosa. Que cada vez que mires al niño a los ojos te acuerdes de mí’».

El pasado martes, la misma viuda comparecía en el juicio del 11-M y por las cámaras y los micrófonos de ‘la Otra’ podíamos seguir el siguiente intercambio:

Defensa: Con la venia, señor presidente, la defensa de Hamid Ahmidan. Una sola pregunta. Buenas tardes, señora. ¿Habló usted con su marido el día 3 de abril del año 2004?

Testigo: No.

Juez Gómez Bermúdez: El día de la explosión de Leganés.

Testigo: No.

Defensa: Muchas gracias, nada más.

En ‘ABC’, Nieves Colli narraba ayer de esta manera el interrogatorio: «A partir del 19 de marzo, sólo hablaron por teléfono hasta que se produjo la detención de la hoy testigo. ‘Después apagué el móvil’ y lo siguiente que supo de su marido fue tras la explosión de Leganés. Ese 3 de abril tampoco hablaron».

Ya había escrito Fernando Múgica en EL MUNDO, hace un mes, que le parecía imposible que aquella conversación se hubiera producido el 3 de abril. El gran periódico no rectificó nada. Pero lo más sorprendente es que el mismo Ordaz, encargado ahora de cubrir el juicio, diese ayer esta versión del intercambio entre la viuda y los abogados:

«A pesar de que en el banquillo de los testigos está sentada la mujer que compartió su vida con uno de los supuestos instigadores de la matanza, el interrogatorio es rápido y superficial. De hecho, nadie le pregunta qué pasó la tarde del 3 de abril, cuando el teléfono móvil de Rosa volvió a sonar después de unos angustiosos días en silencio y al otro lado escuchó la voz de Jamal ahogada por cánticos y rezos» .

Una vez más, El País nos da a todos otra gran lección de periodismo: si los hechos -incluso con luz y taquígrafos, ante el juez y la televisión- chocan con la versión de El País, los hechos tendrán que rendirse con armas y bagajes ante una fuerza superior. La de El País, claro.

13 Abril 2017

Viuda de Jamal Ahmidan: "Me aconsejaron no contar en el juicio la llamada de mi marido"

Pablo Ordaz

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La viuda de El Chino aclara a EL PAÍS los motivos por los que negó en el juicio la despedida de Jamal Ahmidan desde el piso de Leganés

El pasado día 7 de marzo, y durante 56 minutos y 28 segundos, Rosa, la viuda de Jamal Ahmidan, contó a este periódico la historia de su vida con uno de los suicidas de Leganés, desde que se conocieron en 1992 hasta la última vez que habló con él, la tarde del sábado 3 de abril de 2004, minutos antes de se produjese la explosión que acabó con la vida de los siete terroristas acorralados por la policía en un piso de Leganés. Nunca antes la viuda de El Chino había concedido una entrevista, pero aquella mañana se mostró tranquila, sentada en el salón de la casa familiar, junto a una fotografía del hijo de ambos. Su relato, en lo concerniente a aquella llamada de despedida, fue el siguiente: «El 3 de abril, me llamó desde el piso de Leganés, pero no era capaz de hablar. Sólo me dijo que era mejor morirse, que no se iba a entregar, que era mejor morir. Yo de fondo oía mucho cántico, mucho rezo y conmigo habló poco. La que peor lo pasó fue su madre. Estaba hablando con ella cuando estallaron las bombas. A su madre le dijo que se iba al cielo con Dios por todos los infieles, que los infieles tendrían que pagar por sus pecados, que los 70 elegidos estuviéramos a su lado el día de nuestra muerte. Y nada más. Y se inmoló. La policía me dijo que encontró en sus bolsillos fajos y fajos de billetes…».

«A mí, el 25 de marzo me habían venido a detener ocho policías. Me llevaron a comisaría, me hicieron maltrato físico, me interrogaron desde las cinco de la tarde a las cuatro de la madrugada. Me decían: te vas a comer 1.000 años de cárcel, no sé cuántos por cada muerto, y yo les decía que no sé nada, que no sé nada».

«Desde que me pusieron en libertad hasta el día del suicidio no volví a hablar con él. Porque yo tenía el teléfono apagado. No quería que me llamara nadie ni hablar con nadie. Tenía miedo. Lo encendía, veía que no había nada y lo apagaba. De pronto, aquel sábado escuché en la televisión: ‘Hay unos terroristas encerrados en un piso de Leganés…’. Y pensé: ‘Ya está, es él’. Me llamó mi cuñada, la mujer de Mustafa, y fue ella la que me dijo que eran ellos los del piso, y que iba a intentar que fuese Mustafa para convencerlo de que se entregase… Y ya dejé el teléfono encendido. Y me llamó. La primera vez llorando, llorando, sin poder hablar, y yo le decía: ‘¿Jamal eres tú, Jamal eres tú…?’. Y a la segunda le dije: ‘Por favor entrégate’. Y él me dijo: ‘Si me entrego, os arruino la vida a ti y al niño. Perdóname todo. Sólo te pido una cosa: cada vez que mires a los ojos al niño, acuérdate de mí’. Y me colgó el teléfono. Luego llamó a su madre. Y su madre escuchó la explosión por el teléfono».

Sin embargo, el martes pasado, durante el juicio, Rosa dijo otra cosa. Este periódico, en una crónica firmada por este periodista y publicada el pasado miércoles, aseguraba que ni la fiscal ni los abogados le habían llegado a preguntar por la tarde del 3 de abril, pero no fue así. Lo hizo la fiscal Olga Sánchez y el abogado de Hamid Ahmidan, aunque lo hicieron de pasada, no invirtiendo en el asunto más que 20 segundos la fiscal y 10 segundos el abogado. Le preguntó la fiscal Olga Sánchez: «¿Cuándo dejó de tener contacto con su marido?». Rosa empieza a responder: «Desde el día que me detienen, ese día apago el móvil, y ya hasta el día 3 ya no…». La fiscal corta la frase y pregunta: «Pero usted fue puesta en libertad el mismo día». La testigo dice: «Pero yo apagué el móvil y no volví a hablar con él». De nuevo la fiscal: «¿No intentó ponerse en contacto con usted?». La viuda de El Chino se queda unos segundos en silencio. No dice ni sí ni no, sólo se queda callada. La fiscal, en vez de repreguntar, dice: «Pues no hay más preguntas, muchas gracias».

Ya no se le vuelve a mencionar la llamada de Leganés hasta que le toca el turno al abogado de Hamid Ahmidan. «Señora, ¿habló usted con su marido el día 3 de abril de 2004?». Ella se queda en silencio y dice: «No». El juez se lo aclara: «El día de la explosión de Leganés». Y ella vuelve a decir: «No». El abogado, como la fiscal, decide dar por zanjado el asunto.

Este periódico quiso saber ayer el motivo del cambio de versión de la viuda de El Chino. Así lo explicó ella.

-¿Por qué no contó en el juicio la llamada de su marido desde Leganés?

-Es que me aconsejaron que no lo contara.

-¿Quién?

-Me aconsejaron que no lo dijera.

-¿Creía que le podía perjudicar?

-No por eso, sino porque me pudiera poner peor de lo que estaba de ánimo.

-Pero, ¿le llamó o no le llamó su marido desde Leganés?

-Claro [que me llamó].

-¿Y fue tal cómo lo contó en la entrevista?

-Sí, sí, exactamente así.

16 Abril 2007

La mujer de 'El Chino' mintió al juez para ocultar sus últimos contactos

Casimiro García-Abadillo

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El pasado 7 de marzo, el diario El País publicó una entrevista con Rosa, la mujer de Jamal Ahmidan, El Chino, designada como testigo protegido R-22 en el sumario por el atentado del 11-M.

En la citada entrevista (nunca antes había accedido a conversar con un periodista), la testigo R-22 reveló que pudo hablar con su marido minutos antes de que el piso de Leganés saltara por los aires con siete islamistas dentro.

Era, sin duda, un testimonio importante, por cuanto R-22 no había declarado antes, en sus respectivas comparecencias ante la Policía y el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, que hubiese contactado con Jamal Ahmidan durante la misma tarde del fatídico 3 de abril de 2004, poco antes de la explosión.

El titular de la entrevista en la portada del diario, a cuatro columnas, recoge precisamente una de las frases que presuntamente le dijo El Chino a su esposa minutos antes de la explosión: «Jamal me dijo desde Leganés que era mejor morirse, que no se iba a entregar».

Según reconoce en la misma conversación, R-22 habló no en una, sino en dos ocasiones con Jamal Ahmidan. En la segunda, ella le pidió a su marido que se entregase a la Policía, a lo que él se negó.

En la entrevista, R-22 también dice que, desde que fue detenida por la Policía, el 25 de marzo de 2004, no volvió a hablar con su marido hasta, precisamente, el día 3 de abril. Rosa explica que apagó su teléfono el día en que fue detenida por la Policía y que sólo lo encendió después de que su cuñada le avisara de que había una operación policial en un piso de Leganés para detener a presuntos terroristas islamistas.

Se trataba, en definitiva, de un testimonio novedoso, realizado justo unos días antes de que se produjera su declaración como testigo en el juicio oral.

En efecto, el pasado día 10 de abril, martes, la testigo R-22 compareció ante el tribunal. Su relato a los magistrados de la Sección Segunda coincidió básicamente con lo declarado previamente ante la Policía y ante el juez instructor, Juan del Olmo.

La fiscal Olga Sánchez esperó hasta el último momento de su interrogatorio para preguntarle a R-22 si, desde que estuvo en el Juzgado (el 26 de marzo) volvió a hablar con su marido en alguna ocasión. La testigo guardó silencio durante unos segundos, sin responder. Pero la fiscal ni siquiera insistió en conocer su respuesta: «No hay más preguntas. Muchas gracias», dijo.

Después, fue el abogado de Hamid Ahmidan quien le volvió a preguntar sobre el asunto: «Señora, ¿habló usted con su marido el 3 de abril de 2004?». Ella volvió a guardar silencio y luego contestó: «No».

Consciente de lo que acababa de declarar, y seguramente pensando en lo que dijo en la entrevista publicada por El País, el presidente del tribunal, Javier Gómez-Bermúdez, precisó a la testigo: «El día de la explosión de Leganés». Y ella, con rotundidad, volvió a contestar: «No».

Días después, el viernes 13 de abril, El País, queriéndose sacar la espina de lo que suponía, de hecho, una rectificación a su titular de portada por parte de la testigo, publicó una información en la que R-22 se reafirmaba en que el día 3 de abril de 2004 había hablado con su marido. Rosa justificaba su contradicción con lo mantenido ante el tribunal alegando que alguien, sin especificar quién, le «aconsejó que no lo dijera». La excusa era pueril: «Porque me pudiera poner peor de lo que estaba de ánimo».

¿Puede alguien creerse que una testigo clave que está bajo la protección de la Policía confiese públicamente que ha cometido perjurio por la simple razón de que alguien le aconsejara hacerlo para no sentirse anímicamente peor de lo que estaba?

La testigo protegida R-22 ha mentido. No a El País, sino al tribunal del 11-M. Y lo ha hecho porque tiene poderosas razones para hacerlo.

Lo que trata de ocultar la mujer de El Chino es que estuvo en contacto con su marido no sólo el 3 de abril, sino que habló con él por teléfono en bastantes ocasiones después de su detención.

Vayamos por partes. La mujer de Jamal Ahmidan declaró por primera vez ante la Policía el 26 de marzo de 2004. En dicha declaración informó de que su marido utilizaba dos teléfonos: el 665040605 (que no usaba desde los primeros días de marzo) y el 639847428.

La Policía ya sabía que ese último teléfono lo estaba utilizando El Chino porque encontró pistas sobre el mismo en el registro de la finca de Morata, donde supuestamente se montaron las mochilas bomba.

Ella, por su parte, dio a la Policía los dos únicos teléfonos que, en teoría, usaba: el fijo de la casa de la calle de Villalobos de Madrid (912560806) y un móvil: 618016906.

Dichos teléfonos, naturalmente, fueron intervenidos por las Fuerzas de Seguridad.

Ya de las transcripciones que aparecen en el sumario de sus conversaciones a través del citado móvil se deduce claramente que la mujer de El Chino mintió al tribunal.

Así, el día 6 de abril de 2004 a las 13.58 horas, la testigo llamó a un hombre sin identificar. Ella, por su parte, se identificó como «R-22» y le contó a su interlocutor «lo que habló con Jamal por teléfono antes de inmolarse, con ella y la familia, y le pregunta que si ha venido la familia a llevarse los restos».

Evidentemente, su interlocutor (ante quien se identifica como R-22) es un policía.

Posteriormente, el día 7 de abril de 2004, a las 10.39 horas, una mujer sin identificar se puso en contacto con Rosa y ésta le contó que Jamal Ahmidan «la llamó un ratito antes. También a su madre, en Marruecos».

Ahora bien, si la Policía le tenía intervenidos a Rosa los dos teléfonos que les proporcionó, ¿por qué no están en el sumario las conversaciones entre El Chino y su esposa?

Hay una primera explicación. Sencillamente, Rosa utilizó otro teléfono para hablar con su esposo: el 654022605.

Como se comprueba en el sumario, en un documento remitido al juez Del Olmo por el director de Seguridad de Amena, José Domingo Río, junto al citado número de teléfono aparece un apunte manuscrito: «Rosa».

Dicho teléfono se puso en contacto con el 639847428 (empleado por Jamal Ahmidan) en numerosas ocasiones desde el 17 de marzo al 3 de abril.

El 639847428 fue encontrado entre los escombros del piso de Leganés tras la explosión.

En algunas ocasiones, El Chino también llamó a su esposa al teléfono intervenido por la Policía (el 618016006), pero ella tenía puesto un desvío de llamada (como puede verse en uno de los documentos reproducidos). Por este motivo, la duración de los contactos entre ambos apenas es de dos segundos.

El Chino, a su vez, utilizaba el 639847428 como teléfono de seguridad con un curioso sistema por el cual las llamadas pasaban a través de una centralita internacional que los factura con un número de 15 dígitos (aparece como 346099939847428). Ese teléfono sólo lo conocían personas de su máxima confianza, como los hermanos Oulad, su primo Hamid y, por supuesto, su esposa.

Ahora bien, como ya se ha apuntado, la Policía sabía que El Chino utilizaba ese teléfono desde el 26 de marzo. Entonces, ¿por qué no lo intervino? O bien no pudo hacerlo porque el sistema de desvío a través de la centralita internacional lo blindó o bien sus conversaciones están efectivamente grabadas pero no figuran en el sumario.

Lo que está claro es que R-22 ha mentido al tribunal y que la fiscal no ha tenido mucho interés en averiguar por qué. Si, como es de suponer, la fiscal Olga Sánchez se ha leído el sumario, sabrá que R-22 utilizó durante meses un teléfono (el 654022605) del que no dio cuenta a la Policía y desde el que habló con su marido al menos en 16 ocasiones desde el 25 al 31 de marzo.

Es evidente que lo que habló Jamal Ahmidan -presunto jefe operativo del comando que cometió el atentado- con su esposa en los días justamente anteriores a su muerte en el piso de Leganés puede ser sustancial para la investigación.

Sin embargo, por increíble que parezca, en todo el sumario no hay ninguna transcripción de las conversaciones que ambos mantuvieron.

¿Es que acaso la Policía fue incapaz de captarlas a pesar de tener el número de teléfono? Y si, en efecto, pudo hacerlo, ¿qué hay en ellas para que no hayan salido a la luz? ¿Por qué la fiscal no puso a la testigo -como no ha dudado en hacerlo en otras ocasiones con otros testigos protegidos- ante la contradicción de lo que estaba manteniendo ante el tribunal y lo dicho en un medio de comunicación? ¿Por qué se trata a R-22 con guante de seda cuando claramente ha cometido perjurio? ¿Donde están las grabaciones de El Chino y su esposa?

APOYO

LA POLICÍA Y LA FISCAL SABÍAN QUE R-22 MENTÍA.

Las dos páginas reproducidas corresponden a la transcripción de las conversaciones grabadas a R-22 por la Policía y realizadas desde el teléfono móvil 618016906. En una de ellas, realizada el 6 de abril a las 13.58 horas, Rosa se identifica a su interlocutor (un policía) como R-22 y le informa de que habló con su marido «antes de inmolarse». En otra conversación que tuvo lugar el día 10 de abril, Rosa le comenta a la mujer con la que habla que Jamal la llamó y «habló con el un ratito».

APOYO

NUMEROSOS CONTACTOS QUE DESMIENTEN A LA TESTIGO.

Los documentos ponen de relieve los numerosos contactos que Rosa mantuvo con su marido después de su detención, lo que demuestra que mintió al tribunal cuando dijo que dejó de hablar con él tras declarar ante la Policía. Rosa no sólo usaba un teléfono que pretendió ocultar a los agentes, sino que activó el desvío de llamadas del que estaba intervenido para que El Chino pudiese conectar con ella sin que, al menos en teoría, la Policía pudiera grabar sus conversaciones.

APOYO

UNA DECLARACIÓN MUY REVELADORA.

El documento reproducido en la parte superior se corresponde con la primera hoja de la declaración de R-22 ante la Policía, que tuvo lugar el 26 de marzo de 2004. En dicha hoja, la testigo le proporciona a los agentes los dos números de teléfono que El Chino estaba utilizando en esos momentos.

APOYO

EL OTRO MÓVIL QUE R-22 USÓ PARA HABLAR CON ‘EL CHINO’.

La testigo protegido R-22 utilizó durante meses un móvil que pretendió ocultar a la Policía. Como puede verse en el documento que se reproduce, aparece escrito a mano, en un documento remitido por el jefe de Seguridad de Amena al juez, que dicho teléfono pertenece a Rosa.