12 abril 1995

El concejal de Madrid Ángel Matanzo rompe con el PP, pasa al Grupo Mixto y creará su propio partido: la Plataforma de Independientes de España (PIE)

Hechos

D. Ángel Matanzo encabezó la candidatura de la Plataforma de Independientes de España (PIE) para el Ayuntamiento de Madrid siendo él el candidato a alcalde por ese partido.

01 Septiembre 1994

Mortadelo, Filemón y el concejal bravucón

Moncho Alpuente

Leer

Coincidimos, alguna vez tenía que ocurrir, Matanzo, ángel caído de las alturas municipales, y este cronista en una común preocupación por el futuro incierto del pequeño comercio madrileño, a punto de ser devorado por las insaciables fauces de los malvados entes multinacionales de las grandes superficies, hidras hipertrofiadas que multiplican sus cabezas por doquier.En una florida y agresiva epístola a su ingrato alcalde, Matanzo, otrora ángel de exterminio de las noches del centro, se queja y amenaza, se duele y se encocora desde «el exilio administrativo y desde el ostracismo competencial a los que me condenaste». Y acusa a Álvarez del Manzano y a sus acólitos de «favorecer a las grandes superficies comerciales en detrimento del pequeño y mediano comercio», sufrido sector cuya representación se arroga como defensor irreductible, Matanzo, ángel desterrado.

La invocación a la ruina del pequeño comercio y la consecuente culpabilización del alcalde y de su equipo en el proceso le sirven a Matanzo, ángel díscolo de flamígera espada, como introducción para entrar en materia, y la materia no es otra que desafiar a su jefe, a ver si se atreve a descabalgarle de una posición de privilegio en las próximas listas. Matanzo, ángel rebelde, acusa a la primera autoridad municipal de incurrir en un pecado de soberbia que, añade, «es la virtud de los iluminados». Matanzo, ángel iluminado y soberbio, acaba recurriendo a las más altas instancias del partido y rinde pleitesía a «una esperanza llamada Aznar».

Matanzo, ángel anunciador, profetiza el triunfo del Partido Popular en las municipales madrileñas. El PP, pronostica Matanzo, arrollará en las urnas, «sea quien fuere el cabeza de lista, aunque fuese Filemón». Matanzo, ángel y bufón, reivindica su derecho a figurar en esa candidatura de tebeo, sin caer en la cuenta de que a un Filemón alcalde sólo le cuadran como guarnición una cohorte de mortadelos, hábiles en el disfraz y el disimulo. A Matanzo, ángel castizo y castigador, sólo le entra el disfraz de Pichi, que luce, eso sí, con naturalidad y desgarro.

Matanzo, ángel vengador, deja entrever en su pasional alegato destellos de su talante sobrehumano, capaz de desafiar las leyes del tiempo y los periodos de rotación del planeta, abordando en su etapa de concejal de Centro «jornadas de 25 horas de trabajo, sin vacaciones, sin festivos y sin cobrar dietas». Matanzo, arcángel y superhombre, como las grandes superficies, no conoce horarios ni festivos, sólo él puede luchar con las manos desnudas contra la tiranía de los hipermercados y sus engañosas ofertas.

No está solo en la lucha, pero convendría que, dentro de sus limitadas fuerzas y de sus reducidos horarios, los pequeños comerciantes pusieran algo más de su parte. Ni los ciclópeos esfuerzos, ni los exabruptos, ni las vociferantes proclamas de Matanzo, ángel y paladín de los débiles, bastan para domar la voracidad sin límites de sus competidores. Son clamores en un desierto en el que levantan tranquilamente sus tiendas los mercaderes de los grandes espacios.

El pequeño comercio, y Matanzo también, está pidiendo a gritos un cambio de imagen, una actualización de planteamientos, un lifting, un repaso urgente que permita al sector competir con sus propias armas en un campo al que no pueden acceder las grandes superficies. Ante la despersonalización de los grandes mercados, el trato amable y personalizado del minorista, detallista. Ante las macroofertas y los superdescuentos, la calidad y la selección de las mercancías. Ante la avalancha de los productos desechables, la solidez, la perdurabilidad. y la belleza de la artesanía. Ante la estandarización y la internacionalización del mercado, los productos de la tierra con denominación de origen y garantías suficientes. Lo ecológico ante lo contaminante, lo natural frente a lo artificial, lo pequeño ante lo grande, la especialización frente a la masificación, lo cálido frente a lo frío.

El pequeño comercio puede apoyarse en la tradición más aquilatada o probar nuevos caminos, recuperar o imaginar, conservar o explorar. Cualquier cosa salvo esperar, de brazos cruzados, la protección institucional y la defensa de sus intereses en un marco legal que se orienta en sentido contrario, y a cargo de unos políticos que, alardeando de pragmáticos, se limitan a contemplar cómo se cumplen las leyes de la naturaleza, la inexorable ley de la selva en la que el pez grande devora al chico sin problemas de conciencia. De tan inconsistentes y abúlicos valedores lo único que pueden esperar los pequeños comerciantes es la calificación de especie protegida en vías de extinción, con diploma acreditativo y pegatina para colocar como humilde reclamo a la puerta de sus decadentes comercios.

Quizá en un futuro no muy lejano, a instancias de organizaciones filantrópicas y ecologistas, se constituyan auténticas reservas para el pequeño comercio, mercadillos indios dónde las nuevas generaciones podrán conocer los restos de una civilización extinguida y participar en sus obsoletos rituales. Por supuesto, la figura del sheriff o agente federal de esta reserva le vendría como anillo al dedo a Matanzo, autoproclamado ángel de la guarda de los pequeños comerciantes madrileños, rancio defensor de lo rancio, que muchos suelen confundir con lo antiguo.

12 Abril 1995

Sin pie ni cabeza

Moncho Alpuente

Leer

La España de Matanzo y de Cabeza asoma su punta de lanza en la batalla electoral de Madrid, el doctor Jeckyll se presenta por la Comunidad y mister Hyde intentará tomar al asalto el Ayuntamiento, ambos en nombre del PIE, una plataforma independiente alumbrada por Camuñas, abogado de este tándem de ogros fundamentalistas de la España profunda, dos personajes condenados a encontrarse en alguna parte y a entenderse como el doctor Frankestein y su criatura.El bravo Matanzo que abandonó el PP con lágrimas en los ojos gritando venganza, quiso formar el PPM, Partido Por Madrid, o por Matanzo, palabras sinónimas en la retórica populista del ex concejal, que durante su mandato sobre el Centro, y sobre todo más tarde en su destierro del matadero, fue como una espinita clavada en el sensible corazón de su alcalde, que le hacía llorar lágrimas de sangre como una virgen de Civita Vechia.

Una vez abandonado el claustro popular dando un portazo, Matanzo y un puñado de leales perdieron su primera batalla por las siglas del PPM, al parecer previsoriamente registradas por el caudillo tránsfuga de Algete y señor del PRIM, Partido Regionalista Independiente de Madrid, Nicolás Piñeiro, que para evitar indeseables confusiones y competencias ha debido patentar todo un abanico de posibles siglas madrileñistas, entre ellas probablemente el PLIM, Partido Liberal Independiente Madrileño, cuyo eslogan «A mí PLIM» comparten amplias mayorías de electores de la Comunidad y el municipio que pasan ampliamente de estas contiendas vecinales.

La irrupción en el panel electoral del doctor Cabeza anima el panorama. Este alegre y dicharachero médico forense que un día fue presidente del Atlético de Madrid, un puesto que al parecer imprime carácter, se distinguió en los años de su fama por incontinencia verbal casi a la altura de su sucesor, Jesús Gil. Contratado como invitado chistoso en numerosos programas de televisión, el doctor Cabeza usó y abusó de expresiones cavernícolas y chistes machistas. A nadie le extrañó que en su primera intervención pública, el caricato electoral acusara a su rival, Ruiz-Gallardón, de «haber hablado con los homosexuales» durante su campana.

Aunque sus probabilidades de éxito son bastante, nunca lo bastante, remotas, resulta inquietante ver cómo se agrupan, hoy a la sombra de la capa de Camuñas, bajo su PIE, estos personajes tremebundos, criaturas de las profundidades de la España profunda que emergen de las fauces de la televisión o animan con sus barbaridades los titulares de los periódicos y las noticias de la radio. Si los PIE usan a Cabeza, para encabezar una candidatura que se dice centrista, es que, fieles a su denominación, esta vez han pensado con sus extremidades inferiores. Matanzo y Cabeza son, ante todo, dos excéntricos incalificables.

Sufro una pesadilla recurrente, asisto en un inhóspito paraje de unas montañas, probablemente cántabras, a la asamblea fundacional de un superpartido que concentra en sus filas a Matanzo y a Cabeza, al irreductible Hormaechea, al indómito Gil y al caricaturesco Ruiz Mateos, por no citar más que a la vanguardia de una coalición vinculada por algo más profundo que la ideología, más atávico, un vínculo tribal, una empatía paleolítica, o un empalme genético. Hipótesis esta última al gusto de Jesús Gil, que se mostró partidario hace poco de pedirles el ADN a sus jugadores y someterles a exámenes genéticos para prever su rendimiento. Hipótesis que podría investigar el doctor Cabeza, un galeno al que sus defensores consideraban toda una eminencia médica porque ninguno de sus pacientes ha presentado jamás una queja contra él, tras dejar la sala de autopsias.

En la pesadilla que sucede bajo la luz de la luna, los paladines de esta santa alianza, prestan sus juramentos y sus votos, se reparten espadazos en los hombros y brindan por su España, la de ellos y de sus amigotes, coto de caza y de urbanización salvaje, paraíso turístico y finca de explotación intensiva para su uso particular. La pesadilla termina cuando sobre la asamblea se despliega el pendón con el cerdo bicéfalo y rampante en campo de gules y las siglas PRI, Partido de la Raza Ibérica.

Antes de recuperar el sueño, enciendo un cigarrillo en la oscuridad y fantaseo en plan masoquista, tratando de imaginarme la formación de un gobierno del PRI, con el doctor Cabeza en Sanidad, Gil en Obras Públicas y Turismo, Ruiz Mateos al frente de Economía y Hacienda, Matanzo en Interior y Hormaechea como presidente, que para eso tiene experiencia en el cargo. Pero, por mucha imaginación que ponga, me cuesta cubrir todas las vacantes, tengo algunas dudas sobre la eficacia del Dioni como posible ministro de Justicia, aunque sé que tiene muchos partidarios y pienso que aunque Carrascal hable inglés puede quedar algo cascarrabias para ocuparse de los Asuntos Exteriores. En Cultura tampoco lo tengo claro, sé que hay una facción rappelista bastante fuerte, pero los duvalistas de Norma prefieren a su candidata por cuestiones de imagen.

29 Mayo 1995

Matanzo hizo el ridículo pero restó votos al PP

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

El PIE de Ángel Matanzo, que obtuvo ayer alrededor de diez mil votos en las elecciones municipales madrileñas, pudo haber puesto en peligro la mayoría absoluta lograda por José María Álvarez del Manzano. En todo caso, si los votos que ha conseguido Matanzo hubieran sido para el Partido Popular, este partido podría haber logrado un concejal más.