27 enero 1923
El Congreso del Partido Nacional Socialista alemán ratifica el mando de Adolf Hitler y el poder de sus S. A. (Sección de Asalto) como su grupo armado

Hechos
El Congreso del NSDAP se celebró el 27 de enero de 1923.
Lecturas
Adolf Hitler es líder del Partido Nazi en Alemania desde julio de 1921
El Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), Partido Nazi, ha inaugurado este 27 de enero de 1923 su primer congreso, la reunión que comenzó con un desfile del grupo armado del partido, las S. A. que manda Ernst Röhm, ante el líder del partido Adolf Hitler, con gran profusión de banderas y estándares, se efectuó en Munich. El congreso se realiza a pesar de que está en vigencia el estado de sitio. Desde la tribuna Hitler pronunció un enérgico discurso contra el Tratado de Versalles.
Hitler y Röhm protagonizarán un intento de golpe de Estado contra el Gobierno de Alemania: El Putsch de la Cervecería.
El Análisis
El reciente congreso del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), celebrado en Múnich, ha confirmado lo que muchos ya intuían: que más allá de la propaganda y la agitación verbal, esta formación radical está desarrollando una estructura parapolítica que comienza a preocupar incluso a quienes hasta ahora los consideraban un fenómeno folclórico y pasajero. Al centro de este congreso ha estado no sólo el verbo inflamado de su líder, Adolf Hitler, sino el creciente protagonismo de sus Sturmabteilungen —las llamadas S.A., dirigidas por el violento y exaltado Ernst Röhm.
En teoría, estas tropas de camisa parda —mitad milicianos, mitad guardaespaldas— tienen como misión garantizar la seguridad de los actos del partido y defenderse de las agresiones comunistas. Pero en la práctica, su presencia creciente en las calles, su disciplina marcial y su tono amenazante las convierten en algo más: una suerte de ejército privado, que recuerda demasiado a las formaciones paramilitares surgidas en Italia en los albores del fascismo. Röhm, exoficial de carrera y veterano de guerra, no esconde su desprecio por la democracia parlamentaria ni su anhelo de acción directa. Si los comunistas se arman para la revolución, ¿se arman los nacionalsocialistas para el golpe?
Hay quienes en Berlín aún se burlan de Hitler y Röhm como dos pandilleros bohemios, sin más influencia que en ciertas cervecerías bávaras cargadas de humo y fanatismo. Pero cada vez son más los que advierten que la República de Weimar no puede permitirse el lujo de subestimarlos. En un país herido por la derrota, la inflación y la humillación de Versalles, los extremos se alimentan mutuamente. Hoy desfilan por las calles; mañana, quién sabe. En tiempos como estos, la historia no siempre da segundas oportunidades a los confiados.
J. F. Lamata