21 septiembre 2005

El periódico busca constituir en torno a él un grupo mediático afín al nacionalismo vasco pero que no sea identificado como un simple órgano de expresión del partido PNV

El director del periódico nacionalista vasco DEIA, Iñaki González, suprime la columna de Iñaki Anasagasti Olabeaga

Hechos

El 21.09.2005 D. Iñaki Anasagasti anunció en su blog que dejaba de ser columnista de DEIA.

Lecturas

inaki_alzagadeia El empresario D. Iñaki Alzaga aparece detrás de los intentos de constituir un Grupo mediático nacionalista vasco que sea equiparable al que está montando en Catalunya el Conde de Godó con el periódico LA VANGUARDIA, el canal de televisión 8TV y la emisora de radio RAC1.

LA CARTA DE DESPEDIDA DE ANASAGASTI

Ante la negativa del director de DEIA de publicarla en el periódico, la despedida quedó en Internet.

Agur. Una necesaria y mínima explicación (no publicado)

El pasado martes 21 de septiembre se cumplieron treinta años del fusilamiento de Txiki y de Angel Otaegi. Un Franco, moribundo, acababa su vida como la había empezado: asesinando. En la Plaza de Oriente, llena a rebosar de fanáticos que le aclamaban, estaba junto a él una persona a la que llamaban “Príncipe de España”, es decir D. Juan Carlos de Borbón. Hace treinta años.

Asimismo hace treinta años Euzkadi avizoraba un porvenir y el país, en carne viva, se movilizaba. El viejo PNV, «recuerdo del pasado», trataba de organizarse y los pri¬meros pasos los dábamos editando una hojita en la que recordábamos lo que Txiki había dicho: «Mañana cuando yo muera, no me vengáis a llorar. Nunca estaré bajo tierra. Soy viento de libertad».

El aparato que editaba aquella hojita cayó el 1 de abril de 1976, víspera del Aberri Eguna. La policía nos descubrió y el trabajo semanal se interrumpió. Pero un partido democrático que tenía urgentemente que salir de la clandestinidad y llegar a quienes simpatizaban con él necesitaba un medio de expresión. En tiempos de la República, la “Sociedad Tipográfica General”, había editado «Euzkadi», «La Tarde» y el diario deportivo “Excelsior”. Todo un emporio que fue requisado por el franquismo. Cuarenta años después se veía difícil repetir aquel modelo. Pero había que hacer algo. Y se hizo.

Ajuriaguerra, Arzalluz, Retolaza, Zubiri, Unzueta, Elorriaga… comenzaron a dar sablazos en el restaurant-cafetería “Balliak» con objeto de iniciar una nueva aventura periodística cuando ya tocaba la puerta el nacimiento de “Egin”. Recuerdo la reunión en la que planteamos el nombre de nuestro nuevo periódico. Tengo en casa la lista de los que se pusieron sobre la mesa escritos con la letra puntiaguda de Juanjo Pujana. Entre ellos el que propuse: “Euzko Deya”. Órgano de las delegaciones de París, México, Buenos Aires, Caracas. Pero el nombre lo había registrado ya el editor Martín Retana. Se habló con su familiar, Marcos Vizcaya, que hizo la gestión para que tuviéramos la denominación y el nombre fué cedido. Quedó en “Deia” que salió justo justo, poco antes de las elecciones de junio de 1977. Previamente habíamos hablado con Mirentxu Purroy e Iñaki Iriarte para ocupar el Cargo de director.

El periódico no nació para ser órgano del PNV, pero nadie en su sano juicio ignora que son los afiliados del PNV quienes compran y mantienen «Deia» y, además, son sus accionistas. Más de un 80% de ellos en Bizkaia y, si buena es la pluralidad, Deia lo ha demostrado, no es menos sensato conocer el grueso del tronco vital del periódico, quien lo mantiene y con que criterio nació. Desconocerlo es llevar al periódico al abismo porque nunca podrá competir con el ideologizado “GARA”, que no tiene complejo alguno en defender lo propio, o con el potentísimo Grupo Vocento, que lo tiene todo, y no tiene complejo de nada.

Toda esta introducción trata de situar la explicación del por que del título de este último artículo que escribo en “Deia”.

Hace una semana, previo al “Alderdi Eguna” y con la colaboración semanal a punto de ser enviada, el director Iñaki González me llamó para decirme que en virtud de la reestructuración del periódico ese domingo no se publicaría mi colaboración quedando pendiente una explicación. No puedo ocultar que la forma tan drástica e inesperada de proceder, me sorprendió. Pero no dije nada.

El lunes 26 de septiembre, hablé con el Director en un almuerzo donde me confirmó lo dicho telefónicamente. Legítimamente pretende dar al periódico otro sesgo y que en las páginas de opinión vaya simplemente la opinión y en las políticas, la política. No veo el por que de la disociación, pero un director es como el capitán de un barco. Manda y ordena, no trata de convencer.

Me dijo que en dichos cambios se pretende dar entrada a otras opiniones tanto del Parlamento Vasco, como de otros partidos, iniciativa que, siempre es loable y acertada y, ojalá prospere, pero que ya ha sido ensayada aunque se corre el riesgo de que ciertos políticos encarguen a sus gabinetes de prensa sus colaboraciones y el resultado final podrá ser más plural, pero también más ilegible por ya sabido y por su lenguaje de plástico. No es fácil hoy en día escribir sin arriesgarse, denunciar, poner nombres, defender al PNV y sus gentes, esperar reproches y tratar de colocar las cosas en perspectiva. Eso se hace muy poco. No solo aquí, sino en todas partes. El cronista parlamentario no existe.

En esta reorganización, mi “sábana” semanal, mi “homilía” semanal, para unos larga, para otros corta, no tiene cabida. Sospecho que le da mucho toque PNV al medio y quizás por eso una colaboración de casi dieciocho años, semana a semana, sin faltar una sola y sin cobrar lógicamente un duro, quedó el domingo 20 de septiembre interrumpida.

Profesionalmente puedo entender la medida aunque con cierta prevención. Personalmente no. Le dije que la columna era una tienda de ultramarinos con numerosísima clientela, muchísimos jóvenes y muchísima gente que cada semana en el correo electrónico me comentaba los artículos, pedía cosas, aclaraba extremos, ensalzaba y criticaba conceptos, pero que no dejaba indiferente a sus lectores porque lo que se vendía era pescado fresco. Le dije también que con dos palabras cerraba una voz del PNV que hablaba no solo a la gente del PNV. Me contestó que el símil de la tienda de ultramarinos podía ser correcto pero que legítimamente deseaba montar un Centro Comercial. Daba a entender que en ese Centro Comercial, en esa gran superficie, no cabe un chiringuito doméstico. Son los nuevos tiempos. Una falsa modernez alejada de la realidad.

Si he de reconocer que me han dolido dos cosas. La forma drástica de interrumpir un trabajo de 18 años, como si éste fuera algo personal y aislado desconociendo lo que hay debajo del iceberg, para luego censurarlo, así como el que no se haya hecho un estudio en serio sobre lo que quiere el fiel lector de Deia, ese que va al “Alderdi Eguna” y que no te deja de saludar y comentar lo que has escrito, porque una cosa es cierta, y perdonen la inmodestia, la sábana se leía. Y mucho.

Tras trabajar a satisfacción con Anton Egia y Juanjo Baños, es legítimo que, en Deia, corran nuevos aires. Un Deia al que deseo éxito y acierto en este complicado futuro. Yo, disciplinadamente y con el recuerdo del espíritu fundacional de aquel DEIA de 1977, que no nació para ser un producto comercial, sino una oferta política del nacionalismo democrático y del PNV, desparezco de éstas páginas agradeciendo la oportunidad de haber podido trabajar en esta aventura y de haber podido conectar con miles de gentes de todo tipo. Lo único que lamento es que en la Casa Real abran una botella de champán.

Pero no desaparezco. Ya estoy en la página Web del EAJ-PNV www.eaj-pnv.com los domingos y en www.ianasagasti.com todos los días, ya que la electrónica lo aguanta todo y donde daré cuenta, aun de forma más extensa, no solo de lo que pasa en Madrid sino de las mil vivencias que la representación que me ha dado el ciudadano vasco y mi partido me permite conocer. Contarlas es casi una obligación ya que no son mías sino de quienes tan generosamente han confiado en mi. En eso, y lo he demostrado con tozudez, soy inasequible al desaliento.

Deseaba despedirme de mis lectores en papel y decirles con éste ¡agur! que me encontrarán en esa nueva trinchera cibernética. Hasta siempre.

Nota: Tras 18 años acudiendo semanalmente a la cita dominical, esta despedida obligada, no fue publicada en Deia. El señor director consideró que la alusión que yo hacía a su débil argumentación no permitía su edición. Y lo censuró. Curiosamente desde ese día, el Sr. González escribe una columna, diariamente, en su Deia. Los lectores cautivos de Deia pueden saber qué opina el Sr. Director. Un electo democráticamente en las listas del PNV, es censurado e impedido de despedirse de sus lectores, tras 18 años, mientras este buen señor, que nada tuvo que ver con la fundación de Deia, aunque lo dirija, se permite estas libertades, llamadas profesionales.

He querido contar mi verdad en este “Agur” y, a partir de ahora, a sufrir la censura del Sr. González, como ocurrió esta misma semana con mi pregunta sobre la situación del joven Paco Larrañaga en el corredor de la muerte. Deia publicó la respuesta del ministro Moratinos. No mi pregunta ni mi argumentación. Finalmente. El Sr. Director me habló maravillas en relación a los planes que tiene en relación con el aniversario de Deia. Lo más importantes será el concierto de “Loquillo”. Con este dato creo está dicho todo. ¡Si Juan Ajuriaguerra levantara la cabeza!

Iñaki Anasagasti