12 julio 2000

La ley no permitía a Rojo continuar en el cargo un tercer mandato

El Gobierno Aznar nombra a Jaime Caruana nuevo Gobernador del Banco de España es sustitución de Luis Ángel Rojo

Hechos

El 11.07.2000 D. Jaime Caruana tomó posesión como nuevo Gobernador del Banco de España.

Lecturas

El 12 de julio de 2000 D. Jaime Caruana Lacorte toma posesión como nuevo Gobernador del Banco de España, el primero nombrado por el Partido Popular, que cuenta con mayoría absoluta desde las últimas elecciones.

El Sr. Caruana Laforte sustituye a D. Luis Ángel Rojo Duque, que ocupaba el cargo desde julio del año 1992.  El nombramiento del Sr. Caruana ha supuesto una derrota para las aspiraciones de D. Miguel Martínez, subgobernador durante la etapa del Sr. Rojo al que desde la banca se le había dado gran apoyo.

El Sr. Caruana se mantendrá en el cargo hasta marzo del año 2006.

02 Julio 2000

El ocaso de la economía triste

Jesús Cacho

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La apertura de un expediente sancionador por parte de la CNMV puede marcar el final de la carrera de Juan Villalonga al frente de Telefónica. El Banco de España tiene nuevo gobernador: Jaime Caruana sucede a çngel Rojo. La candidatura de Miguel Martín resultó perjudicada por el interés de los banqueros en su nominación.

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Villalonga resiste. Primera constatación de este verano enervante, derretido por el calor de una actualidad que bulle salpicando al aterido pueblo llano con su espuma de dinero y ambición, capaz de convertir a los amigos de ayer en enemigos de hoy por culpa del devastador talonario del gran Juanito Villalonga. «Un consejo de trámite», habían adelantado los hombres del tycoon, y de trámite, o casi, resultó, porque el banco y la caja, convertidos en juez y parte, optaron por dar hilo a la cometa frase favorita del repertorio gerencial de JV , en espera de tiempos más apacibles.

En el banco se llaman andana. «Pedro Luis y Emilio no mueven ficha porque el Gobierno ya metió aquí a su hombre, y si ese hombre no dice ni mu, no emite señal de ninguna clase, pues Pedro Luis y Emilio a esperar y ver…», comentan en la parte alta de la torre de Azca. Y, ¿por qué el hombre del Gobierno en el BBVA no emite las señales de humo que Ybarra y su consejero delegado están esperando? ¡Ah!, ésa es harina del costal de Rato, un político en el centro de todos los rumores estos días, más dependiente hoy de Francisco González (FG) que al revés («Aquí se ha acabado el tiempo en el que apellidarse Figaredo desplante a Nacho Figaredo era patente de corso»).

Villalonga ha ganado tiempo, cierto, pero no parece que la cometa vaya a volar lejos esta vez. Entre los miembros del consejo de la CNMV que hasta el miércoles 21 no sabían una palabra de la investigación llevada a cabo en enero de 1998 por Fernández-Armesto, se ha abierto paso una línea de pensamiento clara: primero, no hubo investigación de ninguna clase; segundo, hubo información privilegiada. El corolario, por tanto, es que la apertura de un expediente sancionador contra el presidente de Telefónica es cuestión de semanas, tiempo de vacaciones, ferragosto madrileño, siesta, sesteo y presión mediática reducida al mínimo, que es el caldo que requiere este guiso, porque hay mucha gente, muy poderosa, interesada en que ésta no sea una victoria de Pedrojota, de modo que, en el sueño de una noche de verano, FG pueda proponer a JV una salida discreta que reduzca los riesgos de la operación.

Luis çngel Rojo Duque (rojo en la universidad; duque en el Banco de España), persiste. El todavía gobernador del instituto emisor está recibiendo una catarata de elogios estos días, la mayor parte de los cuales proceden de eximios alumnos suyos convertidos hoy en celebrities de esa economía light que se impuso en España de la mano de la biutiful, muchos de los cuales le siguen tratando de usted a pesar de la similitud de edades. Elogios fúnebres a la española manera, como los demandados por el mítico Caronte para transportar en su barca a los difuntos/dimisionarios a través de la laguna Estigia hasta su destino final en el Hades.

Rojo, típico ejemplo de economista triste, representante de esa ciencia lúgubre dedicada a anunciar peligros mil por las cuatro esquinas de la piel de toro, ha sido piedra angular de una casta aparte que con la UCD, con el PSOE o con el PP se ha considerado llamada por derecho divino a emitir ideología económica desde el formidable bastión de poder que ha sido el Banco de España. Preocupado por la tardanza del Gobierno en nominar a su sucesor, a quien quería instruir en la peculiar liturgia de la secta (convencidos todos del trascendental papel que han jugado en la modernización de España y su economía, y convencidos también de que España y los españoles no han sabido reconocer sus grandes méritos), Rojo ha movido en los últimos meses sus peones: Enrique Fuentes ante el Rey que es donde la corte madrileña plantea sus demandas , y el bueno de Juan Velarde ante Aznar que, como es norma, no estaba dispuesto a soltar prenda hasta el momento oportuno.

El nominado no sería Miguel Martín, a quien seguramente perjudicó el desmedido interés de los banqueros por su candidatura, sino un hombre de la confianza del Gobierno como Jaime Caruana, capaz de recuperar el prestigio del banco, tan maltrecho por tantos años de biutiful pipol, e incorporarlo al proyecto de política nacional que los españoles apoyaron el 12 de marzo.

Rojo, el perfecto jefe de servicio de estudios, cuya obra teórica se resume en un par de manuales universitarios, y que, como gobernador, jamás tomó una decisión arriesgada que no viniera dictada por el poder político, generalmente felipista, se va en olor de minorías. Ninguna de las glosas de estos días hablará del hombre que, calle de Alcalá arriba, subía hasta la casa de Mariano Rubio con el dossier Ibercorp bajo el brazo; ni del que intervino Banesto por control remoto, inflando el agujero hasta los 605.000 millones; ni del profesor de las cuatro devaluaciones de la peseta que, con su política monetaria, fue corresponsable, junto a Carlos Solchaga, de la tremenda crisis segunda mitad del 92 y todo el 93 que llevó a más de un millón de españoles a las listas de paro.

Villalonga resiste, Rojo subsiste y Rodrigo Rato asiste perplejo a la proliferación de trampas que han colocado en la cuerda floja al hombre que más prestigio acumuló dentro del primer Gobierno Aznar. El último derrote contra su carrera estaba implícito en una información aparecida el lunes 26 en el diario El País: «La Fiscalía del Tribunal de Cuentas (TC) pide que se investigue el perdón de las deudas a Ercros».

Una bomba de relojería colocada en los bajos no de Josep Piqué, refugiado en Exteriores para eludir los focos de un caso, el de Ercros, que muchos creyeron muerto tras el 12-M, sino de Rato. Porque el fiscal del TC pedía la apertura de un expediente de responsabilidad contable contra la Comisión Delegada del Gobierno que condonó, en junio del 98, un crédito de 8.500 millones concedido por el ICO a Ercros, y el presidente de esa Comisión es precisamente Rato.

Pero, ¡oh, sorpresa!, tres días después, jueves 29, nos enteramos por el mismo diario de que el presidente de la Sección de Enjuiciamiento del TC, en quien recaía la responsabilidad de abrir o no el citado expediente, Antonio de la Rosa Alemany (primo segundo de Javier de la Rosa), había decidido cerrar en falso la investigación, en contra del criterio del fiscal.

¿Asunto resuelto? Ni hablar. Porque los consejeros del TC, según el artículo 24.2 de la Ley Orgánica 7/1988 de 5 de abril que regula el funcionamiento del citado Tribunal, tienen la obligación de inhibirse en el caso de asuntos que afecten a personas de su familia, dentro del segundo grado civil por consanguinidad o afinidad. Y Antonio de la Rosa es hermano de José de la Rosa, casado con Mani Rato, hermana de Rodrigo Rato, y por tanto tenía que haberse abstenido como ponente, al estar dentro de esa afinidad en segundo grado civil con el denunciado.

De modo que Antonio de la Rosa podría verse incurso en un caso de responsabilidad disciplinaria contemplado en el artículo 25 de la misma ley. Una bagatela, de todos modos, frente a la sospecha de que el vicepresidente económico pueda haber pretendido cerrar la boca a la Fiscalía del TC, contando con los buenos oficios de su concuñado.

Un notable patinazo, y un episodio que pone de relieve la importancia política de un organismo, aparentemente emboscado, como el citado Tribunal. ¿Cómo y quién ha conseguido que su fiscal levante esa liebre? Algunos apuntan al mismísimo Felipe González, cuya mano sostiene un halcón dispuesto a volar por encima de la cabeza de Rato para asentarse en los aledaños del Monte del Pardo, y ello porque algunos sugieren que la verdadera razón del imbroglio está en el destino dado a esos 8.500 millones perdonados a Ercros, ergo a KIO, ergo a Kuwait, como resarcimiento parcial de otra deuda de mayor enjundia. Algo que, dicen, conoce al dedillo el chamán felipista.

Una muestra más de las tribulaciones que rodean al ministro Rato, o la prueba del carácter evanescente de la política, donde los héroes de hoy son los villanos de mañana. Y viceversa.

12 Julio 2000

Se va un gobernador

Enrique Fuentes Quintana

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En 1971 Luis Ángel Rojo se hacía cargo del servicio de estudios del Banco de España, un destino que le iba a conceder una oportunidad excepcional de aplicar el capital de sus conocimientos económicos largamente acumulados durante años. Oportunidad también para el Banco de España porque era imposible encontrar a nadie capaz de ocupar con más competencia ese puesto, que había ido convirtiéndose en centro vital de reflexión y programación de la política monetaria en todos los bancos centrales. Cuando, el 15 de julio de 1988, Rojo pasó a desempeñar el cargo de subgobernador, el cambio era espectacular. Manifestando la importancia concedida a la información, se había constituido un servicio de estadística que revolucionó los datos disponibles. Trabajos seminales realizados en ese servicio habían definido las bases de una política monetaria activa y continua capaz de contribuir a la estabilidad. Se habían diseñado, también los caminos de la política de reformas del sistema financiero. A nadie sorprendió que quien conocía tan bien la vida financiera del país, quien había inspirado la orientación de la política monetaria y el rumbo del sistema financiero fuese nombrado el gobernador que habría de definir y administrar la política monetaria autónoma del Banco de España.

El desempeño de esa autonomía bajo su mandato le ha ganado el derecho a figurar en los anales de la historia económica de España como uno de sus capítulos más brillantes. Porque, bajo su dirección, el Banco de España definiría la política de estabilidad que llevó al país a la unión monetaria europea (UME). Una política de estabilidad que se enfrentaba con el más grave mal que España ha padecido en su historia: la inflación. La denuncia de ese mal y el conocimiento de las dificultades de su erradicación eran bien conocidas por Rojo y las había manifestado con rotundidad. Lograr el comportamiento favorable de los precios, manteniendo la vitalidad de la economía y el aumento del empleo, ha sido una tarea culminaba con éxito en la que el banco emisor se ha convertido en intérprete indiscutible. Una área que acabó con el ingreso de España en la UME en 1998, al cumplir los acuerdos del tratado de Maastritcht.

Al buscar las razones del cumplimiento de este objetivo, Rojo manifestaba hace pocos meses: “Yo pienso que lo más importante de un gobernador del Banco de España es saber escuchar sus servicios. En estos tres años y medio en el que el banco ha colaborado, en el seno del Instituto Monetario Europeo en la preparación del futuro BCE y de la política monetaria única en la UE, se ha podido observar que nuestros servicios no sólo no tienen nada que envidiar a los otros países europeos, sino que, con frecuencia, los superan. Una de las tristezas que acompañan la constitución de la unión monetaria es que, tal vez, las ideas, los trabajos y la capacidad de análisis de esos servicios se vean supeditados en el ámbito de la policía monetaria europea del futuro a las ideas, los trabajos y las opiniones de servicio de otros bancos centrales menos sutiles en su entendimiento de los problemas monetarios.

Es a este gobernador, en plena madurez para el desempeño de una función vital en nuestra economía, al que una absurda regulación de la ley establece su obligatorio relevo. Pocas decisiones acumularán un desacierto tan costoso. Un coste que sólo es capaz de estimar quien conozca lo que Rojo ha significado a lo largo de su gestión ejemplar. Se va un gobernador y todos perderemos algo con su salida.

03 Julio 2000

Relevo en el Banco

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Con el cumplimiento del periodo máximo establecido en la Ley de Autonomía del Banco de España, Luis Ángel Rojo dejará formalmente de ser gobernador el 12 de julio y abandonará la institución en la que ha discurrido la mayor parte de su carrera profesional. Su salida del banco central marca el fin de una etapa, en parte coincidente con la entrada de España en la Unión Económica y Monetaria y la cesión al Sistema Europeo de Bancos Centrales de una parte importante de las competencias del Banco de España en materia de tipos de interés.Rojo es maestro de numerosos economistas y ha cumplido una estimable labor de pedagogo social en la lucha contra la inflación y en favor de una política económica saneada. Su contribución ha sido determinante en la modernización del análisis económico en este país. Su relevo se realiza garantizando la preservación del rigor técnico que ha de presidir las orientaciones de esa institución. El tándem constituido por Jaime Caruana (director general del banco y anterior director general del Tesoro) y Gonzalo Gil (también director general del banco), como gobernador y subgobernador, respectivamente, preserva también esa ganada tradición de consenso político en la formación de los órganos de gobierno de esta institución.

La llegada de Caruana es algo más que un cambio generacional. Será el nuevo gobernador el que tendrá que convertir en virtud la necesidad de lograr que los bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito en España sigan en el camino de una mayor eficiencia, en un entorno marcado por una mayor competencia, internacionalización y nuevos riesgos, que se traducen en dificultades adicionales para la supervisión de las mismas por parte del Banco de España. La mera actuación en diversos ámbitos geográficos de las entidades financieras obliga a considerar como prioritaria la coordinación, cuando menos intraeuropea, de esa esencial función supervisora. Esta exigencia es, sin duda, más importante, en todo caso más urgente, que las pretensiones de agrupar esas competencias supervisoras en una institución distinta al Banco de España.