22 septiembre 2010

El Parlamento Catalán ‘blinda’ las fiestas con toros ‘correbous’ (quemando sus cuernos) a sólo dos meses de prohibir las corridas

Hechos

El 22.09.2010 el Parlamento Catalán aprobó blindar la celebración de los ‘correbous’ en Catalunya con los votos a favor de CiU, ERC y PP, la oposición de ICV y la abstención de PSC y Ciudadanos.

24 Septiembre 2010

La tomadura de pelo

Pilar Rahola

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El cinismo es una poderosa arma cuando se usa en política. Oscar Wilde dijo que «un cínico es un hombre que conoce el precio de todo y no da valor a nada», y aunque la expresión es rotunda, algo tiene que ver con el valor. ¿Qué vale la coherencia? ¿A cuánto va en el mercado de las ideas? Probablemente, si Diógenes de Sinope, el famoso filósofo griego, viviera, más que pasearse con una luz buscando un hombre honesto, buscaría un político coherente. Lo cual debe ser lo mismo, porque la coherencia, sin duda, es una forma de honestidad. Y de coherencia no estuvo sobrado el Parlament en su último día cuando, metido con el calzador de las prisas electorales, los partidos hicieron un espectacular ejercicio de cinismo político.


Dos meses después del hito histórico de acabar con las corridas de torosdecidieron «blindar» la brutalidad contra los toros que se hace en las Terres de l´Ebre, véase en versión meterles fuego en las astas, o estirarlos con sogas, o tirarlos al agua, y en todos los casos asustarlos, estresarlos y llevarlos al borde del salvajismo. Como en las corridas, también en los correbous el animal acaba siendo el hombre, con la única diferencia de que en este caso el hombre lleva barretina. Es cierto que esta vez, y gracias a la presión de las esforzadas oenegés animalistas, se ha aprobado un reglamento estricto que, si se cumple, dificultará este tipo de prácticas. Pero la cuestión hoy no es cuánto rato se tortura innecesariamente a un animal, ni el debate de fondo sobre la baja calidad democrática de una sociedad que antepone la tradición al sufrimiento de los animales, porque todo esto ya lo hemos hecho durante el debate sobre las corridas. La cuestión es el grado de cinismo al que han llegado algunos para justificar una simple práctica de doble moral, interés electoral y «me importa un pito» la coherencia.

El premio se lo llevan los dos partidos que han consolidado el blindaje: ERC y CiU. Al césar lo que es del césar y al PP e IC la coherencia que han demostrado en este caso, manteniendo sus posturas a favor y en contra desde el primer día. El PSC ha jugado a la puta i la Ramoneta dando libertad de voto o quitándola en función de sus intereses. Pero su postura ha sido siempre clara. ERC y CiU, en cambio, han vendido sensibilidad animalista cuando la tortura era castiza, y se han olvidado de ella cuando la barbarie habla catalán. El homenaje al cinismo lo ha perpetrado Marta Cid de ERC al llegar a decir que «no matamos a los animales ni cobramos entrada». Ah, o sea que el animal se lo pasa pipa si no se cobra por maltratarlo. Lo hace mejor y Diógenes de Sinope la ficha para pasearla como ejemplo. ¡Qué tomadura de pelo! ¡Qué brutal ejercicio de doble moral! Dijo Bertolt Brecht: «Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad». Pues eso, va siendo hora…

26 Septiembre 2010

Geografía de la barbarie

Carmen Rigalt

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Todos los días se aprende algo, aunque sea una mentira. Hoy (ayer para ustedes), navegando por los tupidos mares de la Red, supe que el primer correbou del que se tiene constancia escrita data del siglo XV y está localizado en Cardona, pueblo minero de la provincia de Barcelona. Un siglo más tarde, los correbous habían llegado ya a Tarragona, siendo Réus y Ulldecona las localidades con festejos más sonados.

Pero eso fue al principio. A partir del siglo XVII, los correbous perdieron protagonismo en favor de las corridas celebradas en plazas. Fueron los monarcas borbones quienes impulsaron los reglamentos taurinos y llevaron la afición a los cosos (era más fácil controlar a la gente en la plaza que en la calle). Desde entonces, para diferenciarse de los correbous, la corrida en la plaza pasó a denominarse toros a la castellana. El entrecomillado no es mío. Así figura en la web de la Generalitat (culturcat) y así lo transcribo. No es dogma de fe, pero quienes sabemos de toros tanto como de espeleología, lo damos por válido.

Días atrás se votó en el Parlament de Cataluña el blindaje de los correbous. Dos meses después de la abolición de las corridas en Cataluña, los correbous han salvado el pellejo gracias a una maniobra que pasará a la historia del oportunismo político. No hicieron falta muchas filigranas retóricas. La propuesta de CiU iba holgada de votos y algunos líderes ni se tomaron la molestia de acudir al Parlament.

Una vez cumplido el trámite de la votación, tampoco se explayaron en palabras y gestos. Poco había que hacer, salvo apretar la mandíbula y disimular el bochorno, como el convergente Artur Mas en su caricatura.

A estas alturas del curso político, el resultado queda pues como sigue: corridas de toros no, correbous, sí. El dislate salta a la vista. Ya pueden venir las elecciones autonómicas, que la parroquia de las tierras del Ebro está asegurada. La tradición sigue. La barbarie, también. Pero lo que prevalece por encima de todo es la doble moral. Pilar Rahola, que se juega la pluma luchando contra el maltrato a los animales, calificaba de «tomadura de pelo» el blindaje de los correbous. Y con razón.

Decía Pilar en su artículo del viernes: «ERC y CiU han vendido sensibilidad animalista cuando la tortura era castiza, pero se han olvidado de ella cuando la barbarie habla catalán…». Rahola pide coherencia y muestra su hilaridad ante las manifestaciones de Marta Cid (ERC), que defiende los correbous diciendo: «!Nosotros no matamos a los animales ni cobramos entrada!».

La coherencia no es fácil. Para ser coherente con las ideas previamente hay que tener ideas. Entiéndase: ideas claras. Rahola, desde su postura, es tan coherente como Salvador Boix (músico y periodista, apoderado de José Tomás) desde la suya. Peor lo tenemos quienes vamos ajustando nuestra forma de pensar a las circunstancias. Yo misma, en tiempos ferviente antitaurina, he virado hacia posiciones más conservadoras por culpa del opor- tunismo político. Lo siento. Llevar la contraria quizá no es la mejor forma de pensar, pero es la mía.

Y ahora, Extremadura. ¿Qué calificación merece la decisión del Gobierno extremeño al prohibir los toros embolados y ensogados, dos días después del blindaje de los correbous? ¿envidia o cachondeo? El presidente Fernán- dez Vara se ha apresurado a decir que él no gobierna contra Cataluña, pero lo parece. La política, una vez más, huele a cinismo que tira de espaldas.

Quinientos años después, el ejemplo de la barcelonesa localidad de Cardona se afianza. Cierto es que allí la fiesta incluye el sacrificio del animal entre gritos y empellones (al menos, en las plazas de toros el público calla como si estuviera en misa).

Hay quien sostiene que Cardona merece respeto porque tiene gran contenido antropológico. Ironías de la vida. La antropología es la gran coartada de la crueldad animal. En Cataluña, adonde los toros llegaron antes de que lo hiciera la sardana, hoy se sacrifican los pollos con hilo musical, mientras en la calle las vaquillas son vapuleadas por amor a la tradición.

Carmen Rigalt