23 julio 1996

Los socialistas estarán representados por el ex director de Informativos de TVE y RNE Diego Carcedo y el ex Director de TELEMEADRID, Marcos Sanz

El Partido Popular toma el control del Consejo de Administración de RTVE con Mónica Ridruejo Ostrowska como Directora General

Hechos

El 23 de julio de 1996 se renovó el Consejo de RTVE.

Lecturas

El 23 de julio de 1996 se renovó el Consejo de Radio Televisión Española (RTVE). El Gobierno Aznar ha querido que una mujer independiente, Dña. Mónica Ridruejo, no afiliada al PP, sea la nueva Directora General de RTVE en sustitución de D. Jordi García Candau, el último Director General de RTVE nombrado por el Gobierno de D. Felipe González, designado en 1990 y que, con 6 años en el cargo, ha sido uno de los mandatos más estables en la historia de la televisión pública.

Las elecciones de marzo de 1996 dieron el triunfo al Partido Popular por mayoría simple. En julio de 1996 se formó un nuevo Consejo de Administración de RTVE de acuerdo a la nueva configuración parlamentaria:

Por PP: D. Carlos Mendo Baos, Antxón Sarasqueta, D. Emilio Contreras y D. Santiago Cervera (UPN).

Por PSOE: D. José Manuel Diego Carcedo, Dña. Arantxa Mendizábal, D. Marcos Sanz y D. Antonio Santillana.

Por CiU: D. Josep María Gené.

Por PNV: D. Javier Rekalde.

Por Izquierda Unida: D. Rodolfo Ruiz Ligero.        

La primera Directora General de RTVE de esta etapa sería Dña. Mónica Ridruejo Ostrowska, con D. Jorge Sánchez Gallo como Director de TVE, D. Ernesto Sáenz de Buruaga Bustamante como Director de Informativos, D. Javier Algarra Bonet como Subdirector de Informativos y D. Javier González Ferrari como Director de RNE.

El mandato de Dña. Mónica Ridruejo, nombrada a propuesta de D. Miguel Ángel Rodríguez (consejero del Sr. Aznar y ahora secretario de Estado de Comunicación), será breve ya que dimitirá en febrero de 1997 precisamente por diferencias con este.

23 Julio 1996

Los vigilantes

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL CONSEJO del Ente Radio Televisión Española (RTVE) se renovará hoy mediante votación plenaria en el Parlamento, después de un acuerdo político alcanzado con sorprendente facilidad. De nuevo los partidos han cocinado esta renovación y de nuevo han perdido la oportunidad de revisar en profundidad el modelo de televisión pública para España. Televisión Española es un poderoso instrumento en manos del Gobierno de turno. Por ello mismo, los ciudadanos agradecerían su neutralización política, al estilo de la BBC británica. Pero no lo hicieron los socialistas cuando estaban en el Gobierno y no parece que el PP esté dispuesto a hacerlo ahora que dispone de este instrumento.

Por Mucho que se disfrace, éste es un Consejo político. Sus integrantes están en él en representación de los partidos y realizan funciones de control político, que parecen más propias de los miembros del Parlamento y que poco tienen que ver con las (le un consejero de una sociedad anónima. Desde luego, no comparten ninguna responsabilidad sobre la gestión de un ente que cuesta al erario público más de 120.000 millones de pesetas al año.

No obstante, parece abrirse paso entre los responsables actuales del ente la idea de que en la Europa de Maastricht y del rigor presupuestario no se puede mantener una televisión pública nacional que incurra en pérdidas tan cuantiosas. RTVE tendrá que someterse a una intensa cura de adelgazamiento y realismo en sus objetivos. Sus ingresos publicitarios han disminuido, y seguirán haciéndolo ante la fragmentación de la audiencia derivada de la aparición de las cadenas privadas y, dentro de poco, de la oferta de cable. Ahora bien, la idea de que RTVE deje de tener ingresos publicitarios merece una reflexión más profunda que el solo objetivo de salvar a algunas cadenas privadas mal planteadas y mal gestionadas.

Entre las ideas novedosas que se han barajado está, de nuevo, la introducción de un canon sobre la televisión o sobre los televisores para nutrir el presupuesto de RTVE. Desmentidos al margen, una vez más estaríamos ante un parche -con indudable poder recaudatorio- para conseguir nuevas fuentes de financiación por medio de tasas especiales para actividades públicas. No ante una reflexión seria sobre el desarrollo de un modelo sensato de televisión pública. Un capítulo en el que entran también los canales autonómicos, por mucho que el Gobierno anuncie el envío a las Cortes de una ley que permita su privatización.

Por encima de las peripecias del Consejo de Administración de RTVE, el Parlamento tendrá que abordar en serio alguna vez si este país quiere tener una televisión. pública. Si la respuesta es afirmativa -y en ello parecen coincidir todos los partidos-, qué tipo de televisión y a qué coste. El, modelo actual, que genera un déficit anual superior a los 200.000 millones entre las dos cadenas estatales y las autonómicas, resulta a todas luces insufrible ante un horizonte presupuestario en el que todo el mundo está llamado a apretarse el cinturón. Bien está que se renueve el Consejo, pero no es lo más importante para el buen funcionamiento de la televisión pública.

27 Septiembre 1996

Pozo sin fondos

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL PRESUPUESTO de RTVE para 1997 presentado por la directora general, Mónica Ridruejo, y aprobado ayer por el Consejo de Administración -con la oposición de los cuatro representantes socialistas-, resulta a todas luces un despropósito: 157.000 millones de pesetas de aportación del Estado a los que hay que sumar pérdidas anticipadas de 120.000 millones, 20.000 millones más que este año. Es decir, que eso que se viene a llamar televisión gratuita, a pesar de la publicidad, costará, incluyendo el déficit previsto, más de 21.000 pesetas por hogar español en 1997. Mas allá de la solución financiera de la deuda acumulada en los últimos años por el Ente, no se apunta un cambio de modelo de televisión pública, -más necesario que nunca.¿En qué medida avalará el Gobierno hoy esta propuesta al aprobar lo -que se espera como un proyecto sumamente restrictivo de Presupuestos Generales del Estado? La incomodidad del vicepresidente Rato al abordar el miércoles esta espinosa cuestión con el grupo parlamentario del PP refleja imposiciones políticas antes que sensatez económica; algo especialmente sorprendente en un Gobierno que llegó al poder con la promesa de sanear las cuentas de una RTVE a la que ahora anuncia como: «el primer grupo de comunicación de España»- Y es el primero: en deudas.

Con este presupuesto, los actuales gestores de RTVE- no apuestan ni. por la mejora de contenidos, ni por el reforzamiento profesional de la televisión estatal. Los gastos de personal, con una plantilla de diez mil trabajadores, aumentan en un 4%, cuando el conjunto de empleados de las, administraciones públicas ve congeladas sus remuneraciones. Rigor que no parece aplicarse a los altos cargos del Ente, cuyo sueldo silencia Ridruejo.

Aumentan los gastos, en particular las compras, pero se reducen los ingresos por -publicidad, previendo incluso la posibilidad de que haya una bajada de audiencia: de cuatro- puntos, lo que significaría la pérdida del liderazgo. Ello implicaría a su vez un retroceso de ingresos más que proporcional porque los anunciantes priman al medio que, en cada sector -prensa, radio, televisión-, ocupa la primera plaza. Por otra parte, la aventura de la plataforma de televisión digital, independientemente de otras consideraciones, no es una solución para los problemas de TVE, y costará dinero. De momento, entre inversiones y costes, 33.000 millones en 1997.

Ésta hubiera sido una buena ocasión para definir un modelo de televisión estatal que resultara financieramente sostenible. Una vez más, se va a desaprovechar. Una vez más, pues ante unos problemas de RTVE que empezaron con la pérdida de su monopolio tras la aparición de las cadenas autonómicas, primero, y las privadas, después, los Gobiernos socialistas se acogieron al fácil recurso del endeudamiento de RTVE. La paciente no sólo no se curó, sino que su estado se agravó. Lo que ahora obliga al Estado a hacer frente a una deuda acumulada de más de 260.000 millones.

La televisión pública, en este caso la estatal, es un servicio necesario en todo país, como ha venido a recordarlo una reciente resolución del Parlamento Europeo. En este texto se encuentran valiosos elementos definitorios de lo que debe buscar y ofrecer una buena televisión pública: calidad, obras originales, fomento de conocimiento y de valores de convivencia e información imparcial, entre otras. Sobre esta base, la televisión -y la radio- públicas deben buscar en España un perfil propio, pero a la fuerza más barato.

Ridruejo promete, gastando más, una programación más exigente, argumento que, ante este presupuesto, carece de credibilidad. Se requieren soluciones que pasan necesariamente por adelgazar ese monstruo carísimo en que se ha convertido RTVE. Hay que poner un fondo a este pozo de millones.