12 marzo 2021

Transfuguismo por partida triple

El PP logra anular la moción de censura PSOE-Ciudadanos en la Comunidad de Murcia ‘captando’ a tres diputados de Ciudadanos

Hechos

Fue noticia el 12.03.2021.

Lecturas

El 10 de marzo de 2021 Ciudadanos y el PSOE presentan una moción de censura contra el presidente de Murcia, D. Fernando López Miras, del PP que hasta ese momento gobernaba en coalición con Ciudadanos. El PSOE aceptaba dar la presidencia de Murcia a la diputada de Ciudadanos Dña. Ana Martínez Vidal.

A pesar de que PSOE y Ciudadanos suman mayoría absoluta en Murcia y que los 6 diputados de Ciudadanos firman la moción el día 10, el día 12 de marzo tres de ellos anuncian que se retiran del pacto PSOE-Ciudadanos y que votarán ‘no’ a la moción pese a haberla firmado: Dña. Isabel Franco Sánchez, Dña. Valle Miguélez Santiago y D. Francisco Álvarez García, a cambio de seguir formando parte del Gobierno del Sr. López Miras.

Un cuarto diputado, el presidente de la Asamblea de Murcia, D. Alberto Castillo Baños, también decide retirarse de la moción, pese a haberla firmado, en su casa para abstenerse.

Por tanto, de los seis diputados de Ciudadanos firmantes, sólo dos de ellos, Dña. Ana Martinez Vidal se mantuvieron fieles a su firma el día de la votación, el 18 de marzo de 2021.

La moción contó con el apoyo de 21 diputados (17 del PSOE, 2 de Podemos y 2 de Ciudadanos), y el voto en contra de los 16 diputados del PP, los 3 tránsfugas de Ciudadanos y los 4 diputados elegidos en la lista de Vox, lo que hacía un total de 23 votos negativos.

Ciudadanos ha perdido así sus aspiraciones de ocupar la presidencia de Murcia.

LOS TRÁNSFUGAS DE CIUDADANOS EN MURCIA:

Después de haber firmado la moción de censura de Ciudadanos-PSOE el 10 de marzo de 2021, el 12 de marzo de 2021 Dña. Isabel Franco comparecía junto al presidente de Murcia, Sr. López Miras, para confirmar que modificaba su actitud y que votaría en contra de la moción de censura de PP-Ciudadanos junto a otros dos de sus diputados. A cambio el Sr. López Miras anunció que revocaría su destitución anunciada como Vicepresidenta el día 10 y la ratificaba en el cargo.

El mismo 12 de marzo de 2021 otros dos diputados de Ciudadanos en Murcia, Dña. Valle Miguelez Santiago y D. Francisco Álvarez García, anunciaron que tampoco respaldarían la moción de censura Ciudadanos-PSOE a cambio de seguir en el Gobierno del PP. Es el resultado de una negociación llevada directamente por D. Teodoro García Egea.

El 15 de marzo de 2021 el diputado de Ciudadanos en Murcia D. Alberto Castillo Baños (presidente de la Asamblea) anunció que él tampoco respaldaría la moción de censura PSOE-Ciudadanos, por lo que de los seis diputados naranjas sólo dos se mantienen fieles al acuerdo C´s-PSOE.

LA DERROTADA

La coordinadora de Ciudadanos en Murcia, Dña. Ana Martínez Vidal, que tan sólo unas horas antes de la comparecencia de Dña. Isabel Franco consideraba que aquello era un bulo y garantizaba que tenía el respaldo y la firma de las seis diputadas que unidos a los votos del PSOE la iban a dar la presidencia de la Comunidad de Murcia, se ha dado de bruces con la realidad.

12 Marzo 2021

Del transfuguismo al frente (im)popular

Jesús Maraña

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Confieso que sufro una fatiga política de un grado similar o superior a la pandémica. Y me preocupa. Tengo poco que añadir a los análisis publicados en estas mismas páginas (ver por ejemplo aquí el de Daniel Basteiro o aquí el de Javier Valenzuela). Pero leo y escucho las declaraciones de los protagonistas del terremoto que agita a las derechas y se me vienen a la cabeza recuerdos del tamayazo mezclados con la imagen de aquella mítica escena de Robert Redford en El candidato, cuando viaja de un mitin a otro y en el asiento trasero del coche oficial empieza a burlarse de sí mismo ensayando un discurso de sonidos ininteligibles y frases huecas, reconocimiento explícito de que ya se ha convertido en una voz más del circo político-mediático, del show profesionalizado en el que importan todo tipo de intereses excepto el de los electores.

Lo de Murcia, epicentro y excusa del seísmo, es lo más parecido a la situación que en 2003 desembocó en Madrid en el caso de robo político conocido por el apellido de uno de los dos tránsfugas captados por una mafia político-empresarial que impidió la investidura de quien había ganado las elecciones, Rafael Simancas, y terminó llevando al poder a Esperanza Aguirre (y a Ignacio González, a Francisco Granados y a unas cuantas «ranas» más que durante casi dos décadas han esquilmado fondos públicos y amañado cada campaña electoral con financiación ilegal). Lo de Murcia comunidad y lo de su capital y pedanías es un cóctel de corrupciones, clientelismos, y adjudicaciones bajo sospecha… (ver aquí). Es tan siciliano el ecosistema político-económico de Murcia que lo de los centenares de vacunados sin derecho a hacerlo no es sino la consecuencia natural de esas maneras cleptómanas de concebir lo público que tanto y durante tanto tiempo hemos sufrido en Madrid.

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Conviene aguantar la respiración hasta comprobar en qué quedan las mociones de censura presentadas por Ciudadanos y el PSOE a nivel autonómico y municipal. Porque los resultados de las elecciones autonómicas de 2019 que permitieron hasta ahora gobernar a PP y Cs gracias al apoyo de Vox implican que bastaría la deserción de tres diputados naranjas para garantizar de nuevo la mayoría absoluta de las derechas. No es baladí que desde el minuto uno de este miércoles el mensaje más repetido desde el PP sea el de las “puertas abiertas” para recibir a todo aquel representante de la formación de Arrimadas que quiera cruzar ese río. García Egea, secretario general, mano derecha de Casado y murciano hasta el hueso mismo de la aceituna, sólo lograría superar el mal trago cortocircuitando esa moción. Para conseguir lo mismo en el ayuntamiento de la capital bastaría fichar a dos concejales de CS. Veremos. (*)

Isabel Díaz Ayuso ha derrochado el desparpajo que la caracteriza para proclamar como argumento para el anticipo electoral la tesis conspiranoica de que socialistas y naranjas preparaban una jugada similar a la de Murcia. Ni el más mínimo rastro de tal cosa. Ignacio Aguado salió el miércoles del consejo de Gobierno de Ayuso como si hubiera visto un ovni. Algunos enterados analistas sostienen que Aguado no sabía nada porque todo se había cocinado en la mismísima Moncloa con Arrimadas. Como si alguien no estuviera ya avisado de que Ayuso lleva meses acariciando el adelanto electoral en el que tanto confía su gurú, Miguel Ángel Rodríguez, para su lanzamiento definitivo como lideresa de Madrid de la mano de Vox y alternativa simultánea al propio Casado y al gobierno “socialcomunista”.

 

Más allá del debate jurídico (ver aquí) sobre la legalidad impoluta del adelanto electoral (que no debería ser cosa menor) lo cierto es que ya nadie contempla otra posibilidad real que la de elecciones en Madrid el 4 de mayo. Y admito que me produce una mezcla irritante de preocupación y perplejidad el hecho de que en los últimos dos días prácticamente no hablemos de la pandemia, de los casi trescientos muertos diarios, del freno en el descenso de los contagios, de la urgencia de las ayudas a los sectores más afectados (será clave lo que salga del Consejo de Ministros extraordinario de este mismo viernes).

Entiendo que se analice la decisión de Ayuso como el intento de liquidar a Ciudadanos lo antes posible y frenar al mismo tiempo un crecimiento de Vox a costa del PP que algunos sondeos aún no publicados disparan hasta cifras que deberían quitar el sueño a cualquier demócrata. Pero me escandaliza por enésima vez el comportamiento de una dirigente política que jamás debió llegar a ser siquiera candidata a presidenta de Madrid (ver aquí unos cuantos motivos) y que es capaz de aplicar a su populismo castizo los ingredientes más peligrosos del trumpismo, todo con tal de que no se ponga el foco en su infame gestión de la pandemia. Cada vez que ella dice “socialcomunismo” simplemente habría que responder: “residencias”. Lo imperdonable de Ciudadanos es que no abandonara el gobierno madrileño cuando infoLibre desveló el Protocolo de la vergüenza que prohibía trasladar a mayores a hospitales o cuando su propio consejero de Asuntos Sociales denunció lo que “no sólo no es ético sino que probablemente sea ilegal” (ver aquí).

 

La forma de hacer política de Ayuso es una hipérbole permanente cuyo único objetivo es desviar la atención de los daños que esa política causa. Cuanto más hablemos de la “rebelión” madrileña y de la “libertad” que defiende frente a las restricciones en el resto de España (incluídas otras comunidades gobernadas por el PP) menos se hablará de la mentira del llamado “milagro” (ver aquí), de la elevada incidencia que aún hoy sufrimos, del desprecio absoluto a la sanidad pública, de los duros recortes en atención primaria o del hecho de que tanto la comunidad como el ayuntamiento de Madrid encabezan el ránking de los que menos han ayudado a los sectores más castigados (ver aquí).

Su exitoso victimismo populista entre quienes renuncian a una información mínimamente contrastada o colocan como prioridad absoluta su “antisocialismo”, “antisanchismo” o “anti-Podemos” es innegable. De modo que sería a mi entender un imperdonable error que la izquierda contemplara las probables elecciones del 4 de mayo como un pulso más sobre talento tacticista o fortalezas partidistas.

Vivimos un cambio de época en el que han saltado por los aires casi todos los diagnósticos previamente instalados. Madrid es capital de España pero España no es Madrid, por más que lo repita Ayuso. Los movimientos telúricos en el espacio conservador también exigen una visión de la diversidad y de la territorialidad. La cúpula de Ciudadanos andaluza tiene poco que ver con la murciana o con la castellano-leonesa. Marín no es Aguado, Aguado no es Igea y Arrimadas no tiene la vara de mando único en una formación que avanza aceleradamente hacia la irrelevancia. El acierto de la Operación Illa tampoco tiene garantías de repetirse, entre otras razones porque Cataluña no es Madrid, porque Margarita Robles (autodescartada) no es Illa y porque la capacidad de la izquierda en Madrid para restar cuando sólo vale la suma es históricamente tozuda.

Nada le gustaría más a la derecha político-mediática que poder reducir la campaña del 4 de mayo a una batalla contra un nuevo Frente Popular “socialcomunista” y republicano, tan imperfecto e impopular como el pensamiento único se ha encargado de instalar en la mentalidad colectiva. Su obsesión guerracivilista compite con las influencias trumpistas. Pero lo cierto es que cada voto desperdiciado en la izquierda sumará posibilidades de éxito al intento de Ayuso de instalar en el gobierno madrileño ese nacionalpopulismo extremista que comparte con Vox. Para frenar el ayusismo son imprescindibles la generosidad, la fraternidad y el pragmatismo que deberían imperar en las izquierdas. Todo partido que corra el riesgo de quedar por debajo del 5% de votos tiene la obligación política y moral de acordar fórmulas capaces de movilizar a sus fieles por el interés común de evitar esta fatiga de la política que sólo puede beneficiar a quienes ya han demostrado lo poco que les ocupa la prioridad de vencer juntos a una pandemia.

(*) Pocas horas después de publicarse este artículo se han confirmado los peores augurios que aquí exponíamos sobre un posible tamayazo en Murcia. Tres diputados de Ciudadanos han pactado con el PP retirar el apoyo a la moción de censura que habían firmado dos días antes (ver aquí). Las gestiones de García Egea han dado el resultado que buscaba. ¿A cambio de qué?.

12 Marzo 2021

Tamayazo en Murcia

Ignacio Escolar

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Lo vestirán de mil colores, pero solo tiene un nombre: transfuguismo. Un tamayazo en Murcia. Es lo que acaba de ocurrir.

Todos los diputados de Ciudadanos en la Asamblea de Murcia habían firmado la moción de censura. Los seis. Pero tres de ellos –Isabel Franco, Valle Miguélez y Francisco Álvarez– han decidido dos días después que se desdicen de lo que firmaron, que rompen con la disciplina de voto, que rompen con la dirección de su partido y se pasan en la práctica al PP. Lo vestirán de mil colores, pero solo tiene un nombre: transfuguismo. Un tamayazo en Murcia. Es lo que acaba de ocurrir.

La Comunidad de Madrid y la de Murcia tienen muchas cosas en común. Ambas son feudos conservadores desde hace más de un cuarto de siglo. En las dos el PP ha gobernado en solitario durante décadas y se ha visto en los últimos años obligado a compartir el poder. Ambas han sido epicentros de la corrupción, en ambas sendos presidentes del PP han acabado procesados por la justicia, y en ninguna de ellas se ha producido una regeneración.

Hoy Madrid y Murcia se parecen más que ayer. Otra cosa les iguala: la reacción del PP cuando está a punto de perder el poder.

Los tres tránsfugas han recibido ya su recompensa. Isabel Franco mantiene una vicepresidencia que habría perdido y los otros dos se convierten en consejeros. Una de las tránsfugas, Valle Miguélez, participó incluso en la negociación con el PSOE de la moción. Seguía negociando estos días con el PSOE el programa de gobierno, al mismo tiempo que pactaba a espaldas de su partido con el PP.

La derecha intentará vestir todo esto de normalidad democrática, o tratará de equipararlo con la moción de censura, como una traición en respuesta a otra. Es una burda manipulación. Porque las negociaciones de investidura o las mociones de censura son procesos legales y democráticos; una manera completamente legítima de decidir quién gobierna, y que el PP solo critica cuando le va mal.

Los mismos que habían santificado que gobernara «la lista más votada» abjuraron de esa teoría cuando les dejó de convenir. Los mismos que cuestionaban los “pactos de perdedores” se aliaron con la extrema derecha para alcanzar o mantener el poder. Los mismos que critican los «pactos en los despachos» han acordado en un despacho, con tres tránsfugas, una traición.

Una moción de censura es parte del juego democrático. El transfuguismo no lo es. Y había consenso con esto, al menos hasta hoy. Hace apenas unos meses, en noviembre, todos los grandes partidos refrendaron y ampliaron el Pacto Antitransfuguismo. También lo firmó el PP de Pablo Casado. Era papel mojado, porque la derecha no juega con las cosas de comer.

Ciudadanos hoy ya sabe –si es que tenía alguna duda– a qué tipo de partido sostiene en la Junta de Andalucía, en la Junta de Castilla y León o en el Ayuntamiento de Madrid. Y también la medida del gran error que cometió en 2019, cuando decidió entregar todos esos gobiernos a un Partido Popular que es la antítesis de la regeneración democrática o la lucha contra la corrupción que Ciudadanos decía enarbolar.

Está en manos de Inés Arrimadas decidir si quiere seguir ejerciendo de muleta del PP y la extrema derecha hasta que Ciudadanos corra el futuro de UPyD. Si es que Arrimadas se mantiene al frente de un partido que, esta semana, ha entrado en fase acelerada de descomposición.

12 Marzo 2021

Magistral contraataque político de García Egea y López Miras

Eduardo Inda

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El PP ha conseguido abortar la maniobra orquestada por Pedro Sánchez e Inés Arrimadas para descabalgar del Gobierno de Murcia al popular Fernando López Miras, una operación -por mucho que lo niegue la máxima dirigente de la formación naranja- de amplio espectro. La respuesta del Partido Popular ha sido, desde un punto de vista estratégico, formidable. Primero, con el movimiento de Isabel Díaz Ayuso en Madrid disolviendo la Asamblea; y segundo, con la diligencia del secretario general del PP,  Teodoro García Egea , y del presidente del Gobierno murciano, Fernando López Miras, a la hora de aprovechar el cisma interno vivido en Ciudadanos de  esta región. Ambos han sabido retener a tres de los seis diputados del Cs en el Parlamento murciano, a los que en ningún  caso cabe calificar de desleales, sino de coherentes con las líneas programáticas de un pacto con el PP que estaba y está funcionando. Quienes han sido desleales no son ellos, sino Inés Arrimadas y la coordinadora de Cs en Murcia, Ana Martínez Vidal, consejera de Empresa hasta hace unos días y muñidora en la sombra de un indigno acto de traición. Cegada por la ambición, sucumbió al guiño envenenado del PSOE, que le ofreció  la presidencia del Gobierno autonómico si apoyaba la moción de censura contra López Miras.

A la política hay que llegar llorado y, sobre todo, curtido. Arrimadas ha quedado retratada como una novata sin principios. Su plan para arrojar del poder autonómico al PP demuestra que está muy verde. Por contra, Teodoro García Egea y Fernando López Miras han demostrado que la experiencia es un grado. Ambos son  dos políticos jóvenes, pero suficientemente preparados para saber que, como en la célebre canción de Vicente Fernández, en política no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar.

Arrimadas aceptó convertirse en tonta útil de Pedro Sánchez y ha terminado por cavar su tumba política con una maniobra desactivada en primera instancia por Isabel Díaz Ayuso y, en paralelo, por García Egea y López Miras. En una semana, Arrimadas lo ha perdido todo o casi todo, colocando al Cs al borde de la escisión/extinción.

13 Marzo 2021

Manifiesto por la Extinción

Arcadi Espada

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El problema clave de la política española es que se dedican a ella, en una proporción abrumadora, personas como esas tres de Murcia que se echaron atrás a las pocas horas de firmar la moción de censura contra el presidente de la Comunidad. El tipo de personas con las que tan bien se entiende el secretario general del Partido Popular, que ha obtenido un gran éxito en lo que es su auténtica especialidad. Estas personas tienen un flácido concepto de la ética, pero lo que a mí me mata es lo estético. Me pregunto cómo se puede soportar que a las pocas horas de consumado el hecho, el pagador detalle el precio y les diga tú te quedas de vicepresidenta, tranqui, y a vosotros dos os hago consejeros. Y gracias. La corrupción de las formas siempre es la más dañina. Por lo que aventura.

Ciudadanos nació como un partido realista -pugnaba exactamente por el restablecimiento de la realidad en Cataluña- y nunca descartó tener que lidiar, desde dentro, con la ignorancia y la corrupción. Aunque quizá, lo reconozco, no previó que tuviera que hacerlo con tanta intensidad e insistencia. Pero también hubo en ese rayo inicial sus utopías, muy queridas. Sabiendo, por ejemplo, que actuaba en un país donde todas sus banderas estaban podridas se abstuvo, durante mucho tiempo, de traerlas a sus actos. Porque Ciudadanos quería ser también otra forma de hacer política. Esto que no entendió por ejemplo Josep Piqué, uno de los más significados majestics, cuando nos aconsejaba que siguiéramos en nuestra elegante vocación de intelectuales y no nos mancháramos las manos en la política, que él se ocupaba. Desde luego, los errores principales de Albert Rivera arrancaban de que no daba más de sí -y aún, más precisamente, de su nerviosa obstinación en disimularlo-. Pero si hoy no es vicepresidente de sanchez no solo es por su garrafal negativa a cuadrarlo con un pacto, sino por el olor a leche corrompida que exhalaba desde que salió en la tele abusando de aquel perrillo. Debajo de un hombre que así se mostraba debía de haber una microbiota intratable. Todos los hombres tenemos más materia bacteriana que materia gris; pero hay algunos casos formidables.

En los quince años que transcurrieron entre su fundación y este momento murciano nunca pedí nada a sus dirigentes y mucho menos el ejercicio de un derecho de pernada que, ¡caramba!, igual me correspondía. Pero ha llegado el momento. Un partido como el Ciudadanos que fue, aquel que no encendía hogueras con papel de periódico sino con leños, sigue siendo imprescindible en España. No es mérito especial: cualquier higiene es imprescindible en este país reculado. Pero vistas las crecientes e insuperables dificultades y la pulsión de muerte que acompaña a cada acto de sus dirigentes, pido acabar dignamente, a lo Pániker. Como fundador del partido no tuve ni quise ningún privilegio en vida, pero ya en la muerte -ya ves, Epicuro, aquí estamos la muerte y yo- tengo un inalienable derecho a organizar con cierta belleza y rigor formales el duelo.

Así que con toda solemnidad convoco a mis antiguos compañeros. A los que murieron, en espíritu; a los vivos, sin mascarilla, para redactar el Manifiesto por la Extinción. Advirtiéndoles, severamente, que esta vez no podemos tardar un año, y fiado de que el tiempo habrá hecho bajar el suflé de los egos revueltos. Como dije, la realidad fue siempre nuestro principal afán.

15 Marzo 2021

Valle Miguelez: "La moción la firmé engañada y coaccionada"

Esteban Urreiztieta

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La nueva consejera de Empresa, Industria y Portavocía del Gobierno de Murcia, Valle Miguélez, ha presentado un escrito de alegaciones ante el expediente disciplinario que le ha abierto Ciudadanos tras renunciar a suscribir la moción de censura que había acordado su antiguo partido junto al PSOE. En este documento, al que ha tenido acceso en exclusiva EL MUNDO, Miguélez da por primera vez su versión sobre los hechos y asegura haber sido «engañada» y «coaccionada» por la mano derecha de Inés Arrimadas, Carlos Cuadrado, para firmar el documento de la moción. Por ello exige la inmediata nulidad del expediente contra ella así como que se deje sin efecto su expulsión.

«El 9 de marzo recibí una llamada telefónica para acudir en persona a una reunión urgente a las siete y media en la sede del partido en Murcia», relata con todo lujo de detalles Miguélez. «Todo ello sin ser informada de cuál era el motivo ni quién estaría presente».

«Dicha reunión, la cual estaba compuesta por parte de la Ejecutiva de la Región de Murcia, fue orquestada en todo momento de forma autoritaria y verbal, por Carlos Cuadrado (número dos de la líder del partido, Inés Arrimadas)». Prosigue el relato de Miguélez, una de los tres disidentes de la formación naranja, que este último les «indicó una serie de negociaciones llevadas a cabo por el partido a raíz del miedo a una inminente convocatoria de elecciones por el PP en 48 horas». Pero, según la consejera, Cuadrado «ni les informó ni justificó qué órganos eran los que supuestamente habrían llegado a tales acuerdos».

Tras conocer la noticia por este diario, Carlos Cuadrado anunció la interposición de una querella criminal contra Valle Miguélez «por las calumnias e injurias vertidas en el escrito». «En el escrito se vierten unas escandalosas falsedades, como se demostrará judicialmente, con el testimonio de los numerosos testigos presentes en la reunión a la que se refiere», apuntó. «Ni en política, ni en la vida, vale todo. Se han superado todos los límites. Ya sólo queda que los tribunales penales castiguen estos comportamientos deleznables», zanjó.

En su escrito, Miguélez detalla que «varios de los participantes» en el encuentro «indicaron que se estaba aproximando la hora del toque de queda», por lo que «se nos entregó rápidamente el documento para firmar». «Eran dos (autonómico y municipal), pero yo sólo tenía que firmar uno (tres copias)». Y lo hizo, asegura, «sin saber cuál era el contenido exacto del documento ni qué órgano del partido los había autorizado, confiando en que tal y como Cuadrado insistió, era una decisión por el bien del partido».

«El documento a firmar estaba encima de la mesa por la última hoja, ya que yo no firmé todas las hojas», continúa su relato, y en ese folio estaban nombres del PSOE y, al final, «los nuestros de Ciudadanos». «El folio que yo firmé sólo contenía nombres», enfatiza. «Pasadas las 23 horas se iban a reunir con el PSOE para las restantes firmas y el objetivo era mandar el documento en PDF a Juanjo Molina (portavoz del Grupo Parlamentario de Ciudadanos en Murcia) para que realizara el registro telemático esa misma madrugada». «No fue posible», agrega, «y de esto fui conocedora al día siguiente, porque el PSOE quería la vicepresidencia para el imputado Diego Conesa (líder del PSOE murciano)».

Precisamente, ayer se conocieron audios de Conesa en los que pedía a los suyos «estirar el chicle» de la corrupción para sostener la motivación de la moción.

La ex de Ciudadanos destaca que «en esa reunión» dejó «muy claro de viva voz, estando todos presentes» y dirigiéndose «directamente a Cuadrado» que si se presentaba una moción de censura «para que gobernara Conesa, iba a decir que no». «Pero por disciplina de partido no quería decir que no a Ciudadanos», se justifica.

«Quiero dejar muy claro gobernar porque cuando fui conocedora del reparto de consejerías (6 para el PSOE y 3 para Cs) estaba claro quién iba a gobernar la Región de Murcia». Por lo que asegura que se sintió «totalmente engañada» por la mano derecha de Arrimadas.