23 julio 1992

Espectacular fuga de prisión del capo del narcotráfico en Colombia, Pablo Escobar, alcanzando así la fama mundial

Hechos

Fue noticia el 23 de julio de 1992.

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El Gobierno del presidente César Gaviria afrontaba ayer la peor crisis de su lucha antidroga, al confirmarse la evasión del narcotraficante Pablo Escobar de la cárcel de Envigado tras un espectacular motín. Gaviria señaló anoche que desconocía el paradero del narcotraficante, tras reconocer que se había fugado de la cárcel de alta seguridad en la que estaba confinado. Calificó la «Operación Rastrillo», que tenía como finalidad controlar el motín que Escobar protagonizó ayer tarde, de «limpia, eficiente y ajustada a las normas que regulan la acción de la fuerza pública», y descubrió que «más de la mitad» de los quince reclusos amotinados habían sido capturados. Pablo Escobar, su hermano Roberto y doce de los lugartenientes del cartel de Medellín protagonizaban en la tarde de ayer un amotinamiento armado en la prisión de máxima seguridad de «La Catedral», en Envigado, a unos 40 kilómetros de Medellín. El narcotraficante y su hermano, atrincherados en un túnel que hasta ahora desconocían las autoridades carcelarias, se ocultaban de los escuadrones de élite de las Fuerzas antiterroristas del Ejército colombiano, según la versión oficial. Los doce lugartenientes de Escobar mientras tanto se enfrentaban a tiros a las patrullas del ejército que luchaban por obtener el dominio absoluto de la prisión. La situación era tal que Gaviria, personalmente, dirigía desde el Palacio de Nariño los operativos militares y estaba a punto de cancelar su viaje a Madrid, donde tendrá lugar la cumbre Iberoamericana de jefes de Estado. Gaviria, que tenía previsto viajar a las cinco de la tarde del martes, tuvo que aplazar el viaje y citar a un Consejo extraordinario de Seguridad Nacional para hacer frente a la situación en «La Catedral». Ayer, al empezar la tarde, las autoridades dijeron que los lugartenientes del narcotraficante habían sido reducidos por las fuerzas especiales, pero el paradero de Escobar y el de su hermano Roberto era un verdadero misterio. El jefe del Congreso colombiano, José Blackburn, decía: «La verdad es que no se sabe donde está el señor Escobar, aunque la hipótesis más probable es que esté escondido en alguna parte de la cárcel». «Prefiero morir aquí, antes de permitir mi traslado y el de mis hombres a otra prisión» advirtió el jefe del narcotráfico colombiano en una comunicación clandestina con una cadena de radio. Las tropas del Ejército, desplazadas por orden del gobierno, ocupaban la prisión desde donde, según un comunicado del Palacio presidencial, Escobar y sus hombres continuaban administrando directa y personalmente actividades de tráfico de narcóticos y de ajuste de cuentas entre mandos medios de la organización.

«Escobar se ha opuesto a la acción legítima del Estado para asumir la custodia interna de la prisión, y por varias horas convirtió en rehenes al viceministro de Justicia, Eduardo Mendoza y al director nacional de prisiones, coronel Hernando Navas», dijo un comunicado oficial de la presidencia. Ambos funcionarios habían sido enviados al atardecer del martes hasta Envigado, en las afueras de Medellín, para notificar a Escobar la determinación del gobierno de entregar al ejército la custodia interna de la prisión y de trasladar al jefe del cartel de Medellín y a sus hombres a una guarnición militar. Fuentes oficiales dijeron que Mendoza y Navas se encontraron con una negativa rotunda del narcotraficante, que se opuso a ser trasladado y decidió convertir en rehenes a los dos funcionarios. «Entre las tres y las cinco de la mañana, los rehenes estuvieron casi muertos» citó la fuente. Un comunicado divulgado hacia el mediodía de ayer, por la Casa de Nariño, dio cuenta sin embargo de la liberación de los rehenes y la muerte de dos de los secuestradores. «Me obligaron a arrastrarme por el suelo, entre el fango, y lo último que yo oí fueron explosiones y balas» dijo ayer el viceministro de Justicia, ya en Bogotá, durante una rueda de prensa. Mendoza dijo además que desde la una y hasta las 3,35 de la madrugada de ayer, cuando finalmente fue rescatado por las fuerzas especiales, estuvo prisionero en el cuarto de prisión que la justicia había asignado a Escobar. «Escobar dijo que el Gobierno había incumplido los acuerdos, que nos iban a quemar y que iban a volver las bombas y los atentados», reveló el viceministro. Mendoza dijo además que como a la una de la madrugada, el jefe del cartel de Medellín se despidió de sus hombres y desde ese momento las autoridades no supieron nada más de él. Fuentes militares señalaron, sin embargo, que Escobar permaneció oculto en algún lugar, bajo tierra, de la prisión de La Catedral hasta su evasión.

Extraoficialmente, fuentes allegadas a los operativos dijeron que habría al menos seis muertos entre la guardia penitenciaria y varios heridos. No hubo precisiones sobre las identidades. Un sobrino del narcotraficante, que habló por teléfono con Caracol, dijo que Escobar exigía la presencia del sacerdote eudista, Rafael García Herreros, que actuó como mediador en todo el proceso que antecedió la entrega del narcotraficante. La decisión de trasladar a Escobar Gaviria, a su hermano y a los doce lugartenientes que los acompañaban en prisión, se produjo luego de que Escobar desatara una «vendetta» entre mandos medios del cartel. Según las autoridades el narcotraficante es el autor del secuestro y asesinato de 22 hombres que militaban en la organización y que estaban dispuestos a abandonarla.