24 febrero 1979

El secretario general de la Federación Socialista Madrileña excluido de la lista por Madrid

Listas PSOE 1979: Felipe González coloca a Enrique Tierno Galván, antiguo líder del desaparecido PSP, de número 2 por Madrid

Hechos

  • En febrero de 1979 se presentaron al registro las candidaturas de los partidos políticos para las elecciones generales de marzo de 1979

Lecturas

LOS 10 PRIMEROS DE L LISTA DEL PSOE POR MADRID:

  • 1 FELIPE GONZALEZ MARQUEZ
  • 2 ENRIQUE TIERNO GALVAN
  • 3. JAVIER SOLANA MADARIAGA
  • 4. ENRIQUE BARON CRESPO
  • 5. CARMEN GARCIA BLOISE
  • 6. DONATO FUEJO LAGO
  • 7. JUAN BARRANCO GALLARDO
  • 8. JOSE ACOSTA CUBERO
  • 9. JOAQUIN ALMUNIA AMAN
  • 10 .CIPRIANO GARCIA ROLLAN

DOS DE LOS MIEMBROS DEL PSP EN LA LISTA POR MADRID

TiernoGalvan2Donato_Fuejo_PSP D. Enrique Tierno Galván y D. Donato Fuejo, diputados elegidos en 1977 en las listas del Partido Socialista Popular (PSP) ahora irán en puestos seguros en la lista del PSOE tras la fusión.

JAVIER SOLANA BAJA UN PUESTO

solana_congreso D. Javier Solana, número 2 de D. Felipe González en las elecciones generales de 1977 ahora baja un puesto para colar delante de él al profesor Tierno Galván, que fuera líder del PSP en atención a los pactos por la fusión del PSP con el PSOE.

UNA ÚNICA MUJER ENTRE LOS DIEZ PRIMEROS

CarmenGarciaBloise Dña. Carmen García Bloise, la única mujer con cargo ejecutivo en la dirección del PSOE será igualmente la única mujer entre los diez primeros puestos de la lista del PSOE por Madrid. Se da por seguro que saldrá ella, al igual que Dña. Carlota Bustelo, situada en el puesto número 11.

LOS EXCLUIDOS

AlonsoPuertaMiguel_Boyer D. Alonso Puerta, Secretario General de la federación del PSOE en Madrid (Federación Socialista Madrileña) que en las elecciones pasadas iba de nº8 por Madrid no irá en esta ocasión en la lista confirmando las discrepancias entre la dirección nacional del partido y la actual dirección madrileña. Junto a la ausencia del Sr. Puerta tampoco estará en la lista por Madrid el economista D. Miguel Boyer, después de ‘su retorno’ al PSOE se había especulado con su presencia por su creciente influencia en el partido como elemento ‘moderador’ contrario a la línea marxista oficial. El Sr. Boyer ha sido sorprendentemente colocado en las listas por Jáen.

28 Marzo 1979

Tierno Galván: la esperanza de un alcalde para Madrid

Felipe González

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Para Antonio Machado, Madrid era el «rompeolas de todas las Españas». El microcosmos que representaba la aportación de todos los talantes, de todas las culturas, de todos los sufrimientos y de todas las aspiraciones de los pueblos que integran España.

Algunos han creído ver en esta ciudad una falsa imagen de centralismo. Ni siquiera los madrileños de origen se sienten centralistas; no digamos los millones de madrileños que han llegado a esta ciudad de todos los rincones de España impulsados por la necesidad o cargados con la esperanza de una vida mejor.

Madrid ha soportado siempre, y soporta hoy, el peso de una Adminisiración fuertemente centralizada y agobiante en todas las materias hasta convertir la ciudad en un mal ejemplo de hacinamiento humano, de servicios pésimos para la colectividad, de intolerable contaminación atmosférica y de vida más cara que la de cualquier otra ciudad de España.

Ante los madrileños se plantea el reto de la democratización de la vida municipal. Un reto esperado desde hace casi medio siglo. Una apuesta retrasada, como una maniobra vergonzante más, por la derecha gobernante. Democratizar significa que Madrid sea gobernada por el pueblo y para el pueblo.

Son varias las opciones que se ofrecen a los madrileños. La derecha ha sabido agrupar sus votos ante la posibilidad de que la izquierda se alce con el triunfo en las próximas elecciones municipales. Nadie como los grandes especuladores, comerciantes o financieros entiende mejor el concepto de «utilidad» para la defensa de sus intereses como grupo privilegiado.

Pretenden que Madrid siga siendo lo que hasta ahora es. Quieren conservar ese mundo de grandes negocios, impenetrables, de urbanizaciones salvajes, de servicios públicos deteriorados, de escuelas clasistas y discriminatorias, etcétera. Sus portavoces siguen siendo, con camuflajes diversos, los hombres del pasado, a pesar de que este camuflaje les permita actuar con el descaro de individuos que pretenden dar lecciones de «democracia» y de «eficacia».

Frente a esta opción de derecha varias listas de la izquierda compiten por cambiar la orientación de la vida municipal. Cada una tiene una credibilidad distinta. Yo no voy a caer en el error de entrar en disputas que pretendan descalificar a unas u otras opciones. Todas tienen el mérito de ofrecer caras nuevas, sin vinculaciones directas con el pasado inmediato y con el bagaje de la dura lucha contra la clase dominante durante los años de la dictadura. Por eso sigo sin poder comprender que desde algunos partidos de izquierda se pretenda descalificar a la lista o a la persona que encabeza la lista socialista para el municipio de Madrid.

Para cualquier ciudadano progresista, amante de la democracia y de la libertad; para cualquier madrileño que pretenda que su ciudad cambie de orientación y que el Ayuntamiento sirva a los intereses de la mayoría de los ciudadanos; para cualquiera que desee combatir los problemas de la especulación del suelo y pretenda corregir las desviaciones que una política de corruptelas permanentes ha producido con el urbanismo y con los servicios públicos; para cualquier persona honesta que crea que las cosas no han ido bien y deben cambiar, el único candidato con posibilidades de vencer a la derecha es el candidato socialista: Enrique Tierno Galván.

¿Quién es ese candidato que con un equipo de personas de su misma ideología, socialista y democrática, pretende ofrecer una alternativa distinta para Madrid?

A Tierno Galván se le reconoce por todos una honestidad intachable, acuñada a lo largo de decenios de lucha tenaz contra la dictadura y en favor de la libertad y el socialismo. También se le reconoce por todos una gran capacidad intelectual, asimismo apreciada a lo largo de decenios de enseñanza como maestro y de investigador de las ciencias sociales. Este doble reconocimiento trasciende las fronteras no sólo de Madrid, sino de nuestro propio país.

El profesor Tierno Galván es un humanista que se acerca a los problemas del hombre como individuo y a los problemas del hombre en sociedad. De su aproximación saca respuestas válidas para el hombre.

No es un tecnócrata y creo que debe sentirse orgulloso por ello. De multitud de tecnócratas se han rodeado las administraciones franquistas y siguen rodeándose sus herederos. De hombres sin ideología, sin aspiraciones de cambio, sin deseos de atender a los problemas del hombre concreto; prisioneros de cifras y datos que utilizan para mantener la opresión y las técnicas de marginación de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

A mi juicio, Madrid necesita un alcalde honesto e inteligente. Un hombre capaz de comprender los problemas de los centenares de míles de familias que viven soportando la mala administración con que los tecnócratas del franquismo y del postfranquismo han castigado a esta gran ciudad. Un hombre abierto a la colaboración y a la participación de todos los ciudadanos de buena voluntad. Una persona capaz de entender y asumir los consejos y las orientaciones de especialistas en cada uno de los problemas que deba afrontar, complementándolos con ese sentido de servicio a la persona concreta y a la colectividad en que se inserta.

Para los madrileños la opción es muy limitada pese a que los aspirantes sean numerosos. O gobierna esta ciudad un alcalde conservador y ligado a los intereses de la derecha, o gobierna un alcalde socialista: Enrique Tierno Galván.

Por si alguien piensa que he caído en la tentación de personalizar en exceso, debo añadir que para los socialistas la campaña municipal es, sobre todo, el reto histórico de hacer penetrar en la estructura de todos y cada uno de los municipios españoles a millares de concejales que con honestidad estén dispuestos a prestar servicios a su pueblo. Pero la reflexión que quiero hacer llegar al ciudadano madrileño a través de estas notas me obliga a simplificar como lo he hecho, con la convicción profunda de estar defendiendo al mejor candidato para ocupar la alcaldía de Madrid.

24 Enero 1979

...y las candidaturas del PSOE

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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LOS VIENTOS de fronda que han desencadenado en Galicla las listas electorales del PSOE no se circunscriben a ese partido -también UCD ha visto cundir la rebeldía en Orense y Pontevedra- ni se detienen en esa región. Constituyen, en cierto modo, un preocupante síntoma de las debilidades y carencias del sistema de partidos y de democracia representativa en todo el país.Las inextricables vinculaciones entre la Administración pública y UCD, nacida desde el Gobierno y nutrida, por la élite de los grandes cuerpos del servicio civil, pueden servir de explicación a la confección de sus candidaturas desde el Poder, aunque sólo el realismo cínico puede transmutar ese defecto en virtud. Las tradicionales prácticas de centralismo -piadosamente llamado democrático- de los partidos comunistas, debilitadas pero en modo alguno desaparecidas con el eurocomunismo, como demostró hace unos meses la purga asturiana, hacían también previsibles la decisiva influencia de la dirección del PCE en cada circunscripción y la resignada aceptación por los comités provinciales de tales intervenciones. Pero la luz verde dada por el Partido Socialista a la propagación en su seno de los hábitos caciquiles del vértice de la pirámide significa un paso atrás en la maduración de la democracia. Porque los partidarios de la disciplina férrea en el PCE, o de la omnipotencia del Gobierno en UCD encontrarán en esos comportamientos del PSOE la mejor coartada para sus propia posiciones autoritarias.

Para los ciudadanos sin militancia partidista, pero dotados de convicciones democráticas, constituye un espectáculo sorprendente que las direcciones de los partidos políticos, sobre los que descansa el peso entero del sistema parlamentario, prediquen para la sociedad global la libertad de expresion y el derecho a elegir a los gobernantes mientras sofocan las discusiones en su seno, aplican medidas disciplinarias contra los disidentes (hasta llegar a la expulsión, como ha sucedido ahora con Seara y Fortes) y fortalecen su poder al convertirse en electores de quienes deberían elegirlos. Desde que Robert Michels publicara su estudio acerca de la tendencia de los partidos a constituir cerradas oligarquías en sus puestos de dirección, nadie se hace excesivas ilusiones en torno a la participación de las bases militantes en la adopción de decisiones. Pero una cosa es presentar demagógicamente como factible la inmediata y espectacular elevación de los índices de movilidad, transparencia y representatividad en el interior de los partidos, y otra muy distinta aceptar, como irremediables las fuertes corrientes antidemocráticas dentro de esos colectivos o falsear descaradamente esa te rca realidad negando los hechos y simulando que lo negro es blanco. Las críticas contra la «partitocracia» y contra los «politicastros» disparadas desde la ultraderecha tienen evidentes propósitos antidemocráticos y se basan en el aborrecimiento de las libertades que han acabado con su monopolio del Estado. Pero las prácticas caciquiles, habituales en el sistema de partidos, no pueden ser ocultadas o disculpadas con el argumento de que suministran munición al fuego graneado de esos sectores involucionistas, que desean su destrucción y. no su perfeccionamiento.

El PSOE inicia su actividad electoral bajo el eslogan de «honradez y eficacia». Durante los mítines de la anterior campaña sus partidarios coreaban la consigna «Socialismo es libertad». Nada dice en su favor que la actual arranque con las protestas de las organizaciones socialistas de Galicia y de otras zonas por las purgas de los candidatos electorales propuestos por las bases y sustituidos por otros impuestos desde Madrid. La prepotencia de los organismos de dirección de los partidos, su tendencia a exportar la libertad de expresión y los hábitos democráticos fuera de su ámbito, la costumbre de señalar la paja en el ojo ajeno y ocultar la viga en el propio, o el irritado reflejo de atribuir las críticas a maniobras de la competencia no son, ciertamente, rasgos exclusivos del PSOE, sino prácticas generalizadas en el resto de las formaciones políticas. Sin embargo, la sospecha de que la designación imperativa de candidatos socialistas se ha realizado mediante el doble criterio de escoger hombres seguros, leales y obedientes, cualesquiera que sean su capacidad e idoneidad para las tareas parlamentarias, y de excluir a quienes reúnen sobradas dotes para ese trabajo, pero no ofrecen las garantías de incondicionalidad y ciega disciplina que los líderes exigen, constituiría, caso de confirmarse, un regalo envenenado al sistema de democracia representativa y una inequivoca muestra de inseguridad de la dirección del PSOE.