14 enero 1996

El columnista de ABC, Jaime Campmany, replica desde el periódico al argumento del Presidente del Gobierno

Felipe González denuncia ser víctima de ‘la Triple A’ formada por José María Aznar, Julio Anguita y Luis Mª Anson (Director de ABC)

Hechos

  • El 13.01.1996 el Presidente del Gobierno, D. Felipe González denunció ser una víctima de ‘la Triple A’, formada por los los líderes del Partido Popular, D. José María Aznar, de Izquierda Unida, D. Julio Anguita también por el periodista D. Luis María Anson, director de ABC.

Lecturas

EL ORIGEN DEL ENFADO DE FELIPE GONZÁLEZ: ¿UNA FAKE NEWS INICIADA POR ABC?

  El 11 de enero de 1996 el diario ABC dirigido por D. Luis María Anson publicaba una ‘advertencia’ al presidente y candidato del PSOE, D. Felipe González, de que había ‘dossieres’ sobre la mesa. Aquella advertencia fue comentada esa misma mañana en la tertulia ‘La Mañana’ de la Cadena COPE donde participaba entre otros, D. Pedro J. Ramírez.

 El día 12 de enero de 1996 el diario EL MUNDO dirigido por D. Pedro J. Ramírez, aliado del Sr. Anson, publicaba la información detallada de que D. Enrique Sarasola, amigo de D. Felipe González había hecho negocios millonarios en Colombia.

AZNAR Y ANGUITA EXIGEN A FELIPE GONZÁLEZ QUE ACLARE SI ES VERDAD O NO LA FAKE NEWS. 

anguita_aznar D. Julio Anguita (Coordinador General de Izquierda Unida) y D. José María Aznar (Presidente del Partido Popular) pidieron de inmediato al presidente del Gobierno, D. Felipe González, que aclarara cuales eran los intereses económicos de su amigo D. Enrique Sarasola en Colombia.

En opinión de D. Felipe González, los Sres. Anson (director de ABC), Anguita y Aznar actuaban de manera pactada contra él y los comparó con el grupo terrorista argentino ‘Triple-A’.

CRÍTICAS EN LA CADENA SER AL PERIODISMO DE ANSON

 Ya el mismo día que comenzó el ‘hilo’ lanzado por el ABC, en la Cadena SER, del Grupo PRISA, sus tertulianos se mostraorn escépticos con esa estrategia periodística.

Dña. Nativel Preciado: «Que Anson tenga cuidado dónde compra los dossiers; han salido varios que han sido una filfa; además están pefabricados».

D. Joan Barril: «Es peligroso hacer ese tipo de insinuaciones. Deberían leer la última novela de Jorge M. Reverte sobre Gálvez».

16 Enero 1996

LA TRIPLE G

Jaime Campmany

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No le ha acompañado demasiado la fortuna a Felipe González al usar esa metáfora de la ‘Triple A’ para designar las supuestas coincidencias políticas entre Anson, Aznar y Anguita. Eso sólo se le ocurre a un gato panza arriba. Por mucho tropo que se le eche al lenguaje político, esa comparación no hay quien la justifique y queda fuera de la lírica, de la épica y de la dialéctica para entrar de lleno en los dominios de la escatología, tanto en el sentido de lo ultraterreno como de lo excrementicio.

La Triple A fue una repugnante organización argentina dedicada al terrorismo criminal. Su emblema, una A encerrada en un círculo, se pudo ver durante un tiempo reproducido en muros y paredes de nuestras ciudades. El único grupo español con el que se puede comparar la Triple A es con ETA, o con cualquier otra organización siniestra, y más exactamente macabra. Por ejemplo, el GAL, de cuyo nacimiento, financiación, chapuzas, fechorías y fracasos algo tiene que saber don Felipe González.

José María Aznar y Julio Anguita dirigen dos partidos políticos pacíficos, y ninguno de ellos se encuentra bajo inicios vehementes, ni siquiera bajo la sombra de sospecha de haber organizado el crimen de Estado. En todo caso, Julio Anguita sólo resulta sospechoso de entusiasmo por el califato, de mantener cierta admiración hacia los almorávides, y de padecer un punto de cierto énfasis retórico en sus oraciones parlamentarias o tribunicias. Julio Anguita que se sube a la tribuna como el almuecín que se sube al alminar. A José María Aznar se le puede reprochar lo apagado de su oratoria, y su irremediable tendencia a terminar las frases en disminución de frases en disminución de tono, con tendencia al silencio. En vez de terminar las frases in belleza, como dicen los italianos, las termina in confidenza. Aznar se sube a la tribuna con el propósito de transmitirnos un secreto. Y a Luis María Anson sólo se le puede acusar de dirigir un benéfico, apacible y saludable ejército de pájaros de pluma, computadores y rotativas y sin otros planes bélicos que los del ‘general’ Juan Gutenberg ni otros motines que los de la tipografía.

Realmente, no llama Dios a Felipe González (su homónimo en el partido socialista en el evangelio según Chiqui Benegas) por el camino de la metáfora. Esta de ahora me recuerda a un compañero de mis primeros años de periodismo en mi tierra cuyo nombre callaré piadosamente. Tenía la manía de escribir muy florido y esmaltar lo que escribía con gran número de tropos y figuras de dicción y de sentencia. Un día, queriendo sentencia. Un día, queriendo encarecer la esbeltez y donosura de una escultura que representaba un cuerpo femenino, dijo de ella que era ‘grácil y etérea como un dolmen’.

Lo malo que tienen estas cosas y estos juegos metafóricos y comparativos es que excitan a la imitación y despabilan emuladores. Si se trata de buscar trípticos políticos, vamos a entretenernos buscando algún otro, que en la política española me parece que se dan como hongos. El más evidente es el Triple G. La Triple G es la mayor desgracia que ha caído hasta ahora en la democracia española. La Triple G de la política española es un trípitico socialista, que resulta, este sí, nefasto, siniestro y macabro. La Triple G se encuentra formada por González, guerra y GAL. Un presidente del Gobierno que ha tenido de vicepresidente a un personaje como Alfonso Guerra, dimisionario por razón de corrupción, corresponsable del escándalo del hermano de ‘mienmano’ y que tiene empapelados en los palacios de Justicia a buena parte de sus colaboradores en el Gobierno en el Gobierno y en el partido, dudosamente podría atreerse a gastar la broma de la Triple A. Pero un presidente que tiene procesado a su ministro de Interior, a quien se imputan tres delitos de terrorismo de Estado, podría mantener sus metáforas a la somrba de los bonsáis, gráciles y etéreos como dólmenes.

Jaime Campmany