24 enero 1988

Los delegados reeligieron a la mayoría de dirigentes del Comité Ejecutiva, mientras que en el Comité Federal se produjo un triunfo de los críticos de Izquierda Socialista

31º Congreso del PSOE – Felipe González y Alfonso Guerra reelegidos en un congreso marcado por las tensiones con UGT

Hechos

El 24.01.1988 terminó el XXXI Congreso del PSOE refrendando en sus cargos a sus principales dirigentes: D. Felipe González (Secretario General), D. Alfonso Guerra (Vicesecretario) y D. Txiki Benegas (Secretario de Organización).

Lecturas

El 24 de enero de 1988 se celebra el XXXI congreso del PSOE en el que D. Felipe González Márquez y D. Alfonso Guerra González son reelegidos como secretario general y vicesecretario del PSOE.

En su intervención en el congreso D. Felipe González Márquez ofrece al líder del sindicato UGT, presente en el acto, un puesto en la ejecutiva del partido, pero D. Nicolás Redondo Urbieta rechaza la oferta.

  • Presidente – D. Ramón Rubial Cavia.
  • Secretario general – D. Felipe González Márquez.
  • Vicesecretario – D. Alfonso Guerra González.
  • Organización – D. José María Benegas Haddad.
  • Administración y Finanzas – D. Guillermo Galeote Jiménez.
  • Comunicación – Dña. Ana Miranda.
  • Relaciones Internacionales – Dña. Elena Flores.
  • Asuntos Económicos – D. Francisco Fernández Marugán.
  • Cultura y Educación – D. Salvador Clotas.
  • Política Institucional – D. José Luis Corcuera Cuesta.
  • Movimientos Sociales – D. Alejandro Cercas.
  • Formación – D. José Félix Tezanos.
  • Secretarios ejecutivos – D. José María Maravall, D. Enrque Múgica Herzog, Dña. Matilde Fernández Sanz, Dña. Carmeli Hermosín, D. José Acosta Cubero, D. Antonio García Miralles, Dña. Dolores Renau, D. Josep María Sala, D. Miguel Ángel Martínez, Dña. Carmen García Bloise y D. José Ángel Fernández Villa (SOMA-UGT).

Mientras que para la ejecutiva del PSOE sólo se presentó una ejecutiva para la elección de los 36 miembros del Comité Federal si se presentó una candidatura alternativa de la corriente Izquierda Socialista.

El sector oficialista había ofrecido integrarse en la lista oficial con 4 puestos a Izquierda Socialista en el Comité Federal siempre que entre ellos no estuvieran ni D. Antonio García Santesmases ni D. Ignacio Sotelo Martínez. Eso llevó a Izquierda Socialista a presentar su propia lista. En la votación esta lista obtuvo un 22,5% de los votos, lo que supone un éxito porque eso le dá derecho a 9 puestos en el Comité Federal, entre ellos los citados D. Antonio García Santesmases y D. Ignacio Sotelo Martínez y también D. Manuel de la Rocha Rubí.

FRASES DEL CONGRESO

Máxima tensión Felipe González vs Nicolás Redondo

NicolasRedondo_ContraPSOE 1988 La intervención más amarga en unos congresos acostumbrados a ser festivales de aclamación y reafirmación de las políticas del PSOE desde 1981 corrió de la mano, como era de esperar, del Secretario General del sindicato UGT, D. Nicolás Redondo, afiliado al PSOE, pero que dimitió como diputado a finales del año pasado. El Sr. Redondo cargó no sólo contra la política económica del ministro D. Carlos Solchaga, sino que realizó una enmienda a la totalidad de todo el balance de gestión de la ejecutiva socialista cuestionando que quisieran aplicar una política progresista. D. Felipe González ofreció al Sr. Redondo un puesto en la ejecutiva del PSOE, pero este rechazó la oferta.

Fuerte alegato contra ETA

 FelipecontraETA_1988 Ante el ministro de Interior, D. José Barrionuevo, el presidente del Gobierno y único candidato a reelección como Secretario General del PSOE, D. Felipe González realizó durante su discurso en el XXXI Congreso uno de los alegatos más fuertes contra el terrorismo de ETA en un congreso socialista. Calificó a los etarras de ‘cobardes’ y ‘mafia de asesinos’ y uso en evidencia lo ventajistas que eran porque ‘matan sabiendo que nosotros no los queremos matar’, exclamó el Sr. González ante los aplausos del Sr. Barrionuevo.

Felipe González contra la prensa: «Gusanos goebbelianos»

Durante su intervención D. Felipe González también criticó a los ‘gusanos goebbeliano’, en referencia a medios de comunicación que según él usaban técnicas comparables al ministro nazi de propaganda Goebbelss manipulando contra su Gobierno y contra el PSOE. D. Felipe González no aclaró a qué medios se referían, aunque no es ningún secreto que el periódico más agresivo contra su Gobierno es el diario de derechas ABC, de la empresa editora Prensa Española que dirige D. Luis María Anson y que, últimamente, el periódico DIARIO16, que dirige D. Pedro J. Ramírez, ha evolucionado su línea editorial pasando de haber apoyado al PSOE en sus primeros años de Gobierno, a criticarles con argumentos similares a los de Izquierda Unida, aproximándose incluso en algunas cuestiones a Herri Batasuna. Se cree que los ataques del Sr. González se referían a estos medios.

Otras publicaciones de menor dimensión consideradas en campaña contra el Gobierno del PSOE son los semanarios EL INDEPENDIENTE (de D. Pablo Sebastián, próximo a Izquierda Unida), y ÉPOCA (de D. Jaime Campmany, de derechas). Un grupo al que puede añadirse pronto una revista más: TRIBUNA de Actualidad, la nueva publicación que va a sacar D. Julián Lago, que no oculta sus diferencias con el Gobierno del PSOE al que culpa de haber forzado su salida de la revista TIEMPO (Grupo Zeta).

COMITÉ EJECUTIVO DEL PSOE 

En la ejecutiva D. Alfonso Guerra mantiene a sus hombres, los ‘guerristas’ (G), en puestos clave.

  • ramonrubialPresidente – D. Ramón Rubial
  • Felipe_Gonzalez_elecciones_1993Secretario General – D. Felipe González
  • 1991_AlfonsoGuerraVicesecretario General – D. Alfonso Guerra (G)
  • benegasSecretario de Organización- D. José María Benegas ‘Txiki’ (G)
  • galeote Secretario de Administración – D. Guillermo Galeote (G)
  • marugan Asuntos Económicos – D. Francisco Fernández Marugán (G)
  • Comunicación – Dña. Ana Miranda
  • Relaciones Internacionales – Dña. Elena FLores
  • Cultura- D. Salvador Clotas (G)
  • Política Institucional – D. José Luis Corcuera
  • Participación Ciudadana – D. Alejandro Cercas (G)
  • Formación- D. José Félix Tezanos (G)
  • Secretarios Ejecutivos – D. José María Maravall, D. Enrique Múgica (G), Dña. Matilde Fernández (G), Dña. Carmeli Hermosín, D. José Acosta (G), D. Antonio García Miralles, D. Ángel Fernández Villa, Dña. Dolores Renau, D. Josep María Sala, D. Ángel Martínez y Dña. Carmen García Bloise.

ÉXITO DE IZQUIERDA SOCIALISTA, QUE COLOCÓ A VARIAS DE SUS FIGURAS EN EL COMITÉ FEDERAL

santesmases ignacio_sotelo D. Antonio García Santesmases y D. Ignacio Sotelo, portavoces de Izquierda Socialista.

En la votación para los 36 miembros del Comité Federal el sector marxista Izquierda Socialista, presentó su propia candidatura para el cargo frente a la oficial, propuesta por D. Felipe González y D. Alfonso Guerra. La lista oficial consiguió más del 70% de los votos. Pero Izquierda Socialista logró un 22,5% de los votos lo que le daba derecho a colocar un total de 9, entre ellos sus líderes D. Ignacio Sotelo y D. Antonio García Santesmases.

Los miembros de Izquierda Socialista serían, junto a D. Ricardo García Damborenea – que crearía la corriente Democracia Socialista – los principales críticos en todas las sesiones del Comité Federal contra la política de D. Felipe González y D. Alfonso Guerra.

12 Marzo 1988

Partido S. A.

Pablo Castellano

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A lo largo de la historia política los partidos han sido muchas cosas. En un remoto tiempo, cuando nació el integrador instrumento político del Parlamento, eran realmente un solo grupo, de actuación bifronte, de diputados, todos ricos, votados sólo por los ricos y por los contribuyentes que monopolizaban el voto. Era la época del voto particular frente al sufragio universal. Más tarde, frente a ricos y a prohombres, nacieron, del voto de los de abajo, los partidos de izquierdas casi como una secta en pos de la utópica revolución, como una legión de iluminados y mesiánicos, de día clamando en el escaño y de noche ocultos en la sombra de la covacha, sufriendo la represión y la marginación, y haciendo laico, apostolado suburbial. Incluso llegaron a ser, en algún lejano país, una vanguardia de audaces asaltantes de palacios invernales, y de barbudos descendientes de las caribeñas sierras, para echar a los mares dictadores y césares.Los partidos de derecha, aunque se disfracen de izquierda, siempre y sobre todo, han sido, una potente máquina electoral y conjurada camarilla pretoriana a! servicio, del líder-galán-estrella. El_partido, en versión totalitaria por antonomasia, el único, el auténtico, el verdadero, siempre ha aspirado Ni ha llegado a ser, exclusiva y excluyentemente, el Estado. Los militantes están entonces esplendorosos y lustrosos en la posesión de estado del Estado. El partido ha sido, pues, al tiempo y sucesivamente, empresa política y empresa ideológica, hegemónica o compartida.

Hoy parece ser que el partido ya es sólo la empresa a secas, ni ideológica, ni política, fundamentalmente económica, como un banco, como un gabinete de moneda y cambio, cual un. importante consulting. Compite, periódicamente, en el concurso de la política y licita, con mayor o menor limpieza, en la subasta del poder para adjudicarse, por un determinado período, los beneficios dimanantes de la más o menos amplia concesión de la administración del Estado. Si lo gana, y donde lo gana, la empresa amplía su negocio, triunfa la gerencia, se refuerzan las sucursales y delegaciones. Si se queda fuera, a la impaciente espera, tiene que reestructurar y reducir su plantilla de funcionarios público-administradores. Ha de hacer su obligada reconversión. En esta ocasión se quedan lógicamente fuera de la nómina los menos próximos a la jefatura, los menos fiables o leales. Van al oscuro fondo de parados o, desesperados e impacientes, si pueden, se cambian de empresa.

Cuando la empresa va bien, a los ricos sueldos se unen las posibilidades que da el ingente plus de poder y el premio a la productividad. Cuando la empresa se queda, en todo o en parte, sin la concesión, disminuyen los ingresos y los beneficios. Pero generalmente el consejo de administración no lo nota. Se nota, como es lógico, en las naves de la fábrica, en los almacenes, en el parque móvil, en la sección comercial, en los vendedores.

En la planta noble cambian poco o nada las cosas. Cambian de sitio algunos que, molestos por el desplazamiento, quizá fichen por otra multinacional de la política. Las crisis en las empresas-partido, mientras quede una firme y consolidada cuota de mercado nacional, autonómico o municipal, no afectan al presidente del consejo, al gerente, a los consejeros; suelen afectar a los cuadros medios y a los operarios. A veces hay que reducir personal y gastos sólo en las delegaciones, o dedicarse a preparar hábilmente alguna buena fusión o unión temporal de empresas que, para atender el mercado compartido, permita nuevas contrataciones. La facturación será mayor o menor, con arreglo a las leyes del mercado, pero en la cúspide no se nota.

Para evitar estos inconvenientes, es lógico que se trate de alcanzar la adjudicación para el mayor tiempo posible y a cualquier precio, y para ello es importantísimo utilizar el espionaje industrial, las escuchas y las filtraciones, a fin de dejar al contrario sin invento y a ser posible sin papel en el mercado.

En el partido-empresa hay algunos cucos empresarios que a su vez tienen intereses y algún que otro pie puesto ya en otras compañías, o se acompañan de otras actividades. Por si acaso van mal las cosas, se dedican al negocio inmobiliario, al bursátil, y si es necesario, a las casas de juego y los burdeles.

El Movimiento Nacional, el PRI, el PCUS, son los grandes prototipos de partido-empresa en régimen de monopolio, tanto de la política, de la, ideología como de la economía. Los partidos socialistas y socialdemócratas europeos son los típicos ejemplos de partido-empresa en el oligopolio político del parlamentarismo occidental, y en el oligopolio económico de sus respectivas bancas, y redes industriales y comerciales. En el oligopolio político-económico a los partidos socialistas y socialdemócratas el mercado les consiente la misma cuota de corrupción que a los liberales y a los democristianos.

Desciende la facturación

Al partido hoy gobernante en España, como exponente o paradigma del partido-burocracia-empresa-Estado, le va descendiendo la facturación; por eso se ha visto, tanto en su última junta general de socios como en sus convenciones regionales, que cierra filas en el escalafón, ante la posiblemente próxima reducción de plantillas. Ha tenido ya queredimensionarse en Aragón, Canarias, Castilla y León y La Rioja, y se ha visto obligado a negociar ciertas asociaciones temporales de empresa en Asturias, Madrid, Valencia, Galicia y Euskadi. No pasa nada, sin embargo, para los intereses del cogollo directivo aún. Si un malhadado día pasara a la oposición, seguirá siendo una empresa fuerte con historia y con futuro. La crisis la sufrirán los encargados-concejales, inspectores-senadores, agentes-diputados, de los últimos puestos en las listas, pero al quedar fuera de la empresa, por aquello de que quien no está en el mercado no está en la nómina política, no tendrán fuerza ni para pedir cuentas.

Hay que estar siempre preparado para ese supuesto, teniendo buenas participaciones en periódicos, canales televisivos, puestos de vocales en las cajas de ahorro, en los consejos bancarios, y bien engrasados los sabrosos negocios de los variados holdings propios, una seria estructura económica sobre la que montar la recuperación de la propia empresa para no perderla. ¡Ahl Y si ese día llega, fatal y lamentablemente, la quiebra, como en cualquier empresa seria y que se estime, que no se confunda la suerte de ésta con la del patrimonio particular de los consejeros y directivos. Éstos han de estar en condiciones de recrear la empresa y de montar otra nueva, porque de ello dependerá ni más ni menos que la fortuna del pueblo y el porvenir y el bien de España, que, como todo el mundo sabe, es lo único importante.

Y no sólo es así sino que además no puede ser de otra manera. El sistema capitalista tiene una inexorable lógica, y en ese proceso productivo la secreción de mercaderías sean industriales, culturales, ideológicas o de consumo político, determina con tal fuerza los instrumentos que éstos no pueden entrar en contradicciones con su finalidad.

La perfección no estriba en intentar cambiarlo sino en adecuarlo a la lógica del propio sistema, logrando al menos alguna que otra garantía para el personal laboral, calidad del producto, asistencia técnica, protección de usuarios y consumidores y legítima y lícita competencia. Cuando estas medidas de buen orden, que garantizan cierto juego limpio, no se alcanzan, del Partido, SA, se desliza uno al gang, a la partida, y entonces la empresa económica se convierte pura y sencillamente en una organización para la delincuencia.

22 Enero 1988

Un congreso sin rendijas

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El 31º Congreso del PSOE, que se inicia hoy en Madrid, se presenta como un congreso continuista. Ello se debe a que las razones internasen favor del continuismo son mucho más poderosas que las que operan en sentido inverso desde la sociedad. El éxito del PSOE en 1982 se apoyó en dos factores principales. De una parte, la retirada del contrarío: la autoderrota de UCD dejó un amplio espacio, que objetivamente sólo podía ocupar la socialdemocracia. De otra, la habilidad del PSOE para aglutinar en tomo a un proyecto político atrayente a lo más valioso de la oposición democrática al franquismo, lo que legitimó ese proyecto desde sectores del movimiento obrero y de las clases medias urbanas. La identificación de esos sectores sólo comenzó a quebrarse a raíz del referéndum de la OTAN, que dividió a la izquierda. Con todo, era todavía considerable en junio de 1986. Ello, más la autodestrucción del PCE y la incapacidad de la derecha tradicional para actualizar su mensaje, posibilitó la repetición del triunfo socialista.El desgaste, mínimo hasta entonces, se aceleró desde el último trimestre de 1986, pese a que la coyuntura económica evolucionaba positivamente. Ese desgaste se hizo más apreciable en términos de base social que en el terreno electoral propiamente dicho. En las elecciones locales de 1987, el PSOE obtuvo 700.000 votos menos que en las municipales de 1983, pero pasó de controlar 2.700 alcaldías a ser mayoritario en 3.200 avuntamientos. Ello indicaba que su desgaste no tenía una repercusión proporcional en el afianzamiento de eventuales alternativas. Pero la ruptura con UGT y la desafección de buena parte de las clases medias ilustradas miné la credibilidad del proyecto político. En algún momento pareció incluso que ese proyecto flotaba en el aire: no se veía cuál era el sujeto social que le daba sentido. Para entonces, sin embargo, y a la vista de que el cambio prometido no implicaba riesgos mayores para la estabilidad social, sectores moderados pasaron a contemplar con simpatía a los nuevos gobernantes, como se comprobé en las elecciones de 1987.

Por lo demás, y tras los efectos psicológicos del 23-F (en particular, un mayor aprecio a la democracia, considerada como un valor en si misma), el que el PSOE hubiera sido capaz de conservar la mayoría, evitando los riesgos de una reacción pendular como la producida en Francia -que aquí más bien hubiera revestido la forma de una involución similar a la que supuso el bienio negro durante la República-, fue considerado desde la izquierda un mérito que excusaba incumplimientos en otros terrenos.

Si esos incumplimientos no han provocado mayores convulsiones en el interior del PSOE es porque la espontánea tendencia al continuismo de todo aparato en el poder se ha visto reforzada por las citadas razones más o menos objetivas, y que venían a sintetizarse en una: mientras no exista alternativa exterior, el único riesgo de perder el poder vendría de una ruptura interna. Ello conspira contra un congreso de verdadero debate y confrontación de proyectos. Especialmente porque, además, los intereses personales de los dirigentes del partido coinciden con esa apreciación de la realidad. La mayoría de los delegados ocupa cargos públicos. Ello es hasta cierto punto lógico. Se supone que las agrupaciones eligen como delegados a las personas más capaces, y sería un contrasentido que tales personas no ocuparan cargos de responsabilidad cuando tantas son las del PSOE en todas las administraciones.

Pero esa realidad le impide al partido desempeñar un papel autónomo, anulándolo como factor capaz de mediar entre el Gobierno y UGT o de reconstruir los lazos con los sectores sociales que dan sentido al proyecto socialista. De manera más específica, es imposible, desde el mero continuismo, enlazar con la juventud, principal víctima del paro y símbolo máximo de los sectores que han quedado marginados del inicial proyecto del cambio socialista. Resulta indemostrable que la pérdida de votos sea consecuencia del desplazamiento hacia el centro. Una política más a la izquierda podría haber provocado pérdidas mayores. Sin embargo, sí es verificable que esa evolución ha producido el desplazamiento de los sectores que constituían lo esencial de la base social del cambio posible. Por ello, puede producirse la paradoja de que la canonización en el 31º congreso del pragmatismo de los últimos años, incluso al riesgo de sancionar la definitiva ruptura con UGT, por una parte, y con la juventud, por otra, permita al PSOE mantener su po sición electoralmente hegemónica. Pero será al precio de renunciar al proyecto de transformación de la so ciedad española que llevó al PSOE al poder en aquel ya lejano octubre.

04 Febrero 1988

La nueva mayoría

Ignacio Sotelo

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Por una vez, y sin que sirva de precedente, he acertado en el pronóstico del XXXI Congreso, como el último en que no pasaría nada. En efecto, el equipo dirigente se ha mantenido incólume y, pese al discurso de que nadie es imprescindible, los imprescindibles de siempre acabaron subiendo a la tribuna, que esta vez parecía diseñada por Fellini para mejor ridiculizar al poder. Mi felicitación, de paso, al que proyectó el escenario por su fina ironía. Nadie, a no ser el intrépido Damborenea, esperaba que el Congreso discutiera los dos temas claves planteados: el sindical, que, en sus variados aspectos, incluye una reconsideración de la política económica, y el tema tabú por antonomasia, el de la democracia interna, con todas sus implicaciones para una mejor distribución del poder.De no haberse conseguido el 25% de los puestos para las mujeres -un hito importante si es que no se diluye poco a poco, después de algunos amagos fallidos-, y si no se hubiera avanzado en el carácter federalizante del Estado, hubiéramos salido con la impresión de que este congreso no dejaba huella. Sin embargo, el que sepa descifrar los signos acumulados acaso comparta la opinión de que el próximo congreso puede convertirse en uno crucial en la historia del partido.

El signo más significativo es la vuelta a un enfoque socialista, que no sólo se había evaporado de la acción diaria, sino incluso del discurso político: combínese la política realizada con el comentario de que «el capitalismo es el menos malo de los sistemas económicos posibles» y se concluirá que lo más oportuno hubiera sido arrojar el socialismo al desván de los objetos inservibles. El secretario general, en el discurso de apertura, aparte de exaltar la labor realizada en estos últimos 14 años, de la que podemos sentirnos orgullosos, se centró en una frase de un compañero socialista, que no quiso nombrar y que, tal vez por razones distintas, prefiero también silenciar, que hacía referencia a una falsa división del trabajo por la que los socialistas inventan el futuro, mientras que la derecha acapara el poder en el presente. Lo correcto, decía aquel compañero y no deja de repetirlo desde entonces Felipe González, es que los socialistas vayamos inventando el futuro en el trabajo diario. Se hace socialismo, domeñando el presente desde un horizonte de futuro que no coincide con la sociedad actual.

Felipe González ha vuelto a la vieja y, a mi entender, todavía válida concepción bersteiniana, por la que el camino es todo y la meta nada. Siempre habrá para los socialistas una tarea concreta y urgente que llevar a cabo en el afán común de erradicar la explotación y las desigualdades. El socialismo es un continuo esfuerzo de democratización que alcanza a todas las esferas de la vida social, económica y política. Instructivas, como veremos, son las implicaciones de esta concepción del socialismo, a la hora de plantear los problemas que conlleva la democratización interna del partido.

El segundo signo no es menos satisfactorio: hubo consenso en que en el momento actual la prioridad de una política socialista es, sin duda alguna, la lucha contra el paro. Y, si no se cree ingenuamente que basta una tasa determinada de crecimiento y un índice de inflación bajo para que en un plazo prudencial desaparezca, hay que plantear con imaginación y valentía una política activa y directa de lucha contra el paro, pese a que roce intereses básicos de las clases dominantes. En cuanto exista la voluntad política de combatir el paro, con todos sus riesgos y consecuencias, ya habrá ocasión de discutir las distintas estrategias posibles, y con esta discusión nos pondremos en vías de solventar las dificultades que separan a la mayoría socialista de los sindicatos. Una política económica de izquierda significa hoy establecer como prioridad indiscutible la lucha contra el paro, conscientes de la necesidad de un cierto equilibrio entre los demás objetivos, pero sin aceptar que la única variable que permanece desorbitada sea la del desempleo.

El congreso se ha caracterizado por la voluntad mayoritaria de retomar el discurso socialista, aunque se haya evitado cuidadosamente contrastarlo con la política realizada. No es poco, sin embargo, que hayamos recuperado algunos puntos de referencia esenciales, desde los que señalar omisiones e incompatibilidades. La contradicción más llamativa es recurrir por una parte a la comprensión del socialismo como un proceso interminable de democratización, y bloquear, por otra, la discusión sobre las insuficiencias de la democracia interna -siempre nos parecerá insuficiente, por mucho que avancemos- con la afirmación ultraconservadora, cuando no simplemente demagógica, de que desde el origen del partido habíamos alcanzado las cotas más altas imaginables de democracia.

El que, pese a los problemas existentes, alguno tan grave como el distanciamiento creciente entre Gobierno y sindicatos, la gestión se aprobase con el 97% de los votos, pero cuando el voto fue individual y secreto la mayoría no llegase a 75%, es prueba palpable de la necesidad de democratizar los estatutos del congreso. El secretario general insistió en su discurso final en que la solidaridad y la comprensión por los colectivos que caracterizan a los socialistas no debieran servir de pretexto para no reconocer en la persona individual el sostén último de la libertad y la responsabilidad: Para mí, el momento más triste del congreso fue aquel en que una buena mayoría de los delegados votaron que en lo sucesivo seguirían sin voto, delegando una libertad y responsabilidad intransferibles en unos cuantos portavoces. Sin caer en alguna forma de organicismo, hoy totalmente desacreditado, resulta difícil, si no imposible, defender otra fórmula que una persona, un voto. Estoy convencido de que la sensibilidad democrática que ha alcanzado el pueblo español no está dispuesta a tolerar por más tiempo los residuos de democracia delegada en el partido gobernante.

Tampoco estuvo el secretario general afortunado cuando puso hincapié en el carácter voluntario de la afiliación al partido, invitación implícita a que lo abandonen aquellos que no se sientan a gusto con las actuales reglas del juego. Estamos en el partido voluntariamente, no faltaba más que fuese obligatorio, dimensión mínima y negativa de la libertad, pero la Constitución establece que los partidos son canales importantes de participación, aspecto positivo de la libertad. El consejo de que se vayan a casa aquellos a quienes no les gusten los partidos en el estado calamitoso en que se hallan es inadmisible. No cabe renunciar a la libertad participativa que constituye al ciudadano libre y convertirse en «idiota», como llamaban los griegos al que se aparta de la política. No estamos dispuestos a renunciar a nuestra libertad positiva de participación, por poco que nos gusten las instituciones en las que participamos; al contrario, estamos decididos, como socialistas, a luchar por mejorarlas, ampliando el margen real de participación.

En un país en el que el pluralismo es uno de los valores que consagra la Constitución, no se comprenden los recelos expresados a que el militante se mantenga abierto a todos los medios de comunicación, sin pedir al periodista que nos requiere para una entrevista, un comentario o una información, que antes presente la cartilla de buena conducta ideológica, que, al parecer, reparte Ferraz. Nada entendí de las alusiones indirectas, hasta que escuché que no se condenaba escribir en los «órganos de la derecha», concepto, por lo demás, muy relativo, sino que había que evitar únicamente aquellos que se caracterizan por su contumaz oposición a todo lo que de lejos huela a socialismo. Caí entonces en la cuenta de que el secretario general se quejaba de que hasta uno de sus más calificados asesores escribiese en The Wall Street Journal, falta que le debe ser perdonada por la calidad, aunque no comparta sus ideas, del artículo publicado.

El ilustre romanista alemán Karl Vossler escribió que los españoles nos hemos distinguido por nuestra indisciplina en la acción -no en vano inventamos la guerra de guerrillas-, a la vez que, en el pensamiento, por la ortodoxia más conformista, cuando no fanática. ¡Qué España haríamos si dejamos de pensar todos lo mismo y de hacer cada uno lo que nos viene en gana! Ya es hora de que seamos disciplinados en la acción y guerrilleros en el pensamiento.

No sería justo terminar sin crítica para el sector crítico. Dos me parecen los mayores desaciertos. Prirnero, recurrir a una retórica que enfatiza el adjetivo anticapitalista, sin concretar los sectores sociales a los que se dirige su mensaje y con qué propuestas. Segundo, haber presentado una enmienda sobre posibles coaliciones para el caso de que se pierda la mayoría absoluta. El ala izquierda que, en embrión, ha surgido en el XXXI Congreso, nace con una voluntad mayoritaria, dispuesta a luchar por una nueva mayoría absoluta, lo que exige el giro a la izquierda que se reclama. Los votos se pierden por la política derechista que se realiza, ya que el país sigue necesitando una pasada por la izquierda y sigue existiendo una mayoría social progresista decidida a apoyarla.

El Análisis

EL NUEVO ENEMIGO DE FELIPE Y GUERRA ES… NICOLÁS REDONDO

JF Lamata

El año 1988 estaría marcado por la Huelga General del 14-D del sindicato socialista UGT de D. Nicolás Redondo contra el Gobierno socialista de D. Felipe González y D. Alfonso Guerra. La relación entre estos políticos socialistas tenía un contexto muy complejo: fue, básicamente el apoyo de D. Nicolás Redondo, lo que llevó a D. Felipe González a la Secretaría General del PSOE en Suresnes en 1974. Por lo que el Sr. González se estaba enfrentado a su ‘menor’.

¿Cuál era el motivo de aquella pugna? Según la UGT y el Sr. Redondo el responsable de aquella pugna era D. Felipe González se había vuelto ‘liberal’ por confiar demasiado en los ‘liberales’ del PSOE: D. Carlos Solchaga y D. Mariano Rubio (la ‘beautifulle people’). Según el PSOE, el problema era que la UGT quería demostrar su poder ante el PSOE, o dicho de otra forma, que D. Nicolás Redondo quería que el Gobierno del PSOE estuviera sometido, o al menos, más influenciado a la hoja de ruta que le marcara UGT. Por un lado, por el otro, o por ambos, el conflicto PSOE-UGT no se resolvería hasta que D. Nicolás Redondo dejara el liderazgo del sindicato.

J. F. Lamata