29 enero 1988
Rechazan las negociaciones del presidente del PL, José Antonio Segurado para integrarse en Alianza Popular
Jiménez Blanco y Ana Yabar rompen con el Partido Liberal del que eran Vicepresidentes para pasarse al CDS
Hechos
- El 29 de enero de 1988 se hizo público que los diputados Sr. Jiménez Blanco y Dña. Ana Yabar anunciaron que abandonaban el Grupo mixto y el PL y se pasaban al Grupo del CDS.
Lecturas
El 29 de enero de 1988 se oficializó el pase de D. Antonio Jiménez Blanco, Dña. Ana Yabar Sterling y D. Baltasar de Zárate Peraza de Ayala, diputados del Partido Liberal (PL) al CDS del Duque de Suárez.
De los 12 diputados que formaban el subgrupo del Partido Liberal (en el Grupo Mixto) en 1986, en menos de dos años, el partido cuyo presidente es D. José Antonio Segurado García y cuyo secretario general es D. Gabriel de Castro se ha quedado con la mitad, 6.
D. José Manuel Paredes rompió con el Sr. Segurado García y se pasó al Grupo Mixto sin adscripción alguna, D. Nicolás de Salas Moreno optó por pasarse a Convergencia Democrática de Catalunya, D. Juan Carlos Aparicio Pérez optó por volver a Alianza Popular, y ahora los tres diputados liderados por el Sr. Jiménez Blanco se pasan al CDS.
La marcha del Sr. Jiménez Blanco, exsecretario general del Partido Liberal es interpretada como una traición por parte del Sr. Segurado García que aseguran que hasta hace una semana el tránsfuga negaba que se fuera a ir del partido: “Yo soy muy mayor y no me cambio. Si dejo el Partido Liberal me iré a mi casa”.
02 Febrero 1988
Requiem por un Fantasma
Todo parece indicar que el Partido Liberal que preside José Antonio Segurado se halla en trance de liquidación. La marcha de Antonio Jiménez Blanco y Ana Yábar, dos de sus miembros más cualificados al liberalismo azul mahón del duque de Suárez ha sacado a la luz pública el verdadero estado del PL, que es, ya digo, el de un enfermo desahuciado que, precisamente por estarlo, recurre a los más prestigiosos especialistas o a los más extravagantes curanderos, según anden la fe y el bolsillo.
El Partido Liberal nace de un complejo, se desarrolla como una deuda y muere por vencimiento electoral. Lo inventó Fraga para darle alguna frescura ideológica al proyecto de Coalición Popular que, como todo el mundo sabe, consistía en el tirón electoral de Fraga condicionado por los fantasmas de su pasado franquista. Intentando conjugar estos fantasmas políticos que el PSOE le recordaba de cuando en cuando, don Manuel echó mano de otro tipo de espectros, la democracia cristiana y el liberalismo, amaestrado para legitimar su alternativa.
Los democristianos tenían cuadros abundantes y ni un solo voto, pero Alzaga supo explotar a fondo el complejo derechista del fundador de AP, le chuleó unos cuantos escaños y si te he visto no me acuerdo. Aunque los electores se siguen acordando, faltaría más.
En cuanto al PL, Fraga tiró de talonario y le fabricó un paracaídas verde al empresario Segurado para que tomara tierra en unas vetustas cuanto respetables siglas. El León de Villalba cedía así a su complejo político, a su fascinación ideológica canovista (nunca se consolará de no haber sido el Cánovas de Don Juan Carlos) y a su legendaria ingenuidad. De ella se aprovecharon algunos pájaros que de liberales no tenían más que las costumbres, y a veces solamente las costumbres financieras. Pero también sirvió al principio como banderín de enganche para jóvenes talentosos que vacilaban ante el hosco y antañón perfil de AP.
Después de la escandalosa fuga de las huestes de Alzaga, Segurado también intentó la escapada al Grupo Mixto para asegurarse la independencia económica y probar fortuna por su cuenta. No pudo ser. Su liderazgo en el pequeño pero resistente mundillo liberal español es prácticamente nulo, muchas de sus compañías lo eran de conveniencia y la marcha de su patrocinador de la sede genovesa hacía inviable una estrategia de socios separados. Ningún partido puede crecer a costa de la caridad de otro y el PL no podía ser una excepción. A favor de Segurado y los suyos hay que señalar que, a diferencia de los democristianos nunca denigraron a AP ni a la derecha en general y que se han mostrado como aliados modestos pero discretos.
Como vivimos ya a un año de las elecciones, se impone sin embargo un acomodo personal de los políticos descolocados, y es normal que mientras unos buscan su lugar en AP otros lo encuentren en el CDS. Lo que hace falta es que la defunción del PL se haga con discreción, dejando buen sabor de boca a todo el mundo. Han vivido – y muy bien, por cierto – con cierta elegancia. Sepan morir igual. Sobre todo porque su muerte es realmente tránsito a otra vida, política, se entiende.
Dos lecciones pueden sacarse de la menguada existencia del PL: que la política no puede hacerse en los despachos a golpe de talonario, sino en la calle a golpe de talón, y que el sistema de listas cerradas y bloqueadas es una garantía de tomadura de pelo al ciudadano. Los que votaron Coalición Popular en Málaga han dado ya un escaño al PSOE y otro al CDS. La primera tarea, pues, de los liberales, cualquiera que sea su sombra partidista, y la de toda persona decente, habría de ser la de conseguir la reforma de la Ley Electora. Mientras, descanse en paz un fantasma que nunca dio miedo a nadie.
Federico Jiménez Losantos