14 junio 1997

Anson ha sido nombrado por Emilio Azcárraga presidente de la mexicana Televisa España

Finaliza la era Luis Mª Anson al frente de ABC, que es reemplazado por Francisco Giménez Alemán en la dirección del periódico

Hechos

El 14.06.1997 D. Luis María Anson anunció que abandonaba la dirección de ABC para centrarse en la presidencia de Televisa España
El 18.06.1997 D. Francisco Giménez Alemán fue presentado como nuevo director del ABC.

Lecturas

El potente Director de ABC, D. Luis María Anson, ponía fin a su etapa al frente del periódico de Prensa Española iniciada en 1983. Su retirada al frente del diario se veía venir desde que en septiembre de 1996 aceptara la presidencia de Televisa España, que ejercía de manera simultánea a la dirección del periódico. En aquel momento la empresa designó ya a D. Francisco Giménez Alemán como Director Adjunto, marcándole como su sucesor.

El decisión del presidente de Prensa Española, D. Guillermo Luca de Tena de elegir al Sr. Giménez Alemán como Director de ABC y no a D. Joaquín Vila, el ‘número 2’ de la redacción de ABC con el Sr. Anson, obedece, aparentemente a los apoyos que encontró el Sr. Giménez Alemán, entre los que cabe destacar el de la Casa Real, desde el entorno de D. Manuel de Prado Colón de Carvajal, habían desaconsejado el nombramiento del Sr. Vila. La etapa del Sr. Giménez Alemán como director de ABC duraría hasta 1999.

D. Luis María Anson había sido el líder indiscutible del periódico ABC durante casi quince años, fue nombrado en enero de 1983. Durante su mandato había logrado un importante éxito de tirada, permitiendo que el ABC fuera el principal referente de la derecha mediática. Sin embargo, en la etapa final de su mandato, el periódico había empezado a sufrir una nueva crisis: el fracasado proyecto CLARO había deteriorado la estabilidad económica de Prensa Española y, además la apuesta del PP liderado por D. José María Aznar de alinearse con el diario EL MUNDO, había permitido a este periódico ascender como nuevo referente mediático del PP en perjuicio de ABC. En ese contexto D. Luis María Anson abandonaba la dirección de ABC aquel mes de junio de 1997.

UNA SALIDA ADELANTADA EN EL PAÍS

El ABC no hizo pública la salida de la dirección de D. Luis María Anson hasta el 14 de junio. Pero esa inminente marcha, había sido comentada varias veces en el diario EL PAÍS por el columnista D. Eduardo Haro Tecglen, considerado enemigo de Anson.

«La ventaja es que Anson se va de ABC, aunque ahora dude porque no ve tan seguro el tema de las plataformas como Álvarez Cascos. No sé como resolverá porque supongo que ABC tiene ya sus planes previstos, que reposan en Giménez Alemán» (EL PAÍS, 5-3-1997)
«ABC le hace ahora un homenaje al pequeño Anson, dicen que por la academia, pero con sonidos a despedida. Pero para estos personajes siempre hay sitio» (EL PAÍS, 10-03-1997)
«Anson, que disgusto el suyo, irse de ABC para ocupar el despacho de TELEVISA, que disgusto el de Azcárraga junior, que se ha encontrado con esa herencia de su padre con la que se ve mezclado en un turbio asunto gubernamental-judicial-periodístico en España» (19-05-1997)
«Por cierto, ¿cuándo se va Anson?» (EL PAÍS, 7-06-1997)

ANSON EN TVE: «ENAMORADO DE ABC»

zap_1997_Anson D. Luis María Anson concedió su primera entrevista tras dejar la dirección de ABC después de 13 años seguidos, al programa ‘Los Desayunos’ de TVE de los Sres. D. Julio César Iglesias, D. Javier González Ferrari y D. Alejo García. Ahí aseguro que no se retiraba del periodismo, porque estaba al frente de TELEVISA España-Galavisión, con el informativo ‘Eco’, pero aprovechó para felicitar a su sucesor D. Francisco Giménez Alemán y aseguró ser ‘un enamorado’ de ABC.

¿DIMISIÓN O DESTITUCIÓN?

Legalmente la retirada del Sr. Anson fue por voluntad propia. ¿Fue conminado a dimitir? Según D. Guillermo Luca de Tena, en conversación con La Hemeroteca del Buitre, el Sr. Anson dimitió justo cuando él había pensado en cesarle.

Por otro lado si se consulta lo publicado, el Sr. Anson había manifestado poco después del triunfo electoral del PP del Sr. Aznar, en el verano de 1996, su deseo de dejar la dirección de ABC. Por esas mismas fechas el Sr. Anson había entrado en contacto con la compañía mexicana Televisa, que veía en el Sr. Anson la persona idónea para que fuera su representante en España en un momento en que Televisa aspiraba a liderar una plataforma de televisión digital en España en la que el Gobierno del Sr. Aznar parecía muy interesado, al igual que D. Pedro J. Ramírez (la futura VÍA DIGITAL). Tanto el Sr. Anson, como el Sr. Ramírez aspiraban a liderar esa plataforma con el apoyo del PP, aunque el Sr. Anson fracasó en su intento de retener al grupo de D. Antonio Asensio dentro de VÍA DIGITAL, permitiendo que este se llevara los codiciados derechos de emisión del Real Madrid y el F. C. Barcelona. El presidente de Prensa Española, D. Guillermo Luca de Tena acordó el 1 de noviembre de 1996 nombrar a D. Francisco Giménez Alemán nuevo director adjunto del ABC, con la idea de iniciar un proceso de transición hasta la fecha en que ocupara definitivamente la dirección del periódico.

En junio de 1997 el Sr. Anson dejó definitivamente la dirección de ABC a D. Francisco Giménez Alemán, que se enfrentaba así con el reto de suceder un estilo tan personalista como el del Sr. Anson.

¿LA PROMESA DEL SR. ANSON?

D. Luis María Anson fue despedido con grandes elogios por el ABC, donde además fue nombrado Consejero de Prensa Española y presidente del ABC Cultural. Con buena remuneración. Según D. Guillermo Luca de Tena, al abandonar la dirección de ABC. D. Luis María Anson le prometió que jamás volvería a dirigir ningún periódico. Una promesa que de existir, sería incumplida en tan sólo unos meses.

23 Junio 1997

Anson, el hombre que fue jueves

José Luis Gutiérrez

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Confieso que en los tiempos de dimisiones, recambios, ceses, renuncias y relevos más o menos generacionales que corren – francos y sentidos, unos, tácticos o simulados otros – mi predilección se decantó el pasado 19 de junio por un acto íntimo, limpio y sincero, y también emocionante por lo sencillo, sin mayores ceremoniales, sin otras presencias que las de esta Casa, la silenciosa ‘boiseire’ de su biblioteca, la bicéfala y centroeuropea mismidad del tapiz – símbolo que la preside.

Seis de la tarde y dos centenares de personas, entre las que se entreveraba una abultada, representación de ‘jeans’, de periodistas en flor, proustiano exponente de ese juvenil ramaje que crece y se hace raíz, tronco y estructura, que contribuye a dar vigor, chispa, audacia, contemporaneidad y vocación de perpetuidad a una institución centenaria, a dar explicación del por qué un periódico no es otra cosa que una impresa prolongación, negro sobre blanco, de la vida misma.

Él estaba allí, inmóvil y solemnes como un ‘cherokee’, con el rostro hierático como el de uno de sus tótems en el que la vida, la emoción ab borbotones férreamente contenida, tan sólo se intuían en la levísima y apenas perceptible película de rocíos que velaba sus pupilas. No habló, seguramente persuadido de lo inapelable de la conseja que induce a callar cuando no se puede mejorar el silencio y, en su caso, el silencio fue cierta, magistralmente sobrepasado por su propio mutismo. Nunca este hombre, cuya facundia es ciertamente legendaria, había demostrado un dominio tan apabullante de esa suerte que es el silencio, antagónica de la heráldica locuacidad que le distingue, entendido ese ‘no ser’ en la palabra como muestra suprema de musicalidad.

Es ese contenido virtuosismo el que, probablemente, marca, a diferencia entre el artesano y el genio. Beethoven, Mozart, no serían sin las pautas incoloras y vacías que encadenan la explosión cromática de los sonidos, los lamentos de la cuerdas, el jadeo de los metales o la apoteosis de cueros y maderas en el genesíaco epílogo de las sinfonías. Es el silencio como medido y calculado acto de inteligencia.

Anson, Luis María – que de él escribo – guardó silencio el día que entregó el testigo de la dirección de esta Casa, de este periódico. Las miradas humedecidas por el afecto, incluso las lágrimas, que las hubo, estuvieron en los demás, saludados o abrazados por él en la puerta de salida, uno a uno, gracias por haber venido…

Quienes de él hablaron, lo hicieron con inteligencia y, sobre todo, con sentido común, menos común cuando la emoción puede nublar el entendimiento. Guillermo Luca de Tena para dar, una vez más, muestras de su serena elegancia, de su tolerante liberalidad. Ni despedidas, ni bienvenidas porque nadie se va ni nadie llega… Gracián hubiera asentido ante tan conceptista y acertada síntesis. Francisco Giménez Alemán, el nuevo capitán de la nave – a quien conocí hace ya más de dos décadas en otras singladuras de menor calado, pero igualmente ilusionadas – acreditó, al menos tras aciertos: el rescate memorialista de Ben Bradlee, el mítico director del Post que desveló el Watergate, quien ya constató en los lejanos parajes de Massachusetts el papel esencial que jugaron en la defensa de la libertad de Prensa las grandes familias americanas propietarias de periódicos, para quienes su trabajo fue y es una tarea ‘sagrada’ y de cuyo impulso nació aquel gran manifiesto del Right to Know, el derecho a conocer de los ciudadanos. Porque puede decirse que, tras los cataclismáticos cambios geológicos que se han dado en el ecosistema informativo español durante los últimos años, Guillermo Luca de Tena aún permanece como uno de esos magníficos y escasos representantes de lo que habla Bradlee.

El nuevo director se recreó en un mensaje aglutinador e ilusionante y, también, en el recuerdo a Anson: “Sería iluso pensar que a Luis María Anson lo puede sustituir un ser humano… A Anson ha de sustituirlo el sistema”.

Es de Anson, de quien quiero hablar aquí, como lógico y modesto reconocimiento a quien ha sido mi director durante un año – acaba de cumplirse el primer aniversario de mi colaboración con el periódico – a quien desde hace algunos años, he tratado con especial frecuencia, intensidad y afecto.

Anson, por lo que se me alcanza, es, antes que nada, un ser esencialmente excesivo, y la intuición del director de este periódico es certera: no es sustituible por un ser humano. Su ‘currículum’, que no describiré, resulta sencillamente odioso por resultar simplemente inalcanzable para cualquier mortal, y no es extraño, por tanto, que en el país-arquetipo de la envidia igualitaria su poseedor figure como imprescindible diana en todos los campos de tiro. Más de catorce años al frente de este barco acreditan sus logros, que la conocida prueba del nueve del ‘antes’ y el ‘después’ explicitan sobradamente, pero lo que sigue siendo un enigma, lo que mantiene el asombro en mí es la pervivencia de esa misteriosa amalgama de pasión, energía, ideales e ideas fijas que siluetean su personalidad irrepetible de consumado jugador de múltiples y simultáneas partidas de ajedrez.

El chestertoniano epígrafe que encabeza estas líneas no alude para nada a ocultas veleidades libertarias en él, faltaría más, hombre conservador y de derechas donde los haya; acaso un tanto a la equiparación  en el misterio, las máscaras y las plurivalencias que  sugiere aquel ‘hombre que fue Jueves’ en el secreto consejo de los ‘siete hombres’ – uno por cada día de la semana – como prolongación de la atormentada imaginación de Chesterton, y la encendida pugna del apasionado y católico poeta de la ley y el orden, Gabriel Syme, frente a Luciano Gregory, el incomprensible y turbulento juglar de anarquía.

Anson dejó la dirección de este periódico tras permanecer en él durante más de catorce años, todos y cada uno de los jueves de cada uno de ellos, incluidos esos tres que relucen más que el Sol – Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión – en los que se recreaba, con socarrones telefonazos, llamando a algunos de sus colegas – entre ellos  el que suscribe – que en cualquier Virgen de Agosto sesteábamos distraídos y distantes de los tórridos asfaltos y los enmudecidos teletipos de Madrid, donde él permanecía haciendo no se sabe muy bien qué y convirtiendo a Alexei Stajanov – aquel minero soviético capaz de extraer, en una sola jornada, siete veces más mineral que cualquier compañero de galería, y que acabó etiquetando con su apellido a todos los ‘stajanovistas’ que en el mundo han sido, a los más esforzados y eficaces a la hora del rendimiento – en una especie de paradigma del absentismo laboral.

Anson, por fin, ha dejado la dirección de ABC, el pasado 19 de junio. Era jueves…

José Luis Gutiérrez

23 Julio 1997

Luis María Anson

Luis Solana

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Me han llamado la atención los comentarios que se han producido en los medios de comunicación sobre la marcha del Sr. Anson de la máxima responsabilidad editorial de ABC. Debería haber sido un terremoto y no ha sido así.

Cuando un periodista como Luis María Anson deja la dirección de un periódico tan importante como ABC, la noticia lo es tanto para las columnas de la derecha como para las columnas de la izquierda. Se quiera o no se quiera, con la desaparición de Anson como periodista de primera línea, algo no menor ha cambiado en el panorama de los medios de comunicación. Pasado el tiempo se impone algún comentario desde la página izquierda.

En primer lugar he de manifestar mi extrañeza, mi gran extrañeza, por este relevo en ABC. L.M. Anson era casi una especie de propietario no registrado del periódico, por lo tanto no puedo pensar que haya sido despedido ni aunque hubiera mediado pacto brillante.

¿Por qué se ha ido Anson de ABC? A ciencia cierta no lo sé, pero intentaré construir una teoría.

Para empezar, sospecho que no ha podido soportar que le dejase Jiménez Losantos. Pues aquí tengo que ser muy claro: Luis María te equivocaste; lo que Losantos quería era dejar de escribir en la página izquierda que tú le asignaste y pasar de una vez a la columna que le gusta, la de la derecha. Y aquí lo tienes, en un medio que por fin le ha dado la oportunidad. Pero aún hay más. Resulta que en esta columna donde nos han traído últimamente, los márgenes de la derecha no están justificados, mientras que los de la izquierda sí. Vamos, que le han ofrecido a Losantos lo que tú nunca le ofertaste: escribir en la derecha y con márgenes ácratas. Estas cosas, Luis María, hay que pensarlas.

Dejando aparte este disgusto puntual, me parece que puede haber otras razones.

¿Por qué cosa puede cambiar un periodista la dirección de un periódico? Mi idea es que por ninguna; por lo tanto algo falla aquí. Qué le podía faltar a Anson, ¿dinero?; me dicen que no y que ése no es el asunto obsesivo; ¿poder?, creo que mayor que el que ha tenido como director de ABC, imposible; ¿fama?, ¡por favor! libros, fotos, Academias, lo que quisiera lo tenía o lo podía tener. Tampoco es eso, por lo tanto.

La clave de la partida de Anson imagino que tiene que ver con la tecnología. Me explico. Yo creo que él se ha dado cuenta de que el futuro de los medios de comunicación pasa por formar parte de un todo (o grupo) en el que se pueda disponer de los tres soportes básicos: el periódico, la radio y la televisión. Aquel que quiera hacer periodismo total, o tiene actividades en los tres medios, o siempre tendrá la sensación de que su labor no es completa. A Anson no le dieron la oportunidad de estar en los tres medios a la vez y ha decidido buscarse la solución por su cuenta.

En España, no nos engañemos, el referente para todo esto es el Grupo Prisa (y quizás dentro de un tiempo lo serán también el Grupo Correo y el grupo Asensio). Esto es así para los analistas asépticos, para los envidiosos politizados o para los competidores con filosofía de mercado. Y, desgraciadamente, lo es también para el Gobierno del PP que ha decidido combatir sin reparar en gastos políticos lo que en vez de intentar destruir debería ser copiado. Me apuesto lo que ustedes quieran a que si a Luis María Anson le hubieran colocado en las manos algo parecido a Prisa (aunque fuera incipiente) se hubiera lanzado al ruedo de la competencia y el mercado sin buscar las muletas del BOE. Pero no ha sido así.

Para triunfar, ¿necesita Anson buscar apoyos extraperiodísticos y encabezar algo así como una cruzada? Yo creo que no. ¡Buena suerte y prudencia, Luis María!

24 Julio 1997

ABC sin Anson

Francisco Umbral

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Se preguntaba aquí Luis Solana qué hace Luis María Anson, dónde está Anson, qué pasa en el ABC sin Anson. La gente también comenta. La gente comenta siempre. Yo no voy a dar un rumor, sino un juicio.

«Pues creíamos que el ABC se iba a hundir sin Anson y está como siempre». Bueno, como siempre, pero sin Anson. ¿Qué le falta al ABC post/Anson? Le falta Anson. Giménez-Alemán es un gran profesional y no ha consentido que el periódico baje en nada, pero el toque Anson, la malicia, la audacia, el touche, el detallito jodido, la gracia matinal y escondida, toda esa delicia que es/era el periodismo de Anson, lo hemos perdido perdiéndole a él (no como amigo, cuidado). Es ley del periodismo que no hay que confundir información con opinión. Bueno, pues Anson, que se sabe eso muy bien, titulaba casi siempre opinando, en portada. Con un par. Como sabe mucho periodismo, siempre ha hecho su periodismo. Y no hablo aquí del ideólogo, claro, sino del periodista, técnicamente visto. Cuando una gran noticia (como las de estos últimos tiempos) lleva 24 horas difundida por otros medios, el periódico no debe titular repitiéndola, sino dando por sabido que el lector la conoce y añadiéndole algún detalle de última hora, algo propio o novísimo, sobre el tema. Lo malo es que algunos han titulado a toda galleta con la aparición de Delclaux sin acordarse de que hay televisión, que va por delante, y radio y voz pública.

En un periódico viejo, Anson hizo nuevo periodismo a su manera, se metía en todo, salía por todas partes, asomaba tras un pie de foto o tras el muslamen de una compacta, en un minieditorial asesino y cultísimo, en una nota de redacción cursiva, inocua y malvada.

Mis lectores saben que no soy partidario del artículo didáctico, y raramente incurro en él. Tampoco quisiera frecuentarlo ahora, pero Anson, creador de libros de estilo, nunca ha respetado más estilo periodístico que el suyo propio. Siempre tenía la información puntual para replicar al vago y malevo rumor y siempre tenía el malevo rumor para replicar a la información puntual del otro. El ABC seguirá igual o mejor, pero los profesionales -y el público, que es muy listo- advertirán que al ABC sin Anson no le falta nada, sólo le falta Anson. Alguna vez he escrito que las dos claves del ABC son Mingote y la grapa. Y un día Mingote me escribió: «Gracias en nombre de la grapa». Bueno, pues lo cierto es que Anson era la grapa y un poco Mingote y un mucho Anson. El rojerío entre el que uno se mueve a veces me dicen «pero cómo lees eso». Supongo que la libertad de expresión está hecha para leerlo todo. Ignorar el ABC es ignorar media España, y así se escribe y se opina luego, de costadillo. Negarse a ver el ABC de vez en cuando es como negarse a mirar el Palacio de Oriente cuando pasas por Bailén. Una pijada y un desoriente.

Siempre recuerdo una vez que iba yo por Wall Street, en Nueva York, claro, con un rojo español rojísimo que no levantaba la vista del suelo: «Yo no miro porque esto es el templo del capitalismo». Yo no sé si ABC era el templo del capitalismo español, pero tuvieron que vender Serrano 61 para pagarnos a los colaboradores literarios, que siempre es un detalle. Y eso lo hizo Anson. Sigo leyendo ABC por las mañanas, con toda la press, como sigo desayunando bacalao fresco y hervido. Pero aquí le falta algo, y no precisamente al bacalao.

El Análisis

ANSON Y LA BATALLA DETRÁS DE LA BATALLA

JF Lamata

Hay dos tipos de retirada, la retirada por cansancio y la retirada para emprender nuevas ambiciones. La retirada del Sr. Anson no podía entenderse como una retirada ‘por cansancio’, puesto que a su carrera periodística le quedaban muchos años, así que puede entenderse como la búsqueda de una nueva ambición. ¿Cuál? Si tras el triunfo electoral de Felipe González se levantó el poderoso Grupo PRISA como líder de la izquierda mediática, parecería lógico que con el triunfo electoral de José María Aznar se levantara una nueva derecha mediática y alguien tenía que liderarla. ¿Quién mejor que Luis María Anson? Y para ello, si el ABC no estaba en condiciones, se buscaba un aliado con suficiente lomo económico, como podía ser Televisa. Aunque la muerte del Sr. Azcárraga frustrara gran parte de los planes del veterano periodista.

J. F. Lamata