22 julio 2005
Su última temporada fue especialmente reñida por la irrupción de 'Buenafuente' de El Terrat en ANTENA 3 TV que llegó a ganarle algunos días
Gestmusic y Xavier Sardá ponen fin a ‘Crónicas Marcianas’ tras siete años de liderazgo del ‘Late Night’ en TELECINCO
Hechos
El 22.07.2005 se despidió el programa ‘Crónicas Marcianas’ de la productora Gestmusic, que se emitía desde septiembre de 1997 y presentaba D. Javier Sardá (Xavier Sardá).
Lecturas
D. Javier Sardá se esmeró en dejar claro que el que había decidido poner fin al programa era él, de manera voluntaria, para no dar una imagen de derrota. Y es cierto que en la temporada 2004-2005, la última de ‘Crónicas Marcianas’ el programa mantuvo su liderazgo, pero ya se habían producido unas cuantas ediciones en que le había tomado la delantera ‘Buenafuente’ en ANTENA 3 TV.
No se puede decir, en datos de audiencia que ‘Buenafuente’ desbancara a ‘Crónicas Marcianas’, pero probablemente sí que sin aquel programa no se hubiera producido la baja en audiencia que llevó al Sr. Sardá a, de acuerdo con el Sr. Vasile, poner fin a su espacio.
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POZÍ EN ‘¿DÓNDE ESTÁS CORAZÓN?’ DE ANTENA 3
Después de la desaparición de ‘Crónicas Marcianas’ dejaba en paro a los llamados ‘frikis’ de aquel espacio, que debían buscar reciclarse. El 19.08.2005 uno de los personajes estrella de ‘Crónicas Marcianas’ de TELECINCO, Manolito Pozí, apareció como invitado al programa ‘¿Dónde Estás Corazón?’ de ANTENA 3. Básicamente a meter mano a D. Jaime Cantizano y a todo el que se le pusiera por delante. Su fama, no obstante, no duraría mucho tiempo. El personaje volvería a la indigencia de la que había salido.
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AJUSTE DE CUENTAS DE SARDÀ:
El 24 de julio de 2005 Alfonso Ussía Muñoz Seca publica en La Razón un artículo con motivo de la finalización del programa ‘Crónicas Marcianas’ en la que acusa a Alejandro Echevarría Busquet y su primo José María Bergareche Busquet de haber querido eliminar ‘la estridencia’ de ABC que representaban Jaime Campmany Díez de Revenga, D. Federico Jiménez Losantos, César Alonso de los Ríos y el propio Ussía Muñoz Seca y mientras, en cambio, permitían los excesos de Telecinco.
26 Abril 2005
MOTIVOS PERSONALES
El rumor malévolo sostiene que Javier Sardá abandona Crónicas marcianasporque no soporta ser el segundo. La hipótesis se basa en una lectura perversa de las cifras y no valora la personalidad de Sardá, al que Joan Ramon Mainat, fallecido hace unos meses, definía así: «No obedece a los esquemas habituales de un personaje público. No responde a los cánones de éxito. No se preocupa lo más mínimo de su imagen pública». Los motivos personales y el cansancio parecen ser la razón para cerrar una etapa que ha sido a la televisión lo que la discoteca Studio 54 a las noches de Nueva York: vicioso paraíso artificial, santuario de canallas, referencia, escenario de reyertas y heterodoxo banco de pruebas y excesos que han obligado a revisar o reafirmar certezas, forzando siempre la dialéctica entre libertad y libertinaje.
La evolución de CM ha sido también la de Sardá. De la creativa transgresión inicial se pasó a un desmadre total rebozado de cierto narcisismo autodefensivo. El éxito no es ajeno a esta mutación, que ha multiplicado los peligros de culto a la personalidad. Empezar como alternativa al amarillismo y ser acusado de basurero al por mayor ha situado a Sardá en un ring desde el que, con un individualismo rebelde, reparte mamporros y crispación mezclados con humor, diversión y destellos de crítica más o menos demagógica. El deseo de «hacer el programa que la gente quiere como yo quiero» (Sardá dixit) se ha debilitado. A medida que se perpetuaba en el liderazgo, le tomó gusto al sermón y a espolear a las 250 personas que acudían a la fiesta del plató. Restregaba las audiencias en las narices de sus adversarios para provocar, pero también para reivindicar un formato que ya es una referencia en el género de los late night. La obsesión cuantitativa, sin embargo, se ha vuelto en su contra. Si el objetivo era el liderazgo, los primeros síntomas de inestabilidad, inducidos o reales, proporcionan la coartada para romper una continuidad que Sardá necesita relativamente. Tiene cosas más urgentes que hacer: recuperarse de la muerte de Mainat, dormir mejor y cargar baterías para el futuro. Sin la complicidad de Mainat, desgastada su capacidad para la sorpresa, a Sardá le gustaba presumir de trabajar por dinero. La careta del showman, sin embargo, no ha podido con la persona, y Sardá lo deja, quizá porque, a diferencia de algunos de sus invitados, no quiere convertir su cansancio en circo. Es una reacción terrícola, que perpetúa un legado que, entre otras, incluye una enseñanza: convertir la competencia en una guerra perjudica al espectador, reduce la oferta y degrada la demanda.
Ayer, sin el maquillaje, la iluminación y la adrenalina marcianas, Sardá parecía más vulnerable, pero fue cariñoso con su competidor, leal con su empresa, agradecido con su equipo y atento con sus espectadores. Le echaremos de menos no sólo por su capacidad para divertir, sino también por su habilidad para sacarnos de quicio.
Sergi Pàmies
24 Julio 2005
AGUR, AGUR, AGUR
Con un cincuenta por ciento de cuota de pantalla se han despedido Javier Sardá y sus ‘Crónicas Marcianas’. Está claro que la culpa de la inmundicia no la tiene sólo el presentador del programa, sino la sociedad que enciende en sus casas los aparatos de televisión y elige libremente su canal preferido. No pongo en duda que Javier Sardá ha creado un estilo y que dentro de ese magisterio , ha sido el mejor. Pero su programa, no por ser el mejor de los programas repugnantes, ha sido menos deleznable. Declaró meses atrás, que antes contaba con el respeto de la clase periodística, consecuencia de sus muchos años en la raido, y que en la actualidad ese respeto había disminuido en la misma proporción que aumentaba el respeto hacia él del director de su banco. Sardá, y me parece bien, ha pasado a formar parte del club de los ‘progresistas Visa Oro’, entre otras razones, porque se lo ha ganado. Otra cosa es elogiar la bazofia que durante años ha desparramado por millones de hogares que, a decir verdad, sus moradores se sentían felices y encantados abriendo a sus sensibilidades el gozo marciano de las cañerias de sus casas. Porque Javier Sardá, con su repugnante y bien llevado programa no habría triunfado sin la colaboración de una buena parte de la repelente audiencia.
TELECINCO nació con Valerio Lazarov. Fue muy criticado por llevar a su pantalla imágenes y escenas que hoy nos parecerían de ursulinas. Cuando Berlusconi se había llevado todo el dinero a Italia y la cadena necestitaba una inyección de capital, aterrizaron en su accionariado unos serios y respetables empresarios vascos famosos por editar periódicos y revistas ‘sin estricendias’. Esa era la norma, que también aplicaron en ABC. Moderación, no militancia, una de cal y una de arenas, y ninguna opinión excesivamente libre que pudiera ser considerada ‘estridente’. Eso, al menos, nos decían sus altos directivos. Por eso, para ser consecuentes con su rechazo empresarial de las estridencias, aprobaron entusiasmados el proyecto de ‘Crónicas Marcianas’, que tanto ha ayudado a enriquecerlos. Siempre la doble moral. En ABC, Alejandro Echevarría recomendaba a su primo la expulsión de la estridencia – Jaime Campmany, Federico Jiménez Losantos, el que escribe y el ya condenado César Alonso de los Ríos éramos estridentes – y en TELECINCO apoyaba sin límites los rentables programas de la basura, aderezados con unos espacios informativos que alcanzaron cotas insuperables de demagogia y parcialidad. No obstante las cuentas de resultado eran excelentes y el grupo al que se había sumado ABC se frotaba las manos con sus imparables beneficios. Todo legal, todo correcto, nada moral.
De todas las basuras, la más benéfica y la mejor escogida en el estercolero, fue sin duda ‘Crónicas Marcianas’. POr su plató pasaron los seres más estremecedores de las cloacas sociales. También personas con talento que posteriormente volaron a su aire y buscaron nuevas metas. Porque insisto que a Sardá hay que respetarlo por su trabajo y su talento, que está fuera de toda discusión. Probablemente ése sea su gran pecado. Usar y abusar de unas dotes excepciones para esparcir mugre, cuando su ingenio podría haberle recomendado esparcir el buen gusto, la crítica feroz pero medida, la renuncia del atractivo retrete. En fin, una lástima de desperdicio personal.
Se ha despedido con un cincuenta por ciento de la cuota de pantalla. Que no es una tonteria. Lo ha hecho trabajando en una cadena privada, y por lo tanto, sobran las exigencias estéticas y deontológicas que puedan formularse a las cadenas públicas. Ha ganado decensa de millones de euros, y yo me alegro, y al tiempo ha lanzado a las nubes y a los fangos, a otros personajillos que cuentan hoy en día con el clamor de una audiencia tan ordinaria y atroz como ibécil. Recibe en su despedida los honores del hére, y no me extraña teniendo en cuenta el nivel de neustra calle. Ha sido, indudablemente, el más listo de todos, el más trabajador de todos, el más ingenioso de todos y el más abyecto de todos. No porque supere al resto en abyección, sino por sobrevolarlos en profesionalidad e inteligencia.
Hoy, muchas encías carcajeantes y espíritus de esparto, estarán de luto. No se preocupen. Sardá se ha ido, pero quedan todos los pedorros que se han formado en su programa. Uno de ellos, cualquiera de ello, ocupará su plaza. Lo hara infinitamente peor, pero la basura seguirá siendo rentable. En el fondo, Sardá no ha hecho otra cosa que explotar hasta la última gota la patética estupidez de una sociedad. Nunca fui seguidor de su programa y mi melancolía por su ausencia nada me atormenta. Pero quiero ser justo. De lo peor ha sido el mejor. De ahí que lo despida con alegría en el idioma de la patria chica de sus principales valedores: Sardá, agur, agur, agur.
Alfonso Ussia.
El Análisis
D. Javier Sardá decidió poner fin a su programa y, a la vez, puso fin a su propia condición de presentador estrella. Volvería a intentar hacer cosas en la televisión (como ‘Dutifrí’ o el desafortunado ‘La Tribu’) pero nunca dejaría de ser ‘Sardá, el de Crónicas Marcianas’. El Sr. Sardá no recuperaría nunca el liderazgo de audiencia del que había abdicado. Al menos consiguió que ‘Crónicas Marcianas’ terminara como líder, algo que no lograron otros destronados como D. José María García o Dña. María Teresa Campos.
J. F. Lamata