20 octubre 1980

La batalla del 'carné' enfrenta a la Federación de Asociaciones (FAPE) controladas por Anson con a las empresas privadas encabezadas PRISA (editora de EL PAÍS) y Grupo16 (editora de CAMBIO16 y DIARIO16)

La Asociación de la Prensa de Anson firma con UGT y CCOO un acuerdo para que sólo puedan ejercer periodismo los titulados

Hechos

  • El 20.10.1980 el periódico semanal LA HOJA DEL LUNES editado por la Asociación de la Prensa que presidía D. Luis María Anson informó en su portada con el titular «Acuerdo decisivo para la unidad de los periodistas» el pacto entre FAPE, UGT, CCOO y la Unión de Periodistas.

Lecturas

PACTO PARA PONER EN MARCHA EL CARNET DE LA PRENSA

D. Luis María Anson ya había demostrado un gran poder en el sector periodístico, no sólo por su condición de presidente de la Agencia EFE, de presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) y por su condición de editor de LA HOJA DEL LUNES y de consejero en el Grupo Godó y en el Grupo Prensa Española, sino por su propia influencia en el sector. El 6.10.1980 LA HOJA DEL LUNES publicaba una impresionante muestra de solidaridad contra su estrategia en defensa de las asociaciones de prensa y las hojas que firmaban periodistas de ideologías tan dispares como pudieran ser D. Luis Apostua del YA, D. Antonio Izquierdo de EL ALCÁZAR o D. Germán Álvarez Blanco de SÁBADO GRÁFICO o D. César Alonso de los Ríos de LA CALLE, por poner tres ejemplos.

El respaldo se debía a que el Sr. Anson estaba llevando a cabo una feroz guerra por conseguir que el Gobierno aprobara una ley de Información mediante el cual sólo pudieran ejercer el periodismo los titulados universitariamente con el ‘carné’ de periodista. Frente a ese sistema las empresas editoras PRISA (D. Jesús Polanco, editor de EL PAÍS) y, en especial el Grupo16 (D. Juan Tomás de Salas, editor de DIARIO16 y CAMBIO16) se habían manifestado en feroz oposición.

El 20.10.1980 con la firma de un acuerdo con los sindicatos (UGT, CCOO y Unión de Periodistas) en el que la Asociación de la Prensa del Sr. Anson se comprometía a dar el carné a los periodistas que ya tuvieran una larga trayectoria periodística y que hasta ahora carecían de él, el presidente de EFE lograba el apoyo de los sindicatos de izquierda en la lucha por ‘el carné’, el Grupo16 mantuvo su guerra feroz contra esta posibilidad.

 

03 Octubre 1980

Llamamiento a la UGT

DIARIO16 (Director: Pedro J. Ramírez Codina)

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Su firme defensa de los derechos y libertades públicas contenidas en el Título Primero de la Constitución ha proporcionado a los socialistas españoles una merecida credibilidad democrática.

Ideologías al margen, cualquier ciudadano consciente del inestimable valor de estos preceptos de nuestra Carta Magna tuvo que sentirse próximo a Gregorio Peces-Barba cuando en el pasado Pleno anunció la firme oposición de su partido a cualquier desarrollo limitativo de los mismos.

Este enfoque, acorde con la veta liberal que históricamente ha fecundado a importantes sectores de nuestro socialismo, ha tenido su coherente traducción en la actitud mantenida a lo largo de la transición por la sección de prensa de la UGT.

Miembro de la prestigiosa FIJ (Federación Internacional de Periodistas) este sindicato siempre ha defendido el libre acceso a la profesión periodística, sintonizando así con la situación vigente en todos – absolutamente en todos – los países occidentales de cierto peso.

Súbitamente un sector de esa sección de prensa de UGT, en abierta disonancia con la Federación de Madrid – mucho más próxima a la realidad del sentir de los profesionales jóvenes – pretende tirar por la borda ese bien ganado prestigio, pactando espuriamente con el máximo pontífice del corporativismo gremial, Luis María Anson.

En función de este pacto ningún nuevo Joaquín Ruiz-Giménez podría dirigir revistas como CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO, ningún nuevo Javier Pradera podría convertirse en editorialista de pro y ningún nuevo José María García estaría autorizado a romperse la voz y el alma contra el cielo del micrófono.

La Unión General de Trabajadores no puede prestar sus siglas, bruñidas en mil combates por la libertad sindical, a esta bochornosa iniciativa de esclavitud periodística.

¿Qué pensarían sus bases si el indiscutido ‘Nico’ Redondo comienza a negociar a estas alturas los derechos de acción sindical con cualquier Noel Zapico redivivo? La pregunta se responde por sí sola. Pues bien: eso mismo es lo que sentimos numerosos periodistas independientes ante la perspectiva de verle compartir esa rúbrica con el Sr. Anson.

07 Octubre 1980

Prensa y sociedad

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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UNO DE los mayores obstáculos con los que tropieza la puesta en práctica de los principios y valores democráticos en una sociedad pluralista es la casi irresistible tendencia de los grupos de presión, de los segmentos de población unidos por intereses y de las instituciones con vocación de autosuficiencia a considerar los asuntos que les conciernen como privados, aunque sus repercusiones tengan naturaleza pública y sobre ellos, consiguientemente, tengan derecho a opinar los demás ciudadanos. Ese reproche puede hacerse tanto a poderes y centros de decisión como a sectores instalados en la sociedad civil y dotados de considerable fuerza social y económica. No es infrecuente así que miembros de las Fuerzas Armadas o funcionarios del poder judicial o jerarquías de la Iglesia se asombren de que sus compatriotas, que no pertenecen a la carrera de las armas, a la carrera judicial o a la carrera eclesiástica, expongan sus ideas sobre temas de interés general relacionados con la vida castrense, con la actuación de los tribunales o con el magisterio de los cardenales. También los líderes de los partidos políticos, las centrales sindicales y las organizaciones patronales suelen mostrarse suspicaces frente a las opiniones expresadas desde fuera y tienden a rechazarlas como injerencias.

De todo esto los periodistas tienen una larga experiencia, que muchas veces en el pasado, y algunas veces en el presente, se ha reflejado en persecuciones, represalias y sumarios. Precisamente por ese motivo creemos que la profesión periodística debería ser la primera en afirmar tanto su propio derecho a interesarse y a opinar sobre todas las dimensiones públicas de la vida social como el derecho de los demás ciudadanos a interesarse y a opinar sobre todas las implicaciones públicas de la vida periodística.

En este sentido, el impresionante despliegue que hizo ayer la LA HOJA DEL LUNES, órgano de la Asociación de la Prensa madrileña, que abarca también a los profesionales de este periódico provistos de carné, para defender su monopolio informativo durante la mañana del lunes da pie a la sospecha de que también los periodistas incurrimos no sólo en la prepotencia de las adhesiones incondicionales y los aplastamientos plebiscitarlos de las minorías, sino, lo que es peor, en el más estrecho de los gremialismos.

Sobre el monopolio informativo de la mañana de los lunes a las asociaciones de la Prensa para cubrir finalidades asistenciales pueden opinar, como es natural, los periodistas con carné dados de alta en las asociaciones de la Prensa, los periodistas sin carné a quienes se impide todavía la entrada en dicha asociación y los editores de diarios. Pero también tienen el mismo derecho a opinar los lectores de los diarios y el resto de los ciudadanos. En el caso concreto de EL PAIS, que todavía no se ha planteado la conveniencia de salir o no el lunes por la mañana, la decisión final tendría que ser tomada -y será tomada- por la empresa editora. Sin embargo, serían, en última instancia, los lectores quienes tendrían la última palabra en el asunto.

Creemos que este es el punto central del debate, frente al cual las demás cuestiones, con ser importantes, pasan a segunda fila. No queremos, sin embargo, rehuir el examen de estos aspectos, a los que convierte en laterales no sólo el reconocimiento de la libertad de expresión por la Constitución, sino el decisivo papel que corresponde a la sociedad en su conjunto para enjuiciar los problemas que implican una dimensión pública, en este caso el derecho a recibir información ya suministrarla.

Digamos así que la publicación de los diarios en la mañana de los lunes constituiría una vigorosa medicina contra el paro profesional. Porque la aparición de periódicos durante los siete días de la semana podría representar un considerable aumento de las plantillas actuales. La práctica habitual de las Hojas del Lunes enseña, en cambio, que no suelen ser los periodistas sin empleo, sino los que ya trabajan en otro medio, los que se benefician de su existencia.

En cuanto a la dimensión propiamente asistencial del monopolio de los lunes, mucho nos tememos que los defensores de las Hojas como fuente de financiación de las mutualidades de periodistas no hayan reparado que la situación española de la década de los ochenta, con un sistema de seguridad social y de pensiones generalizado a toda la sociedad española, es muy diferente a la que justificó, en la década de los veinte, esa medida proteccionista. Al igual que la tendencia a la semana de cinco días en la Prensa de hoy no guarda relación con el solitario día de descanso de hace cincuenta años. No entendemos, por lo demás, por qué razón la televisión, cuyos periodistas se benefician de las prestaciones asistenciales como cualquier redactor de Prensa, y la agencia Efe, no ceden a la Asociación de la Prensa durante un día a la semana, y las revistas una semana de cada siete, el ejercicio de sus actividades con fines igualmente asistenciales. Y, resueltamente, se nos escapan los motivos por los que los funcionarios del Gobierno con título de periodista y con funciones vinculadas a las relaciones públicas y no a la información. participan en esta procesión de firmas y repican al tiempo.

Nadie se puede oponer a que las asociaciones de la Prensa actúen como empresas periodísticas y saquen a la calle los lunes, o todos los días de la semana si lo desean, una publicación amparada con su nombre. Pero nos parece indefendible la pretensión de hacerlo en régimen de exclusividad y de monopolio, y consideramos inexactas las razones que se esgrimen para defender lo que no es sino un privilegio gremial.

24 Octubre 1980

Anson y el Pacto de Callao

Ricardo Martín

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El infatigable Luis María Anson – tan infatigable él en lo suyo como yo mismo con mi ‘tema’ – ha abierto las puertas de las Asociaciones de la Prensa por unos días. Exactamente seis meses. En ese tiempo, un 3% de los periodistas en ejercicio, que no poseen carnet, por no ser titulados, pasarán a formar parte de las citadas Asociaciones y, en consecuencia, serán provistos del carnet profesional (oficial) correspondiente.

Una vez cerrado el plazo – no hago más que transcribir lo que dice Anson en su LA HOJA DEL LUNES – se habrá terminado el tema. Es decir, será imposible el ingreso en las Asociaciones de la Prensa sin la titulación correspondiente. Y añade: “Habremos resuelto un problema de hecho, y el sistema continuará siendo el mismo; sistema, por cierto, idéntico al establecido en una buena parte de los países iberoamericanos. Porque esa historia de que debemos homologarnos a Europa está muy bien, salvo en periodismo”.

Me veo en la obligación de reproducir tan sabrosas frases, porque tales eran las argumentaciones que hacia el presidente de la agencia EFE en las reuniones que tiempo ha celebramos para ver si había algún acuerdo acerca del tema profesional nuestro.

Las aseveraciones del presidente

Con esos criterios radicalmente opuestos – y Anson no lo disimula – a los que existen en los países europeos respecto de los temas profesionales, va el presidente de las Asociaciones de la Prensa haciendo aseveraciones. El acuerdo – dice en su LA HOJA DEL LUNES – viene a sancionar una situación de hecho. Los periodistas – agrega – desean permanecer agrupados en las centenarias Asociaciones de la Prensa. ‘En ellas – debo entrecomillarlo para mayor sorpresa – están todos los titulados en ejercicio y a ellas desean pertenecer el escaso número del os que, sin título, ejercen la profesión. Está claro – para Anson – que la unidad profesional se alcanzará dentro de las Asociaciones o no se alcanzará”.

Nada nuevo bajo el sol

Y es que la fórmula se repite hasta la saciedad: un médico es igual a un periodista; todos los periodistas deben ser titulados y los plumillas que todavía no lo están pueden entrar ahora – por la rendija de los seis meses – en LA organización de los periodistas. Pues, Anson ha ratificado ahora, una vez más, sus postulados. Y además lo ha firmado (con foto).

Ya se lo decía yo a Anson: no nos dices nada nuevo. No hay nada nuevo bajo tu cálido sol. Pero… la lectura, la lectura es lo importante: “Aunque hace tres o cuatro años la posición de algunas centrales sindicales y grupos profesional – extraído de declaraciones de Anson a LA HOJA DEL LUNES – era la supresión o marginación de las Facultades de Ciencias de la Información, el sentido de la realidad, tras una larga negociación, se ha ido imponiendo y en el acuerdo firmado (con los sindicatos y la Unión de Periodistas) se viene a reconocer de hecho la titulación exigiéndose la contratación de licenciados en tanto exista paro entre los agregados de las Facultades”.

Por si no quedaba claro hasta lo puestos de trabajo – suponiendo que la patronal acceda a contratar de esta guisa – van a ir a los licenciados; a los que Anson quiere convencer de que sean sus aliados frente a los que – sindicatos – han sido enemigos hasta que cayeron en la cuenta de que L. M. A. tenía toda la razón.

Para más inri, Anson sanciona en sus declaraciones: “Reconocimiento de los derechos de los licenciados en Ciencias de la Información”, cuando todo parecía indicar que se trataba por parte del presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa, de un reconocimiento del hecho profesional, de la doble vía. Pues no: a quien se reconoce es a los licenciados.

Reparto de carnet

Quienes, como yo mismo, han estado sentados horas enteras con Luis María – en son de paz – debatiendo los problemas de nuestra profesión, escuchándole (sobre todo escuchándole) sus tesis, podemos constatar que no hay eclipse, que Anson brilla y que ha conseguido – al fin – retratarse. Ya está el acuerdo sobre la mesa, y yo como profesional, doblemente representado – a través de mi presidente de Asociación, Luis María Anson – y de mi sindicato, debo asumirlo.

Sólo que es necesario el papel de intérprete, y ahí está la profesionalidad de Anson en sus respuestas a LA HOJA DEL LUNES. En esa interpretación se contiene – igual que en este texto propiamente dicho – la verdad, toda la verdad del ‘pacto de Callao’. Aquí no ha pasado nada: ni hay carnet nuevo ni hay doble vía para acceder al carnet profesional. Aquí se ha abierto la puerta, y Anson va a dar unas cuantas acreditaciones (oficiales) de las Asociaciones de la Prensa durante seis meses.

Por si a alguien le suena esto a fraguismo, mi admirado infatigable Luis María también tiene respuesta: “Alguien ha dicho que por qué con Fraga se resolvió mal y con Anson se va a resolver bien. Pues, por una razón muy sencilla: porque no va a resolver Anson, sino una comisión (Asociaciones, sindicatos, Unión de Periodistas) estrictamente profesional, al margen de todo favoritismo político, a diferencia de lo que ocurrió en 1963 con no pocos nombres”.

Lo dicho: que un grupo de periodistas vamos a fundarte una peña para que nos cuentes tu fórmula. Porque, chico, Anson se ha retratado y la Federación de Asociaciones de la prensa se va a tener nuevos socios no titulados. Y, luego ¡zas! Portazo al futuro: ¿Satisfecho? Yo creo que sí.

Cuéntanos lo de los médicos… y luego el acercamiento a Iberoamérica y el alejamiento de Europa (en lo del periodismo, claro) y cómo lo conseguiste, cómo lo conseguiste…

Ricardo Martín

19 Octubre 1980

FASCISMO SUBCOSNCIENTE

Alejandro Muñoz Alonso

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La batalla de las Asociaciones de la Prensa a favor del monopolio de LAS HOJAS DEL LUNES recibía hace unos días una impresionante muestra de solidaridad de varios centenares de periodistas que ponían su firma al pie de dos escritos diferentes. Dos escritos de los cuales uno, por el tono y por la imagen de alguno de sus firmantes, se presentaba como más ‘liberal’ o ‘progresista’. Vale la pena reflexionar sobre ambos documentos; en ninguno de los cuales aparece, en nuestra opinión, no ya el más leve rastro de liberalismo o de progresismo pues, lo que es bien grave, son la expresión del a vieja inclinación endémica en este país por las diversas formas de autoritarismo. Más en concreto, se percibía en los textos la enmohecida querencia estamental y corporativa que arrulló los sueños del primer franquismo.

El monopolio informativo de LAS HOJAS DEL LUNES (que hasta hace bien poco se llamaban, no debe olvidarse, oficiales) es una expresión más del espíritu reglamentarista tan caro al corporativismo de que se nutrieron Mussollini primero, después Primo de Rivera y finalmente Franco.

Detrás de ese monopolio semanal – que el primer dictador utilizaba para que su voz oficial fuera la única cada siete días, adelantándose así tímidamente a lo que sería más tarde y todos los días la televisión – late el recelo por las ‘formas destructivas de la concurrencia’ y la tendencia a la autoadministración de los intereses’ (de la que son expresión antológica las Asociaciones de la Prensa), principios ambos que son criterios distintivos del fascismo. Y no lo digo yo, sino analistas tan poco sospechosos como Ernesto Rossi, que se refiere a los ‘acuerdos monopolísitcos de reparto del mercado… condimentados por los fascistas con salsa corporativa”.

Los redactores del primer documento se mueven, acaso inconscientemente, en este mundo de ideas y de intereses del que lo más generoso que puede decirse es que es netamente predemocrático. Y echan mano de conceptos como el de ‘derechos adquiridos’, que hoy despiertan la sospecha de todos los juristas serios, pues sirven para encubrir todas las arbitrariedades. O se les escapa que ‘desean el mantenimiento de su actual situación”, frase que han repetido siempre los privilegiados, los temerosos del aire libre y la competencia. Argumento, en suma, que gritan quienes padecen ese miedo a la libertad que aquí tenían los franquistas y conservan no pocos demócratas de fachada. Tiene plena coherencia que aluda también a las ‘concordia’, idea tras la que todos los autoritarismos han escondido su odio al pluralismo y su recelo de todo espontáneo y normal conflicto o discrepancia de intereses u opiniones.

Los redactores del segundo documento, el ‘progre’, no tienen ningún rubor en invocar ‘la defensa de la libertad de expresión’ sin caer en la cuenta de que el mejor modo de defender esa libertad es dejar que todos se expresen cómo y cuando quieran. Y tampoco vacilan en hablar de la ‘vigencia de un pacto’ olvidando a sabiendas que el monopolio de LAS HOJAS se basa aquí y ahora en dos órdenes ministeriales de 1965 y 1968, y que si hubo pactos previos son tan poco relevantes como los cabildeos, pasillos y consenos que preceden a la redacción de cualquier norma de derecho positivo. Las normas de la Constitución, por ejemplo, obligan por sí y no por los pactos que, de hecho, las precedieron. Por otra parte, ¿qué pactos han firmado las nuevas empresas creadas estos últimos años y que de entrada se encontraron con una situación que ni quieren ni les gustaba?

Posiblemente muchos de los firmantes han sido sorprendidos en su buena fe, pues si esas ideas son lógicas en la larga serie de periodistas funcionarios al servicio de la ex Prensa del Movimiento, no se entiende en algunos sinceros luchadores de la libertad y la democracia que allí aparecen. Con esas actitudes se puede volver al franquismo o hacer una Polonia como la que trata de cambiar Walesa, pero no se hace una democracia. Malas perspectivas hay para la libertad de prensa en nuestro país si sus defensores natos prefieren la supervivencia del pasado autoritario. ¿Cómo se va a reformar la sociedad española si la prensa, que debía estimular esa reforma, prefiere, en lo que a ella hace, persistan todos los esquemas caducos?

Las tradiciones pueden ser nobles, pero el inmovilismo es negativo. Y sólo hay inmovilismo en la defensa del monopolio lunático de las Asociaciones de la Prensa que, por otra parte, tienen el tupé de proponer la creación de un nuevo organismo de control de la difusión con el argumento de que la OJD es monopolista.  Los monopolios son malos salvo cuando son míos, parece ser el lema de Luis María Anson. No es extraño, por eso, que a la vista de la ‘impresionante muestra de solidaridad’ que dio LA HOJA DEL LUNES el pasado día 6, alguien exclamara ‘Franquista hasta en la sopa’.

Alejandro Muñoz Alonso

27 Octubre 1980

…Y ANSONISMO

Rircardo Utrilla

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El que no calla ni para es Anson, don Luis María, el empecinado. Con su mágica varita, que igual convierte a periodistas en comunicacionistas que a una agencia de Prensa en una agencia inmobiliaria, acaba de firmar un sabroso pacto con UGT y Comisiones Obreras, incluyendo también de sobaquillo a la llamada Unión de Periodistas.

Parece que la Iliada no recoge el nombre de quien abrió el famoso caballo las puertas de Troya, pero seguro que sonaba a Anson, o como se pronuncie en troyano.

Hay una enfermedad del espíritu, o del carácter, llamada erostratismo, que mueve a sus víctimas a cometer enormes desaguisados con el único propósito de pasar a la posterioridad. Le viene el nombre de Eróstrato, un griego del siglo IV antes de Cristo, que incendió el templo de Diana para que  se le recordase por los siglos de los siglos.

Aunque murió ajusticiado, consiguió evidentemente su propósito, a pesar de que sus coetáneos amenazasen con la muerte a quien pronunciara su nombre.

Que el tal templo, una de las siete maravillas del mundo, estuviese en Efeso, no es más que simple coincidencia. Nosotros no tendremos que preocuparnos en demasía hasta que no se vea a Anson merodeando por El Escorial con una antorcha en la mano.

Afortunadamente, el asonismo es un erostratismo en pequeñito. Algo así como la rubéola respeto del sarampión.

Pero le cuesta al doliente contribuyente centenares de millones de pesetas. Y ello no contribuye a fortalecer la democracia, sino todo lo contrario.

Lo único que así sale fortalecido es el ‘ego’ de don Luis María, insaciable Moloch de todas las titulaciones, documentos, pactos, jurados, facultades, seminarios o simples publicaciones.

A todos nos saldría más barato, cómodo y gratificador levantarle al multipresidente y multidirector, por suscripción nacional y pública, un marmóleo monumento en plena Puerta del Sol. Tendría, al menos, un devoto peregrino.

Ricardo Utrilla

27 Octubre 1980

ANSON, ANSON, QUE GRANDE S. O. S. (SOS)

Juan Tomás de Salas

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La UGT nacional de prensa firmó la semana pasada un bello papel mojado con el señor Anson y, mientras ambos firmaban, también a su vera lo hacían un par de comunistas, disfrazado el uno de CCOO y el otro de Unión de Periodistas. (Yo no sé por qué los comunistas aparecen casi siempre por parejas). El texto firmado con Anson representa una clara bajada de pantalones de UGT, que, con tal de obtener el mítico carnet oficial de pacotilla – perdón, de periodista – es capaz de vender el alma al diablo, aunque éste habite en una cueva de fascistas. A Víctor Martínez Conde, responsable ugetista de la operación pantalones al suelo, le huele la cabeza a pólvora y a sulfuturo las pezuñas. Para heredar al franquismo no hace falta la UGT, con los franquistas y CCOO basta y sobra.

Natural es, por tanto, que la UGT de prensa de Madrid dimita en bloque y que, probablemente, su ejemplo sea seguido por la UGT de prensa de otras regiones del país. Los empresarios, por su parte, dijeron ya que no acatarían este bodrio añilrojazo que pretende, ni más ni menos que impedir la libre contratación de profesionales de la prensa. A partir de ahora, quien no esté en una lista elaborada con la aprobación de Anson y sus muchachos no podrá trabajar en la prensa. Dios nos libre.

El sistema de las listas cerradas, que en política ya hiede, tratan de generalizarlo en el país todos los gremialistas redivivos. Y lo mismo que el ciudadano está respondiendo a las listas cerradas con una abstención creciente, los empresarios de prensa deberían reclamar las listas para asegurarse de que no contratarán jamás a ninguno de la lista. Para un periodista con dignidad y amor a su profesión, aparecer en esa lista de pedigüeños a bofetadas debería ser humillación intolerable. Anson y su varita mágica.

Menos mal que el PSOE reflexiona y adopta posiciones en la prensa cada vez más enérgicamente decididas a defender la libertad de expresión. Los socialistas presentaron proyecto de ley contra el monopolio lunático de LAS HOJAS DE LOS LUNES y el diputado Peces Barba reconoce finalmente que la prensa del Movimiento es la Prensa del Movimiento aunque la vistan de seda y la cambien de nombre.

El ministro Fernández Ordoñez, por su cuenta, sostiene tajante que la mejor ley de prensa es la que no existe, y poco a poco nos vamos entendiendo y la ideología estatista de la prensa se desvanece.

Por cierto, ¿sabía usted que en el presupuesto de austeridad para 1981 se prevé un despilfarro de dos mil millones para mantener viva la moribunda Prensa del Movimiento? ¿Sabía usted que no comprar el diario PUEBLO le va a costar por la puerta falsa de los impuestos nada más y nada menos que 800 millones? ¿Sabía usted que el Sr. Anson y su agencia EFE le costará 1.250 millones? ¿Sabía usted que el peregrino Rafael García Serrano, fascista de pro, recientemente despedido de la prensa oficial por el corajudo ministro Cavero, pretendió al largarse cobrar una indemnización del Estado de 12 millones de pesetas, previstos, al parecer, en su contrato? ¿Pero qué contratos se están firmando a sí mismos los periodistas oficiales? Como saben que su derecho de pernada sobre el presupuesto, antes o después, será arrastrado por la democracia estos zascandiles deben andar firmándose contratos en la oficina del rey Midas.

La UCD tiene un problema de credibilidad bien claro, pero si alguien trata de venderle un presupuesto de austeridad al país mientras derrocha dos mil millones por falta de un mínimo coraje o por tener tragaderas morales de ballena, ya puede arrancarse los dientes a sí mismo antes de que el país se los pulverice de un sopapo. Calvo Sotelo debería saber que austeridad no sólo es una bella palabra en un discurso.

Por lo demás, aplausos a Martín Villa a Felipe González, a Rojas Marcos y a todos los que hicieron posible solucionar el exasperante laberinto de la autonomía andaluza. Desbloqueado el Sur toca volver los ojos al Norte. Olarra tiene razón. Secuestrar a las hijas del patrón puede ser tarea divertida de lunáticos, pero a los cuerdos y a los lunáticos hay que aplicarles la ley de todos y meterles en la cárcel cuando delinquen sin más pamplinas. Los demócratas no pueden seguir cogiéndose el alma con un papel de fumar y tenedores de amatista.

Juan Tomás de salas

29 Octubre 1979

Subconsciente de Anson

CAMBIO16 (Director: José Oneto)

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El zar de todas las prensas – financiadas con dinero del Estado, se entiende – Luis María Anson gastó una broma muy típica de subconsciente a los periodistas de Comisiones Obreras que firmaron el acuerdo con la Asociación de la Prensa. Cuando las negociaciones ya estaban prácticamente concluidas, el zar Anson llamó a un aparte de los periodistas ‘cocos’ y les dijo: «Me acaba de llamar Camacho para decirme que Carrillo está muy interesado en que al acuerdo se le ponga esta cláusula adicional que os voy a leer y que dice así: ‘Las centrales sindicales, atendiendo a su deber con las clases populares, no sólo en España sino en todos los países europeos, consideran que el trabajo de los periodistas se deidque en favor de la restauración monárquica y muy especialmente a conseguir la vuelta de Vladimir Romanov, en Rusia; Miguel de Rumanía en Bucarest; Otto de Habsburgo en Hungria; Pedro en Yugoslavia en Belgrado; Simeón II de Bulgaria, y Luis Fernando de Hohenzollellern, en su trono de Berlín’.

Ante el estupor de los periodistas de CCOO, tras la lectura de la cláusula, Anson lanzó una carcajada. Todo había sido una broma. Pero mira por dónde, al zar de todas las prensas y todos los carnets se le había olvidado un nombre, sólo no: Constantino de Grecia. Ando con Ansón, cómo cuida las cercanías.