22 mayo 1981
La izquierda denuncia presiones del Gobierno de UCD
Iñaki Gabilondo destituido como director de informativos de TVE tras emitir un informe sobre la crisis económica con parados falsos
Hechos
El 22 de mayo de 1981 el Director General de RTVE, D. Fernando Castedo, decidió la destitución de D. Iñaki Gabilondo como director de informativos.
Lecturas
Iñaki Gabilondo Pujol fue destituido como Director de Informativos de TVE el 22 de mayo de 1981 después de haber autorizado la emisión de un reportaje sobre el paro contra el Gobierno de UCD realizado por Fernando de Giles Pacheco en el que se colaron parados falsos. El periódico Ya fue el que más denunció aquel reportaje con parados falsos al que dedicó dos portadas (6 de junio de 1981 y 11 de junio de 1981) y varios artículos y editoriales. El periódico ABC también dedicó dos editoriales contra la manipulación de TVE los días 11 y 17 de junio. Además de duros artículos de opinión de Julio Merino González en Heraldo Español, Felipe Fernández Armesto ‘Augusto Assía’ en Ya y Rafael García Serrano en El Alcázar.
A todos ellos responderá Fernando de Giles Pacheco don dos cartas, una publicada el día 20 en el Ya y otra en Diario16 el día 23. Por su parte el 22 de mayo 1981 en el programa ‘La Clave’ el dirigente del PSOE, Alfonso Guerra González especuló la posibilidad de que el reportaje pudiera haber sido fomentado por la ultraderecha por haber trabajado en el pasado Fernando de Giles Pacheco en El Alcázar. De Giles Pacheco también había respondido a esa especulación, en ese caso con una carta abierta en La Hoja del Lunes publicada el 25 de mayo.
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FRASES POLÉMICAS DE REPORTAJE SOBRE EL PARO: «SI ESTO SIGUE ASÍ HABRÁ QUE RECURRIR A LAS ARMAS»
El periodista D. Fernando de Giles realizó un reportaje para TVE sobre el paro que presentaba a España con un país asolado por la crisis económica. Entre los supuestos parados que participaron uno llegó a decir que tenía diez hijos y no tenía nada para darles de comer y otro que si la izquierda no tomaba el poder y si seguía UCD habría que recurrir a las armas porque la situación era insostenible. El reportaje terminaría siendo una fuerte polémica cuando el diario YA denunció que el reportaje había usado parados falsos.
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¿PÍO CABANILLAS RESPONSABLE?
El dirigente de la Unión de Centro Democrático, D. Pío Cabanillas Gallas, fue señalado como el responsable de presionar desde el partido al Gobierno Calvo Sotelo para que exigiera ‘reconducir’ la línea izquierdista de TVE, una reconducción que pasaba por destituir a D. Iñaki Gabilondo como Director de Informativos.
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El primer director de RTVE de la etapa pre-democrática, con el Duque de Suárez de presidente, fue D. Rafael Ansón. Tras los comicios y ya constituida la UCD fue don Fernando Arias Salgado, que sólo compareció una vez en las cortes en todo su mandato y apenas realizó cambios, es decir, que TVE prescindía de hacer ningún tipo de valoración e informaba de lo que ocurría como un boletín oficial.
A finales de 1980 el Gobierno Suárez consiguió un acuerdo entre Gobierno y oposición para dirigir TVE: “Fernando Castedo fue resultado del primer acuerdo democrático entre UCD y PSOE para TV y motor de un cambio que duraría poco” explicaba a LA HEMEROTECADELBUITRE don José Luis Balbín que por entonces era el responsable de programas de TVE y con hilo directo con el PSOE, de él dependían “Mano a Mano” y el célebre “La Clave” del que era presentador.
El director de Informativos durante la etapa del Sr. Castedo fue don Iñaki Gabilondo, aunque su nombramiento fue inesperado: “Gabilondo fue más bien impuesto por UCD como director de Informativos, puesto que el puesto tenía otro destinatario para el que se había llegado a un acuerdo con el PSOE, y que en el último momento rechazó… ¡UCD!”. En las palabras del Sr. Balbín quedaba recalcado como ese sectarismo de UCD provocaría las sucesivas caídas del duque de Suárez, del Sr. Castedo y de la propia de UCD.
El incidente más grave se produjo en mayo de 1981 cuando fue destituido el Sr. Gabilondo por la emisión de dos reportajes críticos de TVE: uno sobre la OTAN y otro sobre el paro (siendo este último el más molesto). En DIARIO16 responsabilizan en su portada del día 23 al propio presidente, Sr. Calvo Sotelo, de “haber pedido la cabeza” del Sr. Gabilondo. El AVUI puso debajo de la imagen del Sr. Gabilondo el texto “Iñaki Gabilondo, última víctima de RTVE… por ahora”. Fue profético, el propio director, don Fernando Castedo al que el sector más conservador de UCD había puesto en ojeriza era forzado a dimitir en Octubre. El que más tarde sería director de Informativos de TVE, don Enric Sopena, me definió la etapa del Sr. Castedo en TVE como un oasis: “Fue fruto de un pacto PSOE-UCD que permitió que entraran nuevos profesionales como Iñaki Gabilondo o Eduardo Sotillos [militante del PSOE] en RNE, pero duró lo que un caramelo en la puerta de una escalera. Tras la dimisión de Adolfo Suárez triunfó la línea más de derechas de la UCD”. El Sr. Sotillos hablaría entonces de una campaña financiada en algunos medios de comunicación para desacreditar al Sr. Castedo y sentenciaría que con su cese se abortaba la ilusión de la RTVE democrática. (Por cierto que, tras su paso por el CDS, el Sr. Castedo acabaría afiliándose al PSOE). Como sucesor al frente de RTVE se nombró a don Carlos Robles Piquer, la elección no fue demasiado acertada para UCD porque pronto se evidenciaría que el Sr. Robles Piquer estaba más cerca de Alianza Popular (el partido de su cuñado don Manuel Fraga) que de UCD.
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DEBATES SOBRE LA DESTITUCIÓN DE GABILONDO EN ‘LA CLAVE’ DE TVE:
El director del diario EL PAÍS, D. Juan Luis Cebrián, protestó de la destitución de D. Iñaki Gabilondo como Director de los Servicios Informativos de TVE, desde la propia TVE. El mismo día en que se conocía su cese, el director del periódico de PRISA participaba en el espacio ‘La Clave’ y, dirigiéndose al representante del Gobierno de UCD, D. José Ramón Caso, le reprochó el miedo de la UCD, el Sr. Caso, replicó que su partido no tenía miedo y que estaba gobernando, a lo que le respondió el Sr. Cebrián diciendo que, si el Gobierno no tenía miedo, que explicara por qué había cesado al director de los servicios informativos de Televisión Española por mostrar los problemas del paro. El centrista respondió: «El Gobierno no cesa, a nadie. Si dices eso, están llamando mentiroso al director del Ente Público de RTVE», a lo que el Sr. Cebrián se reiteró: «El Gobierno ha sido el responsable del cese». El dirigente del PSOE, D. Alfonso Guerra, presente también en ‘La Clave’ aseguró que el cese era cosa del ministro D. Pío Cabanillas aunque, por otro lado, el Sr. Guerra también consideró que el documental del paro podía ser obra de la ultraderecha dado que, según él, había sido dirigido por un periodista ‘vinculado a EL ALCÁZAR’.
El periódico DIARIO16, dirigido por D. Pedro J. Ramírez señaló abiertamente al Gobierno Calvo Sotelo como el responsable de la destitución del directivo de TVE.
23 Mayo 1981
Cerco a la libertad
La jupetariana destitución de Iñaki Gabilondo como director de los servicios informativos de Televisión Española es un síntoma más de esa preocupante combinación de temores, vacilaciones y apologías del mal menor que está configurando los comportamientos del Gobierno desde el 23 de febrero. En el momento de la designación de Fernando Castedo como director general del Ente Público RTVE saludamos en un editorial -titulado El coraje de Castedo- el valor político del candidato al aceptar ese difícil cargo. Parece probable, sin embargo, que las agitadas semanas que siguieron a su nombramiento hayan desatado tal huracán de presiones y amenazas sobre Fernando Castedo que sus reservas de aguante moral y de resistencia cívica hayan quedado exhaustas. De otra forma, resultaría inexplicable el cese fulminante, sin explicaciones previas al afectado, a un profesional de la información que, con la inevitable dosificación de aciertos y de errores que acompaña cualquier comienzo, había sacado los servicios informativos de Televisión Española del hieratismo, la momificación, el oficialismo, la propaganda y la censura, para tratar de conducirlos a los niveles medios de la Prensa y de la radio privadas. No faltarán, sin duda, quienes establezcan una forzada analogía entre la destitución de Iñaki Gabilondo y aquel aparatoso cese de Pío Cabanillas como ministro de Información, en el otoño de 1974, acusado de intolerables excesos en la política aperturista de su departamento.Resultaría sencillamente impertinente entrar en una valoración particularizada de la labor realizada por Iñaki Gabilondo desde el 20 de abril pasado, fecha en la que inició la renovación de los espacios informativos de Televisión Española. Los célebres cien días que exigen los políticos que acceden al poder para que sus actos sean juzgados serían el plazo mínimo de cortesía que podría haber reclamado el director de los informativos de Televisión Española para que se hiciera balance de su tarea. Iñaki Gabilondo, por lo demás, no es un gris funcionario que haya accedido a un cargo de elevada responsabilidad gracias a ese inflexible ascensor que es el escalafón, sino un profesional joven que fue requerido para desempeñar ese puesto en función de su brillante historial en las radios de la Cadena SER. Todo el mundo sabe que las empresas privadas sitúan los listones para la promoción de sus empleados mucho más altos que la inercial, complaciente y mecánica Administración pública, y que la carrera profesional de periodista radiofóníco de Iñaki Gabilondo se debe exclusivamente a los méritos que demostró en un mercado de trabajo altamente competitivo.
En cualquier caso, es un hecho indiscutible que la programación informativa de Televisión Española desde hace unas semanas había levantado el techo informativo del monopolio estatal hasta una altura casi comparable, en algunos aspectos, con la de los medios de comunicación privados, pero en modo alguno superior. Resultaría, así, que el Gobierno, resignado por el momento a que la sociedad letrada ejerza su derecho constitucional a la información, se resiste a la idea de que los ciudadanos inhabituados a los periódicos se enteren de lo que ocurre en el país y en el mundo en el que viven como sus compatriotas más cultos. Conscientes, de que la información es poder, nuestros gobernantes no parecen dispuestos a distribuirlo entre los españoles, abocados de esta forma a continuar siendo súbditos y no llegar nunca a la condición de ciudadanos. Para conseguir ese objetivo, el poder ejecutivo no tiene otra vía que la filtración, la manipulación o la supresión pura y simple de la información, justificada desde la mala conciencia o desde el cinismo con pretextos de alta política o de razón de Estado, en la televisión y, de resultarle posible, en todos los medios de comunicación. Sin embargo, la Constitución, a la que «los poderes públicos están sujetos» en el mismo grado que el resto de los ciudadanos, establece taxativamente que no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa, ni siquiera durante los estados de excepción y de sitio, el ejercicio de los derechos a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
Mucho nos tememos, por lo demás, que esa cabeza que ahora se ha hecho rodar no salve, a corto o medio plazo, la de sus propios vendugos. Porque quienes interioricen el programa mínimo del golpismo no sólo no lograrán defender las instituciones democráticas, sino que, con sus debilidades, medias tintas, temores y transacciones, sólo conseguirán vaciar por dentro el edificio del pluralismo y del régimen constitucional Y dejar su fachada dispuesta para decorar un sistema autoritario.
23 Mayo 1981
Iñaki Gabilondo
En el mismo momento en que empezábamos a pensar que la defensa de su continuidad como director general de Televisión era una causa noble y democrática, Fernando Castedo nos ha demostrado, grosera y aresivamente lo contrario.
Su pusilánime reacción cesando a Iñaki Gabilondo como director de los servicios informativos el a del burócrata asustado que vende a quien haya que vender pos salvar el propio pellejo.
Castedo ha entregado la cabeza del Bautista para conservar la suya intacta. Nada le distingue ya de los siniestros personajes que desde ciertos entornos centristas intrigaban por derrocarle. Cualquiera de ellos hubiera tenido, incluso, más coraje para defender a su equipo hasta el final.
Después de sus declaraciones de ayer a RADIO NACIONAL, cada día que transcurra con Castedo al frente del ente público constituirá un insulto para todos los peridistas de este país.
Con esa salmodia de funcionario santurrón encargado de velar por las esencias del régimen a que nos tenían acostumbrados algunos de sus predecesores Castedo tuvo la osadía de pretender darnos lecciones de ética profesional, distinguiendo la información de la crispación, y la libertad de la irresponsabilidad. Enseguida quedó claro que las noticias agradables para su partido y para sus jefes son modelo de información libre, y las novedades poco gratas – verbigracia, la rampante escalada del paro – ejemplo de crispación irresponsable.
U com guinda de pastel se atreve a justificar su mezquina claudicación en el contexto de una cncepción de la política como servicio a España. ¿Hasta cuando seguirán invocando el nombre de la Patria en vano estos nefatos profesionales de la polstrona que en nada creen más que en el poder y en la medalla?
El gran pecado de Gabilondo ha sido ir de desnudo periodista por la vida. Durante veinte años había demostrado ser un hombre independiente – sin otro credo que la búsqueda de la verdad – cuya gran categoría emanaba de su profundo amór a la profesión. Cuando le nombraron responsable de la información televisiva nos sentimos gratificados, porque al reconocerse así su valía quedaba premiada toda una camada de periodistas que había alcanzado la madurez en la defensa de la consolidación del sistema democrático.
No es cuestión de hacer alardes de capacidad premonitoria en esta hora amrga de la decepción y la derrota, pero cuando hace un mes y dos días saludamos con esperanza el comienzo de la nueva etapa de los informativos, también advertíamos: «Mucho nos tememos que si Iñaki Gabilondo y compañía aguantan el tipo, serán los partidos políticos, las centrales sindicales, los famosos poderes fácticos y demás grupo de presión estamental quienes le rallen».
SObraba el condicional. Gabilondo ha aguantado el tipo – en sólo cuatro semenas el techo informativo de TVE había empezado a ser otro – y los pol´tiicos no han sido capaces de asumir el envite.
Tal vez ahora el Partido Socialsita termien de convencerse de que, también en la pequeña pantalla, epl pluralismo es la única garantía de la libertad. Si así sucede, lasi lusiones profesionales de Iñaki Gabilondo – del que, especialmente hoy, tan cerca nos sentimos – no habrán sido desparramadas en vano.
17 Junio 1981
Mentiras enlatadas
El súbito cese de un directivo de TVE [Iñaki Gabilondo] desencadenó recientemente el griterío de las plañideras nacionales. Al parecer, se había sacrificado al primer hombre que trataba de decir la verdad, demostrar a España sin maquillajes dulcificadores. El sacrificado se convertía en un mártir de la sinceridad. Los sacrificadores eran los hipócritas de siempre, que quieren mantener al pueblo aherrojado con una capa de mentiras. Por vez primera – se gritó en centenares de artículos – alguien hablaba del paro sin engañadoras estadísticas dejando a los parados hablar y decir su palabra verdadera. Era esta verdad la que escocía. Era esa audacia de ser honesto la que pagaba el informador cesado.
Han pasado unas semanas. Y ha bastado que otro periodista se acercase a los pueblos donde se rodó el controvertido reportaje para demostrar que en el famoso informe no había otra cosa que una cadena de mentiras hábilmente cosidas y servidas. El ‘parado’ de Salobreña que explicaba su angustia para alimentar a sus diez hijos resultaba tener dos en realidad y no estar parado en absoluto. Un segundo que explicaba con palabras terribles su hambre y su desmoralización tenía un sueldo de 70.000 pesetas fijas. Otros tenían varias casas, comercios, furgonetas, pisos en lugares de veraneo…
Luego el periodista se trasladaba al otro pueblo entrevistado en el reportaje. Y resultaba que el vecino de Fuentelapeña que decía que ‘no se podía vivir y que él estaba muerto de hambre’ estrenaba coche nuevo a los ocho días de ser entrevistado; que quienes clamaban estar ahogados por los impuestos poseían negocios florecientes; que prácticamente ninguno de los parados que la pantalla nos servía lo era en realidad y que incluso en el montaje la mano piadosa del director había cortado las frases optimistas que ellos habían dicho sobre lo que en su pueblo se hacían para combatir el paro.
La historia, no puede ser más triste. ¿Quién miente? ¿Quién engaña? ¿Cómo quejarse de una censura que amordaza la verdad cuando la verdad ya ha sido previamente amordazada por los realizadores?
Lo desconcertante es que el problema del paro es en España demasiado angustioso como para que haya que recurrir a parados de mentirijillas a los que se ha ensayado el papel lacrimógeno previamente escrito por un listo. Lo desconcertante es que hechos como éste hacen a los parados auténticos un daño infinito, ya que crean en la comunidad una postura de desconfianza hacia ellos y hacia el problema en sí.
Siempre nos opondremos a que los censores censuren la verdad. Pero antes será necesario que nadie quiera vendernos como verdades lo que son en realidad mentiras enlatadas.